Autor: Roberto E Galindo Domínguez *
Dos emisarios de la Tribu Yaqui
recorrieron una parte del Noroeste de nuestro territorio bajo el mandato
de su autoridad tradicional, y durante mayo pasado difundieron en
diversas ciudades y comunidades el mensaje de la lucha existencial
yaqui. En una de las reuniones informativas en las que participaron,
pude conversar con Lauro Baumea Mora y Librado Valenzuela (exgobernador
de la Tribu Yaqui y ahora consejero de la autoridad de la misma). Dos
yaquis en lucha por la defensa de su territorio y de la que hasta hace
poco era su agua. Escuché su mensaje, del que me parece
importante reproducir algunos segmentos que retratan el sufrimiento de
un pueblo eternamente acosado y el escenario adverso en el que viven,
mismo que ya se cierne sobre todos los mexicanos en la batalla por el
agua.
Lauro Baumea habló de la adversa
situación de sobrevivencia que los yaquis han enfrentado desde hace
mucho tiempo: “Venimos con el objetivo de difundir nuestra lucha, de
hacer lazos para hacer frentes comunes y preservar nuestros recursos
naturales que son agua, tierra, territorio y tener los suficientes
recursos para no emigrar a otros lugares, donde no sabemos con qué nos
vamos a enfrentar […]. Nuestra lucha tiene desde 2010, vamos para 6 años
[…]. Ahora la autoridad nos comisionó a mí y a mi compañero Librado
[…]; nos encomendó venir con ustedes a exponerles nuestra situación.
Nosotros históricamente siempre hemos estado en pie de lucha. Siempre
hemos vivido guerras existenciales, en donde han buscado exterminarnos
como tribu. Hemos vivido deportaciones, donde nos capturaban. Alrededor
de 1900, cuando estaba Porfirio Díaz, se llevaban a nuestras familias a
Yucatán, como esclavos, a trabajar el henequén. México por primera vez
utilizó su Fuerza Aérea contra nosotros para exterminarnos, para
quitarnos el territorio. También llegó al grado de ofrecer recompensas
por nosotros, nos quitaban las orejas o las manos y con eso ellos [los
que los cazaban] demostraban que mataban a un yaqui, y pedían una
recompensa por cada mano o cada oreja que llevaban. Hemos vivido tiempos
difíciles, hemos buscado sobrevivir, hemos buscado que nuestra raza sea
luchadora y proteger nuestros bienes naturales”.
Y con referencia al robo del agua que les
han hecho, y cómo eso les ha afectado económica y culturalmente,
comentó que: “Nosotros antes, cuando nuestro río, el Río Yaqui, que
lleva nuestro nombre, no tenía presas, teníamos una superficie agrícola
de más de 80 mil hectáreas. Nos hicieron presas aguas arriba y nos
dotaron de derechos para que siguiéramos conservando esa superficie
agrícola, pero desgraciadamente ya el agua la controlan ellos [el
gobierno], y nos dan el agua que quieren. Entonces esas 80 mil hectáreas
se redujeron a poco más de 18 mil hectáreas. Aunado a eso, el río nos
lo secaron […]; ese río es muy importante para nosotros, porque ese río
también nos da cultura […]; ese río que convida nos da los materiales
para hacer nuestras casas. El carrizo es uno de los principales
materiales, pero el carrizo necesita grandes cantidades de agua para
poder crecer, con el carrizo hacemos nuestras ramadas, donde bailamos
nuestras danzas sagradas, la danza del venado. De ahí sacamos los
murillos con los que formamos la estructura de la ramada y de ahí salen
también las máscaras de pascola, de la raíz del álamo. El álamo
solamente se da en el río. El baño de San Juan se realiza en el río, un
río seco; se supone que es un bautismo, ahora tenemos que buscar la
forma de echarle una pipada a un bajío, para que nuestra
costumbre se siga preservando, culturalmente ahí nos han dado. En lo
económico sin duda, en lo pesquero también. El que el mar ya no tenga
esa intrusión de agua dulce, que en el mar no haya esa mezcla de agua
dulce y salada ha hecho que peces, como el mero, desaparecieran o que la
extracción del camarón disminuyera: antes se levantaban 300 toneladas
por temporada, ahora son menos de 100 toneladas. Antes, ahí, a orillas
del río, teníamos nuestras vacas, nuestras chivas, ya no se puede tener
tanto ganado, ya es limitado el recurso. Entonces nuestra lucha es una
lucha existencial. Una lucha que podría ser un antecedente para las
futuras empresas que quieran apoderarse de los recursos. Si nosotros nos
doblegamos y entregamos nuestra agua, ellos van a ver que sí se puede
apropiarse de recursos en otros lugares, y lo van a hacer, pues a ellos
no les interesa la situación del pueblo, de los indígenas, nuestra
cultura, nuestro patrimonio; a ellos les interesa su bolsillo solamente.
