7/06/2008

La verdad, yo no puedo felicitarlo…

…ni por diplomacia, ni por cuestión política, ni por broma.

Aunque esté contenta por la liberación de la señora Ingrid Betancourt, cuya foto en la que se veía casi moribunda, desgastada, lastimosa, recorrió el mundo y agitó más de un corazón, de esos que viven prendidos de la gran prensa internacional, sometida a un proyecto repudiable y que da vueltas como un panqueque la realidad del mundo actual.
Me sentí muy feliz cuando todos los canales de televisión se lanzaron en busca de la última noticia tan esperada por el mundo, mostrando la llegada del avión en cuya puerta asomó la imagen de la mujer liberada quien se vio muy rozagante, demostrando una hercúlea fuerza que debe ser la que le permitió cambiar su estado físico respecto al que tenía hace tan pocos meses.

Pensé y lo confieso, que estaba presenciando un verdadero “milagro” muy parecido a un reality show, tan de moda, en la televisión.

No sería extraño que algún obispo ya esté pensando en canonizarla aunque vistiera ropas militares, pero ese sería un detalle menor, mucho más tratándose de ropa militar colombiana.

Como mujer envidié su prolijidad, sus cejas impecables, tanto como su cabello, habiendo soportado condiciones “tan adversas” y sin agua caliente, maravilloso realmente.

Uno jamás apoyó la retención de la señora, por favor, hacerlo sería como aceptar la situación de los miles de prisioneros y prisioneras en las paupérrimas cárceles del estado colombiano, o aceptar el padecimiento de tantos niños y jóvenes así como de padres, madres, hermanos, familiares, amigos, que sufren la desesperación de la ausencia.

Porque la ausencia es como una lanza envenenada clavada en el corazón de quienes la padecen, sean morenos, blancos, indios, mestizos, europeos, pese a que la teoría actual se inclina, como en siglos pasados, en beneficiar a estos últimos.

Sinceramente pienso que el mismo respeto merecen todos los grupos étnicos, bilingües o no, con doble nacionalidad o autóctonos de una tierra, la que los vio nacer y morir todos los días un poco a causa de la desidia de los que arrasan con lo que le corresponde a tantos y aunque algunos de estos grupos sean los eternos olvidados en un sistema cruel, hipócrita, despiadado.

Como dice el título de esta nota, la verdad, yo no lo felicito a Uribe, creo que hoy más que nunca tienen vigencia las palabras atribuidas al filósofo Aristóteles, “considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos…” y agregamos aquella de Willy Brandt: “permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que le siguen”.

Y estamos permitiendo la injusticia al salir, por el motivo que fuere, a felicitar a un genocida como Uribe quien goza de un historial criminal sin antecedentes, permitiendo que existan en Colombia estructuras paramilitares que hoy tienen 400 diligencias judiciales abiertas y 100 mil víctimas de toda edad y color de piel, pero europeos abstenerse…

Felicitar a un asesino que posibilitó que los que se conocen como paramilitares colombianos desmovilizados, sean propietarios en Suramérica de minas de oro, empresas de transporte, millones de hectáreas de campo útiles para el narcotráfico internacional y/o viviendas en muchos puntos.

Un hombre-bestia que cuenta en su haber la terrorífica cifra de más de 60 mil muertos, 4 mil desaparecidos y más de 3 millones de desplazados, pero que hoy “demuestra piedad” con determinados prisioneros políticos tal como se ha visto en las últimas horas. Franceses y estadounidenses, agentes de la CÍA , en viaje de “estudio” por zonas de incidencia de las fuerzas guerrilleras, o militares apresados en combates.

Felicitar a semejante monstruo, hoy desesperado trabajador por una próxima reelección y cuyo acompañante en la nueva fórmula presidencial bien podemos imaginar, es enterrar definitivamente a los familiares de todas las víctimas por manos del aparato genocida estatal.

Y a los prisioneros hacinados en las cárceles de máxima seguridad del estado, que parecen innombrables. Igual que los extraditados al imperio.

Hay que tener mucho cuidado con lo que avalamos sea por la causa que fuere.

Jamás me pondría del lado de gente que empuña armas, ni de la insurgencia ni del Estado, considerando que a ellos les sobran herramientas para defenderse.

Pero seamos concisos en la apreciación, ninguna fuerza insurrecta en el mundo se formó porque hombres y mujeres, masivamente, se hayan levantado un día con el, con el “pie izquierdo”, símbolo de mala suerte según lo instalado por las sociedades discriminatorias que indican que todo lo izquierdo es malo, es siniestro, peligroso…

Una guerrilla se forma como respuesta a un Estado ausente en lo social, o presente a través del terror, a un Estado genocida, a un Estado que vulnera los derechos de los habitantes.

Algunos frente a semejante actitud salen a las calles a reclamar por sus derechos, otros optan orgullosamente por no quejarse y otros directa y lamentablemente, empuñan armas.
No podemos pensar que hay épocas para hacerlo y épocas para no hacerlo. Eso sería como pensar que la decisión de repeler acciones negligentes ejecutadas por uno o varios gobiernos, la bronca estallando en el centro del pecho resistiéndose a aceptar lo inaceptable, se comprara en el shopping de moda.

