5/14/2009

Periodistas pal café.....

Columnas
Julio Hernández López: Astillero
Los ex presidentes parecieran haber sido puestos en una competencia para ver cuál de sus historias alienta más a los ciudadanos a dejar de creer en las elecciones y la democracia”. La delantera en esa lucha de lodo la lleva Carlos Salinas de Gortari, el eterno aspirante a un retorno a la escena pública sin rechiflas e insultos.
Salinas es el protagonista central de las más recientes truculencias de Carlos Ahumada, tan villano y deleznable éste como los personajes y las historias de sus memorias recientemente organizadas en forma de libro. Y ahora ha sido un declarante enfermo, Miguel de la Madrid, sin control real sobre su capacidad de hacer declaraciones y análisis sensatos, pero con conocimiento directo y exacto de los antecedentes y las hechuras de Salinas, el que ha arrojado nueva carretada de suciedad sobre quien fue su secretario de Programación y Presupuesto. No tiene, desde luego, el ex presidente al que se considera el más gris de la historia reciente, ninguna autoridad moral para arrojar piedras a quien hizo su sucesor. Basta recordar que el mismo De la Madrid fue quien abrió la puerta con amplitud a la fusión de la política gubernamental con el narcotráfico, y que durante su administración se produjeron múltiples incidentes que lo colocaron a él mismo, el errático Miguel hoy necesitado de tutela para hablar de política, como protector de determinados bandos del negocio de las drogas y como renovado ejecutante sin melindres de la corrupción institucional endémica.
Sin embargo, y aun en ese estado de precariedad declarativa en que se encuentra (¿qué tantas cosas raras medio diría Carlos Jonguitud si fuera entrevistado en el momento de postración en que hoy está?), De la Madrid ha emitido en el noticiario radiofónico de Carmen Aristegui un fraseo trabajoso cuya destilación mediática forma una serie de acusaciones graves contra el salinismo, no sólo el de Carlos, sino de Raúl, el tesorero familiar, Adriana y el difunto Enrique. Cierto es que, horas después, su hijo, Federico de la Madrid (Enrique es el director general de la Financiera Rural del gobierno calderonista), dio a conocer una retractación fundada en el sabido mal estado de salud de su padre, pero el golpe a CSG ya es irreversible y la esencia de las acusaciones ha sentado carácter público. Vaya ironía para uno de los grandes manipuladores de la comunicación social en México: tal como ya lo hizo años atrás al contestar preguntas televisivas, Carlos Salinas podría acogerse a la figura fácil de la política ficción para tratar de desacreditar lo dicho en su contra, pero resulta que –como en el caso de Ahumada– lo que se ha consignado públicamente –en la entrevista de radio o en el libro, según corresponda– tiene plena correspondencia con lo que una gran parte de los mexicanos piensa y considera verdadero. La política ficción ha alcanzado al elusivo corredor de Agualeguas.
Otro declarante en maratónica interdicción moral, Roberto Madrazo Pintado, también ha considerado oportuno hacer gala de presunta valentía cívica al acusar a los ex presidentes Zedillo y Fox de haber hecho pactos con cárteles del narcotráfico. Al primero, hoy alto directivo académico en Yale, que la semana entrante estará en México en una convención de aseguradores y tendrá oportunidad de responder a las acusaciones, lo relaciona con el cártel de Juárez, y al segundo, al doctor honoris Coca, premiado por la Universidad de Humory, con el Chapo al que habría abierto las puertas del penal tapatío de Puente Grande para que se convirtiera en una especie de funcionario sexenal extraoficial. Apenas es necesario recordar aquí que la biografía del denunciante Madrazo Pintado está suficientemente cargada de episodios que en un país de leyes y justicia lo habrían llevado a la cárcel, pero hoy en México está de moda el deporte político de denunciar a otros sin reparar en lo propio.
Astillas
Héctor Alejandro Quintanar recuerda que Vicente Fox recibió en 2002 un doctorado honoris causa en filosofía de una universidad de Israel, la Ben-Gurión (la entrega fue en un Hilton de Cancún) y comenta: “Ahora, años después, esta disciplina está socavada en nuestro país, pues los panistas pretenden desaparecerla. Igualmente, este año, Fox recibe de una universidad gringa el mismo grado académico, según eso por sus ‘aportes a la democracia’, cuando bien sabemos que el culpable principal del desastre que desde 2006 vive el entramado democrático del país tiene como culpable al ignorante guanajuatense, que horrores causa. Qué desquicio del mundo moderno. Si a esas vamos, poco falta para que le den un honoris causa a Calderón por sus aportes a la ética pública y a la salud de los mexicanos”... Elizabeth Jiménez hace un recuento de las crisis recientes: “la política, después de las elecciones que nos dejaron confrontados a todos; la de seguridad pública, con sangre por todo el país; la sanitaria, actual; y de nuevo la política, con los libros y declaraciones recientes. ¿Qué sigue? ¿Una crisis alimentaria?”... Muy de mañana fueron borradas las evidencias de que en la página electrónica del Instituto del Fraude Electoral se daba clic a la plataforma electoral de la Alianza por el Bien de Todos, correspondiente a 2006, y lo que aparecía era el texto correspondiente al PAN. Sin embargo, la basura fue mal puesta bajo la alfombra cibernética, pues, a la carrera, borraron el rubro específico de “Plataformas electorales de coaliciones 2006”, que es donde estaba el error, y dejaron todo, genéricamente, bajo el título de “Plataformas electorales de partidos políticos nacionales 2006”. En cambio, respecto a 2009, sí se mantiene la división entre coaliciones y partidos, tal como estaba en relación con 2006 antes de la plomería electrónica mal hecha de ayer... Y, mientras se le enreda el punto inmobiliario al estado de Hidalgo, y Guanajuato está en panista espera de la presunta refinería, ¡hasta mañana, con Hillary dando las gracias a México por sufrir para que Estados Unidos no lo hiciera!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx

Enrique Galván Ochoa: Dinero


l viudo de la mujer estadounidense, de ascendencia mexicana, Judy Domínguez Trunnell, que falleció en Harlington, Texas, por efecto de la influenza jarocha, contrató a un abogado para que demande en tribunales de Estados Unidos a los dueños de la granja donde se supone que surgió el virus. La Organización Mundial de la Salud reportó ayer que la enfermedad ha contagiado a 5,728 personas en 33 países. Lamentablemente se ha vuelto un lugar común que los medios internacionales digan que el problema se originó en México. Volviendo al tema de la demanda, el viudo Steven Trunnell la interpuso en una corte estatal en Brownsville, en representación de su fallecida esposa, según informó el abogado que lo representa, Marck G. Rosenthal. Era maestra de primaria y acababa de dar a luz a una bebé. El propósito inicial del abogado es obtener información de la compañía Smithfield Foods Inc., propietaria de Granjas Carroll de México, que opera en La Gloria, estado de Veracruz, en relación al brote infeccioso, su origen y alcances. Autoridades internacionales de sanidad lo detectaron y reportaron, pero, según Fidel Castro, fue ocultado por el gobierno calderonista para evitar que el presidente Barack Obama cancelara la visita que hizo a la capital el 16 de abril, aunque fue un intento fallido, ya que un agente secreto que acompañaba al secretario de Energía pescó el bicho y hubo de ser hospitalizado al regresar a su país. El recurso judicial podría derivar hacia la corrupción gubernamental, ya que se sospecha que la granja operaba en condiciones no adecuadas gracias a la protección de las autoridades locales de Veracruz. Granjas Carroll ha negado públicamente cualquier responsabilidad.
El enfermo
Apenas el viernes de la semana pasada la oficina del ex presidente Miguel de la Madrid Hurtado hizo llegar a los medios un comunicado que decía que se encuentra bien, rechazando toda noticia que ha surgido al respecto de una condición muy delicada de salud.
Al parecer en sólo cinco días el ex mandatario se puso muy grave, de tal suerte que primero hizo declaraciones tremendas a mi queridísima Carmen Aristegui y horas después metió reversa. Había acusado al clan Salinas de Gortari de algunos de los crímenes que ya conocíamos pero, en voz de quien lo impuso en la Presidencia de la República, la denuncia cobraba un peso mayor. Afortunadamente existe la grabación. La impresión que queda en la gente es que no resistió la presión y reaccionó como lo que siempre ha sido: mediocre, tibio y timorato.
Terapia de choque
Agustín Carstens anunció ayer en la conferencia anual del Consejo de las Américas, en Washington, que la terapia de choque para contener la epidemia en México funcionó y ahora el gobierno prepara reformas estructurales para levantar la economía. No quiso revelar en qué consisten porque ‘harían ruido en la prensa’, pero es probable que se haya referido a cargar IVA a alimentos y medicinas.
e@Vox Populi


