5/25/2011

¿A dónde vamos?


Porfirio Muñoz Ledo

Sergio Aguayo, académico e intelectual crítico, nos regaló en 2010 un libro incisivo llamado Vuelta en U, que habla de un gran viraje generado por “la traición a nuestra joven democracia que dejó de ser una meta de la élite en el poder”. Analizó el adelgazamiento del autoritarismo a fines del siglo pasado por efecto de diversos procesos de cambio que desembocaron en una transición fallida. El proceso electoral de 2006 aparece, en la concepción del autor, como un grave retroceso —un giro de 180 grados— tal vez de consecuencias irreparables.

Presenta ahora una obra colectiva patrocinada por El Colegio de México y el Fondo de Cultura Económica que entrelaza un conjunto de textos que documentan la historia actual de México. Abarca referencias sucintas al proceso político anterior al cambio, comprende los tiempos presentes e inaugura un género que adelanta el comentario puntual sobre cada periodo y lo acompaña con textos cuidadosamente escogidos que recogen las posiciones de los principales personajes políticos y sociales.

Los tiempos están claramente marcados, desde la rebeldía social de 1986 a 1988 hasta el desenlace en la alternancia del año 2000. Faltaría quizá un enfoque más detallado sobre las negociaciones electorales de 1994 y 1996. Sobresale, sin embargo, el capítulo definitorio: “¿A dónde va México?”, precedido de juicios lapidarios sobre el comportamiento de Vicente Fox al abandonar el proyecto de la reforma del Estado. Dice: “Los partidos y los poderes fácticos fueron los principales beneficiarios. Fue un reacomodo tan salvaje, tan falto de respeto por los principios y formas de una sociedad democrática, que determinó las costosas, dudosas y lodosas elecciones presidenciales del 2006”.

Añade: “Fox optó por seguir los pasos de los presidentes priístas e hizo todo lo que pudo para imponer a su sucesor. Se mantuvo el padrón observado durante un siglo y al vocabulario popular volvió el grito de ¡fraude electoral!”. Como fruto podrido de la ilegitimidad “la inseguridad, el debilitamiento del Estado y la impunidad han suscitado la inquietante posibilidad de un Estado fallido”. A pesar de los 158 mil millones de pesos del erario en procesos electorales, ninguno de los factores estructurales que determinaron comicios viciados se ha corregido y podría ocurrir que en 2012 perdiéramos la continuidad institucional del país.

El incremento de la participación social que el autor recomienda se está dando por diversas vías, desde las movilizaciones con objetivos electorales hasta las manifestaciones de la ciudadanía indignada. Sin embargo, las fallas del sistema electoral están a la vista y la decisión de los poderes fácticos de levantarse con la victoria a toda costa es evidente. La determinación gubernamental de falsear el proceso está siendo reemplazada por esa conjunción de intereses bastardos a los que López Obrador denomina “la mafia”. El secuestro abusivo de los restos del Estado.

En el primer plano de las reformas urgentes se encuentran las modificaciones constitucionales y legales pertinentes para la democratización de la radio y la televisión. Es indispensable la creación de un órgano autónomo responsable de regular los medios, para desanudar complicidades y conjurar el chantaje al que se hallan sometidos los actores políticos. Al menos la discusión inmediata de la minuta del Senado sobre la compra indebida de espacios en el espectro radioeléctrico.

Es inconcebible que tres consejeros del IFE no hayan sido todavía designados, en contravención del mandato constitucional. Peor aún que ese desacato carezca de sanción y que el legislador no haya previsto un método alternativo para su nombramiento. Resulta inevitable la ampliación del catálogo de medios de impugnación y la inclusión de las violaciones genéricas ocurridas antes de la jornada electoral, cuya imprecisión permitió al Trife eludir la obligada anulación de las elecciones del 2006.

El país no soportaría la reedición de ese escenario al que parecemos encaminarnos de modo fatal. La energía popular desencadenada podría entrar en colisión con el aparato represivo en regresión histórica inenarrable. En estas reformas se juega, pues, la sobrevivencia nacional.

Diputado federal del PT

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