9/03/2018

Engaños y peligros de la industria automotriz



Iván Restrepo


Por 10 años el ingeniero Martín Winterkorn tuvo inmenso poder en el conglomerado alemán Volkswagen (VW). Sin embargo, dejó su cargo justo hace tres años, cuando las autoridades de medio ambiente de Estados Unidos denunciaron que VW había creado un software para eludir las normas sobre gases contaminantes. La compañía admitió el engaño, que abarcó más de 11 millones de vehículos en el mundo. Es conocido lo que vino después: multas millonarias, pago a afectados y caída de las acciones de la empresa.


Bajo el mando de Winterkorn, VW alcanzó utilidades nunca vistas y superó en ventas a la japonesa Toyota, su principal competidora. Se creía con méritos suficientes para seguir en el cargo, pese al escándalo por la referida manipulación técnica. Mas se vio obligado a dimitir voluntariamente. Siempre se dijo ajeno a dicha manipulación y actuar correctamente. Algunos expertos dudaron que quien conocía hasta el último detalle de los vehículos de VW no supiera del software que le ocasionó a esa trasnacional una ola de desprestigio sin precedente.

Las sospechas de que Winterkorn no fue ajeno a la manipulación de los motores para encubrir la emisión de gases tóxicos parecen tener asidero. Recientemente la revista alemana Der Spiegel publicó que, luego de revisar las actas de la fiscalía alemana que lleva el caso, Winterkorn supo desde 2007, en una reunión con técnicos de VW, que el nuevo motor Diésel EA189 no cumplía con la rígida legislación de Estados Unidos. Dos ingenieros de dicha empresa recomendaron modificarlo para cumplir con esa ley. En ese encuentro también se mencionó la existencia de un software para manipular las emisiones tóxicas. Los actuales directivos de VW niegan información sobre lo publicado por la influyente revista. Alegan que es asunto de los tribunales y autoridades competentes.

Según Der Spiegel, la fiscalía de Alemania está por concluir sus tareas y no descarta que a Winterkorn lo acusen de fraude y de ocultar información a los accionistas de VW sobre la existencia del software. Y además por evasión fiscal, al enviar por conducto de su asesor financiero 10 millones de euros a un banco en Suiza, con el fin de proteger parte de su fortuna. En cambio, VW obtiene utilidades y dominio del mercado mundial frente a Toyota y la alianza Renault-Nissan-Mitsubishi. Las 12 marcas del gigante alemán (entre ellas Audi, Porsche, Seat, Skoda y los camiones MAN y Scania) incrementaron sus ventas en los pasados 18 meses.

David Silva Aguilar cuestiona que la filial mexicana de VW y otros conglomerados automotrices cumplan las normas ambientales. Él preside el Consejo Ciudadano de Ecología de la ciudad de Puebla. Sostiene que manipulan los sistemas de sus vehículos para aprobar las tibias normas ambientales de México. Y hasta las estrictas de Estados Unidos y de otros países. Es un engaño que atribuye a la competencia de las armadoras como parte de la globalización. Agrega que México no cuenta con un control eficiente de la emisión de contaminantes provenientes de los vehículos. Y como prueba alega que Volkswagen manipuló los software de modelos como Jetta, Beetle y Golf, los cuales se fabrican en la planta que la trasnacional tiene en Puebla. Al respecto, cabe advertir que en 2016 la autoridad ambiental federal multó con más de 200 millones de pesos a nueve empresas (entre ellas VW) por comercializar 45 mil vehículos sin certificados ambientales.

No menos grave sucede con la seguridad de las unidades que ensamblan diversas trasnacionales en el país. Las que se venden en México no disponen de los mismos controles que las destinadas a Estados Unidos o Europa. Es el caso de las bolsas de aire frontales y laterales, que evitan muchas veces la muerte de conductores y ocupantes en caso de accidente. Hace tres meses varias organizaciones sociales exigieron a la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz equiparar los estándares de seguridad y no hacer distinciones que afecten a los compradores locales. En respuesta, silencio. También de las autoridades. Un problema que hereda y debe resolver el gobierno de López Obrador.

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