E
scándalo tras escándalo, lo único que queda claro no es la sempiterna corrupción de la clase política mexicana, sino su impunidad. Uno tras otro, y se denuncie lo que se denuncie, nada sucede, nadie es tocado y el presunto ilícito cometido se mantiene fuera de las investigaciones. Aún no se apaga el ruido causado por el libro de Carlos Ahumada, cuando surge el promovido por el maratonista de lujo Roberto Madrazo, el cual Miguel de la Madrid no dejó florecer por su propia denuncia en contra de Carlos Salinas de Gortari y sus hermanos, embarrados todos por robo al erario, tráfico de influencias y el narcotráfico.
Ex presidentes, candidatos a la silla de Los Pinos, funcionarios, legisladores, partidos políticos (en el gobierno y en la oposición), empresarios triple A (antes priístas de hueso colorado, ahora panistas ídem) y demás cómplices y personeros aparecen salpicados en las declaraciones de Miguel de la Madrid a Carmen Aristegui. Son prácticamente los mismos que han sido embarradas en denuncias y publicaciones anteriores. Y nada pasa. Lo involucrados se mantienen impunes.
La llamada oposición se lava las manos en cada escándalo (cuando uno de los suyos no está involucrado), y se limita a exigir que se investigue el ilícito denunciado (que de cualquier suerte ya era de dominio común), sin importarle si alguna autoridad le hace caso. Tampoco se moviliza para ser ella misma la que presente la querella respectiva. Sólo le interesa que los medios registren tal exigencia, que aparezca la nota, y si es en la portada qué mejor.
Que nadie tiemble ni se entusiasme: se apagará el escándalo provocado por Miguel de la Madrid, como sucederá con el de Carlos Ahumada y el de Roberto Madrazo, tal cual sucedió con el de Lino Korrodi, los Amigos de Fox, el Pemexgate, el niño verde, los hijos de Marta, el de la pareja presidencial, el del rancho en San Cristóbal, las ligas de Bejarano, el de haiga sido como haiga sido, el gober precioso, Elba Esther, Carlos romero Deschamps, los empresarios involucrados en el trasiego de Raúl Salinas de Gortari, y los que faltan mencionar en este rosario de impunidad acumulado en décadas.
Y se apagará no sólo porque no tarda en surgir un sustituto, sino, especialmente, porque nadie actúa, nadie va más allá de la declaración que amerite el escándalo en turno, sin comprometer un milímetro más, y ninguna autoridad justifica su existencia. Uno tras otro, y no pasa nada, salvo lo común: que los públicamente exhibidos se mantengan en el gobierno, cogobernando, en el asalto a la nación o recibiendo doctorados en universidades extranjeras, por citar algunos casos.
La denuncia de Miguel de la Madrid sólo confirma, por si hubiera duda, que una de las urgencias de la República es la renovación integral de su clase política. La actual (panistas incluidos, y si no que lo reclame Diego), lleva años, muchísimos, saqueando al país, y junto a ella –de hecho, como parte de ella– la elite empresarial (la cual no sólo apoyó a Carlos Salinas y participó en los jugosos negocios del hermano ahora más incómodo que nunca, sino que ha hecho lo mismo con cambio y continuidad), a la que tampoco nadie toca.
Ya en el exceso, en este nuevo sainete de la renovación moral el primero en recular ha sido el propio denunciante. Al filo de las 18:30 horas del miércoles, por medio de un comunicado (difundido en la edición electrónica de El Universal), Miguel de la Madrid asegura que sí dijo lo que dijo, pero que carece de validez, porque me encuentro convaleciendo de un estado de salud que no me permite procesar adecuadamente diálogos.
Más tardó el ex mandatario en soltar al perro, que su hijo Federico de la Madrid Cordero (con amplios y jugosos antecedentes en eso de los escándalos ligados al tráfico de influencias en el sexenio de papá, y en el siguiente con el tío Charly) en amarrar a progenitor y can. El vástago firma como responsable del comunicado que se menciona, en el que asegura que su padre no está en condiciones de hablar en público, por lo que hace decir a MMH que la fragilidad de su estado de salud se constata en las grabaciones difundidas por la señora Aristegui, en las que mi tono de voz se escucha débil y confuso; dejo en claro que después de haber escuchado la entrevista con la señora Aristegui, mis respuestas carecen de validez y exactitud.
Un sainete similar, aunque con menores decibeles, se armó allá por marzo de 2002, cuando el ex presidente Carlos Salinas acusó a su sucesor de lo mismo que ayer lo acusó Miguel de la Madrid (ahora arrepentido, según el comunicado de Federiquito). En aquel entonces, el hijo predilecto de Agualeguas, Nuevo León, denunció a Ernesto Zedillo por haber recibido dinero de mi fondo secreto.
Por aquellos no lejanos ayeres comentamos en este espacio que en sus respectivos gobiernos y por medio de la llamada partida secreta –que de secreta no tenía nada porque estaba consignada en el presupuesto de egresos de cada año– ambos personajes –pertenecientes a la misma cueva– tuvieron acceso a miles de millones de pesos del erario y discrecionalmente hicieron uso de ellos como si fueran propios, considerándolos depósitos en sus chequeras personales. Por medio de tal asignación (sólo por el programa de erogaciones contingentes del ramo 23 del Presupuesto de Egresos de la Federación asignado al jefe del Ejecutivo e independiente de los recursos presupuestales canalizados a la Presidencia de la República), Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo dispusieron –en sus respectivos sexenios– de alrededor de 12 mil 500 millones de pesos del erario, aunque aproximadamente 84 por ciento (10 mil 500 millones) correspondieron a Salinas y el 16 por ciento restante (cerca de 2 mil millones) a Zedillo.
La partida secreta alcanzó su máxima expresión en 1993, con Salinas en Los Pinos: alrededor de 600 millones de dólares, al tipo de cambio de entonces, y cierto es que Zedillo se benefició de ella, como Salinas de la que ejerció Miguel de la Madrid, y éste de la que correspondió a José López Portillo, y junto a ellos su respectivo grupo compacto. Así, ¿quién tiene calidad moral para aventar la primera piedra?
Las rebanadas del pastel
El ganón de este sainete podría ser Luis Téllez, a quien Calderón corrió de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes por afirmar que Salinas se robó la mitad de la partida secreta. Entonces, el osito puede reclamarle a Felipe y exigirle la devolución del hueso. Así dejaría la presidencia de la BMV, y los bolsistas podrían elegir a quien ellos decidan.
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx


