6/04/2010

La trama

Luis Javier Garrido

Las concesiones innumerables de Felipe Calderón a Washington –antes, durante y después de su viaje oficial de finales de mayo a Estados Unidos–, en su pretensión de obtener el respaldo de la administración Obama para poder imponer a otro panista de su grupo en la silla presidencial en 2012, no le han traído certeza en ninguna de sus desaforadas pretensiones y sí están comprometiendo de manera gravísima los intereses nacionales.

1. La obsesión de algunos de los grupos de extrema derecha que sostienen a Felipe Calderón en Los Pinos y que aspiran a mantenerse en el poder después de 2012 está llevando a México a un escenario de violencia cada vez mayor, evidenciando la división de los grupos mafiosos en el poder –de la cual el secuestro de Diego Fernández de Cevallos es una señal–, pero también están conduciendo a un mayor entreguismo oficial hacia Washington por el afán perturbado de Calderón de obtener el apoyo estadunidense a sus ambiciones no obstante su fracaso escandaloso en el gobierno. La llegada ilegal e ilegítima del panista a la Presidencia supuso una serie de concesiones a grupos multinacionales y a la administración de Bush para que lo apoyaran, y ahora su afán continuista tiende a comprometer aún más el destino del país.

2. El proceso de degradación de México por las políticas del gobierno panista es, en consecuencia, cada vez mayor, pues los intereses facciosos que prevalecen en el país no han tenido reparo alguno para obtener beneficios de grupo en ceder facultades del Estado a agencias estadunidenses, en cancelar derechos individuales y sociales fundamentales de los mexicanos –consagrados en la Constitución– para favorecer la explotación de la mano de obra mexicana por las trasnacionales, en entregar recursos estratégicos de la nación al capital extranjero o en someter al Ejército a funcionarios de Estados Unidos. En otras palabras, en atentar contra la soberanía nacional, con el argumento de que ésta es un concepto anacrónico y de que hay que ingresar a la modernidad.

3. El último día de la visita de Calderón a Estados Unidos, y cuando la mayoría de los medios señalaba que México no había obtenido beneficio alguno de esta visita, se produjo la noticia más trascendente, que fue ignorada por todos. Un boletín de prensa estadunidense (20 de mayo) dio a conocer que la semana siguiente se abriría en la ciudad de México la oficina integrada por funcionarios de ambos países que dirigiría la aplicación en nuestro país de la Iniciativa Mérida, anunciada desde 2009, y que supone no nada más las acciones policiaco-militares de la supuesta guerra contra el narcotráfico, sino políticas sociales. Días después, John Feeley, funcionario de la embajada de Estados Unidos en México, corroboró que ésta ya está funcionando con los 40 funcionarios estadunidenses previstos, aunque no al 100 por ciento, ya que esperan conocer la lista detallada de los 25 mexicanos. Es decir, que en el marco del abandono de Calderón de sus responsabilidades, agentes federales de Estados Unidos van a decidir las políticas de seguridad nacional del país, pero también políticas sociales a todos los niveles, como lo supone dicha iniciativa, que al no llamarse acuerdo, pacto o tratado no ha pasado por el Senado para su aprobación.

4. Los senadores de la República acusaron el viernes 21 a Felipe Calderón, que se hallaba todavía en Estados Unidos, de haber perdido toda dignidad al visitar el Cementerio Nacional de Arlington en Virginia y rendir homenaje a los soldados estadunidenses muertos en múltiples guerras, la mayoría de éstas, guerras imperiales e intervencionistas, de carácter criminal, decenas de ellas en América Latina, incluyendo la invasión de México en 1846-1848, aunque ellos mismos nada han hecho ni pretenden hacer para frenar el entreguismo del Ejecutivo de facto y de su grupo.

5. Los legisladores pasaron también por alto, en abierta complicidad con la ultraderecha mexicana en el poder, las declaraciones de Pablo Macedo, funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores, que indicó el martes 1º que para romper tabúes México estudia integrar sus fuerzas armadas a las acciones militares de Washington, ignorando este funcionario el mandato consignado en la fracción X del 89 constitucional que establece que para dirigir la política exterior de México el Ejecutivo debe sustentarla en los principios de la autodeterminación de los pueblos, la no intervención, la solución pacífica de las controversias, la proscripción de la amenaza o el uso de la fuerza en las relaciones internacionales y la igualdad jurídica de los estados.

6. El gobierno calderonista ha cedido ya de hecho a las agencias federales estadunidenses facultades que en ejercicio de su soberanía competen exclusivamente al Estado mexicano en materia de seguridad nacional, como el control de puertos y aduanas o la vigilancia de costas y fronteras y el espacio aéreo, y acaso por ello a nadie sorprende que se busque instituir dichos actos de abdicación nacional como políticas seudo legales. Un silencio oficial siguió por ejemplo a la demanda formulada por el embajador Carlos Pascual el martes 25 para que personal de Estados Unidos haga revisiones aduanales en México.

7. La demagogia de la derecha mexicana y del gobierno panista de facto de Felipe Calderón tiene sin embargo sus límites. Anastasio Hernández Rojas, migrante mexicano, asesinado impunemente por la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, luego de que esposado e inerme se le propinaran decenas de golpes cerca de la garita de San Ysidro, se está convirtiendo en un símbolo de la lucha de las decenas de miles de mexicanos que huyen del país como consecuencia de las políticas sociales y económicas del gobierno panista en la mayor migración de un país a otro de los tiempos modernos, y a los que no les importa el clima de criminalización en su contra que está creciendo y del que es corresponsable el actual gobierno de México.

