8/19/2009

Los periodistas pal café......



Julio Hernández López: Astillero
A cuatro meses y medio del conmemorativo 2010, el escenario político ha tenido que aceptar la irrupción de un vocablo tratado todavía semanas atrás con desdén: estallido. De golpe, como corresponde a la naturaleza de lo enunciado, la elite de la sociedad mexicana ha comenzado a darse cuenta (o, más bien, a asumir) que hay un riesgo cierto, en curso, creciente, de que llegue a niveles de estallido el odio social acumulado, puesto de relieve y agravado por las recientes torpezas extremas en el manejo de la crisis económica. Lo mismo el rector de la máxima universidad pública del país (el doctor Narro, que ha tenido hasta ahora un comportamiento crítico mesurado, que lo hace específicamente valioso en estos tiempos nublados), que dirigentes empresariales y partidistas alertan sobre el peligro de que revienten los mecanismos pacíficos de atención y presunta solución de las controversias sociales. De pronto, pareciera que el entramado institucional, todavía unos días atrás tan sordo y soberbio, tan falso y manipulador, se hubiera topado con la estampa de la miseria amenazante, de la desesperanza dispuesta a la detonación, de los marginados en vías de insurrección. No es exactamente que no se supiera de la existencia de esos fantasmas (de hecho, diariamente se asoman algunos de ellos desde los parabrisas por limpiar), pero nunca hasta ahora se había considerado seriamente la posibilidad de que esas masas largamente maltratadas pudieran buscar opciones de trueno.
Las condiciones para ese estallido social han sido creadas por las mismas elites que hoy se santiguan. Calderón ha resultado no solamente un fracaso sino una forma exitosa de provocador social: sus decisiones y propuestas irritan a una franja que más allá de consideraciones partidistas o valoraciones electorales históricas va tomando conciencia retumbante de su desgracia conforme día con día se van produciendo más muertes y ejecuciones, más cinismo de los líderes y gobernantes, más pruebas de despilfarro y ratería, más insensatez en las cúpulas que bien o mal tienen el encargo de gobernar. En el PRI, la presunta alternativa surgida de los comicios recientes no es más que peor de lo mismo: Carlos Salinas ya ni siquiera tiene recato en esconder la mano tras el teatro de títeres, promoviendo la candidatura de un atildado alumno de las escuelas de corrupción del propio salinismo y del montielismo, el gobernador Peña Nieto, e impulsando a personajes de fierro carlista explícito, como el diputado electo Francisco Rojas, para coordinar la bancada federal priísta y, por ende, los trabajos estratégicos de San Lázaro. Las instituciones mandadas al diablo por sí mismas no pueden contener la irritación social. La inmensa mayoría de los gobernadores (¿por qué se da pie a alguna excepción, en esta columna timorata?), las cámaras federal y locales y, desde luego, la excesivamente húmeda barcaza sin timón llamada gobierno de la República, dan diariamente razones para la disidencia activa, que hasta ahora no se ha manifestado en sus dimensiones reales, luego de tan largo periodo de manipulación y adormilamiento colectivo (en el que han tenido mucho que ver los intereses de la delincuencia de cuello blanco que ejerce presiones políticas para conseguir negocios a través de sus frecuencias televisivas y radiofónicas, y la vergonzosa complicidad de una gran franja de periodistas y comentaristas que aceptaron y justificaron el fraude electoral de 2006, desarrollaron y ahondaron en una campaña de difamación contra los opositores a la desgracia nacional prefigurada, y ahora no encuentran la manera más o menos aceptable de hacerse pasar como críticos objetivos, imparciales, independientes, de lo mismo que convalidaron y les benefició).
Sin embargo, esos riesgos de estallido social son expresiones amorfas de una crisis que no se solucionará con la violencia. Sin organización ni proyecto compartido, los restallidos de inconformidad quedarán en la decepción y el fracaso o, aún peor, en la represión. En la realidad, más allá de filias y fobias, hoy solamente hay un camino posible, el de la resistencia civil pacífica, para encauzar la inconformidad masiva (nunca tendrán suficientemente clara los jefes de este sistema la gravedad del error histórico que cometieron al frenar el arribo de López Obrador a la Presidencia: con él, los excesos de ese mismo sistema habrían sido atemperados y los privilegiados tendrían mejores condiciones que hoy para la continuidad: por el bien de todos, primero los pobres, era la oferta de sostenimiento equilibrado de un régimen que habría mantenido un buen porcentaje de privilegios afeitados a cambio de ciertas compensaciones populistas y la molestia de un discurso sexenal incómodo: en el DF no hubo revolución sino mejorías de fachada, en el país tampoco hubiera pasado nada tan grave para quienes, desde las cúpulas, supieran nadar con inteligencia en aguas cambiadas de color).
Ayer, hasta el futuro presidente de la Cámara de Senadores (por obra y gracia de Manlio Fabio Beltrones), Carlos Navarrete, hizo ver la necesidad de que los líderes de su partido (de Carlos, no de Manlio) se colocaran a la cabeza de las movilizaciones en defensa de la economía popular. Es la hora de López Obrador (aunque él prefiera ver las Sabritas, los Gansitos y la Coca Cola de Carstens, como si los problemas reales debieran ser enfocados caricaturalmente en una persona de la que pide su destitución), en la encrucijada histórica a la que ha llevado Calderón al país. Estallar (palabra que viene de astellar, voz antigua que significa hacerse astillas) o reformar. Desbordamientos sin control o lucha política. Cambio democrático o retroceso autoritario. Opción de amanecer o hundimiento en las tinieblas. Esa es la cuestión.
Mientras tanto, Calderón pide que haya un sacrificio de todos para salir adelante y la jerarquía católica, chambona, pide que no le traten de cobrar impuestos sino que le den dinero público para hacer obra pía. ¡Hasta mañana, con el Departamento de Estado hablando de la opacidad de la justicia militar mexicana!
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Alo largo de la prolongada recesión que afortunadamente ya da señales de llegar a su fin, aunque no en México, nos llegaron noticias de Francia, España, Inglaterra, Japón, en el sentido de que los trabajadores recurrieron a paros con el fin de expresar su inconformidad contra el congelamiento de los salarios. Nuestro país está vacunado, y no por los buenos sueldos, sino por el charrismo sindical que el priísmo inventó y el panismo conserva como preciada herencia. Es el sometimiento de los líderes al gobierno, inclusive su incorporación a cargos públicos. Casos notorios son el magisterio liderado por la miss Gordillo; los petroleros, por Romero Deschamps; los electricistas, por Víctor Fuentes. No faltan los trapecistas: el sindicato del Seguro Social: nació en pañales tricolores, anduvo luego coqueteando con el PRD, pero recientemente su secretario general, Valdemar Gutiérrez, negoció una diputación plurinominal con el PAN. En mal momento, según dicen, porque los azules van de salida. El charrismo no sólo florece en el gobierno, también se ha ido extendiendo al sector privado. Un ejemplo es el sindicato de Telmex, propiedad de la familia Hernández Juárez. Fallecido recientemente, el líder de los empleados de los bancos, Enrique Aguilar Borrego, perteneció al grupo. La actuación de los charros afecta de muchos modos a los trabajadores. En Infonavit estuvieron de acuerdo con que se rematara la cartera vencida a dos empresas trasnacionales, decenas de miles de familias están a punto de perder su patrimonio; en el IMSS votaron a favor de la privatización del sistema de pensiones; en Consar autorizaron que el fondo de ahorros que manejan las afores se jugara en bolsas de valores, inclusive del extranjero, las pérdidas son incuantificables. Y en la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos sistemáticamente se doblegan a la exigencia de los enviados del gobierno y el sector privado para que los aumentos sean menores a la inflación.
Volkswagen
No todos están afiliados al charrismo. El sindicato de trabajadores de Volkswagen inició ayer una huelga en la planta de Puebla. Son más de 9 mil. El año pasado la compañía celebró 10 años del lanzamiento del Beetle al mercado mundial, ha producido un millón. El sindicato exige un aumento salarial de 8.25%, en el último momento bajó a 3, pero la empresa sólo ofrece 1%, y no de inmediato, sino a partir de febrero del año próximo. Y un pilón de 5 mil 500 pesos a cada uno de los empleados. Hay que poner las cosas en su correcta perspectiva: sería un error arrojar culpas a la compañía o a sus trabajadores, son víctimas por igual del fracaso de la política económica del panismo. La cacareada estrategia anticíclica tronó antes de dar frutos. Tendrán que ponerse de acuerdo entre ellos, sin esperar apoyo gubernamental.
Como consecuencia de la crisis energética global, las entidades deficitarias en hidrocarburos –Estados Unidos, la Unión Europea, Japón y, en menor medida, China e India– buscan desesperadamente fuentes alternativas para lanzar masivamente el carro eléctrico híbrido, donde el litio jugaría un papel preponderante.
¿Opera EU la transición energética a otro tipo de combustibles para depender geopolíticamente menos de los pletóricos hidrocarburos en la región del Golfo Pérsico?
Stratfor (17/8/09), centro de pensamiento texano vinculado al Pentágono y a Israel, consagra un análisis de corte geopolítico al carro eléctrico híbrido y a la utilización de la batería a base de litio que le otorgará gran poder a Sudamérica, en general, y a la región andina de Bolivia, Chile y Argentina, en particular, donde se concentran las mayores reservas del metal alcalino, por cierto, altamente inflamable.
Las principales automotrices del planeta todavía sin quebrar han empezado a adoptar el vehículo eléctrico híbrido que anuncia una carrera por el control de las fuentes planetarias del litio para producir sus baterías.
Stratfor, defensor a ultranza de los intereses trasnacionales israelí-anglosajones, emprende la apología del litio –del que existen pocos depósitos en el mundo–, primordialmente en Sudamérica: la más eficiente materia prima para la producción de baterías. Remata Stratfor que conforme la demanda se incremente los países con grandes depósitos –Bolivia, Chile y Argentina– jugarán un mayor papel en la economía global.
¿La instalación de las siete bases militares estadunidenses en Colombia, al unísono de la balcanización de varios países vecinos, forma parte del jaque bélico de Washington a los hidrocarburos y a los metales estratégicos, como el litio, de Sudamérica?
Stratfor abulta las preocupaciones (sic) globales sobre la seguridad energética y las emisiones de carbono que se han disparado, y publicita el uso de los vehículos híbridos que combinan fuentes de poder eléctrico y de gasolina. La electricidad provendría de la fuente de litio.
No sólo Bolivia, Chile y Argentina subirán al estrado estelar del litio, también aquellas naciones que posean la tecnología para el procesamiento y la manufactura de baterías tendrán un ascenso significativo, según Stratfor, para quien pocas empresas poseen la tecnología para procesar el litio: siete en Japón, dos en EU y una en China, aunque la parte más especializada (la producción de la sal electrolítica: el hexafluorofosfato de litio) solamente la detente Japón (en Okayama y Osaka). Stratfor empuja a la complementariedad de Japón y Chile: los centros tecnológicos de Japón y las minas de litio de Chile serán cada vez más importantes en la economía global.
Ahora sí que hay que tomar con cautela las cifras de 2008 sobre las reservas estimadas y probadas de litio que difunde generosamente el centro geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés). Las reservas estimadas de los cinco primeros países a escala global: 1. Bolivia, con 5.5 millones de toneladas (MdT); 2. Chile, 3 MdT; 3. Argentina, 2 MdT; 4. China, 1.1 MdT, y 5. Brasil, 900 mil toneladas.