Es por ello que nosotros estamos aquí, en solidaridad, buscando
alianzas, para formar frentes comunes y luchar por preservar nuestra
vida. Que su lucha sea nuestra lucha y que la lucha nuestra sea de
ustedes…”. Al final del discurso de Baumea, Librado, como gobernador
vasallo consejero de la autoridad yaqui, nos agradeció en su lengua a
los presentes.
Después de más de 1 lustro, continúa su
lucha contra la construcción e imposición del Acueducto Independencia en
Sonora, obra cuestionable legal y moralmente desde su planeación, misma
que implica la negación del acceso al agua a través del Río Yaqui a la
tribu del mismo nombre, los yaquis, casi exterminados a finales del
siglo antepasado y principios del anterior. Mexicanos asediados y
vilipendiados históricamente por diferentes gobiernos, incluidas las
últimas administraciones federales y sin duda la actual, que ahora los
intenta exterminar quitándoles el acceso al agua y secando su sagrado
Río Yaqui, fuente de vida y medio de preservación de su cultura, ellos,
los yaquis, siguen haciendo lo que han aprendido a hacer desde sus
orígenes, sobrevivir batalla tras batalla, las más cruentas contra su
propio gobierno. Ellos siguen librando una lucha existencial, ahora por
el agua.
Como en casi todo proceso de apropiación
de recursos naturales que lleva a cabo el gobierno mexicano, el
trasfondo y las cuestiones legales de la materia implicada –en este caso
el agua del Río Yaqui– son soterradas y difusas. De acuerdo con los
yaquis, los derechos de agua adquiridos en este caso están aún en
litigio, la obra no cuenta con el manifiesto de impacto ambiental (MIA),
y todo lo relacionado aún está sujeto a proceso de consulta de su
pueblo. Sí, de su pueblo, de la Tribu Yaqui, ya que ellos, como
habitantes de las inmediaciones del Río Yaqui, y ancestrales pobladores
de Sonora, son en primera y última instancia los dueños y preservadores
del medio ambiente y sus recursos naturales.
Desde su puesta en funcionamiento, el
Acueducto Independencia ha trasvasado 70 millones de metros cúbicos de
agua, lo que debe ser considerado un robo a la Tribu Yaqui. Un atraco
que, con la desecación del Río no solamente afecta la ganadería,
agricultura y pesca, principales actividades económicas de las que
dependen para vivir los yaquis. Además, estrangula y condena al
exterminio sus tradiciones, que dependen en gran medida de la fuente de
vida y sabiduría que a través del tiempo les ha convidado el Río Yaqui.
Incluso algunos estudios y peritajes
llevados a cabo por especialistas del Instituto Nacional de Antropología
e Historia (INAH) arrojan que: “el Acueducto ocasiona efectos y daños
irreparables a la población, en la vida social, en la vida económica y
en el aspecto cultural y ambiental. Por lo tanto el Acueducto debe ser
cancelado de inmediato en su operación, en acato a la sentencia
aclaratoria, que a la propia petición de la Secretaría del Medio
Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua
(Conagua) sentenció la Suprema Corte de Justicia de la Nación” (www.namakasia.org.mx/es/).
Por lo anterior, los yaquis consideran que la permanencia y operación
del Acueducto y el estancamiento y alargamiento del conflicto por el
vital líquido son consecuencia de la actitud contemplativa del Poder
Judicial, el consentimiento de la Conagua y la Semarnat y, sobre todo,
debido a la impunidad que impera en torno a los intereses de las
inversiones privadas, que apuntan hacia el despojo de los recursos
naturales de los pueblos originarios en múltiples rubros, de lo que es
cómplice y protector el gobierno federal.