Pedro Miguel: Navegaciones
A
diferencia de otras sustancias que producen bienestar cerebral o lo contrario, en Occidente el alcohol ha librado bastante bien las prohibiciones. En el siglo pasado hubo sólo unos cuantos casos de veto total a los vinos y licores (el más grave y contraproducente fue el emprendido en Estados Unidos entre 1920 y 1933), aunque son comunes las restricciones a la venta de alcohol en ciertos horarios y en tiempos de elecciones. Esa tolerancia jurídica, que contrasta para bien con la severa persecución que sufren los briagos en la mayor parte de las sociedades islámicas, va acompañada de una ambigüedad moral para con los borrachos que se extiende desde la simpatía y la complicidad hasta la repugnancia, pasando por la muy encomiable postura clínica que postula el deber social de asistir al alcohólico en su rehabilitación. El ebrio inofensivo da ternura y el que se hace daño a sí mismo causa risa (descansa en paz, célebre Canaca), pero el que afecta a otros en su irresponsabilidad suscita la indignación.
La misma razón por la que se permite la producción, el transporte, la venta y el consumo de bebidas alcohólicas (el principio de libertad, individual o de empresa) es válida para descalificar la prohibición de numerosas sustancias sicotrópicas. En esa lógica, los mismos argumentos esgrimidos para ilegalizarlas (riesgo de adicción, generación de conductas violentas y antisociales, destrucción de entornos familiares y sociales, comisión de actos irresponsables) tendrían que aplicarse para impedir el descenso de cualquier líquido con poco o mucho alcohol por los esófagos de los ciudadanos: el trago provoca una pérdida de control que puede ser chistosa o repugnante, a lo más, cuando la anécdota no va más allá de decir ocurrencias, quedarse tirado u orinarse en los pantalones. Pero cuando un borracho o una borracha operan una grúa con diez toneladas de carga, o pilotan un avión, o practican una cirugía a tórax abierto, o ejercen con legitimidad o sin ella la Presidencia de la República, hay sobrado motivo para la alarma y el escándalo.
En YouTube están documentadas algunas recaídas públicas del alcohólico George W. Bush, una que otra idiotez etílica de José María Aznar y la peda monumental que Nicolas Sarkozy se puso en un encuentro con Vladimir Putin. Busquen en ese sitio los nombres correspondientes y los adjetivos borracho, drunk y bourré, o consulten los links en el blog.
Y por cierto: es fácil truquear el video de alguien que habla para hacerlo aparecer como si hubiera bebido un galón de vodka o de mezcal ríspido: se acelera 50 por ciento la velocidad de la grabación y se sube cinco notas la frecuencia del audio. El truco ha sido hecho a costillas de Putin, de Jacques Chirac y del propio Bush.
El borracho presidencial más célebre de la historia mexicana es, a no dudarlo, Victoriano Huerta, quien llegó al Ejecutivo por medio de un sangriento golpe de Estado. El rumor popular atribuye una afición etílica similar a Felipe Calderón, quien accedió al cargo 93 años después mediante un fraude electoral. Él y sus allegados sabrán si el chisme es cierto o no, y a estas alturas no viene al caso ponerse en plan de ayatola para censurarlo por algo de lo que ni siquiera se tiene certeza. Lo más grave con el michoacano no es que beba en exceso, si es que eso es cierto, sino que está en Los Pinos como resultado de un proceso electoral inmundo y que no representa a la ciudadanía sino a la oligarquía empresarial, política y mediática a cuyos intereses sirve. Así que lo que sigue es producto de la mera curiosidad y no de la mala fe ni de un afán de descalificar, por briago, a alguien que, siéndolo o no, merece descalificaciones más severas.
El jueves 23 de abril por la noche, Calderón hizo anunciar el inicio de una contingencia nacional por la epidemia de influenza. En un santiamén, José Ángel Córdova Villalobos contagió al país entero el virus de la incoherencia y la zozobra, en tanto que su jefe no volvió a dar la cara hasta el sábado, cuando apareció en Oaxaca para anunciar que la estrategia contra la influenza tomaba elementos autoritarios de su guerra contra las drogas. El domingo 26 se difundió un video de su comparecencia ante el Consejo Nacional de Salud en el que se le veía raro, vacilante y con la boca seca. Luego no se supo de él el lunes ni el martes (cuando Córdova Villalobos lanzó el novedoso concepto de cifras móviles y resucitó a la mayor parte de los fallecidos reportados anteriormente), y no fue hasta las 11 de la noche del miércoles 29 cuando Calderón volvió a la escena en un mensaje en cadena nacional en el que dijo, entre otras cosas, que la actividad económica era normal. Y apareció de nueva cuenta con la mirada un poco borrosa, una pronunciación de las erres sutilmente resbalada y cierta pérdida del tono facial.
Ante el desbarajuste informativo del gobierno federal, y apalancada en el rumor de las aficiones etílicas del michoacano, la conseja popular concluyó que Calderón, en momentos de presión, escogió el alcohol como arma no para combatir al virus sino para olvidarse de él por un rato.
¿Estaba ebrio Calderón cuando grabó su mensaje del 29 de abril? Quién sabe. Bajé el video de la página web de la Presidencia, lo observé con atención y no pude concluir nada en firme. Lo vi cuadro por cuadro y me sorprendió la frecuencia y cantidad de imágenes estáticas en las que el michoacano aparece con los ojos cerrados, expresiones inusuales, gestos asimétricos y una aparente pérdida de control de los músculos faciales. Repetí esta observación en un video del año pasado y allí el panista se ve en pleno dominio de su cara. Nada de esto es concluyente: en el segundo de esos mensajes, Calderón habría podido estar alcoholizado, pero también con un exceso de fatiga, o conmovido porque se encontraba (luego lo confesó con modestia) en pleno rescate de la humanidad, o será que así es él y no nos habíamos dado cuenta. Pero, insisto, lo realmente grave es lo otro:
Más o menos lo mismo pasa en cada
circunstancia de crisis emergente:
se encontraba borracho el presidente
o no, pero da igual: no sabe nada.
Así fue el terremoto, la olvidada
caída de la bolsa, el inclemente
huracán repetido que a la gente
deja sin techo, herida o ahogada.
Cuando nuestro país sirve de cuna
al virus ojetísimo y porcino,
no hay datos, ni gobierno, ni vacuna.
Quite el de mano firme las pezuñas
que no nos ha dejado otro camino
más que rascarnos con las propias uñas.
* * *
Batidos De la Madrid y Salinas en la confirmación de su propia inmundicia, el segundo, capo de capos, pretende enlodar y/o intimidar a la periodista Carmen Aristegui. La sociedad no va a dejarla sola.
navegaciones@yahoo.comhttp://navegaciones.blogspot.com


