En el “nuevo” Sonora, a un año de que el panista Guillermo Padrés esté encaramado en la gubernatura, en ausencia de políticas públicas y como continuación del ejemplo del exdesgobernador Robinson-Bours, se ha implantado la manipulación con sobornos, censuras previas y despido de reporteros a petición de Padrés en radio y medios de comunicación impresos (ya dividió a los panistas del Norte y del Sur contra los del centro de la entidad), para, como otros gobernadores (Ulises Ruiz, Mario Marín, Fidel Herrera, Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional, PRI; Marcos Adame, el borrachín de Jalisco, del Partido Acción Nacional), tener total impunidad en sus abusos al amparo del silencio comprado, y echando a la calle a periodistas que informan y critican el mal desempeño de esos nuevos trogloditas en el poder de los estados que, en su mayoría, cuentan con la complicidad de diputados y senadores de todos los partidos en los Congresos locales y federales. Y sobornan y presionan apoyados en los ministerios públicos y jueces del Poder Judicial en cada entidad y hasta con los jueces federales.
Circula por internet un amplio informe sobre cómo el señor Padrés ha ordenado que su equipo policiaco y burocrático ejecute agresiones, amenazas y presiones a editores y concesionarios de los medios impresos y la radio (a cambio de más publicidad y sobornos), para reducir al mínimo las libertades de publicar y comentar con veracidad sobre sus funcionarios. Esos golpeadores son Agustín Rodríguez y Javier Alcaraz, encargados de la ¡imagen! del desgobernador. Este último, materialmente le torció el brazo a la reportera-corresponsal del periódico Reforma, Reyna Haydeé Ramírez. Otro agresor es Juan Rafael León López, chofer y guardaespaldas de Padrés. Juan Manuel Portillo Guevara es otro de los energúmenos que, a puñetazos y patadas, quitan a los reporteros del camino, simulando el “paso de ganso” de los nazis, que sigue Padrés (quien, ocultando su enfermedad con el beneplácito de los sonorenses, es candidato a ser reemplazado con un interinato y convocar a nuevas elecciones). El gobernador actúa como un Hitler, mientras engaña, o tal vez no, al señor Calderón respecto del acueducto cuya licitación es un botín de más de 4 mil millones de pesos para robarse el agua del Sur de la entidad.
Varias mujeres periodistas en el régimen machista de Padrés han sido despedidas para quedar bien con él. Entre ellas, Juana María Olguín y María del Socorro Rodríguez, que ejercen su profesión con apego a la veracidad de la información y, sobre la marcha, cuestionan los abusos y el mal gobierno panista. Fue echado a la calle el reportero Omar de la Vara. Tras 20 años en El Imparcial (alineado mediante cuantiosa contratación de publicidad al gobierno de Padrés, además de sus inclinaciones derechistas-religiosas, que lo identifican con el fanatismo del desgobernador), sufrió agresiones Sebastián Moreno por no ajustarse a la política de ese periódico y le rescindieron su contrato… ¡sin la mínima liquidación laboral!
Además, fue atacada físicamente por Carlos González la periodista Natalia Vidales, directora de la revista Mujer. Estos casos se completan con la otra donde, con dinero y diversas formas de presión, los panistas hermosillenses y su jefe Guillermo Padrés han implantado 1 mil y una maneras de acallar la libre expresión, logrando que se “informe” sólo a través de los boletines y preguntas arregladas para las entrevistas que reparte Jorge Morales, director de Comunicación, para que el góber de la corrupción conteste y se adorne con su administración, cuando los hechos demuestran que, en la entidad, no hay gobierno o el mal gobierno tiene a Sonora en el abandono.
Corrupción, censura previa, despidos y agresiones a reporteros y una prensa escrita como por la radio, controlada con sobornos, privan en el estado. Los sonorenses salieron del represor Robinson-Bours para entrar al sexenio del troglodita Padrés, quien arrasó con las libertades de expresión.
*Periodista
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