Llama la atención que Bolivia no exhiba producción alguna ni tenga reservas probadas, mientras que tanto Chile como Argentina ostenten las mismas reservas probadas que las estimadas.
En el presente, el níquel –cuyas reservas principales se encuentran en Australia, pero sus máximos productores son Rusia, Canadá e Indonesia– constituye el material para las baterías muy caras del carro eléctrico híbrido, y pronto, augura Stratfor, será desplazado por el más barato litio.
El porcentaje de la producción anual mundial de litio, según Stratfor –que extrañamente excluye a EU–, coloca a Chile en primer lugar, con 43.9 por ciento, seguido de Australia, con 25.2; China, 12.8; Argentina 11.7, y con un solo dígito Canadá, 2.6; Portugal, 2.1, y Zimbabwe, 1.1.
Queda claro que, desde el punto de vista tecno-geoeconómico, la anglósfera de Estados Unidos y Gran Bretaña domina el mercado del litio con más de 70 por ciento de la presente producción en Chile (enclave anglosajón desde Pinochet), Australia y Canadá. Lo que oculta malignamente Stratfor es que la empresa privada Sociedad Química y Minera de Chile, SA (SQM), no solamente produce casi la tercera parte de carbonato de litio en el mundo, sino que, peor aún, está controlada por el sobrendeudado Julio Ponce Lerou: ex yerno de Pinochet (Forbes, 30/10/08). La canadiense Potash Corp. posee 32 por ciento de las acciones (igual que el grupo pinochetista), y debido a la sobredeuda de Ponce Lerou en cualquier momento se apodera de SQM en forma triangulada, si es que no se encuentra hipotecado tras bambalinas.
Stratfor ensalza a Chile (el paradigma del modelo neoliberal de la dupla anglosajona en Latinoamérica) y desprecia a Bolivia (con mayor ahínco, después de la nacionalización de sus hidrocarburos y su pertenencia a la Alba).
Nos detenemos en algunos de sus comentarios sobre Bolivia, que no produce litio, aunque algunas veces (sic) sea llamada la Arabia Saudita del litio, por contener casi 50 por ciento de las reservas estimadas, principalmente ubicadas en el salar de Uyuni. Refiere que sus reservas han atraído la poderosa atención de Sud-corea, Japón y Francia, y se rumora (sic) que también de China.
Stratfor coloca el consabido obstáculo neo-tecno-colonial: poseer un recurso no significa que pueda ser llevado a los mercados a un precio razonable.
Mediante piruetas climatológicas, Stratfor abulta la importancia del salar de Atacama (Chile), frente a los equivalentes de Argentina (salar de Hombre Muerto) y Bolivia (salar de Uyuni) y acribilla sin misericordia a esta última por carecer de infraestructura establecida, por lo que cualquier inversión seria (sic) en Uyuni requeriría un gasto cuantioso que, combinado al clima altamente hostil a las inversiones, no tendría garantía de que sea capaz de atraer grandes capitales para desarrollar sus reservas.
Fatalista por conveniencia, Stratfor descalifica el objetivo del gobierno boliviano de convertirse en centro de procesamiento del litio, además de que Bolivia nunca (¡súper sic!) sería gran productor, por lo que del corto al mediano tiempos, Chile continuará a dominar (sic) los mercados globales del litio.
La adopción del litio no será inmediata, porque tampoco será sencillo desplazar los grandes intereses de las trasnacionales anglosajonas de los hidrocarburos (la quintaesencia del caduco orden mundial unipolar), por lo que EU y Gran Bretaña han optado por lo que denominamos la transición energética con todo tipo de subterfugios sobredimensionados (v.gr. el cambio climático y la emisión de carbono), mediante los cuales pretenden recuperar la iniciativa y el control energéticos (de cuya agenda forma parte la nueva geopolítica del litio) que perdieron en la antigua Mesopotamia.