Atención, no es casual que luego de tantos años de letargo, se haya puesto en marcha en estos días, nuevamente, la terrorífica IV Flota, que piensa, efectivamente, recorrer no sólo las zonas marítimas internacionales, sino que recorrerá hasta los ríos de cada país, guste o no a sus gobernantes.

En medio de esa “visita” infernal, no será extraño que tropas rubicundas recorran también las tierras violando soberanías. Aunque sólo patrullando aguas internacionales, ya de por sí, representan el peligro más grande que haya vivido Latinoamérica.

Algún gobierno se mostrará firme, impidiendo ese paso de Malinche, lo más probable es que se produzcan fricciones, si no directamente guerras, pero ojo, que a nadie se le ocurra tratar de sacarlos a tiros aunque estén en todo su derecho, porque convengamos que la teoría actual indica que “hay que dejar las armas porque ya no es época de usarlas”.

Aunque vengan a violar soberanía.

Aunque aniquilen los derechos de los pueblos.

Aunque se adueñen de lo que nos pertenece.

Aunque arrasen con los sueños de nuestros libertadores.

Y con el porvenir de nuestros hijos y nietos.

No podremos hacer nada so pena de parecer antiguos, cuando comience a llevarse a la práctica el criterio del ex vicepresidente y Premio Nóbel de la Paz 2007, Albert Arnold Gore, Jr. o Al Gore que decía: “al contrario de lo que los brasileños piensan, la Amazonía no es de ellos, es de todos nosotros”.

Tampoco cuando se ejecute el pensamiento de Francois Mitterand, ex presidente de Francia que afirmara; “respecto de la Amazonía es necesario aplicar la doctrina de la soberanía limitada y del Derecho de Ingerencia”.

A partir de una nueva traición de Uribe, el mundo “libertario” festejó, no la decisión unilateral de la guerrilla de entregar a sus prisioneros como gesto de respeto a quienes actuaron como mediadores del terrible conflicto humanitario colombiano. Y que lo hicieron aún sabiendo que sus presos seguirían en las mazmorras del régimen olvidados por la historia, tan anónimos como cuando los apresaron por luchar contra el crujido de sus tripas hambreadas.

Festejaron el “salvamento” que hiciera un gobierno rodeado de fantasmas despedazados, asesinados a punta de motosierras y con la colaboración directa del Departamento de Estado de gringolandia y el Mossad.

A propósito ¿no se le ocurre a nadie decirle a Uribe que pasó de moda la utilización de esa herramienta convertida en arma?

Es fácil instar hoy a “que entreguen las armas”, olvidando aquella tristísima etapa de búsqueda de una salida política y no violenta, cuando aceptaron sumarse a un proceso legal, pacífico y democrático a partir de la Unión Patriótica , que sufrió más de 5 mil asesinatos selectivos de sus miembros entre los que había candidatos y militantes defensores de derechos humanos.

Olvidaron que hasta el candidato presidencial Bernardo Jaramillo cayera en aquel octubre de 1987 atravesado por el odio y la intolerancia.

Olvidando a Carlos Pizarro León Gómez, Eduardo Umaña Mendoza, Jaime Pardo Leal, Manuel Cepeda Vargas, Sandra Rondón, Francisco Pizarro.

Olvidando al niño de ocho añitos, Julián Vélez a quien le arrancaron sus testículos a filo de machete por ser hijo de Carlos Julián Vélez, dirigente de la misma organización.

Hace 48 horas festejaron con bombos y platillos la “resurrección milagrosa” de una señora casi “moribunda” cuya propia madre, no se cansara de repetir en sus giras por el mundo, que el presidente Uribe NO tenía voluntad política de liberar a Ingrid y a los demás prisioneros, discurso repetido por los familiares de otros retenidos en manos de las FARC-EP.

Ingrid bajó del avión rodeada del amor de los suyos, algo hermoso, disfrazada de militar, algo repudiable, sin huellas visibles de tortura física, como deseábamos verla, y agradeciendo a las fuerzas militares y al presidente Uribe todo el esfuerzo puesto para su liberación, contradiciendo lo dicho durante su cautiverio por su propia madre desesperada.

El triunfalismo de las fuerzas militares, un milico graciosamente desesperado ¡¡¡…!!! tratando de plasmar en fotografías para la posteridad la imagen del “triunfo”, otros con sonrisa de oreja a oreja como niños mirando dibujitos animados y corriendo para la foto para perpetuar sus cinco minutos de gloria.

Y así transcurrió la “liberación”, entre héroes y villanos, horas y horas de carísimos espacios televisivos, “casi muertos” que reviven y vuelven a bañarse con agua caliente y a respaldar políticas de odio y mentiras.

¿Acerca de los prisioneros y prisioneras políticas en manos del Estado, me preguntan?No vale la pena, olvídenlos, que ellos y ellas no hablan francés y andaban fuera de moda, con sus cananas y sus morrales tratando de cambiar la historia de una tierra sembrada de muertes y ensordecida por las motosierras estatales y sin haber conocido nunca la sensación agradable y reparadora del agua caliente y el jabón importado, deslizándose por sus ásperos cuerpos…

Será por eso que nunca se sintieron casi muertos.

Ingrid Storgen

Viernes 4 de Julio de 2008, mientras en el imperio exterminador tres agentes “recuperados” hoy festejan el Día de la Independencia de su patria y mientras avanzan sus proyectos hegemónicos contra nuestros pueblos…

Para Kaos en la Red.

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