9/05/2018

Privatización, despojo y explotación

¿Cómo se hicieron millonarios?
FRAGUA

Alfredo Harp Helú es, entre los multimillonarios mexicanos, uno de los más “pobres”. Según las últimas noticias, su fortuna asciende a 1 200 millones de dólares, esto es, más de 22 billones de pesos. Al igual que las 16 personas más ricas del país, su fortuna se construyó a costa de la privatización de las empresas estatales. En su caso, le tocó beneficiarse de la venta de la banca nacional en 1991, cuando Salinas le vendió el Banco Nacional de México (Banamex). Sólo para que nos demos una idea de la magnitud de su fortuna, si usted o yo quisiéramos ahorrar para juntar una equivalente, tendríamos que, en primer lugar, ganar mensualmente 15 507 pesos, para después juntarlos durante 122 mil 525 años.
En la lista de los mexicanos más ricos del planeta, figuran personas que, al igual que él, fincaron su multimillonaria fortuna en el neoliberalismo, mediante el despojo, la privatización de las empresas del Estado y la explotación de sus trabajadores. Carlos Slim, el sexto hombre más rico del mundo, con una fortuna de 67 100 millones de dólares, afianzó su imperio con la compra de Teléfonos de México (Telmex) en 1990, hasta llegar a ser el dueño de la empresa de telecomunicaciones más grande de América Latina, América Móvil, así como de muchas otras empresas que participan en diversas áreas productivas del país, como la construcción de infraestructura, la banca, la minería y, a partir de la reforma energética, la exploración y explotación de petróleo. Germán Larrea Mota Velasco, con una fortuna de 17 300 millones de dólares, quien se benefició con la venta de la minera paraestatal Minera de Cananea en 1990, y que ahora es propietario de Grupo México, la compañía minera más grande del país, con una producción de más del 90% del cobre nacional y el 6% del internacional, responsable de una de las peores catástrofes ecológicas de los últimos años: el derrame de sustancias tóxicas en el río Sonora; o Alberto Baillères González, con una fortuna de 10 700 millones de dólares, dueño de Industrias Peñoles, la segunda minera más grande de México, y accionista de la Fundación para la salud, sociedad “civil” que durante los últimos años se ha dedicado a lucrar con el derecho a la salud de millones de mexicanos. Todos estos son burgueses cuyas decisiones han determinado el rumbo del pueblo mexicano.
Estos empresarios forman parte del Consejo Coordinador Empresarial, junto con grupo Kimberly Clark y miembro del consejo de administración de las empresas transnacionales más ricas del país, como Grupo Carso, Grupo Alfa, Grupo México y Grupo financiero Inbursa; José Antonio Fernández Carbajal, presidente del consejo de administración de femsa (dueña de empresas como Coca-Cola y Oxxo), cuyas ganancias alcanzaron un total de 8 796.4 millones de pesos tan sólo en el trimestre de abril a junio de este año; o Dionisio Garza Medina, presidente de Grupo Topaz, empresa que ha ganado más de 3 500 kilómetros en licitaciones de gas y petróleo.
Este Consejo Coordinador Empresarial fue el mismo que durante las tres elecciones anteriores emprendió campañas que buscaban desprestigiar a Andrés Manuel López Obrador (AMLO), diciendo que era un “peligro para México” y que, si llegaba a ganar la elección, el país entraría en una crisis con consecuencias catastróficas para todos. Pero eso fue en el pasado.
Ahora, como por iluminación divina o un golpe repentino de conciencia, estos personajes han decidido llamar a la “unidad” y a la “reconciliación” por el bien de México. Pero ¿qué hay detrás de estos llamados llenos de “buena voluntad”? Cuándo hablan del “bien de México”, ¿de qué México están hablando? ¿Del México de los millones de trabajadores que día con día tienen que sufrir la miseria y la explotación, consecuencia de este sistema capitalista neoliberal que nos ha despojado de la mayoría de los derechos, que nos mantiene trabajando de manera agotadora? ¿Acaso están hablando del México en donde miles de niños no podrán disfrutar de sus únicas tareas, jugar y aprender, porque son desaparecidos, ejecutados, reclutados en las filas del narcotráfico para poder mantener una guerra contra el pueblo que permita desarticular la organización popular? ¿Se están refiriendo al México en donde suceden 7 de cada 12 feminicidios ocurridos en América Latina? ¿Están pensando en los más de 33 mil desaparecidos, en la angustia de sus madres y padres? ¿Acaso están considerando a los casi 300 mil ejecutados cuya muerte ha llenado de tristeza y rabia los corazones de nuestro pueblo durante los últimos 10 años? ¿Acaso están pensando en ese México proletario? Nosotros sabemos que no, porque ellos son y han sido los responsables de la profunda crisis en la que se encuentra nuestro pueblo. Ellos, son lo que nos han impuesto salarios de miseria, condiciones laborales indignas y violencia que sirve para despojarnos de nuestra tierra y nuestros recursos naturales, además son los únicos que se han beneficiado de las circunstancias actuales: no es casualidad que después de más de 40 años de neoliberalismo sus fortunas se hayan duplicado, triplicado y hasta cuadruplicado.
Consideramos que la tarea del pueblo debe pasar del grito “¡basta!”, a la reflexión y a la acción organizada que arrebate el poder político y económico a esa burguesía. No podemos esperar que la cúpula de MORENA lo haga, porque, aunque es verdad que MORENA es un partido que tiene una base formada por la clase trabajadora, en él también convergen sectores de la pequeña burguesía y la burguesía afectada por las políticas neoliberales, que encontraron en la propuesta de AMLO un respiro a sus circunstancias, pero que no están dispuestos a perder sus privilegios no más porque “primero están los pobres”. Por esta razón, es necesario que como pueblo se exija el cumplimiento de los puntos más democráticos y progresistas del programa de MORENA, aquellos que en realidad traerán un pequeño respiro a la gran mayoría. Mientras que como movimiento popular independiente debemos aprovechar e inflamar el impulso de nuestro pueblo para fortalecer el crecimiento del nivel de conciencia de clase proletaria; debemos ser capaces de construir una alternativa real a las problemáticas que sufrimos en el barrio, en los centros de trabajo, en las escuelas, en las calles; debemos seguir exponiendo la naturaleza del capitalismo, las características del neoliberalismo; debemos, en todos los lugares en donde nos paremos, explicar por qué únicamente en el socialismo podremos disfrutar del fruto de nuestro trabajo y vivir dignamente.
NOTA:
Este artículo fue publicado en el No. 36 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular ( OLEP ), Agosto-Octubre 2018. 

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