Ex presidentes y descomposición política
Ayer por la mañana la opinión pública conoció gravísimos señalamientos del ex presidente Miguel de la Madrid contra su sucesor en el cargo, Carlos Salinas de Gortari, de quien dijo que robó parte de la partida secreta del Ejecutivo y toleró la corrupción de su hermano Raúl, quien conseguía contratos del gobierno (y) se comunicaba con narcotraficantes, los cuales le habrían entregado el dinero que tuvo depositado en bancos suizos; por añadidura, De la Madrid afirmó de viva voz –en una entrevista concedida a Carmen Aristegui y grabada unos días antes de su difusión– que la fortuna de la familia Salinas está ligada al narcotráfico, como pudo estarlo el asesinato de otro de los hermanos, Enrique; empero, consideró que al gobierno que encabeza Felipe Calderón no le conviene investigar en torno a esas posibilidades porque se haría un escándalo de proporciones muy importantes, habida cuenta que el hombre que asumió la jefatura del Estado en 1988, un delincuente, es poderoso y sigue ejerciendo la influencia de haber sido presidente y, en su caso, la de tener mucho dinero. Asimismo, De la Madrid se dijo arrepentido de haber heredado la Presidencia –en lo que constituyó una elección de Estado y uno de los procesos comiciales más palmariamente sucios de la historia nacional– a Salinas de Gortari, opinó que la justicia a veces estorba para ejercer el poder e, interrogado sobre si la impunidad es necesaria para el funcionamiento de la maquinaria institucional, respondió sí.
Transcurrieron más de ocho horas antes de que el declarante enviara a los medios un comunicado en el que descalificó sus propias palabras y las atribuyó a un estado de salud que no me permite procesar adecuadamente los diálogos y puso como prueba de ello que, en la grabación difundida, mi tono de voz se escucha débil y confuso. Por su parte, el propio Salinas, precedido y secundado por algunos priístas menores, arremetió contra Carmen Aristegui, a la que acusó de haber hecho sensacionalismo con las declaraciones de un hombre que padece, en razón de su mala salud, limitación de sus capacidades y deterioro de sus facultades; citó un texto que habla de senilidad prematura y se dijo indignado por los términos y condiciones en que usted realizó la entrevista.
Las respuestas de De la Madrid son indignantes por el cinismo que traslucen. El declarante no sólo fue jefe, protector y padrino político de Salinas de Gortari sino también su subalterno, pues, tras el impugnado relevo presidencial de 1988, ocupó, a lo largo del salinato, y por nombramiento presidencial, la dirección del Fondo de Cultura Económica (FCE). A la escandalosa ineptitud de no haber sabido a tiempo quién era el verdadero Carlos Salinas se suma la punible omisión de no haber puesto a disposición de las instituciones de justicia la información que le permitió describirlo como cómplice de delitos de sus hermanos. La tardanza de su deplorable retractación –en la que el propio De la Madrid, o cercanos suyos, afirmaron que no es capaz de procesar adecuadamente diálogos o cuestionamientos– obliga a sospechar que fue producto de presiones sobre él o sobre integrantes de su familia. El mismo declarante había dado, horas antes, la clave de su desmentido: la impunidad es necesaria para el funcionamiento del régimen. Por lo demás, no es la primera vez que el ex presidente usa el recurso: hace poco menos de cuatro años admitió, a cámara, que su partido, el PRI, perdió las elecciones del 88, sólo para afirmar, al día siguiente, que no había dicho lo que dijo.
En cuanto a Salinas, es característico de él que pretenda escabullirse de informaciones que no hacen sino confirmar sospechas universales y públicas, y hasta filtraciones surgidas del seno mismo del clan familiar, pretendiendo poner en tela de juicio el profesionalismo y la ética de medios e informadores. La extendida y asentada percepción que la sociedad tiene de él, corroborada por lo que De la Madrid le dijo a Aristegui –y, en menor medida, por el libro de Carlos Ahumada de reciente aparición, en el que presenta al ex presidente como un hombre activamente consagrado a la intriga destructiva y protagonista oculto de la conjura de los videoescándalos de 2004–, hacen que sus embestidas textuales o verbales lleven implícito un sentido ominoso que no debe pasar inadvertido para la opinión pública. Por lo demás, se entiende la exasperación que trasluce su misiva a la conductora de MVS Noticias, toda vez que la divulgación de lo dicho por su antecesor, si bien no acota sus poderes fácticos ni su capacidad de actuar desde las sombras, echa por tierra el arduo y prolongado empeño por reconstruir su imagen pública y anula cualquier perspectiva que pudiera haber tenido de reciclarse en la política formal.
Más allá del espectáculo deprimente de los dos ex mandatarios, las fases de este episodio constituyen un reporte repulsivo, pero fiel, de la descomposición del grupo en el poder y de la cadena de impunidades y encubrimientos que da continuidad y articulación a las últimas cinco administraciones gubernamentales, priístas y panistas, las cuales, por más que hayan pregonado legalidad, moralidad, democracia y transparencia, han sido, en conjunto, un vasto, corrupto y obsceno ejercicio de simulación, complicidad y encubrimiento.


