9/28/2016

Los periodistas pal café. . . .



Convertido en espectáculo a cargo de dos mal calificados que buscan etiquetar al otro como peor, el debate entre candidatos a la presidencia de Estados Unidos concitó análisis y pasión entre mexicanos que están convencidos de que buena parte de la suerte futura de nuestro país dependerá de los resultados de la elección en noviembre entre Hillary Clinton y Donald Trump. Y, dado que éste ha utilizado a México para excitar el simplismo beligerante de un segmento de sus eventuales votantes, los tropiezos o retrocesos del republicano llegan a ser festejados en suelo tricolor como una especie de victoria binacional, de esfuerzo de la mosca vecina en el arado imperial.
Ayer, por ejemplo, hasta el maltrecho peso registró una mejoría en su relación con el dólar y en varios sitios de poder se quiso entender que la confrontación escénica entre Clinton y Trump prefigura una votación menor para el magnate y el consiguiente triunfo de la menos peor. Ya se verá si la nocturna exposición mediática del lunes se reflejará en las preferencias electorales. Cierto es que Clinton tuvo mejor desempeño y que su conocimiento y habilidad en los temas públicos no tiene comparación frente al aprendiz Trump, pero esa sabida ventaja sustancial de Hillary no pudo ser convertida en una diferencia irremontable, pues el marrullero Donald logró escabullirse de temas delicados y, en términos generales, sostuvo el (bajo) nivel intelectual y político que es apreciado por la franja de estadunidenses que le apoyan aunque no tenga experiencia y entorchados políticos y diplomáticos (o, visto de otro modo: que justamente le apoyan, en términos elementales, por la carencia de tales distintivos institucionales).
La ilusión óptica de considerar a Clinton una especie de salvación frente a los exabruptos del cavernícola Trump proviene de una lectura mexicana infundadamente esperanzada: claro que será bueno que no triunfe el multimillonario que amenaza con cargar a nuestra cuenta la construcción de lo que falta de muro entre las dos naciones y con devolvernos a millones de paisanos cuyas remesas son hoy un sostén económico fundamental. Pero la política de cetrería que sustenta a Clinton (los grupos armamentistas y financieros, por ejemplo), y que la condicionaría en caso de que llegara a la Casa Blanca, tampoco ofrece perspectivas favorables para los intereses de México, entre otras causas porque, a fin de cuentas, nuestro país (sus riquezas, sus aptitudes y posibilidades) ha quedado ya en la mira de la halconería de la gran potencia, con nuestras debilidades e insuficiencias, con una clase política absolutamente ineficaz y corrupta, y una sociedad pasmada, incapaz de organizar la defensa nativa, en el marco nacional, de sus propios intereses inmediatos, e igualmente impávida ante el embate de fuerzas trasnacionales que ya han desembarcado empresarial y políticamente en México, sobre todo a partir de las reformas estructurales, tan antipatrióticas como fallidas, que Peña Nieto consiguió imponer en términos legales.
En el plano local, el aparente avance de Clinton, luego del debate, pretende ser aprovechado por Margarita Zavala Gómez del Campo. Apenas comenzaron a darse a conocer resultados de encuestas de opinión favorables a la candidata demócrata, cuentas de Internet identificables con la esposa de Felipe Calderón los difundieron con entusiasmo e insistencia. El factor de género es aprovechado en esta estrategia propagandística: Hillary es la primera mujer en competir por la presidencia de su país, mientras Margarita aspira a ser la segunda en su país (antes lo fue otra panista, Josefina Vázquez Mota, a la que abandonaron políticamente Vicente Fox Quesada y el propio Calderón). Si la primera alcanza la Casa Blanca, un presunto mimetismo social favorecería las posibilidades de que la segunda sea candidata y eventualmente regrese a Los Pinos.
El panorama ya no está tan despejado para Zavala como hace pocas semanas, cuando casas encuestadoras y ciertos medios de comunicación la convirtieron súbitamente en supuesta revelación aplastante, como si no tuviesen fuerza ni viabilidad los otros dos aspirantes a la postulación panista, el dirigente Ricardo Anaya y el todavía gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle. La decisión del partido blanquiazul está muy lejos de ser tomada y en ella pesarán factores internos, ajenos e incluso contrarios a la temprana ambición de la dupla Zavala-Calderón.
A propósito de ese actuar político en combo, Zavala Gómez del Campo (a quien no molestó, ni impugnó el que durante los seis años en que su esposo ocupó Los Pinos se le adjuntara el distintivo conyugal de Calderón) hizo en Ciudad Juárez, Chihuahua, declaraciones sin fortuna (publicadas en La Jornada, bajo la firma del corresponsal Rubén Villalpando: https://goo.gl/5s0zka): No quiero ser etiquetada como la esposa del ex presidente de México Felipe Calderón Hinojosa, ya que somos personas diferentes y buscaré borrar ese estigma, para demostrar y convencer que no somos la misma persona, dijo, en el contexto del rechazo airado a su presencia en aquella urbe fronteriza tan dañada durante el calderonismo.
Estigma, según el diccionario de la Real Academia Española, tiene siete
acepciones, de las cuales tres corresponden al ámbito científico y las otras cuatro al habla común. De éstas, la señora Zavala debe escoger la que a su juicio corresponda a su media naranja, seis años tan dulce y ahora electoralmente agria: Marca o señal en el cuerpo; desdoro, afrenta, mala fama; huella impresa sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la pasión de Cristo, o, marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud. Hillary Clinton no ha renegado (a pesar de los mil pesares) del apellido de su esposo, así que no pretende ser llamada Hillary Rodham, que es su nombre de soltera. Pero la émula Margarita sí quiere despojarse del Calderón, y condena a éste a renombrarse como Estigma Calderón. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx



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¿Cuánto gastan las familias mexicanas para protegerse de los malhechores? El año pasado tuvieron que desembolsar 77 mil 900 millones de pesos en cambiar cerraduras, candados, puertas o ventanas, colocar rejas o bardas, según la encuesta Envipe, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En la práctica es un impuesto extra que pagan los ciudadanos frente a la incapacidad de los gobiernos federal y estatales para protegerlos. La cuenta no se detiene ahí. El costo total a consecuencia de la inseguridad y el delito en hogares, es decir, las pérdidas materiales que causan en conjunto, representó un monto de 236 mil 800 millones de pesos, lo que equivale a 5 mil 905 pesos por persona afectada. A los salarios exiguos, los pésimos servicios públicos, las fotomultas, agreguen ustedes lo que sale de su bolsillo porque las autoridades no tienen la capacidad de proteger nuestro patrimonio y personas.
Gasoducto pasa a control privado
Sin pausa continúa la entrega de la industria energética nacional a empresas extranjeras, también a nacionales, como acordaron PRD, PAN y PRI en la reforma energética. Ni siquiera reflexionan en su valor estratégico. IEnova, unidad mexicana de la estadunidense Sempra Energy, informó que cerró la operación con la que adquirió 50 por ciento que Pemex tenía en Gasoductos de Chihuahua por mil 143 millones de dólares. Una ganga, considerando el tamaño del mercado nacional. ‘‘Como se informó previamente, la participación accionaria de IEnova en Gasoductos de Chihuahua pasa de 50 a 100 por ciento y Petróleos Mexicanos seguirá manteniendo su participación accionaria de 50 por ciento en el proyecto Los Ramones II Norte por conducto de la empresa Ductos y Energéticos del Norte’’, dijo IEnova en un comunicado. Al rato también lo vende; solamente es cuestión de tiempo.
El peso como barómetro
Mientras analistas políticos evaluaban quién había ganado el debate presidencial de Estados Unidos, un resultado instantáneo anticipaba su fallo en el propio piso de las salas de operaciones de divisas: la actividad cambiaria señalaba la victoria de Hillary Clinton. El peso mexicano se ha convertido en el barómetro de la campaña. Ayer fue la moneda que más se apreció frente al dólar en el mundo, seguida del rand sudafricano y el peso colombiano. En ventanilla bancaria el dólar promedió 19.73 pesos. El lunes había cerrado en 20.23.
¡Chicharito para Presidente!
En medio de los sinsabores que estamos viviendo los mexicanos cayó una noticia que nos coloreó el día: Javier Hernández anotó su gol número 100 en su aventura europea. Marcó en el empate entre Bayer Leverkusen y Mónaco, en la Champions League. Si Temo Blanco ganó la alcaldía de Cuernavaca, El Chicharito podría ser, de postularse por cualquier partido, el próximo Presidente.
Maquillaje presupuestario
El senador panista Francisco Búrquez afirma que el secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade, juega con las cifras del Presupuesto de Egresos de la Federación 2017 para esconder la realidad de las finanzas públicas: déficit primario, gasto programable, deuda... Entre varias observaciones, el senador Búrquez sostiene que en el año 2017 la deuda pública no bajará, como asegura la Secretaría de Hacienda, sino que subirá a 10.2 billones de pesos.
Ombudsman Social



