4/10/2012

El anticlímax de la nostalgia



Alberto Aziz Nassif

Los primeros días de las campañas electorales comprueban una vez más que el modelo mediático está equivocado. Cuando la nota es la anécdota y no la propuesta, la campaña se convierte en una feria de ocurrencias y frases. Cuando el spot domina, los debates se vuelven la excepción. El nivel de desgaste político que tienen las elecciones se agudiza con una campaña anticlimática y nostálgica. ¿Por qué la campaña no despierta interés en la ciudadanía?

Lo más publicitado de las campañas son las anécdotas que en estos días han llenado el espacio informativo. Sin duda las notas se las ha llevado el panismo y su candidata Josefina por una suma de errores y problemas que han puesto es crisis a esa campaña: actos interrumpidos, impugnaciones o el casi desmayo de Vázquez Mota. Del otro lado tenemos a un priismo que despliega su maquinaria y controla los espacios para que su candidato no tenga ningún tropiezo.

Por el lado de la izquierda la campaña marcha sin sobresaltos, pero tampoco sin actos sobresalientes. Una campaña electoral necesita despertar interés, canalizar energía de los ciudadanos y, sobre todo, representar una posibilidad de cambio y de definición. Si recordamos sólo las últimas dos campañas vemos esos ingredientes. La nota dominante era la incertidumbre ante un cambio. A pesar de haber sido dos momentos inversamente proporcionales, las alternativas estaban definidas en forma de referéndum: más PRI o un cambio hacia el PAN en el año 2000, y más PAN o ir hacia un gobierno de izquierda en 2006. En la campaña de 2012 domina el tono de la moderación, nadie arriesga nada. Las propuestas se pierden en el mar de la mediatización.

Ahora, lo que está más definido es un posible regreso del PRI con su candidato puntero y las alternativas de más de lo mismo con el PAN o ir a una opción de izquierda se mantienen de manera difusa. En posible que en esta definición se encuentre la razón principal de clima que se respira hoy en esta campaña. Si la opción más fuerte es el regreso del PRI al poder resulta una opción muy poco atractiva en términos de cambio. Incluso más allá de perfil del candidato y de la envolvente atmósfera mediática en la que se desenvuelve, con todo y su historia de amor estilo telenovela, predomina un aire de regreso, una nostalgia por el pasado. Cuando la experiencia de alternancia ha resultado catastrófica, sobre todo por las más de 50 mil muertes, una violencia incontenible y una inseguridad abrumadora, una salida es pensar que regresen los que se fueron porque así volverá la calma y la tranquilidad. Es el razonamiento de una sociedad que se siente impotente ante una autoridad que es incapaz de protegerla.

Si la experiencia de la alternancia resultó en un Estado que se ha desordenado y en una democracia muy insatisfactoria, el razonamiento puede ser que regrese el orden, a pesar de los excesos y el mal gobierno. En esta opción se puede poner a prueba el grado de aguante de una sociedad frente a un sistema democrático que no se ha logrado consolidar y está plagado de huecos, excepciones y expresiones contradictorias.

El país tiene enormes déficits que tendrían que ser el temario básico de la campaña electoral en una ronda amplia de debates entre los candidatos, pero el modelo es completamente restrictivo. Sólo habrá dos debates entre los candidatos a la Presidencia, y lo más probable es que sean completamente limitados, todo lo cual favorece al puntero.

La contradicción de este modelo de campaña es que lo importante y los contenidos sustantivos quedan completamente relegados. Sólo en dos momentos podremos ver los candidatos tratar los graves problemas del país: como la impartición de justicia y la terrible impunidad; la regresiva distribución de la riqueza y la pobreza estructural; la débil fiscalidad del Estado; la inseguridad sistémica y la captura institucional del crimen; el modelo de desarrollo orientado básicamente a la exportación y la debilidad del mercado interno; la corrupción omnipresente, la falta de rendición de cuentas y la endeble transparencia; los monopolios empresariales y la captura de lo público; un régimen político ineficiente y los débiles mecanismos para generar mayorías; la nula democracia participativa y el desencanto ciudadano, entre otras problemáticas.

Tal vez por todas estas razones la actual campaña no despierte mucho interés, pero sobre todo, porque con este modelo donde domina el spot tampoco hay muchas posibilidades de cambiar las preferencias que se perfilan hoy en las encuestas.

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