Carlos Fernández-Vega: México SA
Las nuevas bancadas partidistas en San Lázaro –que asumirán sus respectivas curules el primer día del próximo septiembre y serán las responsables de aprobar, modificar o rechazar el paquete económico que les presente el inquilino de Los Pinos y su muy buen equipo económico, probablemente uno de los mejores del mundo (y los hechos lo demuestran a cabalidad)– comienzan a pronunciarse en torno a la brillante estrategia promovida por la dupla Calderón-Carstens, en el sentido de aplicar nuevos impuestos y/o aumentar los existentes en 2010, con la finalidad de enfrentar el “shock de las finanzas públicas”. A la par, el inquilino de Los Pinos exige un sacrificio más de todos para amortiguar el efecto de la crisis. Y tiene razón: todos ponen el dinero, y ellos alegremente se lo gastan.
Pero en cualquiera de los casos –el de los legisladores o el del exigente de Los Pinos–, la única opción real –viable y deseable– para enfrentar el desplome de las finanzas públicas es erradicar los regímenes tributarios especiales, aquellos que permiten a los grandes empresarios nacionales y extranjeros (entiéndase: grandes por sus fortunas y sus excesos, no por su contribución al desarrollo del país) evadir legal y abultadamente casi la totalidad de impuestos existentes en México, mientras los apergollados causantes cautivos (léase todos, a quienes va dirigida la citada exigencia de Calderón) no tienen la menor posibilidad de hacer lo propio.
Los propietarios de los grandes consorcios que succionan a la nación y a quienes en él habitan, lejos, muy lejos de aportar al fisco y contribuir al desarrollo nacional, exprimen descaradamente a las finanzas públicas, y lo hacen a tal grado que, por ejemplo, los impuestos, derechos y aprovechamientos petroleros son utilizados para llenar los huecos (cráteres, en realidad) tributarios por ellos abiertos, con la anuencia de los generosos gobiernos neoliberales y la aprobación del Legislativo, dejando a todos –con ingresos infinitamente menores a los obtenidos por los citados barones– la tarea de inyectar recursos a las famélicas arcas nacionales.
El balance es igual de sencillo que de aterrador: los dineros provenientes del petróleo han sido utilizados para garantizar inmunidad fiscal a los grandes señores de la iniciativa privada, de tal suerte que nadie en la clase gobernante puede llamarse sorprendido por el shock en las finanzas públicas. Y con información de Pemex y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público es posible ponerle números a esta atrocidad: en el transcurso de la administración calderonista (hasta junio pasado), de cada peso que ingresó a las arcas nacionales por concepto de impuestos, derechos y aprovechamientos petroleros, 94 centavos se destinaron a llenar el hueco fiscal dejado por los regímenes tributarios especiales.
Para colmo de males, ha caído, y seguirá haciéndolo, el volumen petrolero exportado, a la par que el precio internacional del crudo mexicano, o lo que es lo mismo, no hay con qué mantener el privilegiado estatus fiscal para los barones. De allí la brillante idea –una más– de Felipe Calderón: todos deben sacrificarse más, según su idílica pretensión. Pero resulta que todos están peor de jodidos ahora que el año pasado, y tampoco tienen con qué garantizar –por la gracia gubernamental– los regímenes tributarios especiales de los que goza su monarquía empresarial. El IVA a medicinas y alimentos entra en este esquema, aunque representa la menor proporción.
¿Qué hacer entonces? ¿A quiénes cobrar más impuestos y/o a clavar nuevos gravámenes? No hay salida posible. Dice la siempre cursi Josefina Vázquez Mota –nueva coordinadora de la banca panista en San Lázaro, por la gracia calderonista– que buscaremos incorporar a aquellos actores que en este momento no pagan impuestos, además de una revisión en el presupuesto de los partidos políticos. No hay que buscar nada, a menos que la ex vendedora de pinturas y sus ovejitas blanquiazules sólo tengan ojos para buscar víctimas entre los descobijados que sobreviven en el sector informal de la economía –los que lo hacen en el formal ya pagan impuestos– y les exijan (Calderón dixit) que le entren con su chivo, porque las finanzas públicas están en shock y la monarquía empresarial requiere mantener el estatus. ¿Qué tasa impositiva estarían obligados a pagar, por ejemplo, un lanzador de fuego, un vendedor de chicles o un payasito que mueve las nalgas en las esquinas de la ciudad de México?
