6/04/2010

Análisis de Borola Tacuche, personaje femenino de la familia Burrón

Sátira del mundo doméstico ó apología de la familia mexicana

Por Carolina Velázquez

México, DF, 3 jun 10 (CIMAC).- Gabriel Vargas, quien falleció el masado 25 de mayo, fue el creador de la historieta La familia Burrón y de un personaje femenino que con el tiempo se volvió emblemático en el cómic mexicano: Borola Tacuche, esposa de Regino Burrón, una mujer flaca, alta de pelo rojo, dueña de un carácter disparatado y una alegría vital extraordinaria.

A doña Borola, Vargas la definió como una mujer de “nobles sentimientos” que sabía salir airosa de las más grandes dificultades, “con su ingenio y perspicacia busca siempre la forma de que el mundo no se le cierre ante nada”.

Su marido, Regino Burrón, es en cambio la otra cara de la moneda.

“Un hombre chaparrito, reposado e inteligente, que se manifiesta un poco en contra de la manera de ser de su esposa. Sabe que es capaz de cualquier cosa por conseguir dinero y alimento para sacar adelante a su familia”, decía Vargas.

Borola Tacuche fue un personaje que cambió, al igual que su autor, con el tiempo. De estas transformaciones dan cuenta Juan Manuel Aurecochea y Armando Bartra en “Puros Cuentos. Historia de la historieta en México 1934-1950” (Conaculta-Grijalbo, 1993).

Para estos autores, la causa de estas modificaciones no está en el carácter rebelde de Borola, que lucha por su emancipación, sino en la posición de Gabriel Vargas ante la injusticia social. El verdadero drama de los Burrón, señalan, no es quien cocina en casa, sino el que todos los días haya algo que echar en la olla.

“Para Vargas, el matrimonio no es una isla. Lejos de constituir un ámbito autosuficiente susceptible de disección burlesca, la familia de los Burrón es el último reducto de la lucha cotidiana contra la adversidad”.

Así, “la historia puede ser leída como una descarnada sátira del mundo doméstico o como una apología de la familia mexicana; pero en todo caso la visión de Vargas no es intimista, lo que en verdad importa es la tragicomedia social que el matrimonio protagoniza”.

La niña mimada de los años 40, que hacía travesuras ingeniosas, simpáticas, crueles y egoístas, se convierte en 1954 en “una estrella del firmamento teatral” que aparece como “ombliguista atómica” y “exótica de los ojos verdes”, exponen.

Después de su éxito, su regreso al hogar lo marca su participación en “desquiciantes proyectos”: transforma la azotea de la vecindad en donde vive, en el Callejón del Cuajo, en balneario; ejerce de mujer bala o de luchadora enmascarada, establece un servicio de transporte en lancha para los damnificados de las inundaciones y, sobre todo, sigue promoviendo el reventón al ritmo de los tiempos, con escuelas de chachachá y festivales a go-gó.

Para Aurecochea y Bartra La familia Burrrón entró en un bache creativo de los años 60 a la mayor parte de los 70, sin embargo a partir de 1978 –con la salida de Gabriel Vargas de Editorial Panamericana y el inicio de la publicación de la historieta por su cuenta— tomó un segundo aire y se politizó.

A partir de esta época, la carestía, los problemas sociales y la respuesta de sus protagonistas, primero individual y luego colectiva, se hacen cada vez más presentes, “las acendradas convicciones conformistas de Regino se tambalean, y Borola comienza a transitar del bandolerismo social, al liderazgo comunitario”.

Como ejemplo de estas modificaciones, en “Puros Cuentos…” se retoma el siguiente diálogo:

Regino: Estamos viviendo una época tan infame, tan revuelta que uno pierde la fe.

Borola: Vamos a ir todo el viejerío, armadas hasta los dientes…

Regino: No quiero que te metas en líos. Deja que cada quien se defienda con sus propias uñas.

Borola: Es que si voy sola nadie me hace caso… en cambio si llevo a mis guerrilleras y armamos un sanquintín, seguro se nos hace justicia.

Regino: Olvídate… Lo único que nos queda es armarnos de paciencia.

Borola: Entonces tu quieres que la situaciones se arreglen solas ¿No?.... me has desilusionado, chaparro, creía que eras un hombre de arranque…

Regino: Lo siento pero soy hombre de paz… Razono los problemas… pero no sé razonar con valentía.

Borola: Pues yo no lo pienso, déjame. ¡Si en el combate me cortan el hilo de la vida no chilles, que por las heroínas nomás se puja!

En la historieta, doña Borola no es una mujer bella, al respecto en una entrevista publicada en la revista Activa (número 7, año XIII, 1988) Gabriel Vargas explicaba:

“Una publicación cómica es diferente a las revistas, donde el punto de apoyo son las mujeres bonitas. Yo no pensé que su atractivo se encontrara en el físico, sino en su actuación. Para hacerla no me apoyo ni en su fealdad, ni en nada. Sólo quiero que sea grata para la gente que la vea”.

Respecto a la actuación de la flaca de pelo rojo, rebelde y divertida, señaló:

“Cuando sus vecinas tienen algún problema. Doña Borola siempre intercede en su defensa diciéndoles que no tienen porqué aguantar a hombres con tantos defectos. Les hecha constantemente que sean esposas a la mexicana: aguantan malos tratos, siempre andan mal vestidas y para colmo son fieles”.

Con este personaje, Gabriel Vargas trató de transmitir una actitud, que considero, debemos mantener todas las mujeres.

“No tienen por qué aguantar a hombres plagados de defectos, que además de llenarlas de hijos, sólo les dan dificultades. El sexo femenino puede tener todas las prerrogativas que le ofrece la civilización. Los hombres no deben abusar de ellas con su machismo”.

Borola Tacuche no es la única mujer que aparece como personaje en la historieta mexicana, las hay desde el siglo XIX en un sin número de personajes y relatos, acerca de esta historia y sus autores hablaremos mañana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario