Se cumple una semana de que la ley fuese aprobada en Afganistán y de manera paulatina, las mujeres han comenzado a levantarse para rechazar la opresión del talibán que, desde hace 3 años, las ha confinado a una violencia extrema, al abuso y al arrebato de sus derechos educativos, sexuales, de movilidad, de participación política y laboral; los derechos humanos de las mujeres afganas han sido borrados, más no la lucha por la liberación femenina, que desde hace 3 años se enfrenta el régimen talibán.
Esta ley encarna el abuso, la violencia y la subordinación extrema; del otro lado, las afganas empujan la liberación a través de su activismo y el desprecio al líder supremo, una figura sagrada y protegida por el régimen talibán por su poder religioso y conocimiento en los hadices (tradiciones y códigos del Profeta).
Su movimiento, encara los nuevos códigos implementados por el Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio, que ha prohibido el sonido de la voz femenina en todo espacio público; no pueden hacer uso de micrófonos, ni volverse a escuchar música cantada por mujeres.
A través de redes sociales, se han difundido videos de grupos de mujeres cantando en parques y en las calles afganas, su reclamo es certero: ¡Nuestra voz no es privada, ni tentadora!
Esto último, como una respuesta contra la Policía de la Moral, una institución que presume garantizar la paz en y prohibir todo mal o tentación entre pueblo de Afganistán. De ello deviene que, la nueva ley pautada el pasado 22 de agosto responsabilizara a la voz de las mujeres por producir tentación y corromper al hombre.
«Nuestra voz no es tentadora, tus ojos fabrican tentaciones; mi rostro no es tentación, tus ojos lo fabrican», se escucha gritar a las mujeres en sus videos difundidos en redes, según recoge EFE.
La ley contempla un total de 35 artículos que son aplicables para hombres y mujeres, sin embargo, existe una asimetría importante, pues mientras a los hombres se les ha prohibido rasurarse, a las mujeres afganas han visto eclipsada su libertad.
Se debe apuntar a que, además de prohibir la voz de las mujeres, el régimen talibán también rechaza que las mujeres hagan ruido con sus zapatos; el hombre no debe escuchar los pasos de la mujer, afirman.
Asimismo, ha prohibido a las afganas hacer uso del transporte público o privado, al menos, que estén acompañadas de su tutor (padre o esposo), para finalmente, rematar con un código que ha elevado a obligatoriedad el uso del velo. En respuesta, las mujeres gritan en sus consignas:
«Los talibanes han impedido mi voz, mi rostro, mi mirada y mi presencia. Ven y sé mi voz por última vez y di: Mujeres, vida y libertad» (traducción de EFE)
Mujeres afganas: movimiento por la liberación femenina
Parteras, abogadas, activistas, periodistas, médicas, cuidadoras y defensoras de los derechos humanos, el feminismo en Afganistán se sostiene y resiste la violencia del régimen talibán que ha auspiciado una caza de estas mujeres que ponen el cuerpo por la emancipación y liberación femenina.
Pashtana D, se mantiene oculta en el país escapando de la Policía de la Moral, en su activismo, atraviesa el país enseñando a las mujeres y niñas sobre educación sexual y menstrual.
Además, ante la tasa de mortalidad materna por la falta de recursos, Pashtana instruye a las mujeres de comunidades rurales a convertirse en parteras y difundir este conocimiento entre otras mujeres con el objetivo de detener los partos mortales.
En entrevista con Newtral, ha referido que las activistas afganas no quieren dar pena, quieren apoyo económico y reconocimiento: «Si se nos trata como víctimas, nos quitan la capacidad de cambiar las cosas».
En esta misma conversación se atraviesa una conversación necesaria; despojarse de la mirada occidental del feminismo. Como comparte Pashtana D, las mujeres en afganistán no deben ser vistas como oprimidas, porque allá afuera, miles de mujeres se manifiestan y luchan; hacen todo lo posible por pelear y proteger a otras, a través de compartir sus conocimientos médicos, de profesionalizarse a pesar del amedrentamiento talibán, y esta vez, resisten cantando y rompiendo con furia las imagenes del mulá.
Se debe recordar que las protestas de las mujeres han existido desde el 2021, cuando el régimen talibán tomó la capital afgana. Desde entonces, las mujeres han sido el símbolo de la revolución afgana.
Cuando el talibán llegó al poder, fueron las adultas mayores, mujeres y adolescentes quienes realizaron una ola de protestas pacíficas en el país, sin embargo, los grupos talibanes ejercieron actos de extrema violencia en contra de las manifestantes, quienes fueron golpeadas, algunas vivieron secuestros, enfrentaron tortura y fueron recluidas en contra de su voluntad en espacios sin acceso a agua, alimento, ventilación, ni medicamentos.
El informe Death in Slow Motion: Women an Girls Under Taliban Rule de Amnistía Internacional, recopila diversos testimonios de mujeres víctimas de este hecho, denuncia que todas estas mujeres fueron puestas en libertad después de que fueron obligadas a firmar un documento que las comprometía a no volver a manifestarse jamás, ni a mencionar nada de lo vivido durante la manifestación y los días posteriores que vivieron privadas de su libertad.
En los últimos años, se tiene registro de detenciones arbitrarias y torturas, todo bajo un marco legal ambiguo y poco objetivo que apela al delito de «la corrupción moral»; mujeres pueden ser detenidas, golpeadas o recibir descargas electricas si un hombre talibán considera que se está cometiendo alguna infracción moral.
La Organización de las Naciones Unidas documenta la existencia de casos donde niñas han sido castigadas por este delito al no cumplir con la extrema modestia que demanda el Estado talibán.
Tanto fue la incomodidad para el sistema, que sólo unos meses después, el régimen movió el tablero para producir una serie de códigos que prohibieran de forma estricta toda participación femenina en las organizaciones civiles o de defensa de los derechos humanos, nacionales e internacionales. Así, dieron una ofensiva para disolver los movimientos y llevar de regreso a las mujeres que participaban activamente en órganos como la ONU.
En este sentido, se nombra a las mujeres que están siendo agentes de cambio en el país y que evidencian que el poder de las mujeres afganas está dispuesto a encarar al régimen talibán. Entre ellas:
- Elaha Sahel, periodista y defensora de las mujeres.
- Manizha Ramizy, maestra universitaria y defensora de los derechos humanos.
- Zala Zazai, policía despojada de su trabajo.
- Roshan Sirran, activista, exparlamentaria y defensora de los derechos de las mujeres.
- Fawzia Amini, exjueza del Tribunal Supremo de Afganistán, despojada de su trabajo.
- Masouda Faizi, ginecóloga.
- Shamail Zarei, defensora de la sociedad civil, perseguida por el régimen talibán.
- Sediqa Muchtaq, exdirectora del instituto de la salud, despojada de su trabajo.
- Hafiza Bahmani, deportista de muay thai.
- Najeeba Baqi, trabajadora humanitaria desde hace 20 años.
Con información de Amnistía internacional en «Ellas son la revolución«.
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