6/18/2015

Estrategias contra VIH manejan discurso de género sin aplicarlo

 Políticas públicas no toman en cuenta prácticas culturales


Las diferencias de género entre mujeres y hombres –que actúan como normas sociales– a la par que moldean las prácticas sexuales con consecuencias directas en el riesgo de adquirir VIH, otras infecciones de transmisión sexual (ITS), y tener embarazos no deseados, afectan también la manera en que se vive con el virus una vez adquirido.

 
Esa es la tesis central del libro “Vivir con VIH en México. Experiencias de mujeres y hombres desde un enfoque de género”, que es resultado de una investigación de las doctoras e investigadoras Cristina Herrera, Tamil Kendall y Lourdes Campero.
 
Publicado por El Colegio de México (Colmex), el libro recoge testimonios de mujeres y hombres con VIH que viven en Guerrero, Morelos y Distrito Federal, y subraya que mientras las políticas de prevención, atención y tratamiento del virus no se construyan desde una visión de género, no serán efectivas a largo plazo y tampoco garantizarán el respeto de los Derechos Humanos (DH).
 
Durante la presentación de la publicación –ayer en El Colmex–, Cristina Herrera explicó que muchos de los testimonios fueron recogidos hace algunos años, por lo que algunas de las problemáticas han recibido respuestas, por ejemplo el hecho de que las mujeres embarazadas ahora tienen más acceso a información sobre la prevención perinatal, a tratamientos antirretrovirales y a pruebas de detección rápida de VIH.
 
Sin embargo se mantienen vigentes problemas como el estigma y la discriminación que enfrentan las personas que viven con el virus, la falta de activación de estrategias que existen a nivel nacional y que no son accionadas a nivel local.
 
Para la especialista si bien es cierto que se ha comenzado a visibilizar a las mujeres con VIH, aún son una población que enfrenta severos obstáculos. Puso como ejemplo que ellas siguen teniendo poca capacidad de negociación sexual y en el uso del condón, sobre todo las de escasos recursos.  
 
Herrera abundó que aunque algunas de las estrategias tienen incluido el discurso de género, esta perspectiva no se lleva en la práctica; enfatizó que se tiende a entender el género “como salud de la mujer”.
 
Pero en este contexto, el género se debe pensar “como los sufrimientos y las vulnerabilidades distintas de las personas a partir de imágenes, normas y roles de género que la gente reproduce en su vida intima, sexual y en su vida pública; así como la forma en que estas concepciones están limitando la posibilidad de tener una vida digna y respetando los derechos sexuales y reproductivos, y en primer lugar la dignidad”.
 
Lourdes Campero, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), agregó que si bien las personas se rigen por comportamientos racionales, también manejan sus prácticas sexuales desde el cuerpo, las emociones, el impulso y en el caso de las mujeres desde el concepto del “amor romántico”, elementos en los que intervienen visiones culturales y sociales sobre los roles de género.
 
En el caso de las mujeres –acotó– es muy común no proponer el uso del condón porque “no está dentro de las normas de género que la sexualidad femenina sea activa, planeada y deseada de antemano, y por lo tanto eso implica que no va preparada para una relación sexual”.
 
Desde ese postura explicó que las estrategias desarrolladas en México para prevenir el VIH apuestan al cambio individual de comportamientos asumiendo que las personas cuidan su propia salud y utilizan racionalmente la información recibida, y que se relacionan entre sí de manera coherente con identidades sexuales claras y basadas en la naturaleza, es decir de forma únicamente homosexual o heterosexual, lo que no sucede generalmente.
 
Expuso que si bien existe una responsabilidad individual en el desarrollo de relaciones sexuales seguras, también las personas están inmersas en culturas y valores, que en muchos sectores de la población determinan las acciones que se realizan, por lo que las políticas públicas no deben apelar únicamente a la responsabilidad del individuo en la prevención, y comprender esos contextos sociales y culturales.  
  


Por: Anaiz Zamora Márquez
Cimacnoticias | México, DF.- 

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