Más allá del epílogo presidencial en Estados Unidos (EU) –cuando, según el barómetro de la cotización del peso mexicano, Hillary descolgó el primer debate a su contrincante Trump–, llamó la atención que en la víspera el polémico premier israelí, Bibi Netanyahu, se haya reunido con ambos contendientes.
La reunión privada, sin la participación de los multimedia, con la excepción de una radiante foto entre Trump y Netanyahu –almas gemelas en cuanto a racismo/mexicanofobia /arabofobia/islamofobia se refiere–, atrajo más la atención debido al apoyo del empresario Donald por reconocer a Jerusalén como capital indivisa del Estado racista/apartheid/paria de Israel, a cambio de la asesoría de Netanyahu para concluir las dos terceras partes que faltan del muro transfronterizo con México que fue construido en su primera tercera parte por Baby Bush, que fue aprobado por la entonces senadora Hillary ante las narices fariseas de los panistas Fox y Calderón, quienes engañan de no haberse dado cuenta de tamaña afrenta (https://goo.gl/RU0WHW).
El portal Breitbart, portavoz de Trump, publicitó sin tapujos que el candidato presidencial charló con el primer ministro Netanyahu sobre la erección del muro transfronterizo con México, con base en el éxito de Israel en el levantamiento de sus murallas en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania (https://goo.gl/8vOXcm).




Con mayores tablas y un tono más agradable que el de su avinagrado predecesor –el nefasto ex ministro del (d) año–, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, compareció ante los senadores y allí se animó a decir que en México no se puede hablar de crisis, y que si se compara la situación actual con la de dos décadas atrás, entonces los habitantes de esta República de discursos casi, casi, viven en el paraíso.
Y el funcionario sustentó su dicho con las fortalezas de nuestra economía: somos menos dependientes del ingreso petrolero; tenemos abundantes reservas internacionales; registramos crecimiento sostenido y balanceado; generamos empleo como nunca antes; reportamos finanzas públicas sanas; contamos con un sistema financiero sano y sólido, y así por el estilo. Entonces, dijo, no se puede hablar de crisis.
A saber qué entienda por crisis pero, de entrada, el hecho de que más de la mitad de la población sobreviva en condiciones de pobreza y miseria no es precisamente un indicador de jauja que sustente el dicho de Meade. Si para este personaje, en particular, y la clase política, en general, más de 63 millones de mexicanos que subsisten en tan precarias condiciones, sin visos de salir del hoyo, no son sinónimo de una crisis profunda, entonces ¿qué es?, sin olvidar que 80 por ciento de la población es catalogada como socialmente vulnerable, de acuerdo con los parámetros del Coneval.
Si se le pone mucho optimismo y se comparan los números de hoy con los de dos décadas atrás, entonces aparece una mejoría relativa, pero con idénticos resultados: pobreza galopante, crecimiento raquítico, concentración del ingreso y de la riqueza, falta de desarrollo social, avasalladora dependencia del país vecino del norte, corrupción alarmante, alfileres cada vez más enclenques, deuda a paso veloz, devaluación, empleo escaso y precario, salarios miserables y tantas otras bellezas.
La presunción de que México ya no depende de los ingresos petroleros (Meade dixit) es, por decirlo suave, un cuento de hadas. Si las finanzas públicas se despetrolizaron no fue producto de una política de diversificación del ingreso, sino por el desplome de los precios del crudo de los que México depende de forma creciente; es decir, se dio por la vía de los hechos y no como resultado de fuentes alternativas o de una brillante decisión gubernamental. En síntesis, se despetrolizaron aunque no quisieran.
Fue el propio Carlos Salinas de Gortari quien durante su estancia en Los Pinos, y por decreto, despetrolizó las finanzas públicas, y a partir de ese momento nunca fueron tan dependientes de los recursos petroleros. En aquel entonces el ingreso proveniente del oro negro representaba 4.9 por ciento del producto interno bruto; en el primer año de Peña Nieto se había elevado a cerca de 8 por ciento del PIB. De ese tamaño ha sido la despetrolización. Y llegó la caída libre de los precios y junto a ella los recortes presupuestales.
Dice Meade que México tiene un sistema financiero sano y sólido, aunque de entrada es necesario subrayar que alrededor de 80 por ciento de él no es mexicano. Opera en el país, sí, pero es propiedad de capital trasnacional y los beneficios son para sus matrices. Esa es la primera acotación.
La segunda, y no menos importante, es que la salud del sistema financiero que aquí funciona se debe a que los habitantes de esta República de Rescates acumulan dos décadas pagando el festín de la reprivatización bancaria (cortesía de Carlos Salinas) que devino en doble atraco: a los mexicanos como usuarios de la banca y a las arcas nacionales mediante el Fobaproa (cortesía de Zedillo).