8. En este escenario de abdicación nacional, Calderón pretende perpetuar a su grupo en el poder, sea como sea, y por lo mismo adquieren especial relevancia las acusaciones vertidas ante los micrófonos de MVS el miércoles 2 por el panista Fauzi Hamdan, íntimo de Diego Fernández de Cevallos, señalando que un grupo de gran poderío es el responsable del plagio que consideró político del también poderoso ex senador, amigo de Carlos Salinas de Gortari, por lo que no cuesta mucho responder a esa interrogante que agrava la crisis de la clase política.

9. ¿A qué grupo de gran poderío aludía Fauzi Hamdan?

10. En el México actual cientos de miles de mexicanos luchan adentro y afuera del país por resistir las políticas injustas y anti nacionales del gobierno de la ultraderecha, pero éste sólo piensa en crear las condiciones para prevalecer y seguir haciendo de México su botín personal, y no tiene más propuesta que la de la violencia.


Horizonte político
José Antonio Crespo
La fiesta del PRI

El PRI aprovechó la toma de posesión de Emilio Gamboa, como secretario de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), para hacer una demostración de fuerza, un festejo ante sus recientes triunfos y sus probables victorias venideras. En un exceso de confianza, Beatriz Paredes anunció que este año su partido ganaría las 12 de 12 gubernaturas en disputa. César Nava de inmediato replicó que ya pasaron los tiempos del carro completo. Bueno, no del todo. El año pasado el PRI ganó todos los distritos federales en Campeche, Coahuila, Durango, Hidalgo, Morelos, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas y Yucatán. No es poca cosa. Y, en Chihuahua, Guerrero y Sonora, todos los distritos, menos uno. Y en el Estado de México se impuso en 38 de los cuarenta.

Este año se ve alguna posibilidad de que las coaliciones PAN y PRD ganen Oaxaca y Sinaloa, si acaso. Pero aun en ese escenario, bien podríamos hablar de un carro casi completo.

Por otra parte, el flamante secretario de la CNOP aseguró que el PRI había aprendido de sus errores. Si con ello se refiere a que el partido se ha renovado y actualizado a los tiempos y las exigencias de la democracia, eso no ha ocurrido. Las nuevas caras, que se ofrecen como fruta fresca, se comportan no muy distinto a como lo hacían sus respectivos mentores, formados en el pleistoceno político. No, la recuperación electoral del PRI responde más al desencanto con las otras alternativas, que generaron expectativas excesivas con la democracia y su respectivo compromiso con ella, pero no estuvieron, ni de lejos, a la altura de las circunstancias ni de la responsabilidad que los electores les concedieron como ejes de la democratización. La habilidad del PRI ha consistido básicamente en replegarse y en dejar que el PAN y el PRD se confronten y le metan ancadillas al gobierno en turno o engañándolo con acuerdos y respaldos de reformas —que finalmente no cumplió en su gran mayoría— a cambio de absoluta impunidad. Los gobiernos panistas mostraron ahí su enorme ingenuidad e inexperiencia, pese a haber lidiado con el PRI más de 60 años. Inexperiencia que ahora explota a placer el tricolor, exhibiendo los múltiples yerros y omisiones cometidos tanto por Vicente Fox como por Felipe Calderón.

Los votos que viene recuperando el PRI probablemente sean motivados por la idea (en parte, mítica; en parte, no) de que el tricolor tenía más intuición, cuadros y experiencia política para preservar el orden. Y que, como la democracia no ha dado los resultados prometidos (en términos de combate a la corrupción y la impunidad, rendición de cuentas e incluso transparencia, que está siendo gravemente amenazada), pues muchos optan por aspirar a cierto orden, el cual ven en riesgo. No se ve quién podría conducir al PAN a un nuevo triunfo presidencial, no sólo por la falta de liderazgos en sí, sino sobre todo por el lastre de desprestigio que al abanderado blanquiazul le habrán legado tanto Fox como Calderón. En lo que hace al PRD, ha sido principalmente él mismo el encargado de meterse tantas zancadillas como ha podido, con conflictos internos y chanchullos sin cuento. En tanto que Andrés Manuel López Obrador mantiene un discurso rudimentario y maniqueo, sin asomo de autocrítica, que mucho aplauden los segmentos radicales, pero aleja a los electores moderados e independientes, sin los cuales no es posible ganar. Y, en materia de corrupción, el PRD tampoco ha resultado un ejemplo a seguir, que digamos. Muchos ciudadanos se sienten, pues, en orfandad política.

El PRI tiene mucho que celebrar y más que esperar. Queda ver cómo procesa su candidatura presidencial, si se considera que el factor que perfila su eventual retorno a Los Pinos no es sólo la artificiosa popularidad de Peña Nieto, sino la simbología de experiencia, orden y estabilidad de que goza el partido por sí mismo. Según la firma GEA-ISA (mayo/10), ese partido ganaría hoy la Presidencia, no sólo teniendo a Peña Nieto como abanderado, sino también con Paredes, pese a ir ésta muy abajo en el popularómetro (70% de Peña frente a 10% de Paredes). El ejercicio no se hizo con Manlio Fabio Beltrones o Fidel Herrera como candidatos hipotéticos pero, quizá con ellos, el PRI quedaría también por arriba de sus rivales. Sería bueno hacer el ejercicio para ponderar la fuerza del candidato respecto de la del partido. Como sea, los priistas no debieran aún echar campanas al vuelo. La soberbia no es buena consejera.

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