Al decir de sus editores, el libro de Carlos Ahumada está en camino de convertirse en un mega best-seller. Tan sólo en la primera semana ya se han vendido varios miles de ejemplares y está en prensa la segunda reimpresión.
Calculada para incidir en el proceso electoral que está en curso, la aparición de Derecho de réplica opacó las informaciones sobre la pandemia, de la misma manera aplastante como ésta a su vez redujo al mínimo al gran tema del narcotráfico y sus abominables historias. Tal parece que nuestra sociedad (¿o debemos decir “el público”?) –pastoreada por los mass media– sólo es capaz de digerir un asunto a la vez. De entre las numerosas reseñas publicadas, sorprenden algunas donde se saluda como una sacudida a la “modorra” prelectoral, como si estuviéramos ante un ejercicio analítico y no ante un vulgar libelo que quiere cobrar algunas facturas pendientes.
Lo peor no es, desde luego, el intento fallido de lavar una historia personal tocada de principio a fin por la corrupción, sino la generalización que entraña convertir a los otros, amigos y adversarios, en una casta indisoluble ante la cual no caben distinciones éticas, políticas o ideológicas. Ahumada no descubre nada, sólo confirma lo que el sentido común forjado en tiempos de la alternacia ya había establecido: que todos los políticos son rateros (sic) e indignos de poner en sus manos los negocios de la nación.
Más que la denuncia de éste o cual personaje o el recuento del modus operandi de una acción cuyo objetivo no era otro que impedir el ascenso de la izquierda a la Presidencia de la República (y éste es el punto esencial) la descalificación sumaria de la política y los políticos –corruptos, indefendibles muchos de ellos– es, paradójicamente, el mensaje que resulta funcional en un país donde los referentes morales o ideológicos desaparecen abatidos por las ambiciones de una pequeña oligarquía –una mafia, dice López Obrador– que manipula, decide y controla el sistema nervioso de la vida pública mexicana.
Para numerosos “formadores de opinión” la política sin escándalo es sencillamente inimaginable, pues en la lucha por el poder, dicen, todo se vale y mejor tenerlo en cuenta. El doble lenguaje, la traición, la mentira sistemática, la simulación no aparecen como atributos negativos excepcionales de algunos partidos o personajes, lo cuales deberían rechazarse sin preguntar de dónde vienen (o someterse a los tribunales), sino como requisitos indispensables para la consecución de ciertos objetivos, cuya legitimidad, por el solo hecho de servirse de tales medios, resultaría por lo menos dudosa. Así es la política democrática, dicen, convencidos de que una vez aceptado el juego la palabra final la tendrán los resultados, como si la victoria, ya sea la que se consigue en las urnas y antes en el vasto territorio de la opinión pública, pudiera anular la degradación a que dichos métodos conducen.
Pero quien hasta ahora se lleva las palmas en esta “modernización” es el panismo (es decir, la coalición de intereses que sostuvo a Fox primero y Calderón después), único gestor y beneficiario de las llamadas campañas sucias que han marcado la alternancia hasta poner la competencia electoral en el último escalón de las preocupaciones ciudadanas. Con ellos llegó un modelo de comunicación basado en la disponibilidad de recursos, la mercadotecnia y la complicidad de los poderes fácticos para impulsar un orden que les asegure a unos la permanencia en el gobierno, dominio, control, y a otros estabilidad, influencia, ganancias irrestrictas. No se trata de la vieja distinción entre el emisor “y el mensajero” que se asume como neutral (aunque esté lejos de serlo), sino de la confluencia práctica, incluso operativa, entre un grupo de poder político y los representantes máximos del poder económico, a la manera de un arreglo oligárquico.
El propio Ahumada, personaje muy menor en cualquier historia, se da el lujo de ofrecer su mercancía al mejor postor sin dificultad. Enquistado en la zona invisible del poder, allí donde no entran los vientos de la transparencia, recorre los pasillos del laberinto que une al ex presidente Salinas con el PAN, a Televisa con un sector del PRD que es capaz de traicionarse a sí mismo con tal de seguir en la jugada, esto es, en la danza de los millones a los que Ahumada los invita.
Es, pues, una historia involuntaria de la decadencia de cierta política que bajo el paraguas democrático no es inmune a la lumpenización, la cual fluye y se extiende a través de visibles o secretos circuitos creados por la brutal polarización social, por el estancamiento de las elites en el poder y reconfigurados, gracias a la salvaje modernización que recrea la desigualdad y envilece la convivencia bajo el imperio del individualismo moral, convertido en principio absoluto como única posibilidad de éxito.
Hay, sin embargo, imágenes imborrables que sólo pueden transmitirse recreadas por el ingenio de Monsiváis:
“Ex Prez: ¡Ah, chispiajo! Tú siempre haciendo que se rectifique el rumbo de la República. ¿No quieres probarte la banda presidencial?
Dirigente: No, licenciado, porque a mí desde niña me enseñaron el valor de los símbolos, y nadie ni usted me va a despojar de ese patrimonio.
Ex Prez: ¿De cuál patrimonio?
Dirigente: De haber sido niña.
Dirigente y Ex Prez: ¡Jura que nunca serás desleal!
Autor: ¡Lo juro!... Cae un rayo, lo reduce a cenizas, y los sobrevivientes se van a leer la obra completa de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.”
P.D. El presidente Calderón se montó en el macho del chauvinismo para responder a las actitudes de algunos países ante la epidemia. La protestas, acaso justificadas en algunos casos, rebasaron, sin embargo, las normas aconsejadas por la prudencia. El mismo Presidente se puso las botas de campaña para juzgar las políticas soberanas de otros estados en materia sanitaria y tuvo expresiones deleznables de soberbia, frivolidad o mezquindad que México no se merece. ¿A quién le sirve todo esto?

Soledad Loaeza: El hecho político

l politólogo francés Georges Bur-deau escribió un sugerente ensayo acerca del efecto mágico de la política sobre la realidad, la cual se transforma a la luz de la lucha por el poder y la influencia. En consecuencia, sostiene que el hecho político en sí no existe, sino que cualquier hecho, tema, acontecimiento, accidente de la naturaleza tiene el potencial de tornarse político si es visto como un asunto de interés público. Así por ejemplo, en los años de hegemonía del PRI, cuando las elecciones eran en buena medida marginales a la lucha por el poder que se libraba en el interior de ese partido, los comicios no eran un hecho político; sólo la competencia real por el voto entre diferentes partidos les devolvió su calidad original.
El ropero de Marta Sahagún nunca debió ocupar un espacio en la discusión pública, dado que se trataba de un asunto indiscutiblemente privado, y la curiosidad que inspiraba no tenía que ser más que materia de conversaciones frívolas. Sin embargo, la ostentación que hacía la esposa del presidente Fox de un amplio y variado vestuario de gran lujo, se convirtió en un tema político porque la información acerca de su origen era del interés público: si el vestuario era un regalo de una tercera persona era preciso saber quién, porque normalmente regalos de ese tipo no son gratis; si abrigos, zapatos, trajes sastres y vestidos de noche pertenecían a Marta Sahagún, entonces queríamos saber cómo los financiaba por la simple y sencilla razón de que despertaba suspicacias respecto a la probidad de su marido, el señor presidente, y en relación con el compromiso de éste con el combate a la corrupción.
Desde este punto de vista era inevitable la politización de palabras, decisiones y juicios en relación con la influenza. Es un fenómeno biológico que representa una amenaza a la salud pública. Era inevitable que un problema de estas dimensiones se politizara desde sus inicios. Buena parte de las primeras reacciones al anuncio de la emergencia fueron políticas porque pusieron en tela de juicio la credibilidad del gobierno, porque están arraigadas en la desconfianza que entre nosotros inspiran el poder y la autoridad.
En el seno de la opinión pública apareció una teoría según la cual la epidemia era una fabricación del gobierno, cuyo objetivo era sembrar el miedo para ganar las elecciones del próximo mes de julio; otros sostenían que la fuente de esos rumores eran las mismas farmacéuticas, que habían ideado este business plan porque sus antivirales estaban cercanos a la caducidad y había que venderlos de inmediato.
Estas versiones parecen una actualización de las campañas de rumores a las que eran afectos los empresarios de Monterrey en los años 70. Por ejemplo, a propósito de una campaña de vacunación contra la poliomielitis, circuló aceleradamente por toda la ciudad el rumor de que la política de planificación familiar del gobierno federal, incluía vacunas que esterilizaban a los niños y que se aplicaban disfrazadas de vacunas contra el sarampión y la polio. Aterrados los padres de familia rechazaron las vacunas que distribuía la Secretaría de Salud, y miles de niños no fueron vacunados. Cuatro o cinco años después, en la misma ciudad de Monterrey, se registraron brotes de polio y sarampión que se creían erradicados.
En las últimas semanas, cuando la OMS confirmó la gravedad del virus de la influenza, los partidos de oposición dirigieron sus baterías hacia las acciones del gobierno y, entre otros temas, le reprochó “el uso político” que hacía de la emergencia sanitaria. El gobierno por su parte, criticó estas respuestas con el argumento de que la oposición estaba utilizando esa misma emergencia para minar la credibilidad del gobierno y avanzar sus propios intereses. Todas esas acusaciones son justas; en esta coyuntura tan difícil, gobierno, partidos y ciudadanos se están comportando como los actores egoístas que son. De manera que los reproches de uno y otro lado salen sobrando. Mucho más efectivo sería que partidos y gobierno mostraran la capacidad de ver más allá de sus narices y de sus intereses, y pensaran en términos del bien público que es la salud. Si así lo hicieran estaríamos escuchando propuestas plurales y creativas, con base en la comprensión de que la epidemia es, por definición, un fenómeno político.
El egoísmo de lo actores políticos también es un dato con el que hay que trabajar, y resulta una pérdida de tiempo discutir quién saca mayor ventaja electoral u otra, de esta crisis tan desafortunada. Maquiavelo habla de los “accidentes”, es decir, los acontecimientos fortuitos que alteran las condiciones en las que El Príncipe ha tomado sus decisiones o planeado su gobierno, y eso no lo decide nadie. La influenza, como cualquier hecho político puede ser un infortunio o una oportunidad tanto para el gobierno como para los partidos; pero el desenlace es menos una cuestión de suerte que de capacidad.
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François Houtart*: G-192 frente al G-20