La expulsión de Javier Duarte de Ochoa y de un reducido grupo de colaboradores y cómplices de la bancarrota de Veracruz demostró tibieza del Partido Revolucionario Institucional (PRI), pues al gobernador y a sus amigos lo que menos les interesa es la credencial de afiliación; les es más útil pasar por este proceso y esperar que por extrañas razones ni siquiera pisen la entrada de algún juzgado, y mucho menos se vean obligados a devolver cuando menos una parte de lo que se robaron en este histórico sexenio.
Eso sí, la jerarquía priísta se cuidó muy bien de no menguar sus filas corriendo a diputados federales también señalados en las denuncias de la Auditoria Superior de la Federación ante la Procuraduría General de la República como copartícipes del robo del siglo y con actos de corrupción bien identificados por el equipo de Juan Manuel Portal.
Tarek Abdalá, Érick Lagos Hernández, Alberto Silva Ramos y Jorge Carvallo Delfín, por citar a los más conspicuos actores del duartismo, no fueron tocados por la ira del tricolor, que se cebó en Duarte y su reducido grupo de amigos, quienes si bien políticamente representan poco para el priísmo veracruzano, sí participaron de forma notoria tanto en operaciones fraudulentas con empresas fantasmas como en otros posibles desvíos del erario.



Yo digo que nadie se cansa de aprender, aquello que le gusta, claro, y que si llega a cansarse de todos modos no se cansa pues al descansar –no haciendo nada, haciendo otras cosas, incluso al soñar o al dormir nada más– sigue aprendiendo.
Mucho se ha dicho que la poesía es imposible de enseñar. No discutamos eso. De que se aprende, se aprende.
¿Cuántas veces no me he cansado yo de ‘enseñar” poesía? Infinitas es demasiado, pero por ahí va. Nunca de los nuncas, y eso con tantas broncas que he tenido, o debido afrontar, de aprender enseñando.





El primer debate entre los candidatos presidenciales estadunidenses, Hillary Clinton (demócrata) y Donald Trump (republicano), realizado la noche del domingo en la Universidad Hofstra, en las afueras de Nueva York, tuvo mucho de espectáculo televisivo, ataques personales y gestos para la cámara, y poco de sustancia en lo que se refiere a confrontación de programas de gobierno; justamente, lo que cabe esperar de esa clase de encuentros en entornos electorales dominados por la obsesión mediática.

El IPN merece más presupuesto
De manera alarmante, el presupuesto asignado al Instituto Politécnico Nacional (IPN) en el proyecto de egresos de la Federación de 2017 se ha reducido con respecto al asignado en 2016. Lo presupuestado a la institución no cubre siquiera el impacto inflacionario. Ello en nada abona al justo porvenir del país en educación científica y tecnológica. El IPN es la institución de México que más ha contribuido al desarrollo tecnológico de la nación. Recortar su presupuesto de esa manera sólo causará atraso en estas esferas. Ello debe el Congreso remediar. El IPN es la institución del Estado mexicano para fomentar precisamente el desarrollo científico y tecnológico de la nación. Merece mayor presupuesto.
Como antropólogo, el debate entre Hillary Clinton y Donald Trump me interesó porque fue un concurso entre dos animales de especies diferentes. Normalmente las competencias son entre pares: en el boxeo se separan los luchadores de peso ligero de los de peso pesado, en el atletismo hay carreras separadas para hombres y mujeres, etcétera. El debate Trump-Clinton, en cambio, parecía una de esas fantasías infantiles en que lucha un elefante de plástico contra un león de peluche. Fue un debate entre dos clases de gente muy diferentes.

