12/17/2017

La lluvia, la playa y otras rolas

Jazz

Antonio Malacara / I

Playa del Carmen, QR. Aunque el XV Festival de la Riviera Maya estuvo dedicado en su totalidad a la memoria de Fernando Toussaint, fallecido el pasado 25 de febrero (La Jornada, 26/2/2017), el jueves 29 de noviembre se le rindió un homenaje póstumo al maestro con la proyección de dos videos, la presentación de tres bandas y la valiente espontaneidad de un dúo.
Tal como ha hecho desde 2010, Erik Montenegro sube al escenario (trae una maraca en la mano), da la bienvenida a un público que no tardará en abarrotar Playa Mamitas y presenta a José Luis Guzmán (MVS Radio) y a Darío Flota (director general del festival). Juntos inician el homenaje y colocan la maraca en una silla simbolizando así la presencia de Fernando Toussaint, fundador del festival.
En ese momento no se daban más detalles, pero en el viento corría el rumor de que dentro de la maraca había parte de las cenizas del baterista. Días después del festival le pregunté a Érik Montenegro qué tan cierto era el rumor y me dijo que era totalmente cierto, que ésa había sido la voluntad del propio Fernando y que si no lo comentaron en el escenario fue para no herir susceptibilidades. Al preguntarle a quién le había externado el maestro Toussaint esa voluntad, me contestó Érik que fue a los músicos de Aguamala, el grupo que formó Fernando a su llegada a Playa del Carmen.
Y ahí vamos con Luis Ernesto López, bajista de aquel primer grupo: Desconozco ese dato. Sí escuché que lo comentaron, pero yo no podría asegurártelo. Lo que sé es que esas maracas eran muy apreciadas por Fernando, las compró en Haití y siempre las tenía con él. Yo tenía entendido –reviro– que Fernando les había externado esta voluntad a ustedes, a los músicos de Aguamala. “No. Sus palabras eran: ‘Cuando me muera quiero estar en una maraca para seguirle’. A nosotros siempre nos lo dijo, pero en situaciones que nada tenían que ver con una aproximación a la muerte, lo decía en una plática normal. Pero no sé si lo hayan hecho”.
Se inicia el festival y en las tres pantallas del escenario se proyecta un video con breves testimonios sobre el célebre músico y promotor. Hablan músicos, periodistas, productores, promotores. El sistema audiovisual empieza a dar sus primeros brincos y se enlaza con la primera sorpresa de la noche: fuera de programa, Darío Flota sube al escenario guitarra en mano y Jean Agarrista hace lo propio con un sax tenor para tocar Make me a memory, de Grover Washington Jr. ¡Órale!
El momento fue por demás emotivo. Darío es director del Fideicomiso de Promoción Turística de Cozumel y la Riviera Maya, mientras Jean es el presidente de la Asociación de Hoteleros de la misma zona; ambos muy cercanos a Toussaint y ambos responsables directos de la existencia de este festival. Pero ni la emotividad del momento ni el cariño a Fernando ni el impecable soporte instrumental a sus espaldas –Hiram Gómez (bajo), Julio Baró (piano), Rodrigo Uc (sax alto) y Rodrigo El Zurdo Ortega (batería)– lograron rescatar este tema. El sonido estaba pésimamente ecualizado, el bombo sonaba encima de todos los instrumentos y el sax de Agarrista nunca logró ensamblar con el resto de la banda. La samba triste de Grover entristeció un poco más. La gente aplaudió.
Después de un rato subió Señor Vitalis, el nuevo grupo de Bernardo Ron (excelencia de guitarra) y Luis Ernesto López (firmeza del bajo), ex integrantes de Aguamala, que montaron un set especial para recordar a su antiguo baterista. Su sonido es sólido, enérgico, de encendidos matices… pero la ecualización sigue perdida: ahora es la tarola la que sobresale toscamente en el sonido que da hacia el público, aunque al parecer los monitores de los músicos se mantenían en buen estado: Adentro, nosotros estábamos bastante cómodos, comenta Luis Ernesto, pero no puedo decir que fue la misma calidad de sonido de años anteriores, eso todo mundo lo vio.
En su turno, Cecilia Toussaint se muestra con la extraordinaria y generosa voz que siempre la ha distinguido, con un impecable manejo del escenario y un sonido mucho más cercano al buen rock, pero los problemas de audio atacan ahora a los micrófonos del coro. No obstante, las tablas y el poder histriónico de la Toussaint salen avante. (Continuará.)

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