En situaciones complicadas como las que vive México hoy en día, muchas palabras solo sirven para justificar posiciones ambiguas o ambivalentes. En circunstancias así, solo hay dos opciones: apoyar a tus dirigentes nacionales o a los adversarios de ellos.
En estos momentos en que el país es amenazado por extranjeros, se debe tomar una posición en defensa de nuestras instituciones, porque si permitimos que los procesos legislativos sean contaminados por fuentes reales con intereses ajenos a la voluntad del pueblo mexicano, desp
ués permitiremos más y más intervencionismo en México.
El origen de todo el problema y todos los problemas que vamos a enfrentar está en el resultado de las elecciones presidenciales, elecciones que barrieron totalmente con la fuerza electoral de la oposición. Los resultados de la votación directa demuestran que la oposición está disuelta en la solución pluripartidista, pluriétnica y pluriclasista de México.
La Coalición liderada por Morena ganó la presidencia de la república, 30 de 32 senadurías por mayoría y 256 de 300 distritos en Diputados federales. Es una mayoría abrumadora en territorio. Y esos resultados produjeron pánico en las filas de las clases sociales de élite, los financieros, los militantes de derecha y los inversionistas transnacionales que coinciden ideológicamente más con la derecha mexicana que con el principio de respeto a la voluntad de cada pueblo.
La voluntad directa expresada en las urnas sobrepasa con mucho el 66% de la mayoría calificada para empezar el cambio a la constitución en el Congreso de La Unión, mismo que deberá concluir cuando 17 estados ratifiquen esos cambios.
Los votos de mayoría directa son los votos reales y, desde que México se constituyó en república, los votos directos representan las mayorías de territorios concretos, bien estados o bien distritos electorales, y gana la voluntad que se emite en cada distrito o en cada estado porque los votantes de cada distrito conocen o tienen mucho mayores posibilidades de conocer a quienes están nombrando como representantes.
Ellos, los adversarios, saben perfectamente, porque saben contar y analizar políticamente, lo que significa una fuerza real por territorio del 85% del electorado. Y se han unido en una alianza de facto, de hecho, conspirativa, la estructura política de las asociaciones civiles, la estructura política de los inversionistas mexicanos, brindándole todo el apoyo a los que fueron derrotados abrumadoramente por Morena y sus aliados.
Y, como yo voté para senadores de Chihuahua por Morena y para diputada federal por la que propuso Morena, entendiendo que esta reacción feroz de los reaccionarios es producto de mi voto, sin más palabras ni análisis, asumo mi responsabilidad y apoyo, en todas sus consecuencias, la decisión del Presidente de la República en las negociaciones, convenios y conflictos que enfrente ante La Santa Alianza de la derecha internacional.
Y comparto la invitación a todos aquellos que, como yo, votamos por Morena y sus aliados, apoyar a Andrés Manuel y a Claudia Sheinbaum, no solo en una postura confrontativa, sino en todo lo que decidan y operen para poder resolver de la mejor manera esta confrontación.
Por eso “Mexicanos al grito de guerra”.
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