6/14/2015

¿Quién aterroriza a las clases mayoritarias ?

Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1
En un correo electrónico que me fue enviado a mi computadora, se me hace la pregunta siguiente: “¿Hasta cuándo la sociedad vivirá aterrorizada por el vandalismo de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE)?”. Así termina una larga argumentación para demostrar que ésta es comparable a una organización terrorista que incurre en delincuencia organizada. El autor da por sentado que han cometido faltas muy graves a las leyes y códigos penales y cita los artículos violados, en perjuicio de la sociedad.
Parte de la premisa de que los maestros deben aceptar la reforma educativa porque fue aprobada por el Congreso, que la CNTE sólo busca apuntalar intereses gremiales, no lucha por mejorar el sistema educativo. Obviamente esto es falso, su movimiento es porque la tal reforma no abordó ni uno solo de los grandes problemas que agobian a la educación en México y que han contribuido al retroceso del país en este renglón, al extremo de que ocupa el último sitio entre los miembros de la OCDE con las peores cifras en esta materia fundamental para el desarrollo.
A este respecto cabe citar al vicepresidente del consejo de administración y director general de BBVA Bancomer, Vicente Rodero, quien aceptó el pasado martes que México tiene “problemas de cohesión social” por el disparejo crecimiento regional, lo que atribuyó principalmente, a “rezagos de inversiones e infraestructuras, pero también por menores niveles de desarrollo educativo que limitan el crecimiento del país y pueden ser fuentes de problemas de cohesión social”.
Las protestas de la CNTE no son un capricho de sus dirigentes, sino una exigencia de sus bases ante la burla que significó la mal llamada reforma educativa, burla que se ratificó con el oportunismo del secretario Emilio Chuayffet, quien días antes de los comicios afirmó que se “posponía indefinidamente” la evaluación magisterial, pero apenas finalizó la jornada electoral dijo que por razones de “simple prudencia” había dicho tal planteamiento. De ahí que especialistas en la materia hayan coincidido en que “la reforma educativa perdió toda legitimidad; ¿quién va a poder creer ahora que efectivamente se va a privilegiar la educación sobre la agenda política?”
Las protestas de la CNTE son la consecuencia de una estrategia orientada a favorecer esquemas educativos globales y privatizadores, ajenos a los grandes intereses nacionales. Si al grupo en el poder, a la élite oligárquica, le interesara realmente el futuro de la educación en nuestro país, habría convocado a los especialistas y expertos en la materia, a las universidades y centros de investigación docente realmente conocedores de la profunda problemática del sector, maniatado, aniquilado y enajenado por la enorme corrupción del sindicalismo oficial y por el desprecio y minusvalía del quehacer magisterial.
Así que podemos responder la pregunta que se nos hace y que citamos al principio, de la siguiente manera: la sociedad no vive aterrorizada por el “vandalismo de la CNTE”, sino por un Estado cuyas políticas públicas son verdaderos actos terroristas, pues han provocado gravísimos problemas al país y particularmente a las clases mayoritarias, las cuales en treinta años han perdido el 80 por ciento de su poder adquisitivo, causa principal de que la inflación se encuentre ahora en su nivel más bajo, menos de 3 puntos.
Si no hubiera una grave causa, la pérdida de rumbo de una educación pública que favorezca el desarrollo nacional, no habría las justas protestas magisteriales, que no han subido de intensidad porque en realidad el pueblo de México detesta la violencia. Quienes quisieran que los miembros de la CNTE fueran reprimidos y llevados en masa a prisión, olvidan por completo, o no lo saben, que todo efecto tiene una causa. Con la supuesta reforma educativa, que en realidad no es más que una miscelánea legaloide orientada a controlar aún más a los maestros del sector público, lo único que se habrá de conseguir, de seguir aferrado el gobierno federal a imponerla, es liquidar no sólo al gremio magisterial, sino a la educación pública con una visión progresista y democrática.
Es preciso reiterar que las famosas reformas estructurales, son la ofensiva final de la tecnocracia, movida por intereses trasnacionales, contra la soberanía nacional y la democratización del sistema político. Son la materialización del proyecto entreguista de la derecha que se arrastra desde el siglo diecinueve.

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