El pasado 16 de abril, la Asamblea General de Naciones Unidas adoptaba las modalidades de realización de la iniciativa de su presidente Miguel d’ Escoto, ex ministro de Relaciones Exteriores de Nicaragua, convocando para los días primero, 2 y 3 de junio próximo, una Conferencia de los jefes de Estado de los 192 países de la ONU sobre la crisis mundial, esta última tiene su origen en los países del norte y afecta gravemente a los periféricos. El Banco Mundial estima que las 129 naciones más pobres afrontarán en 2009 un déficit de 700 mil millones de dólares. El desfinanciamiento financiero alcanza actualmente la economía real. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), más de 50 millones de trabajadores perderán su empleo en menos de un año.
Para hacer frente a la grave crisis mundial se requiere la participación de toda la comunidad internacional. El G-20 se ha autoproclamado el árbitro mundial, pero falta la legitimidad jurídica y moral para tomar las decisiones que afectan al conjunto de los países del mundo.
En efecto, este grupo de naciones representa más de 80 por ciento del peso económico mundial, pero su poder decisional significa que las víctimas no tienen derecho a la palabra. Sin embargo, es entre ellos que se encuentran los principales expertos en materia de pobreza.
Para preparar la Conferencia de los jefes de Estado (el G-192), una Comisión por las Reformas del Sistema Financiero y Monetario Internacional fue creada bajo la dirección de Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía y ex vicepresidente del Banco Mundial. Esta comisión está compuesta por 20 miembros, esencialmente economistas, ex ministros de Finanzas o directores de bancas centrales tanto de los paises del norte como aquellos del sur.
En efecto, el G-20 no se ha mostrado a la altura de los desafíos de este momento de grave crisis mundial. En un editorial del New York Times, del 7 de abril, con respecto a la promesa de apoyo a las economías de la periferia, se podía leer: Una parte del dinero ya había sido asignada, otra es el resultado de un doble cálculo, y otra parte será pagada en moneda de síntesis y no en efectivos.
Por otro lado, las medidas que conciernen a los paraísos fiscales son incompletas y parcializadas. Las principales plazas anglosajonas no son concernidas por estas medidas. La aplicacion de las medidas políticas en relación con los países del sur son confiadas al Fondo Monetario Internacional (FMI), uno de los principales autores de las acciones procíclicas aplicadas en la periferia.
En lo que concierne a las reformas de las instituciones financieras, se reducen a algunos votos suplementarios para los países emergentes y abre posibilidades de su dirección a representantes de otros países y no solamente a los de Estados Unidos y Europa. La Comisión de Naciones Unidas va más lejos. Ella se ocupa con más firmeza de los paraísos fiscales y del secreto bancario. Prevé normas más estrictas de funcionamiento (exigencias de más fondos y normas armonizadas de contabilidad) para las otras instituciones financieras y para las agencias de notificación. Propone terminar con el monopolio del FMI sobre los derechos especiales de giro (SDR) y de regionalizar el sistema a través, por ejemplo, del Banco del Sur en América Latina o la iniciativa de Chieng Mai en Asia. Sugiere, además, reformas más profundas de las organizaciones de Bretton Woods (Banco Mundial y FMI).
Finalmente recomienda la construcción de un Consejo Mundial de Coordinación Económica, paralelo al Consejo de Seguridad y a la Asamblea General, reuniendo anualmente a los jefes de gobierno, con el fin de evaluar la situación económica, social y ecológica del mundo. En lo que concierne a la ejecución de medidas, estima necesario la puesta en funcionamiento de dos autoridades mundiales: una de regulación financiera y la otra sobre la competición.
Ciertas naciones del G-20 hacen presión para que los jefes de Estado no estén presentes en la conferencia de junio y se hagan representar por un ministro o un embajador. Como se ve, lo que está en juego es muy importante. La crisis, pues, no es solamente financiera, sino también alimentaria, energética (habrá que cambiar de ciclo dentro de los próximos 50 años y aquello demandará compromisos financieros considerables), climática (mucho más seria de lo que piensa) y finalmente social y humanitaria (mil millones de personas viven por debajo de la linea de pobreza).
Regular el sistema financiero y monetario mundial es, desde luego, solamente un paso en un proceso más fundamental. Volver a poner en funcionamiento el sistema económico está bién, pero, ¿con qué objetivo ? Si es para volver a comenzar como antes, con la misma lógica depredadora de los recursos naturales y creadora de inmensas desigualdades sociales, entonces se tendrá que volver a empezar todo de nuevo en menos de 20 años. Se debe pensar en cambiar tanto en los parámetros de las relaciones con la naturaleza, como la definición de la economía, la organización política mundial y la concepción misma de desarrollo y del crecimiento económico.
Aquello vale una reunión de jefes de Estado. ¡He aquí por qué la presión de la opinión pública, de los movimientos sociales, de los partidos políticos, de los intelectuales, es fundamental para que dentro de cada país, la participación a la conferencia de junio (el G-192) sea del más alto nivel.
* Profesor emérito de la Universidad Católica de Lovaina, representante personal del presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas ante la Comisión por la Reforma del sistema financiero y monetario internacional


