9/17/2022

Modificar estructura patriarcal en instituciones militares y civiles tardaría dos sexenios si los cambios comienzan desde ahora: especialista

 

En entrevista con Cimacnoticias la internacionalista y especialista en militarización y militarismo, Daira Arana, destacó que para poder observar un cambio en los espacios de seguridad militares y civiles, se necesitan dos sexenios, considerando que desde el día de hoy se implementara un cambio significativo en el sistema que rige a las instituciones. 

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Es decir, reconfigurar las instituciones e incorporar la perspectiva de género son cambios que podrían implicar al menos tres generaciones. Ya que, por ejemplo, la preparación en un colegio militar es una formación de cuatro años; sin embargo, al graduarse esa generación se verá comprometida a laborar con generaciones pasadas e ideologías arraigadas. En ese sentido, explica la especialista, debe haber una gradualidad en cuanto a sustitución y preparación del personal. “Pero eso significa que tendría que haber un compromiso de continuidad de proyecto de Estado”, añadió Daira Arana.

Cambios profundos, más allá de capacitaciones superficiales

En las fuerzas armadas existe una deficiencia histórica al hablar de perspectiva de género y derechos humanos. Poco a poco se ha ido “parchando” dicha problemática por medio de conferencias sobre violencia de género o cursos que no llevan un seguimiento y tampoco buscan una verdadera profesionalización. 

Lo anterior aún cuando instituciones como el ejército cuentan con un Observatorio para la igualdad entre mujeres y hombres en el ejército y fuerza aérea mexicanos y un Centro de capacitación en materia de derechos humanos y derecho internacional humanitario. Es decir, se cuenta con una infraestructura interna para realizar este tipo de capacitaciones; sin embargo, no ha sido suficiente.

Al hablar de formación policial se llega al mismo punto, pues las instituciones civiles están marcadas por una formación inicial de seis meses en las que los principales temas son: uso de armas de fuego, marchar y formación en conocimientos penales. Pero se dejan fuera capacitaciones en derechos humanos

Entonces, ¿cómo modificar la estructura y cubrir las necesidades? 

Para la especialista en militarización y militarismo, un primer paso es reconocer las acciones violentas y contrarias a perspectiva de género que se realizan al interior de las instituciones. 

Es decir, se debe incluir a mujeres, pero ya no con el objetivo de que repliquen las dinámicas patriarcales que se han instaurado, pues se ha podido observar que cuando ellas ingresan a las fuerzas armadas y civiles se vuelven más violentas y propensas al riesgo al perpetuar acciones jerárquicas y de hostigamiento “porque es la forma en que se van haciendo camino en un mundo de hombres”, explicó Daira Arana.

Fotografía: Twitter @Sedenamx

En cambio, será necesaria la presencia de mujeres y que ellas sean escuchadas; sus necesidades y propuestas. Una vez al interior de las instituciones, se deben considerar temas como: inclusión, menstruación, embarazo e incluso labor de cuidados entre mujeres y hombres.

“Otra cuestión también tiene que ver con la noción de heroísmo en estas instituciones, se premian mucho las acciones heroicas y una acción heroica no es más que una acción donde te pones en riesgo para salvaguardar a alguien más. Es que seguir perpetuando sistemas de recompensas donde en lo que se premie sea el riesgo. Entonces creo que también redimensionar esta parte sería muy importante porque si se ajustan las actividades y las funciones no al nivel de riesgo en el que te tienes que poner para proteger a alguien más sino en cómo se generan mecanismos de cuidado y protección para todas las personas dentro y fuera de la institución, eso puede cambiar también la lógica de interacción y disminuir la percepción de riesgo y de amenaza”, explicó la especialista. 

Por ello se propone la creación de estratégias que hablen de cómo solucionar problemas, no que sigan buscando cómo resaltar una actuación heroica que pone en riesgo a quien la lleva a cabo y a comunidades enteras. 

“Creo que sí tenemos que pensar esto como un largo aliento en un proyecto de Estado que involucre repensar para qué queremos estas instituciones, qué es lo que les vamos a dejar de hacer y qué no y pensar lo que va a ser a largo plazo; obviamente si se hace con toda la convicción, con todo el presupuesto, seguramente habrán buenos resultados. Nunca debemos olvidar que en su actuación, estas instituciones tienen en sus manos la vida y la dignidad propias y de otras personas”.

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