6/17/2015

Morena y el riesgoso “fastidio popular”


Es un hecho incuestionable que México camina en reversa, no sólo por el conservadurismo reaccionario de la oligarquía, sino por la necedad de la clase política en el poder en no escuchar ni ver al pueblo, bajo la falsa creencia de que el sistema no tiene fallas irreparables que no se puedan solucionar con dinero y demagogia. Suponen que todo está bajo control, y que el PRI seguirá siendo la primera fuerza política nacional, como lo demostró el reciente proceso electoral. ¿Acaso no es felicitado Enrique Peña Nieto en los foros internacionales en los que participa para dar su versión del exitoso programa de reformas estructurales?
Se engañan solos, los miembros de la cúpula en el poder, porque la realidad es muy diferente. Si bien es cierto que funcionó como siempre la “operación compra de votos”, ahora de manera por demás escandalosa con la entrega a millones de hogares pobres de pantallas de televisión digital, la verdad es que así como está el país el futuro cercano se vislumbra negro, y en vez de elecciones en el 2018 puede presentarse un escenario inédito que dificulte sobremanera llevarlas a cabo. Sería el peor de los casos, desde luego, porque nadie saldría ganando en México, ni siquiera la élite oligárquica.
El “gobierno” de Enrique Peña Nieto se nota sólo por sus actos antidemocráticos, por una excesiva demagogia que lo aleja todavía más de las clases mayoritarias, y por un entreguismo a intereses trasnacionales sin parangón en América Latina. En poco más de dos años su desgaste es manifiesto y parece irreversible. Sin duda lo será en la medida que persista en olvidar que tiene también compromisos elementales con la sociedad mayoritaria, como así es en los hechos. De ahí que tenga razón la Arquidiócesis Primada de México (APM), al afirmar en su semanario Desde la Fe, que hay “fastidio popular” por todo lo que está ocurriendo en el país, y así quedó de manifiesto en los pasados comicios.
En efecto, como señala el organismo eclesial en su órgano oficial: “La ciudadanía merece más que un sistema de partidos políticos, pues manifestó su voluntad para cambiar las cosas antes de que sea demasiado tarde”. Así se va a corroborar dentro de tres años, cuando a la burocracia dorada no le alcancen tiempo y recursos para doblegar a las clases mayoritarias, que exigirán un cambio verdadero al rumbo que ha seguido la nación desde hace poco más de tres décadas. Para entonces, las contradicciones nacionales habrán rebasado con mucho al desgobierno de Peña Nieto, sobre todo si se empeña en poner en marcha el proceso antidemocrático y entreguista que le exigen los grandes intereses trasnacionales.
Entonces será el momento para que la izquierda verdadera asuma su responsabilidad de liderar las reivindicaciones que reclaman las clases mayoritarias, no con una perspectiva partidista ni coyuntural, sino ciudadana y progresista. Será la oportunidad para que “esta fuerza política emergente, que se lleva la mayoría de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal e importantes delegaciones, lleve a cabo un cambio para terminar con los males que padece la ciudad de México”.  (Sin mencionar al Movimiento Regeneración Nacional (Morena), es obvio que se está refiriendo a esta organización.) Tal compromiso tendrá que ser extensivo a todo el país, porque es la nación en su conjunto la que camina por un rumbo equivocado, guiada por una camarilla irresponsable que sólo piensa y actúa en razón del único objetivo concreto que tiene: acrecentar sus mezquinos intereses y apuntalar sus privilegios.
No hay duda que Morena está llamado a ser el movimiento reivindicatorio que salve a la nación de una conflagración apocalíptica. Si no lo entiende así la oligarquía e intenta ponerle todo tipo de obstáculos, el futuro inmediato de los mexicanos se verá teñido de sangre. Esto lo ve con mucha claridad la APM al señalar que hay “fastidio popular” por la forma en que la clase política en el poder lleva las riendas del sistema. El riesgo es que ese fastidio, que ahora se manifestó con más de un millón de votos nulos, tome otro cariz antes de los comicios del 2018. La única posibilidad de evitarlo es no poniéndole más obstáculos a la izquierda verdadera, la única capaz de guiar al pueblo por la senda del progreso y la paz social.

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