2/09/2009

Ven la tempestad y no se hincan



Felipe Calderón me escribe un analista en Comercio Exterior se llama Lipe porque ya le perdieron la Fe.

La verdad es que hay cosas incomprensibles. Fue a Davos a presumir que el equipo económico de la presidencia es el mejor del mundo, me imagino que eso excluye al gobernador del Banco de México con quien tiene una fuerte animosidad ya que las propuestas mutuas no coinciden.

Tal vez el océano que separa los continentes no le permite ver a Calderón el clima de enojo y hartazgo que hay en el país. ¿Por qué será que estos políticos banalizan las cosas? Como si la taradez en turno que se dice frente a los micrófonos fuera lo esencial, Calderón jugaba a diagnosticar si el catarrito de su secretario de hacienda se convertiría en pulmonía o neumonía, mientras en el país había puentes internacionales bloqueados, grandes marchas en la Ciudad de México y cuatro estados donde participaban campesinos, pescadores, transportistas, maestros, mineros que resienten las consecuencias de las medidas de ese mejor equipo económico y policías torturadores asesinando detenidos. La respuesta del gobierno fue un nuevo aumento al precio del diésel. Tal parece que la opción es echarle leña a la hoguera.

Hasta ahora se han visto dos gobiernos dentro del gobierno. El presidente que sigue anunciando medidas, algunas muy congruentes, y el verdadero poder en hacienda que las frena y hace con ellas lo que le viene en gana.

En 2008 Calderón anuncio un programa de inversión en infraestructura que no se cumplió, hubo subejercicio, el dinero empezó a gastarse a fin del año con el consecuente dispendio y corrupción. Un empresario me comentó que su ritmo de producción era contrario a la crisis porque las órdenes de compra del gobierno llegaron en los últimos meses del año. O sea que es lo de siempre.

Calderón llegará a las elecciones con un partido dividido y desgastado; con un gobierno ineficaz que apuesta que el avance sea mediático y que menosprecia a la gente considerándola tan tonta que no se da cuenta de lo que sucede. Tal vez prefiera ignorar que esta aumentando el robo de maíz en los trenes pensando que eso es obra del crimen organizado.
Calderón no entiende el poder del hambre organizada que lleva a mucha gente a delinquir, que facilita la penetración del narco en el tejido social, que explica derrotas de los sindicatos ya que estas no implican que el gobierno tenga razón sino que muestran los estragos que la situación crea en el país y que muchos trabajadores prefieren tener hambre y no desabasto total estando en el desempleo.

Suena muy cínico que el presidente diga que va a aplicar los ahorritos del año pasado para algunos de sus programas, intentando que se nos olvide la ineficacia de su gobierno para seguir sus directrices. Calderón no solamente no ha recuperado su déficit de legitimidad sino que ahora tiene déficit de mando.

La guerra contra el narco va pérdida, el número de asesinatos incrementándose y al parecer vamos por el primer lugar del mundo en crímenes por 100,000 habitantes, estamos detrás de Colombia en sus peores tiempos. La política económica esta al garete.

En la dimensión internacional tenemos una balanza negativa especialmente por falta de una política de comercio internacional y ni siquiera se dan los pasos para proteger a la maquila que ha sido una tabla de salvación para el desempleo y la balanza de pagos.

En el terreno educativo los planes no caminan y el sector se politiza innecesariamente porque se ha contaminado con alianzas electorales.

En el terreno de la política mundial tenemos poco de que presumir y aunque se ha bajado la animosidad con Cuba estamos marginados en América Latina porque el gobierno ha optado por seguir siendo un cacharro del imperio y nos rebasan descerebrados como Chávez.

La posición mundial del país atraviesa por la mejoría de la condición económica domestica y la construcción de un consenso muy complejo porque la agenda gubernamental elimina cualquier concesión para los que menos tienen.

Calderón se puso en manos de la oligarquía como lo muestra su silencio en el caso reciente de la agresión del grupo Z contra dos periodistas y del ejercito y sobran las razones para sospechar que por ahí anda agazapado algún general listo para dar el golpe que mande a la casa o el cadalso a los civiles y aniquile la poca libertad que todavía nos queda.
Samuel Schmidt

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