Si realmente quieren solucionar el problema, oxigenar las finanzas públicas y democratizar la injusta estructura tributaria imperante en el país, no hay más que enterrar los regímenes tributarios especiales, porque ningún país puede soportar financieramente, ni tolerar socialmente, que de cada peso que ingresa a las arcas nacionales por medio de su principal industria estatal (Pemex, en el caso mexicano) 94 centavos se destinen al mantenimiento fiscal de los monárquicos señores de la gran empresa, a la transferencia de recursos del Estado a los barones.
En lo que lleva el michoacano sentado en Los Pinos, las arcas nacionales recibieron un billón 690 mil 85.3 millones de pesos por impuestos, derechos y aprovechamientos petroleros; en igual periodo, por regímenes tributarios especiales el erario dejó de captar un billón 585 mil 945.15 millones, o lo que es lo mismo, 94 por ciento del citado ingreso petrolero en el mismo periodo. Para 2010 (si los señores diputados siguen, como dice Chepina, buscando donde no deben) la Secretaría de Hacienda estima que por lo mismo los grandes empresarios dejarán de aportar al fisco algo así como 502 mil millones de pesos (4 por ciento del PIB), es decir, un monto mayor al hoyo (Carstens dixit) en las finanzas públicas, o si se prefiere una cantidad seis veces superior al recorte presupuestal hasta ahora practicado, porque no hay dinero.
Lo mismo sucedió con el ahora astrólogo Vicente Fox: los ingresos petroleros se los comieron los grandes empresarios que gozan de los regímenes tributarios especiales, y si algo sobró para eso estaba el gobierno del cambio, para derrocharlo, para pagar los vestidos de Martita y las estupideces del entonces inquilino de Los Pinos y fauna que lo acompañaba.
Las rebanadas del pastel
Los únicos felices en este país son los banqueros trasnacionales: en el primer semestre de este fatídico 2009 obtuvieron utilidades netas por 32 mil 388 millones de pesos, 7.38 por ciento más que en igual periodo de 2008. Lo anterior, a pesar de que el crédito total por ellos otorgado se redujo 1.52 por ciento y el índice de morosidad se elevó de 3.43 a 3.84 por ciento... Igual de científico, acertado y profundo que Fox, el panista Gustavo Madero asegura que la crisis se debe a la mala suerte.
cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx

Afganistán: elecciones y ocupación
Las elecciones presidenciales y provinciales que se celebran mañana en Afganistán tendrán como telón de fondo una nueva oleada de violencia y confrontación bélica que ayer se expresó en atentados cometidos por insurgentes talibanes: por la mañana, en Kabul, un ataque con misiles contra un edificio presidencial dejó al menos 10 heridos; horas después, la explosión de un coche bomba en la concurrida carretera de Jalalabad, cerca de una base militar estadunidense, mató al menos a una decena de personas e hirió a otro medio centenar; un ataque kamikaze perpetrado en la provincia de Uruzgán, en el centro del país, dejó tres soldados y dos civiles muertos, mientras que en la provincia de Badajshán, ubicada al norte, en una región por lo general tranquila, otro atentado cobró la vida de cuatro personas más.
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El Correo Ilustrado
Aguilar Flores sí fue destituido
En días recientes he escuchado y leído afirmar a Hugo Eric Aguilar Flores, asesor del presidente Ernesto Zedillo y defensor de los paramilitares de Acteal, que no fue destituido como oficial mayor de la Semarnat y que no hay ningún procedimiento en su contra. Dado que he estado cerca de este asunto, quiero decir que este señor miente. Las cosas son muy diferentes de como él las dice.