Sin proponérselo, el australiano de origen chino Shaun Tan (1974) publicó Emigrantes, un libro hermoso. La obra no tiene palabras. Sólo dibujos que interpelan a la conciencia y sensibilidad del lector (Ed. Bárbara Fiore, Andalucía, 2006).

Sus creadores le dieron vida para destruir a los monstruos. El Martillo de los Cíclopes fue un periódico que se publicó en Orizaba, Veracruz. Cuando en el verano de 1871 el caso de la conversión al protestantismo del sacerdote dominico Manuel Aguas despertó agrias críticas en el conservadurismo católico romano mexicano, El Martillo fue implacable contra quien llamó nuevo seguidor del heresiarca Lutero. Hoy la publicación orizabeña tiene un fiel sucesor en el semanario de la arquidiócesis de México, Desde la Fe, y otros espacios en los que se estigmatiza la diversidad.

El pasado domingo 25 de septiembre se llevaron a cabo elecciones autonómicas en Galicia, España. El Partido Popular (PP) de esa región gallega salió victorioso con 41 por ciento del total de los sufragios. El candidato triunfante fue Alberto Núñez Feijóo. El PP, donde milita tal candidato, fue relecto holgadamente alcanzando mayoría absoluta. Podrá, ahora y de nueva cuenta, gobernar de cara a sus electores sin oposición de peso. Poco ha importado el cúmulo de francos errores de gobierno y actos delictivos que bien podría haberle afectado pues, sobre el PP, gravitan numerosas y fundadas acusaciones, algunas de las cuales han terminado en prisión para los culpables. Esta circunstancia obligó, durante la campaña, a evitar citar el nombre del partido y recargarse en el candidato. El PP suma ya un largo listado de complicidades y atracos a los bienes públicos que han alcanzado el nivel de escándalos internacionales. Encima de los descarados delitos de encumbrados militantes del PP al patrimonio de los españoles, el señor Núñez Feijóo adiciona, con señalamientos y acusaciones, de ser íntimo amigo de conocidos narcotraficantes, maleantes que, por lo demás, han sido condenados a largas penas de cárcel. Su sonriente fotografía apareció en diarios de circulación local y nacional a bordo de lujosos yates en compañía de esos personajes. No hubo negativa de su parte, tampoco justificante que lo eximiera. No obstante, su amplio electorado lo reconfirma para otro periodo de cuatro años. Difícil, más bien imposible, bordar sobre las motivaciones de los votantes para encontrar válida explicación de tal conducta. En todo caso se tendría que especular sobre la laxitud ética de esa sociedad en particular.

Los elefantes tienen un oído extraordinario y pueden escuchar los sonidos que emiten a varios kilómetros de distancia. Además, tienen en la planta de los pies unos biosensores que registran todo tipo de vibraciones. Esto les permite escuchar a través de la base de sus poderosas patas. En un fuerte contraste con esta capacidad para escuchar de los elefantes, los humanos parece que no podemos o no queremos escuchar.

En mi artículo de agosto demostré que el derecho a la salud es inequitativo y condicionado en México. Sólo aquellos que están asegurados por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) o el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) y sus familias tienen acceso a los servicios requeridos al enfermar. Los afiliados al Seguro Popular sólo tienen acceso a un paquete de servicios restringido, que deja fuera particularmente las enfermedades graves y costosas de la población adulta. Así, tanto ellos como los que carecen de un seguro tienen que pagar muchos de los servicios.

Cada artista construye su forma de expresarse. En un principio imita a sus mayores y algunas veces rompe con ellos: tan rígidos le resultan los moldes conocidos que decide probar nuevos caminos.

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