2/13/2010


Necesitamos independizarnos de nuestros prejuicios hacia los indios, sostiene Luis Villoro

Denuncia Fernando del Paso los feroces ataques del gobierno federal al laicismo

Arturo Jiménez
Periódico La Jornada
Sábado 13 de febrero de 2010, p. 11

El laicismo mexicano no ha dejado de sufrir feroces ataques aun en nuestros días, provenientes no sólo de la extrema derecha, sino también del corazón mismo del gobierno federal, consideró el escritor Fernando del Paso en El Colegio Nacional.

El autor de las novelas José Trigo, Palinuro de México y Noticias del Imperio habló así la noche del jueves durante su conferencia ¿De qué nos independizamos... y cuándo?, a propósito del libro El proceso ideológico de la revolución de Independencia, del filósofo Luis Villoro, publicado en 1953, cuando tenía 31 años.

Del Paso dijo que decidió contribuir a la conmemoración del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución mediante algunos comentarios basados en ese libro de Villoro, pues lo considera, “junto a grandes ensayos como El perfil del hombre y la cultura en México, de Samuel Ramos, y El laberinto de la soledad, de Octavio Paz, una de las obras fundamentales para entender a nuestro país, México; lo que fue, lo que es y, quizás, lo que podría ser”.

La conferencia de Del Paso, junto con otras de miembros de El Colegio Nacional, se publicará este año en un libro conmemorativo de dichas efemérides.

Ante Luis Villoro (1922) y un auditorio lleno, Fernando del Paso (1935) se refirió a lo que parece una lucha interminable por lograr la independencia definitiva de una Iglesia católica romana intolerante e impositiva.

Abundó: para ponerle fin a esta batalla, se necesita un gobierno que acabe de entender de una vez por todas que el laicismo, lejos de atacar a una religión, las protege a todas, y protege por igual a todos los creyentes y los no creyentes, incluyendo a los propios jefes de Estado que, en una república laica, tienen la libertad de ejercer su propio credo en privado.

Por otro lado, señaló que “la independencia de la corona española le resultaba indispensable a los criollos de Nueva España. Pero no exactamente la independencia de México, sino de uno de los muchos Méxicos que existían entonces y siguen existiendo hasta la fecha.

De todos ellos fue uno solo el que cortó los vínculos que lo hacían vasallo de España y de los peninsulares, que habitaban en su propio territorio: el México de los criollos, el México de los blancos.

Para el narrador, pintor y ensayista, lo que quedó después de la Independencia fue “una clase blanca consolidada y dominante, unos cuantos habitantes de raza negra y una inmensa y mayoritaria población de indios.

Indios nada más, sin sobrenombres peyorativos, que nunca se enteraron a cabalidad de lo sucedido y que no se independizaron de nada o de casi nada, ni entonces ni ahora, desamparados, denigrados, discriminados, muertos de hambre. Pero, eso sí, aureolados con los resplandores de una cultura pretérita y glamurizada, a la cual los nuevos criollos alaban como si fuera la propia. Sí, pero de labios para afuera y de la cual presumen sin conocerla a fondo.

Al final de la conferencia de Del Paso, Villoro respondió a preguntas al respecto de reporteros:

Del Paso tiene toda la razón: de lo que nos hemos independizado es sólo de la nación española, pero tenemos que independizarnos de muchas otras cosas. Hay en México muchas tendencias a independizarnos también de otras cosas, y creo que necesitamos hacerlo de nuestros prejuicios, de los prejuicios hacia los indios, por ejemplo. Ahorita hay una nueva campaña en favor de los derechos de los pueblos indígenas, y creo que a eso debemos contribuir.

Al principio de su conferencia, Fernando del Paso mencionó la paradoja de que mientras México se quería emancipar de España, ésta a su vez luchaba por independizarse de la invasión de Francia, además que el rey Fernando VII era prisionero de los franceses.

Al explorar el asunto de la influencia de la Revolución Francesa en México y tras mencionar la presencia de las ideas de la Ilustración en ciertos círculos intelectuales de la Nueva España, Del Paso precisó:

En más de una ocasión, Luis Villoro nos invita a darnos cuenta de que, entre las teorías que inspiraron a la Revolución Francesa y aquellas que dieron lugar a nuestra guerra de Independencia, hay muy poca relación, aunque parezca y se haya dicho lo contrario.

Comentó también que la independencia de Estados Unidos tuvo menos impacto en la de México del que suele considerarse. E incluso trajo a cuenta otro hecho paradójico: la admiración que pudieron haber tenido los insurgentes mexicanos por el país vecino, se habría transformado en decepción por el despojo de la mitad del territorio.

Tras mencionar, con Villoro, la importancia de José María Morelos como figura representativa de la conciencia revolucionaria netamente popular, Del Paso también se refirió a la figura de Miguel Hidalgo, quien abanderó el movimiento con la imagen de la Virgen de Guadalupe, que arrastraba multitudes.

Del Paso reconoció que el surgimiento de las reivindicaciones prehispánicas y el desprecio por el periodo colonial se dio en México, de manera incipiente, una vez lograda la Independencia, en el siglo XIX, como lo demostró Villoro, y no a partir de la Revolución de 1910.

Sin embargo, ese pasar por encima de los tres siglos de la Colonia es considerado por Del Paso y Villoro como un argumento débil y retórico, pues se ignora la herencia europea y sólo se reconoce la indígena.

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