7/22/2011

Megalomanía Mexicana













Dos de las instituciones importantes donde se concentra el poder lo demuestran en su arquitectura y rituales, aunque el ornato se relaciona a la riqueza y la capacidad para extraerla de la sociedad. Mientras mayor es la capacidad de exacción es porque hay más imposición y ejercicio de la coacción, la sociedad difícilmente da por su voluntad.

Las iglesias son magnificentes y tan adornadas como riqueza se genera en la zona, aunque el Vaticano muestra la capacidad global para enviar recursos. Igual sucede en los castillos o “Palacios” de gobierno. El que lo denominen palacio ¿tendrá que ver con la pretensión realenga de los políticos?

En un país como México que destaca por su riqueza como país y la tremenda pobreza de su sociedad, uno encuentra la construcción de una sede del senado cuyo costo rebasa los 260 millones de dólares que equivalen a 43 millones de días de salario mínimo y que de haberse invertido en proyectos productivos, le hubiera cambiado positivamente la vida a millones de seres humanos, cosa que puede ser al contrario con la acción de éstos senadores.

Los rituales de la política se enmarcan en una arquitectura del boato, que entre otras cosas, le dice al común de los mortales que tan pequeño es en comparación con los políticos; me vienen a la mente los mega mítines que se armaba Hitler, quién por cierto ponía mucha atención a demostrar su “grandeza” –ver una escena deliciosa que parodiaba esto en el Gran dictador de Chaplin,, la toma de posesión de Obama, o las reuniones del Instituto Federal electoral en México. Al parecer los políticos sienten que hay una correlación directa entre su distanciamiento de la sociedad y su nivel de poder y esto se demuestra práctica y simbólicamente con el escenario y el boato.

Pienso que por eso fue tan cuidadosa la selección de la sede del “diálogo” entre los marchistas por la paz y agregémosle el dolor, el sufrimiento, el agravio, etc. y Calderón. El equipo del presidente escogió una sede que lo pusiera a salvo de la ira ciudadana, porque al presidente no se le toca ni con el aliento de un clamor de resentimiento. Que ni por asomo tenga que escuchar un reclamo en voz alta como le sucedió con una madre en Ciudad Juárez que le dijo que no era bienvenido en su casa.

Así que el “diálogo” con Sicilia no es nuevo, solo que esta vez tenía ser cuidadoso y mostrar que el también tiene una faz de compasión, que se conduele, que es capaz de abrazar a una víctima y hasta reconocer que también los presidentes erran, cosa que medio país le reclama, pero como también los presidentes se consideran infalibles, el reconocimiento del error se convierte en recurso discursivo porque aclaró que no corregirá la política errónea y que ha provocado 40,000 muertos, para lo cual se le impuso un minuto de silencio.

Calderón parece no entender que el movimiento que encabeza Sicilia reivindica a TODOS los muertos, incluyendo soldados y policías y a aquellos que su gobierno considera efectos colaterales. Considerando a cuatro miembros promedio por familia, su gobierno ha propiciado 160,000 deudos.

La reunión del Castillo, símbolo del heroísmo y de la derrota porque ahí ondeo la bandera del ejército ocupador, no es concesión graciosa de un gobierno acorralado por sus propios errores; finalmente la sociedad los obligó a sentarse y oír, aunque no se puede tener la certeza que escucharon por muy conmovidos que se hayan visto. Escuchar implica estar dispuesto a enmendar fallas y Calderón se caracteriza por su tozudez.

Hay quién se sorprende que Calderón haya roto la burbuja que lo rodea aunque no lo hizo. La reunión fue muy cerrada y lejos de la sociedad. Recibir a una delegación de gente que conduce el agravio no quiere decir romper el monologo con que funciona el gobierno.

Que reciba como regalo símbolos religiosos tampoco implica que se solidarice con el dolor que su política ha creado. Todavía no parece ser hora que los políticos entiendan que a las palabras hay que darles significado, revirtiendo el proceso en el que ellos las despojaron de sentido. De hecho esa es una exigencia, dejen de considerar a los muertos como efecto colateral para tomarlos como víctimas y resarzan el daño, son víctimas de la obstinación y necedad de un gobierno que no actúa para la sociedad, iba a decir que lo eligió pero eso es impreciso, y de quién se sospecha (vox populi) que oculta algo para mantener una decisión en extremo impopular, pero eso es inmanente al autoritarismo.

Reza el dicho, la mona aunque de seda se vista mona se queda, parafraseando podemos concluir que el gobierno autoritario aunque de compasivo se vista autoritario se queda.

schmidt@mexico.com
Samuel Schmidt

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