10/16/2016

Justo ahora, mal entonces



Carlos Bonfil
La Jornada 
Foto
Fotograma de la cinta de Hong Sang-Soo

Una seducción en dos tiempos. Justo ahora, mal entonces, del coreano Hong Sang-Soo, es una estupenda comedia romántica narrada dos veces. Una misma intriga con ligeras variantes que añaden complejidad y encanto a su modesta propuesta narrativa. La historia es un poco la misma que el director asiático ha venido contando en más de 10 películas: el encuentro fortuito de un artista y un personaje femenino interesado en su oficio, y los efectos amorosos que pueden desprenderse o no de esa relación pasajera.
Aquí, un director de cine de arte, Ham Chunsu (Jeong Jae-yeong) llega hasta la ciudad de Suwon para presentar su película más reciente, seguida de un debate con el público. Llegando por error un día antes de la fecha prevista, el cineasta visita un templo budista y ahí conoce a la joven pintora Heejung (Kim Min-hee), quien sin haber visto una cinta suya le confiesa de inmediato su admiración sólo por los elogios que sobre él ha escuchado. Entre los dos personajes se insinúa una atracción en la que se confunden el sentimiento amoroso y una irresistible y muy difusa empatía intelectual.
Por largo tiempo considerado el más occidental de los cineastas orientales, Hong Sang-hoo, declarado admirador del cine de Rohmer y Alain Resnais, libra en esta cinta una parábola moral sobre un maestro artista y la discípula de la que no puede, pese a su rigor crítico frente a la obra de la joven, evitar sentirse profundamente enamorado, al punto de extraviarse en la torpeza o de sucumbir al llanto. Al cabo de la primera hora de la cinta, el director retoma desde el inicio la misma historia y añade pinceladas nuevas, anotaciones de cómo pudo todo suceder de manera diferente, pudiendo ser ahora algo justo lo que hubiera podido estar mal entonces, en aquel primer tiempo de la seducción amorosa. No precisamente de la manera en que una comedia romántica estadunidense, Si yo hubiera… (Sliding doors, Peter Hewitt, 1998), planteaba las dos posibilidades distintas de un mismo encuentro amoroso, sino del modo astuto y perverso en que el dramaturgo francés Marivaux planteaba los juegos del amor y el azar, o en que el director chileno Raúl Ruiz solía jugar con las temporalidades y la revelación amorosa.
Lo más notable en Justo ahora, mal entonces (en otros países de habla hispana, Ahora sí, antes no, un título posiblemente más claro), es la riqueza y frescura de los diálogos, donde la vena humorística del cineasta brilla por completo, y un manejo menos artificioso, mucho más controlado, de los recursos estilísticos a los que tiene acostumbrados a sus seguidores (el uso abrupto del zoom, los planos largos como soportes narrativos, la eliminación del campo-contracampo en beneficio de una mayor fluidez y de un involucramiento del director con sus personajes). Otro acierto es concentrar en sólo dos personajes (dos actores formidables) todo el peso de la propuesta narrativa. Lo que el estadunidense Richard Linklater intentó siguiendo a su pareja romántica en su deambular urbano a lo largo de un día en su trilogía célebre (Antes del amanecer…), el coreano lo cumple con creces en esta simple y vigorosa narración romántica y en su doble paródico.
Asistimos a una observación puntual e irónica de la gran ilusión de toda celebridad artística (sólo el cineasta que mira con desapego el reconocimiento público de su propio oficio puede intentar un análisis crítico de la pintura de su ser amado), y de la pérdida de toda esfera de intimidad cuando la fama expone a ese artista a la curiosidad y al escrutinio públicos, como en la divertida secuencia en que el director conoce a las amigas de su nueva amante. El cineasta coreano regresa en esta cinta a la frescura narrativa y al humor desenfadado de sus primeras realizaciones, y ese es el privilegio de toda verdadera madurez artística. La creciente celebridad en los festivales de cine, donde se le le declara ser, sin matices ni rodeos, todo un genio, no parece haber hecho mella en su muy saludable costumbre de no tomarse nunca en serio. Ham Chunsu, su nuevo alter ego en la pantalla, es así un atribulado y torpe cineasta enamorado; en su confusión y sencillez se ubica su enorme poder de seducción. Una bella y joven pintora sucumbe a ese encanto; sin duda, también lo harán sus espectadores.
Justo ahora, mal entonces se exhibe en la sala 8 de la Cineteca Nacional. 16:30 y 21 horas.
Twitter: Carlos.Bonfil1

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