Pedro Echeverría V.
1. Se acaba de votar el fin de la huelga de los trabajadores de la Universidad de Yucatán después de 25 días y noches (del 16 de enero al 9 de febrero) de hacer guardias unos mil administrativos, manuales y técnicos. ¿Qué ganaron en salarios y prestaciones?, pues aproximadamente cinco o seis pesos diarios cuando de entrada sólo les ofrecían (como tope salarial) tres pesos. Pero siempre ha sido muy tonto o muy necio medir el triunfo de una huelga por los dineros obtenidos olvidando que entre dos semanas con el alza de los precios de los artículos se convierten en nada. Por ello los trabajadores suelen decir que no son buenas las huelgas porque después de sacrificios la miseria de aumentos que se logra pronto desaparece con la carestía.

2. La realidad es que las huelgas, manifestaciones, bloqueos, sirven para un carajo si no logran despertar la conciencia de lucha de los trabajadores, la unidad y mayor amistad entre ellos, sino ayudan a desarrollar experiencias y eso que llamamos solidaridad con nuestros compañeros y otros trabajadores. Si al final de la huelga no se tiene conciencia de más huelgas y movimientos en defensa de nuestros derechos y de los demás, entonces aunque haya logrado mucho más dinero y prestaciones, la perspectiva de igualdad quedará derrotada. Debe saberse que el 99 por ciento de los huelguistas nunca habían visto huelga alguna y menos habían participado en una acción de este tipo. Es una enorme ganancia si se salió con unidad y preparado para otra.

3. Para Yucatán –donde no se mueven inquietudes de rebeldía y protesta- una huelga de 25 días, la realización de tres nutridas manifestaciones, la asistencia unánime a las asambleas del sindicato, la disciplina en la asistencia de las tres guardias, es una real victoria. En este estado del sureste –donde el dominio del PRI y el PAN es absoluto; en el que no se manifiestan corrientes político-ideológicas de pensamiento, no se podía pedir que (una conciencia que está en cero) de la noche a la mañana se manifieste con críticas a la política gubernamental y universitaria o que exija el esclarecimiento de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, de los campesinos de Tlatlaya o que exija el fin del desempleo y la corrupción.

4. La realidad es que –con excepción de unos 15 (quince) dignos profesores- los más de 800 de la UADY, brillaron por su ausencia; algunos firmaron documentos de apoyo al movimiento, pero dado que su sindicato (APAUADY) mantuvo una posición silenciosa y vergonzante, prefirieron gozar como asueto los 25 días de huelga. Incluso no respondieron a la denuncia de rectoría cuando ésta dijo que un buen número de ellos ganaban alrededor de 60 mil pesos al mes. Obvio: ¿Cómo arriesgar una chamba sin muchos compromisos y de los mejor pagados del sureste? Incluso las organizaciones oficiales y serviles de estudiantes apoyaron a los estudiantes de sedes alternas que tomaron clases. De 23 mil estudiantes sólo reunimos a mil apoyadores de la huelga.

5. Concluida la huelga de los 25 días, lo más urgente es citar a una asamblea para hacer un análisis crítico, sindical y político, de lo sucedido en esos días y extraer de ella más conocimientos y experiencias para futuras batallas. ¿Puede olvidarse que mientras las autoridades cuentan con el presupuesto, la autoridad para mandar, el control de personal, los reglamentos para castigar, los apoyos del gobierno, por otro lado los trabajadores sólo cuentan con la unidad si la logran y el espíritu de lucha para defender sus derechos? En esa asamblea se debe organizar un programa de capacitación sindical y política que permita que los delegados y representantes estén cada vez más preparados y con la obligación de hacer asambleas por escuela y Facultad.
6. ¿No es necesario acaso que un sindicato de trabajadores obtenga claridad acerca de lo que sucede en el país, de las causas del crecimiento de la delincuencia, del proceso de privatización impuesto por gobierno y empresarios, del papel manipulador de los medios de información, del funcionamiento de la educación y de las universidades? ¿No debe saber de la historia de las luchas obreras, campesinas, estudiantiles, de los empleados y el papel que han jugado en propio beneficio los partidos políticos? Por ello se ha propuesto la organización de conferencias y mesas redondas que ayuden a dar conocimientos y desarrollar la conciencia de clase. ¿Puede acaso silenciárseles el significado de ser solidario con todas las demás luchas de los trabajadores?

7. La dirigente Sofía Ayil y su directiva, así como los trabajadores de las guardias sólo deben recibir felicitaciones por su comportamiento, sino un aplauso. Parece que la huelga no podía durar más porque en Yucatán no se tienen experiencia en luchas sociales y en las últimas décadas –a partir de la imposición del llamado “tope salarial” muy pocas huelgas han estallado en el país. Pero tampoco hay que engolosinarse por la huelga porque la prueba de que sirvió de algo la vamos a conocer en las futuras asambleas y todo el comportamiento unitario. Me dio gusto de que algunos profesores del Centro de Investigaciones Sociales, de Ciencias Antropológicas y de Arquitectura (centros en los que laboré varios años) hayan estado –aunque pocos- apoyando la huelga. (9/II/15)

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