Adital
Por Renzo D’Alessandro
La tanatocrecia
refiere en ciencias ecológicas a una forma de interacción biológica: "el
aprovechamiento que realiza una especie de restos, esqueletos o cadáveres de
otra especie con el fin de protegerse o de servirse de ellos como
herramientas”. En política, esta especie aprovechadora de los cadáveres es el
sistema de partidos electorales.
Foto: TelesurTV
Lo que sucedió el pasado 7 de junio es que los ciudadanos refrendaron su servidumbre voluntaria para otra etapa que no sabemos hasta cuándo terminará. La especie tanatocrética está satisfecha, quizá por eso todos los partidos políticos se asumieron como ganadores. En la repartinga simuladora del INE el PRI-PAN –a pesar de todo su fascismo–siguen siendo mayoría legislativa, el PVEM mostró cómo, con todo y las violaciones electorales aumentaron sus votos y sigue presto a cotizarse al mejor postor, el PANAL y Movimiento Ciudadano mejoraron sus acciones, MORENA y secuaces se posicionaron en el DF y el PRD no se terminó de desfondar como bien lo hubiera merecido. Vaya coincidencia: todos ganaron. La fórmula mágica de mantener a un electorado difuso y aturdido funciona porque depositaron nuevamente su refrendo en esta pifia de sistema electoral. Pero entonces cabe preguntarse: ¿quién perdió?
Los únicos que
perdieron fuimos los ciudadanos, con el voto les dimos la legitimidad política para
acabar de aprovecharse de nosotros y nuestros muertos, les dijimos que tienen
nuestro permiso para finalizar su magna obra: el desmantelamiento a gajos de un
país. Perdimos todos, porque nuestros derechos laborales, salariales, sociales,
culturales, ecológicos están en detrimento. Perdimos porque nuestra seguridad,
libertad de expresión y cultura seguirán siendo veladas por el sistema de poder
que nos menosprecia y que sostienen los partidos en favor de ellos mismos y sus
camarillas de parásitos históricos. En concreto, tendremos más de la misma
medicina que nos vienen dando, pero esta vez vendrá en dosis más letales.
La situación
seguirá agudizándose en todo el país pero con diferentes matices: En Guerrero,
Michoacán, Oaxaca y Chiapas seguirá el modelo de seguridad integral probado con
éxito en Colombia y que tantos buenos dividendos ha dado al Estado. Un modelo
de control del territorio en donde toda la población es sujeta a escrutinio.
Donde la desaparición, la tortura y la masacre son un método de escarnio y
demostración del poder. Un modelo en donde se diluyen los poderes regionales y
se impone a virreyes, gobernadores interinos, o peleles "a modo” para fungir
como representantes de un gobierno estatal totalmente vulnerado por el
ejecutivo federal. Pero lo que distingue mejor a este modelo es su capacidad de
fragmentar y agredir a las luchas populares con un paramilitarismo disfrazado
de crimen organizado, un modelo donde la guerra está reservada para aquellos
que se atrevan a defender sus autonomías.
En esta ruleta, los
ciudadanos de las grandes ciudades del centro, bajío y norte del país también pierden.
Eso sí, seguirán teniendo garantizados sus medios de entretenimiento, pero no su
capacidad de movilidad social; aumentarán los costos de la gasolina, el gas, la
luz, el agua, el transporte; se precarizarán las condiciones de educación y las
laborales; las cargas fiscales también arreciarán; los precios de los alimentos
provenientes de un sistema alimentario industrial y transgénico incrementarán
mientras seguirá en descenso la calidad de vida de los campesinos que los
producen. El modelo de penetración corporativo-privado seguirá profundizando en
aquellos sectores que el estado debe regular. La ciudadanía perpleja se niega a
entender que si su derecho a exigir lo que se pierde se basa en una democracia que
se construye desde abajo, desde el barrio, la asamblea y las colonias.
En este modelo de tanatocrecia
electoral, la democracia se resume a electores que tienen tres años para refrendar
un pacto social desgastado y manipulado de antemano. Se podría esperar que se
incrementen las candidaturas "independientes”, pantomima de una anhelada apertura
ciudadana que no deja de ser mesiánica y caudillista.
Pero lo que nos
espera después de este refrendo no es otra cosa que la represión. Este modelo de
poder no sirve si no mantiene agachaditos a los ciudadanos, más aún a los que todavía
piensan y perciben la complejidad de la "mexican matrix”:
Seguirán los
periodistas amenazados, encarcelados y asesinados; seguirán los medios libres en
su batalla por romper los cercos de información y por evitar ser cooptados ante
el gran espectro de las telecomunicaciones; seguirán los defensores y
defensoras de los derechos humanos en manos de un totalitarismo que se permite
incluso torturarlos; seguirá la impunidad y la injusticia desde quienes crean
leyes a su conveniencia; seguirán los feminicidios y las cárceles llenas de
nestoras, también la criminalización de las comunidades indígenas que defienden
sus territorios y cultura, la persecución y usura hacia los niños, mujeres y
hombres que migran dentro de la trampa que es México. Podemos asegurar que las
normales, las zonas rurales, los ranchos y las carreteras continuarán
ofrendando cadáveres para sus fosas. Y todo ello sin que nadie asuma la
responsabilidad de al menos explicárnoslo. Seguiremos viendo con pavor y asco a
la policía municipal, a la federal, al ejército y a la nueva gendarmería, esta
última creada para obedecer a un consejo privado de corporaciones…
Seguirá el método
de terror porque se sirven de él para continuar succionándonos.
renzo.dalessandro@gmail.com
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