a sobrerreacción gubernamental ante la influenza A/H1N1 se explica, en parte, por lo ocurrido en 1985 después del fuerte temblor del 19 de septiembre, pero también por la proximidad de las elecciones para cambiar la Cámara de Diputados y algunos cargos de gobierno en diversas entidades del país. Los dos fenómenos están vinculados.
En 1985 fueron rebasados el gobierno de Miguel de la Madrid y el del jefe del Departamento del Distrito Federal, Ramón Aguirre Velázquez. Ambos mostraron impericia para actuar ante la tragedia y, para colmo, protegieron a responsables señalados de algunos derrumbes importantes, como Carrillo Arenas, entre otros muchos que formaron parte de la enorme e insaciable corrupción relacionada con la construcción urbana.
Esa tragedia no ha sido olvidada, pese a que varias de las asociaciones ciudadanas surgidas entonces ya desaparecieron o fueron absorbidas por las instituciones políticas del sistema, partidos políticos incluidos. Los hechos de hace casi 24 años politizaron a los habitantes del Distrito Federal y, hasta la fecha, éstos parecen inclinarse hacia la izquierda, independientemente de lo que entendamos por la expresión. También conmovieron a buena parte del país y el resultado más visible fue la votación obtenida por el Frente Democrático Nacional y su candidato presidencial, Cuauhtémoc Cárdenas, tres años después. Que no se le reconociera el triunfo es otra cosa, pero aun así el espurio Salinas de Gortari supo canalizar ese descontento con su Programa Nacional de Solidaridad (Pronasol), que incluyó la cooptación de no pocos opositores izquierdistas de la época. Pronasol fue, entre otras cosas, una utilización de la inercia autogestionaria de la ciudadanía inconforme por las respuestas gubernamentales en 1985. Digamos que Salinas aprovechó ese impulso, y en lugar de oponerle resistencia lo trató de encauzar en apoyo de su gobierno, con relativos éxitos, debe decirse, aunque después se supiera que había sido una verdadera estafa.
La lección del 85 fue aprendida por la llamada clase política del país. En esta ocasión, es decir, ante la amenaza de la influenza de 2009, tanto el gobierno federal como el de la ciudad de México compitieron para demostrar quién tomaba las medidas más drásticas y rápidas para prevenir la expansión de la epidemia. Antes de hacer o mandar hacer estudios sobre el poder destructivo de la enfermedad optaron por encerrar a la gente en su casa y aislar, en la práctica, todos los ambientes posibles de contagio (que no las ciudades) y, en fin, todo lo que ya sabemos. Las repercusiones de sus medidas, más alarmistas que consecuentes con los grados de peligro real, resultaron ser –mientras no se demuestre lo contrario– más graves que la propia enfermedad. Convirtieron a México en un país señalado mundialmente como un peligro para la humanidad (a tal extremo que Calderón se siente casi el salvador de ésta), a los mexicanos en equivalentes a transmisores de la peste (apestados, pues), lesionaron la economía, sobre todo la del Distrito Federal y ahora están tratando de salvarla con inyecciones de capital que, a no dudarlo, beneficiará, como siempre ha ocurrido, a unos pero no a todos los afectados. No sólo restaurantes, bares, etcétera, fueron lesionados en buena medida, sino también el turismo, que, para la economía mexicana, no es de poca monta. Y, por si no hubiera sido suficiente, dichas medidas excesivas se dieron en el contexto de una de las peores crisis económicas que ha tenido el mundo y que ha afectado a México también con cierre de empresas, incremento del desempleo, y muchas calamidades más.
Los gobiernos mencionados quisieron remontar el síndrome de 1985 y se volaron la barda, como se dice en el beisbol, aunque no podamos comprobar con hechos qué hubiera pasado si no hubieran hecho todo lo que hicieron. El único dato duro con el que contamos fue que el 6 de mayo ya habría pasado el peligro más amenazante, como por decreto, aunque el número de muertos (dolorosos sí, pero insignificantes estadísticamente) siga en aumento y muy por encima de los habidos en Estados Unidos donde los enfermos son muchos más que en nuestro país. Y aquí, en este punto, hubo otra revelación: nuestros sistemas de salud pública, castigados como nunca por los gobiernos neoliberales, especialmente por los panistas, demostraron ser insuficientes en todos sentidos, especialmente para atender a la población más vulnerable, es decir, a los pobres mal alimentados y sin recursos para atenderse en hospitales privados. El mismo secretario de Salud tuvo que reconocerlo. (Los dos mexicanos muertos en Estados Unidos, debe recordarse, portaban enfermedades prexistentes cuando fueron hospitalizados allá.)
La competencia entre los gobiernos del Distrito Federal y el federal, por cuanto a la radicalidad de las medidas adoptadas contra la influenza, fue para que no ocurriera lo mismo que en 1988 (por 1985), guardando las proporciones debidas: que ganara la oposición por haberse quedado pasmados ante una grave contingencia. El problema es que quizá, como dijera el filósofo, el tiro les puede salir por la culata.
La lección del 85 fue que la pasividad y la impericia gubernamentales no pagan electoralmente. La de 2009 puede ser que las sobrerreacciones de los gobernantes tampoco. Aunque quede la duda sobre el acierto de las medidas, el hecho es que los mexicanos nos hemos tenido que acostumbrar a la desconfianza. Y ésta importa a la hora de votar.


La acusación de que Cuba discrimina a los mexicanos debido a la cancelación de los vuelos entre los dos países por las autoridades del primero, medida de protección ante la acelerada propagación internacional de la influenza A/H1N1 –con epicentro en México–, terminará estallando como pompa de jabón contra la realidad. No existe un solo argumento con qué sostener tamaño disparate puesto que el cariño, la admiración, la amistad y solidaridad de los cubanos y sus dirigentes hacia el pueblo de México son proverbiales y hunden sus raíces en una historia de confraternidad secular. Ya sabemos cómo les ha ido a quienes sirviendo los intereses del imperio intentaron romper ese vínculo indestructible.
Muy pocas naciones en el mundo poseen la experiencia de Cuba, y de su comunidad científica, para decidir cómo actuar exitosamente frente a contingencias epidemiológicas graves, sea que afecten a personas, animales o cosechas. La razón es que la isla, caso singular, ha sido desde hace décadas sometida a una guerra biológica por Estados Unidos, aunque nada hablen sobre ello medios o voceros como los que ahora se rasgan las vestiduras por la interrupción de los vuelos.
Al parecer olvidaron el bloqueo, mantenido por Obama, que impide a Cuba, no importa si sufre una tragedia humanitaria, recibir préstamos de las instituciones internacionales de crédito o comprar fármacos, que, como los que se utilizan para el tratamiento de esta influenza, son monopolio de trasnacionales estadunidenses. Guerra biológica y bloqueo, como veremos, han sido dos patas de una implacable tenaza en los planes de Washington contra la revolución cubana.
Tan temprano como el 6 de abril de 1960 L. D. Mallory, funcionario del Departamento de Estado, definió en un memorando a sus superiores la esencia de lo que ha sido la política de Washington hacia la isla: “…Debe utilizarse… cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba… a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. (Las cursivas son mías.)
Además del masivo ataque contra la agricultura y el rebaño animal de la isla, ampliamente documentado, según puede comprobarse poniendo en un buscador de Internet guerra biológica contra Cuba, Estados Unidos introdujo en 1981 un tipo muy virulento de dengue –el dos–, desconocido hasta entonces en el hemisferio occidental. La epidemia contagió a 344 mil 203 personas, de las cuales murieron 158, entre ellas 101 niños. Capacitar y movilizar a la población y todos los recursos del Estado impidió un número mucho mayor de fallecidos, de acuerdo con la experiencia internacional. Fue necesario convertir escuelas en hospitales de emergencia, pues se internó a 116 mil 143 enfermos, entre los cuales la tasa de mortalidad fue de sólo 0.13 por ciento.
Muchas evidencias sugerían que el virus no podía haberse propagado sino por medios de guerra biológica. Únicamente el Pentágono había obtenido una variedad de mosquito asociada con la transmisión del virus dos y la confirmación de las sospechas cubanas vino de un tribunal estadunidense en el que el cabecilla terrorista de origen cubano Eduardo Arosena confesó que su grupo lo había introducido en Cuba. La otra pata de la tenaza no tardó en apretar cuando trasnacionales yanquis se negaron a vender a la isla el abate, químico insustituible en la eliminación de las larvas del mosquito aedes aegypty, vector del dengue. La Habana debió entonces despachar expresamente aviones a Europa y Japón, donde finalmente pudo adquirir el producto.
La política exterior de la revolución cubana se ha inspirado siempre en el ejercicio de la solidaridad con los pueblos. Pero es su solidaridad en salud la que ha tenido una presencia más abarcadora en el mundo, muy superior en cantidad y calidad a la de las grandes potencias. Con la Operación Milagro, ha devuelto la visión gratuitamente a un millón 600 mis personas, de ellas 7 mil 183 mexicanos. El sistema de salud de Haití, por sólo citar un ejemplo de muchos, descansa desde hace años en la labor gratuita de una brigada médica cubana. En Cuba estudian medicina mil 41 jóvenes mexicanos becados y durante las inundaciones de 2007 en Tabasco una brigada médica cubana asistió a 21 por ciento de quienes recibieron atención facultativa. Cuba, como invariablemente en circunstancias semejantes, ha ofrecido a México su colaboración ante esta epidemia. Los hechos son los hechos.
aguerra_123@yahoo.com.mx



