10/06/2019

Luciérnagas



Foto
▲ Arash Marandi, en una escena del filme.
Durante el pasado Festival Internacional de Cine en Morelia se presentó una coproducción de México, Grecia, Turquía, República Dominicana y Estados Unidos, titulada Luciérnagas (Fireflies, 2018), realizada por la iraní Bani Khoshnoudi.
Ambientada totalmente en el puerto de Veracruz y con un reparto en su mayoría mexicano, la cinta aborda de modo novedoso el tema de la inmigración, vinculándolo con un relato intimista en que se entrecruzan los destinos sentimentales del protagonista, Ramin (Arash Marandi), joven gay iraní que huye de la homofobia institucional y que tiene en México una escala obligada en el itinerario que deberá conducirlo a Estados Unidos, y de Leti (Edwarda Gurrola), la mujer encargada de un modesto hotel en Veracruz, que le brinda un trato amistoso, mientras generosamente le imparte clases de español.
Hasta ahí el marco anecdótico no revela mayores sorpresas. Paulatinamente, sin embargo, van apareciendo personajes y situaciones nuevas que confieren fuerza dramática y mayor complejidad al asunto.
El joven Ramin descubre en el puerto jarocho el microcosmos de una inmigración clandestina que lo mismo proviene de África que de países centroamericanos, y que en una situación de precariedad económica y enorme desasosiego moral, vive la incertidumbre de no saber bajo qué circunstancias y por cuánto tiempo más esas personas habrán de permanecer en ese curioso limbo tropical.
Las observaciones que hace la directora iraní del lugar apuntan hacia el posible documental que habría sido fascinante, pero aquí se transforman en un marco sugerente, alejado de lo pintoresco, que realza la oscura sensualidad presente en las relaciones afectivas que establecen entre sí los distintos personajes. Ramin, el auto exiliado iraní que mantiene una conflictiva comunicación por Internet con el amante masculino que dejó en su país natal, vivirá así una intensa relación erótica con Guillermo (Luis Alberti), joven salvadoreño, antiguo miembro de una pandilla.
En este relato de desencuentros sexuales y afectivos, donde cada personaje intenta afanosamente darle el mejor cauce posible a su frustración existencial, todo concurre a crear una peculiar atmósfera de claustrofobia. El espectador aficionado al teatro pudiera sentirse atraído por esta suerte de escenificación de dramas sentimentales orillados a un desenlace trágico.
El cinéfilo encontrará, en cambio, filiaciones posibles y más amables con las cintas románticas del turco Ferzan Ozpetek, en particular con su notable película Las hadas ignorantes (2001).
Las hadas de Ozpetek son aquí esas luciérnagas ciegas que van de un lado a otro, de un país hostil a otro en apariencia fraterno, de la soledad del marginado laboral a la de un paria sexual incomprendido. Un poco más de humorismo en los diálogos habría dejado muy de lado la solemnidad que la cinta en verdad no necesita.
El propósito aparente de Luciérnagas ha sido, sin embargo, abordar el tema muy actual de los flujos migratorios desde la perspectiva y el arte combinatorio de ese otro flujo. Que sea una cineasta de nacionalidad iraní la artífice de esta propuesta, indica hasta qué punto una mirada de género puede transformar todo un paisaje social.
Se exhibe en la Cineteca Nacional. Sala y horarios: www.cinetecanacional.net
Twitter: @CarlosBonfil1

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