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ACTeal fue una masacre de Estado, cuyo principal responsable es el doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos entre 1994 y 2000, tan masacre de Estado como lo fue Tlatelolco. Los ejecutores materiales fueron apenas instrumentos protegidos. Todo esto puede ser probado en derecho y en justicia.
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Los actores religiosos, especialmente de las grandes iglesias, creen inmutable el contenido de su discurso y doctrinas religiosas. Cuando uno lee las fundamentadas críticas del papa Benedicto XVI, vertidas en su reciente encíclica Caritas in verite en torno a la realidad económica mundializada y globalizada, se tiene la sensación de algo ya visto; en cierta manera es una repetición de reproches y cuestionamiento a los fundamentos ontológicos de la modernidad.
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Las enfermedades, per se, plantean preguntas interminables. Algunas personales, otras públicas. Las primeras las debe responder el individuo y su entorno inmediato. Las que atañen a la sociedad le incumben a los afectados por la patología y a los responsables de la comunidad por las posibles consecuencias –diseminación– de la enfermedad.
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El genocidio palestino en Gaza, la llegada al poder de un régimen de ultraderecha y el cambio de administración en Washington han puesto en serias dificultades a Israel. En Europa, las pérdidas a raíz de los boicots portuarios ascienden a 21 por ciento de las exportaciones, y en países árabes aliados de Estados Unidos, como Egipto y Jordania, crecen los obstáculos para el flujo normal de sus inversiones y mercaderías.
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Durante los últimos dos años el panismo en el poder, en especial sus dirigentes, han rehuido enfrentar la realidad y dan tumbos por doquier. Lo cerrado de los horizontes actuales y venideros, según algunas de sus pasadas estrellas, desparraman malas vibras. El sexenio de Fox (ese ranchero nailon, rencoroso y ahora taumaturgo) les dejó una pesada herencia de frívolas posturas y dispendios sazonados con francas huidas hacia delante. La continuidad del modelo, que tan afanosa y de manera fraudulenta aseguraron sus conductores plutócratas, le ha salido cara a la nación. De este infortunio se excluye a los agraciados de siempre y uno que otro personaje de nuevo arribo. Fueron, según exorcismos foxianos, los que recibieron de forma gratuita el influjo concertado de los astros en su favor.
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En 2004 el gobernador de la Reserva Federal, Ben Bernanke, pronunció un memorable discurso en Washington. El corazón de su mensaje se refería al hecho de que en los últimos 20 años la volatilidad de las principales variables macroeconómicas se había reducido de manera significativa. Además, las recesiones eran cada vez menos frecuentes e intensas. Bernanke notó que varios conocidos académicos habían bautizado a la reducción en la volatilidad de producto y precios como la gran moderación.
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Las políticas públicas tienden a presentarse como el resultado de la aplicación del conocimiento científico-técnico racional a la organización de la sociedad en áreas claves y suelen llamarse políticas de Estado. Los intentos del presidente Barack Obama por pasar una reforma moderada del sistema de salud por el Congreso de Estados Unidos es un caso ejemplar de cómo la razón y la ciencia se enfrentan a poderosísimos intereses económicos. como son los de las aseguradoras, los hospitales privados y algunas organizaciones médicas.
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Si los dictadores pasaron de moda, sus modos, atomizados, a pequeña escala y a veces no tan pequeña, son los mismos: el control de la prensa dejando matar a periodistas o congelando la publicidad gubernamental a publicaciones non gratas; la intromisión en la vida privada de los ciudadanos (no aborto, no eutanasia, no educación laica); la represión de inconformidades que, en las calles de Nueva York, Londres o Madrid son pecata minuta, pan de la democracia de todos los días y, por ejemplo, el uso del poder con un interés patrimonial.
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