La batalla que desde hace más de 5 años
libra la Tribu Yaqui por el acceso al agua se ve hoy en día recrudecida
en su contra con la Ley General de Aguas que el gobierno federal
pretende ejecutar en todo el país, mediante la cual se limitará el
consumo del vital líquido a cada mexicano y se facilitará a las empresas
nacionales y trasnacionales el manejo de la infraestructura hidráulica,
que a todos como mexicanos nos ha costado erigir y poner a funcionar a
través de los años. Con lo que el costo de acceso a menos agua se verá
incrementado. Es así que hoy la lucha de la Tribu Yaqui por el acceso al
agua es una gesta heroica que debemos abrazar y acompañar todos los
mexicanos, porque sin duda el conflicto por el vital líquido, tarde o temprano, llegará a nuestro grifo de agua.
Es el marco de esta ofensiva
gubernamental contra los derechos humanos de los mexicanos –pues el
derecho al acceso al agua es fundamental para la vida– y toda la
maquinaria del poder privatizador que el gobierno en sus diferentes
niveles está instrumentando a favor de las grandes compañías nacionales y
trasnacionales, coartando con ello los derechos fundamentales de los
mexicanos, ya sean sociales, económicos, ambientales y/o políticos. En
momentos en que gran parte del país está a la venta o ya ha sido cedido
en concesiones de diversa índole para la explotación de nuestros
recursos naturales, es cuando se está librando la lucha existencial
yaqui, misma que si no retomamos todos y ayudamos a ganar, se convertirá
en una batalla perdida y en nuestro fin. El asedio gubernamental contra
los yaquis no solamente se ha llevado a cabo en la limitación del
acceso al agua: ha alcanzado niveles de agresión elevados, ejercidos
mediante la intimidación, persecución, agresión y criminalización de la
protesta social, que hace 9 meses llevó a las autoridades a encarcelar a
Fernando Jiménez Gutiérrez, miembro de la Milicia Tradicional Yaqui; a
Mario Luna Romero, secretario y vocero del pueblo de Vícam, Sonora.
Presos políticos y de conciencia que el régimen actual ha generado y que
debe liberar sin mayor contemplación.
La Caravana Nacional por el Agua, el
Territorio, el Trabajo y la Vida, a la que la Tribu Yaqui convocó, y en
la cual participaron más de 250 organizaciones, cubriendo cinco rutas
recorridas por miles de mexicanos, que partieron de Chiapas, Oaxaca,
Coahuila, Chihuahua, y desde territorio yaqui en Vícam, Sonora, recorrió
27 estados de la República, pasando por 77 localidades. Y es que los
yaquis mandaron emisarios a diferentes puntos del país para informar a
la gente de su lucha existencial y formar alianzas con aquellas
organizaciones, comunidades y grupos que están luchando por sus derechos
fundamentales y en contra de la economía del despojo y la
criminalización de la protesta social. Caravana que llegó a la Ciudad de
México el 22 de mayo pasado, y cuya masiva movilización evidenció que
el gobierno desprotege a sus “gobernados” para privilegiar intereses
económicos de particulares nacionales y extranjeros, y que con ello
falta a su responsabilidad de velar por sus ciudadanos y la población en
general. Pero además de lo evidente, la Caravana demostró que en México
ya se vive una enorme crisis por el acceso al agua y el territorio. Lo
que no solamente pone en riesgo la existencia de pueblos originarios
como el Yaqui, sino la existencia de millones de mexicanos del campo y
la ciudad. Al poner de manifiesto que se debe articular un proceso
nacional en torno a la defensa del agua, en el que se gesten amparos
colectivos contra la iniciativa de la Ley General de Aguas, impulsando
así una política emanada del pueblo para la reapropiación del agua, en
una lucha existencial que para el pueblo yaqui ha sido el batallar del
día a día desde sus orígenes y que para otros hoy ya es una realidad.
Roberto E Galindo Domínguez*
*Maestro en ciencias en exploración y
geofísica marina, licenciado en arqueología especializado en contextos
sumergidos y buzo profesional; licenciado en letras hispánicas,
licenciado en diseño gráfico. Integrante de la Red de Talleres de
Crónica A Ustedes les Consta
[OPINIÓN]
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