José Antonio Crespo
Ciudadanos inconformes sólo buscan que el sistema de partidos responda mejor a sus necesidades e intereses, que combata corrupción, abusos E impunidades
Que Germán Martínez Cázares haya sido un importante dirigente del PAN sugiere que su posición respecto del voto nulo refleja la postura de la partidocracia, no sólo ante los anulistas, sino a los ciudadanos en general. Explica 10 razones para no anular su voto (Reforma, 27/Mayo). Veamos algunas:
a) El voto nulo prepara el terreno a la anarquía y la rebelión. En 2009, siendo secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont dijo a varios académicos —al anunciar la iniciativa del Ejecutivo de una reforma política—, que había que tomar en cuenta el mensaje de los anulistas, emitido legalmente, pues de desatenderlo podrían surgir grupos tentados a recurrir a vías no institucionales. Hoy hay grupos empeñados en impedir ilegalmente los comicios. No es el voto nulo el responsable de ello; son los radicalismos, la extorsión política y los malos gobiernos, en combinación.
b) La presión de los anulistas no sirve, sino la vigilancia de los ciudadanos sobre sus representantes. La pregunta es con qué mecanismos, si los actuales no son eficaces. La reelección legislativa podrá servir, pero fue desvirtuada en parte. No hay revocación de mandato, hay partidas secretas legislativas, sigue la impunidad de la clase política. Se trata justo de presionar para que los partidos acepten mecanismos de vigilancia y control ciudadano más eficaces.
c) El voto nulo favorece las maquinarias de los partidos. Si y sólo si todos los anulistas votaran por los partidos con menos maquinarias. No es el caso; provienen en su mayoría de los partidos más grandes en una jerarquía semejante a la del cuerpo de votantes. De votar, no habría gran diferencia en los resultados.
d) Quienes están inconformes con los partidos actuales debieran hacer el suyo propio. Hay muchos ciudadanos inconformes que no son ni quieren ser políticos profesionales. Sólo buscan que el sistema de partidos responda mejor a las necesidades e intereses ciudadanos, que combata más eficazmente la corrupción y limite abusos e impunidades. Eso exige un cambio sistémico (más que un partido nuevo), mismo que los partidos se resisten a aceptar.
e) El voto nulo es un “cheque en blanco” a los partidos. Me parece que es a la inversa; el voto partidista otorga permiso para que éstos tomen decisiones en nombre del ciudadano, sin mecanismos eficaces para controlar ni castigar desviaciones e incumplimientos. Una auténtica patente de corso. El voto nulo no otorga autorización ni da un espaldarazo a la actual corrupción, privilegios e impunidad de los partidos. Más bien cuestiona y protesta, restando legitimidad a la partidocracia vigente, en lugar de otorgársela.
f) El voto nulo es anticonstitucional, pues votar es una obligación. Entonces, ¿por qué desde hace décadas existe en la boleta un espacio para candidatos no registrados, que equivale a anular? El artículo 279 de la Legipe ratifica ese derecho. ¿Es anticonstitucional la ley electoral?
g) En España se presiona a través de nuevos partidos en lugar de anulando votos. Sí, pero en México, cuál es el Podemos y el Ciudadanos. ¿Encuentro Social? ¿Morena? ¿El propio PAN? ¿Cuál? Para muchos, ninguno es ya una opción convincente ni confiable.
h) Hay políticos y candidatos honestos y decentes. Es injusto igualarlos. Cierto, pero, el problema no es de individualidades, sino sistémico. No se resolverá con un puñado de políticos decentes, sometidos además a la presión de sus respectivos partidos.
i) ¿Quién eligió a los promotores del voto nulo? ¿Quién votó por ellos? No sabía que tomar posición en un debate público equivaliera a un cargo de elección popular.
Los partidos —esas entidades de interés privado— nos dicen que, hagan lo que hagan, es nuestra obligación votar por ellos —aún sin convicción—, o incurriremos en ilegalidad y subversión. Muchísimos votantes dan por válida esa orden partidista, y la cumplen sumisa y resignadamente (48%, según Parametría). Como sea, me queda claro que Martínez y otros beneficiarios de la partidocracia (perfecta) tienen, no diez razones, sino mil para no anular... y sí para votar por sus respectivos partidos.
Profesor del CIDE.
@JACrespo1
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