4/22/2011

Delirio de grandeza


Leonardo García Tsao
Foto
Robert de Niro y Bradley Cooper en una escena de la película


Según la nueva postura hollywoodense, a quien arranque un fruto del árbol de la sabiduría o haga un pacto con el Diablo no le espera un castigo divino, necesariamente. Ésa, al menos, es la conclusión de Sin límite, cuarto largometraje de Neil Burger. Su héroe, Eddie Morra (Bradley Cooper), acumula los pesares de costumbre: es un pobre diablo sin trabajo ni dinero para pagar la renta de su ínfimo departamento, su guapa novia Lindy (Abbie Cornish) lo acaba de mandar al cuerno y la gran novela que él ha prometido escribir no ha pasado de la primera cuartilla.

Lo que él necesita es una superdroga como la que le regala su ex cuñado. Bautizada como NZT-48, una píldora es suficiente para aprovechar por un día todo el potencial del cerebro humano, del cual, según esto, sólo utilizamos 20 por ciento. Sin nada más qué perder, Morra la ingiere y entra en un prodigioso estado de lucidez que le permite dominar el campo de su elección. Claro, la novela pendiente la acaba de escribir en cuatro días, para asombro de su editora. Pero el hombre no quiere convertirse en el próximo Nobel de Literatura. Tampoco le interesa ser un gran científico, o siquiera ganar varios concursos televisivos. Lo que él pretende es forrarse de billete.

Con un nuevo vestuario y corte de pelo, Morra se ha convertido en un galán irresistible –Lindy ha vuelto a su lado, asombrada por su cambio de estatus– y una estrella instantánea de Wall Street. Para obtener capital de base ha pedido un cuantioso préstamo a un amenazante mafioso ruso (Andrew Howard) y las especulaciones exitosas le permiten llegar hasta el nivel de un magnate (Robert De Niro), a punto de negociar una trascendente fusión con otra firma millonaria.

Para ello, Burger se divierte utilizando las ventajas de los efectos digitales para crear un mundo vertiginoso de sensaciones y sonidos. Con base en imágenes de color hiperrealista, sugiere esa consciencia intensificada, capaz de pescar la información de todas partes, retenerla en una memoria inagotable y aplicarla en el momento correcto.

En su primera parte, Sin límite funciona como un enérgico thriller paranoico que coquetea con la cienciaficción para, al parecer, satirizar la escala de valores actuales. Dueño de una arrogancia neo-yuppie, Morra podría encarnar el irresponsable espíritu especulativo que llevó al mundo entero a desplomarse en la reciente crisis financiera. La justa retribución debería darse con los efectos secundarios de la droga milagrosa: una creciente dependencia, cuya suspensión implica el riesgo de un deterioro físico e incluso una muerte prematura.

Sin embargo, la película parece conformarse –a diferencia de su protagonista– con sólo 20 por ciento de su potencial. La guionista Leslie Dixon hubiera necesitado una dosis de su propia medicina para poder aprovechar una premisa llena de posibilidades. Sin límite demuestra ser una película… limitada, pues. Lógica y coherencia se sacrifican en aras del entretenimiento escapista. Morra, según puede deducirse, no es un personaje muy profundo, y ciertamente los personajes secundarios no existen más que como pretextos. La solvencia de Cornish se desperdicia en el cliché de la novia conveniente, mientras un acartonado De Niro demuestra haberse convertido en la máscara de la tragedia griega. En lugar de fijarse en las peripecias del héroe, el espectador atento podrá entretenerse contando la cantidad de cabos que han quedado sueltos y tirados por el camino.

Ya no las hacen como antes. Sin límite es otra prueba más de cómo Hollywood ha perdido su antigua capacidad de dotar de perspicacia a su cine de fines comerciales. Sobre un tema similar, en un tono totalmente, diferente Roger Corman conseguía concluir X–El hombre con ojos de rayos X (1963), con una reflexión hasta metafísica sobre la extensión de la visión humana. Brincos diera Burger por poseer esa inteligencia.

Sin límite (Limitless). D: Neil Burger/ G: Leslie Dixon, basada en la novela The Dark Fields, de Alan Glynn/ F. en C: Jo Willems/ Ed: Tracy Adams, Naomi Geraghty/ Con: Bradley Cooper, Robert De Niro, Abbie Cornish, Andrew Howard, Anna Friel/ P: Many Rivers Productions, Boy of the Year, Intermedia, Relativity Media, Virgin Produced. EU, 2011.

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