on optimismo se hicieron públicos los resultados de las pruebas de resistencia realizadas a los 19 principales bancos de Estados Unidos. El dato que fundamenta ese optimismo es que nueve de ellos no requieren capital y los otros 10 sí necesitan dosis importantes. Lo que se sostiene es que la insolvencia bancaria no es inevitable y que hay grandes bancos que están recuperándose. No obstante, el pesimismo sigue presente, ya que tanto los que tienen necesidades de capital como los otros no están prestando recursos a las empresas ni a los consumidores.
El pesimismo de muchos analistas estadunidenses se sostiene en la calidad de las pruebas realizadas. Los funcionarios que las realizaron no tenían los recursos para hacer un examen adecuado de los activos de los bancos y, como si esto fuera poco, permitieron que fueran negociables los resultados. El problema de fondo, sin embargo, no es éste. En realidad el resultado era el esperado, ya que se derivaba de una decisión política previa. En 1933 el gobierno estadunidense decidió cerrar los bancos débiles y había el temor de que el nuevo gobierno estatizara partes relevantes del sistema financiero.
El asunto no es solamente ideológico, aunque éste es un tema que importa. La historia reciente reconoce dos propuestas marcadamente diferentes para enfrentar crisis financieras: la solución de Estocolmo y la salida japonesa. Diversos analistas se han ocupado de analizar las características de estas soluciones y sus impactos sobre la actividad económica. La revista Finanzas y desarrollo, publicada por el FMI, en su número de diciembre de 2008, dedicó dos textos a presentar la solución a la crisis nórdica de principios de los 90 y el camino japonés para la recuperación.
Estas propuestas se han convertido en paradigmáticas porque plantean dos rutas diferentes con efectos distintos sobre la duración de la crisis. En el primer caso, la enseñanza clave es que las autoridades no pueden descansar sólo en los mercados y en el sector privado. Se requiere un involucramiento importante del gobierno para restructurar a los bancos y ello implica estatizarlos si es necesario. La crisis nórdica duró dos años. La japonesa también fue resuelta con intervenciones de las autoridades con fondos públicos, buscando que se redujera el apalancamiento de los bancos, pero hubo una década perdida con una economía estancada y una deflación prolongada.
La crisis estadunidense se parece cada vez más a la de Japón y las medidas que han ido instrumentando las instancias gubernamentales también recuerdan las japonesas. La sensación de deja vu es cada vez mayor. De modo que aunque parece haber urgencia por encontrar argumentos para sostener que la crisis ha tocado fondo, lo que tiene una importancia indudable, parece dejarse de lado el tipo de recuperación que podría darse. Las estimaciones optimistas señalan que habrá una recuperación relativamente lenta, que en 2011 habrá un crecimiento magro y que sólo hasta 2012 el crecimiento alcanzará un dinamismo mayor.
Los bancos privados que operan en México no han sido sometidos a pruebas de ese estilo. En realidad no hace falta. Las pruebas de resistencia lo que intentan revelar es el volumen esperado de pérdidas provocadas por créditos en problemas en relación con los ingresos esperados y, en consecuencia, las posibles pérdidas netas de capital. En nuestro caso los bancos no tienen problemas graves de créditos malos por una razón básica: no prestaron a empresas durante los tiempos buenos, y ahora, en las condiciones recesivas que estamos enfrentando, han restringido la derrama crediticia.
Los pesimistas creen que el tipo de solución que se está aplicando para sacar a los bancos de la crisis implicará una recuperación extremadamente lenta, en la que indicadores clave, como la desocupación, podrían seguir mostrando malos resultados. Lo cierto es que sin crédito bancario el crecimiento será mediocre. La lección para nuestro país no puede ser más evidente.
o_selley2001@yahoo.com



a ceremonia, realizada el lunes, en la que se presentó lo que se ha denominado mapa genómico de los mexicanos, se convirtió en la utilización descarada con fines políticos de un avance científico de primer orden en nuestro país. Me parece de gran importancia determinar con claridad la diferenciación entre un logro de la investigación y un acto político.
El Instituto Nacional de Medicina Genómica (Inmegen) fue creado en 2004 con el esfuerzo de grandes científicos mexicanos, entre los que hay que destacar el papel desempeñado por el doctor Guillermo Soberón Acevedo. Gracias a su indiscutible autoridad en el campo médico y científico, logró convencer al gobierno de Vicente Fox, cuyo secretario de Salud era Julio Frenk, de la importancia de crear esta nueva institución, que formaría parte de los institutos nacionales de Salud, como Cardiología, Nutrición y otros.
Con visión de largo plazo, Soberón sabía que la medicina genómica se ubicaría en el futuro de la atención médica, pues las funciones orgánicas normales y sus patologías pueden explicarse en gran parte por las características y alteraciones del material genético. Logró convocar a especialistas muy destacados en este campo que se encontraban en el extranjero, entre ellos Gerardo Jiménez Sánchez, actual director del Inmegen.
Este instituto surgió después de un proceso accidentado, en el que José Ángel Córdova Villalobos, actual secretario de Salud (que en ese entonces era diputado y presidente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados), pretendió hacer su primera trampa, limitando subrepticiamente los campos de acción del nuevo organismo –estableciendo la prohibición de que se realizaran ahí estudios en embriones humanos y sobre clonación, los cuales, por cierto, no figuraban entre los objetivos del naciente instituto– para satisfacer la ideología ligada a Provida y la Iglesia católica. Finalmente, la creación del Inmegen se aprobó después de un intenso debate en el Senado y la Cámara Baja, en el que la visión de Córdova y sus patrocinadores afortunadamente no prosperó.
Pese a esto, en sus primeros años de trabajo el Inmegen, que es una institución científica muy seria, alcanza su primer logro. El día que se presenta el mapa genómico de los mexicanos corresponde con la fecha de publicación en los Proceedings of the National Academy of Sciences de un trabajo realmente sobresaliente. No se trata, como se dice, del libro de la vida o la secuencia del ácido desoxirribonucleico (ADN). Es nada más (pero nada menos) el arranque de la medicina genómica en México. Lo que se presenta en este reporte es el análisis de la diversidad genómica en algunas poblaciones de México. Se trata de la comparación de diversos indicadores genéticos en grupos mestizos seleccionados en México, con poblaciones autóctonas, como la zapoteca, y los datos disponibles de poblaciones de África, Europa y Asia.
Los resultados muestran la capacidad que ha alcanzado la medicina genómica en México y señala que existen rasgos genéticos comunes, en diferente grado, entre los grupos mestizos mexicanos y otras poblaciones del mundo. También permiten observar elementos genéticos diferenciables entre poblaciones mestizas mexicanas. Se trata de un gran logro, pues abre el camino a nuevas investigaciones sobre la especificidad genética en Latinoamérica, aportando información que antes de este trabajo no existía en el planeta. Desde el punto de vista de la medicina, permitirá avanzar en el diseño de estrategias para determinar de manera certera el diagnóstico y el tratamiento de enfermedades en nuestra población.
Pero desafortunadamente este logro científico se contaminó con la influenza. Una de las carencias más claras que ha mostrado la epidemia en México es la insuficiencia de los recursos gubernamentales en el terreno de la investigación científica y tecnológica, y que el importante trabajo realizado por el Inmegen fue utilizado de manera inapropiada por el licenciado Calderón y el doctor Córdova para mostrar que en México, gracias al apoyo brindado a estas tareas, se obtienen conquistas importantes en el campo científico.
Esto es absolutamente falso. Los recursos para la investigación en los gobiernos panistas han sido los más bajos en la historia reciente de México. Nuestros científicos hacen lo que pueden y obtienen logros importantes respaldados por su propio talento, pero no por el gobierno.

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