2/26/2012

Las mujeres que no llegaron

Rosario Ibarra en 1982, Cecilia Soto y Marcela Lombardo en 1994, y Patricia Mercado en 2006: cuatro conversaciones con "M Semanal" conjuntan la experiencia personal de las mujeres que han buscado la Presidencia de la República.


Imágenes de las mujeres que aspiraron a la Presidencia.
Imágenes de las mujeres que aspiraron a la Presidencia. Fotoarte M Semanal

La que lo intentó por primera vez sabía que estaba haciendo historia y quería que el mundo supiera que en México había desapariciones forzadas. La segunda ocasión probaron suerte dos más de ellas: una, aunque de niña no soñó con ser Presidenta, tenía la convicción de que era superior a los hombres que en su tiempo eran candidatos presidenciales; la otra, hija de un legendario líder sindical, quiso emular a su padre, acostumbrada como estaba a las rudezas de la política de los años treinta, cuando los cristeros tiraban bombas en su casa. Y la cuarta dama que osó intentar conseguirlo es una activa feminista que ya había dirigido un partido, y quería establecer una agenda política de género y de izquierda en el país.

Son las cuatro mujeres que, antes de Josefina Vázquez Mota, fueron candidatas presidenciales en México. Son las cuatro mujeres que quisieron llegar a Los Pinos y se quedaron muy lejos de conseguirlo.

Ellas, con gran humor, platican de eso: de su aventura electoral, de lo que enfrentaron, del machismo, la misoginia, los cambios culturales habidos en el país y de los rezagos que aún permanecen. Y claro, hablan también de aquello con lo que podría toparse ahora la candidata presidencial panista, 30 años después de que la primera de ellas se lanzara a la conquista de la Presidencia de la República.

Son Rosario Ibarra, Cecilia Soto, Marcela Lombardo y Patricia Mercado, quienes charlan con M Semanal.



Foto: Arturo Bermúdez

Rosario Ibarra

“Era histórico que fuera la primera mujer candidata... ¡cómo no iba a intentarlo!”

Fue la primera mujer en ser candidata presidencial en México. Compitió impulsada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) hace 30 años, en 1982, contra Miguel de la Madrid, del Partido Revolucionario Institucional (PRI); Pablo Emilio Madero, del Partido Acción Nacional (PAN), y Arnoldo Martínez Verdugo, del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), entre otros. Obtuvo 446 mil 418 sufragios, 1.76 por ciento de la votación. Ganó la aplanadora priista con 70.9 por ciento de los votos: 16.7 millones de sufragios. Madero obtuvo 15 por ciento: 3.7 millones de votos, y Martínez Verdugo rebasó los 900 mil votantes para alcanzar casi el 4.5 por ciento de la votación. Cerca de medio millón de personas se atrevieron a votar entonces por una mujer que, en tiempos del partido de Estado, osaba denunciar la desaparición forzada de su hijo, Jesús Piedra Ibarra, en 1974, en el sexenio de Luis Echeverría.

Seis años más tarde, en 1988, Ibarra, hoy senadora por el Partido del Trabajo (PT), lo volvió a intentar, en esta ocasión contra Carlos Salinas de Gortari (PRI), Cuauhtémoc Cárdenas (Frente Democrático Nacional) y Manuel Clouthier (PAN), en aquellos comicios manchados por la sombra del fraude debido a la famosa “caída” del sistema de cómputo electoral, cuando los primeros resultados ponían a la cabeza a Cárdenas. Ibarra sólo captó 0.39 por ciento de la votación: 74 mil 857 votos.

JPBA: Rosario, usted fue la primera mujer en este país que quiso ser Presidenta de la República... (se le empieza a plantear la pregunta, interrumpe con una sonrisa, y narra la historia).

RI: Bueno, no quise, que conste: me propusieron los trotskistas, los muchachos del PRT, que habían sido compañeros solidarios en la lucha por los desaparecidos. Cuando iniciamos el Comité de Familiares de Desaparecidos se nos ocurrió hacer un consejo político, porque la mayoría éramos mujeres. Invitamos a personajes y partidos políticos, empezando por don Valentín Campa, que era un viejo nuevoleonés, ferrocarrilero, que fue preso político, y don Demetrio Vallejo, también líder ferrocarrilero. Luego se nos fueron juntando otros: Heberto (Castillo), el PRT, el Partido Comunista, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Mexicano de los Trabajadores, todos los partidos de izquierda… Formamos el Frente Nacional contra la Represión. Y entonces a los trotskistas, que eran muy jóvenes, se les ocurrió que yo debería ser candidata a la Presidencia para que se conociera el problema de los desaparecidos, porque yo tendría que hablar de ello en mi campaña. Me dijeron: “Eres candidata a la Presidencia, la primera”. Yo pensé: “Es historia, ¡cómo que no!”. Yo no tenía currículum académico; no soy ninguna ignorante, pero no era doctorada en esto o en lo otro. ¿Qué era? La madre de un desaparecido; luego entonces, en México hay desaparecidos. En Argentina, se sabía; en Chile, se sabía, y aquí, Echeverría, que rompió relaciones con Pinochet, ¡hacía las mismas cosas que éste! Yo tenía que decirlo, pero tenía que tener un auditorio vasto, y por eso acepté. Esa fue la motivación principal en el 82. Y otra de las causas por las cuales yo acepté (recuerda luego de una pausa) es que mi abuela Adelaida Villareal, la madre de mi madre, escribió al Congreso de Nuevo León para pedir el voto de la mujer.

JPBA: Iba usted contra un partido de Estado. ¿Recuerda qué fue lo más difícil de enfrentar en esa primera candidatura del 82?

RI: Las cosas que hacían para oponérsenos: organizaban actos antes del de nosotros, nos ganaban lugares… Era muy difícil. Como son muy inteligentes, y tenían muchos años de mañas en el poder, buscaban la manera de que hubiera ahí alguna cosa, no necesariamente saboteadora, pero sí que no hubiera las condiciones. ¿Qué sentía? Tuve la experiencia de ser la hija de un padre que era muy comprensivo, muy lindo, muy culto, que me enseñó muchas cosas y que siempre me dijo que no odiara nunca. Me contaba que Gabriela Mistral decía de José Martí que hizo el milagro de pelear sin odio. Desde chiquita, como todos los niños, cuando andaba yo discutiendo, me dijo: “Mijita, cuando pelee, pelee sin odio; pelee con la razón en la mano, no tenga pleitos por odio”. Así hemos sido las compañeras: nosotros no odiamos (guarda silencio un instante, recuerda algo, y cuenta). Por ahí un loco me dijo una vez: “¡Desaparézcale un hijo a Echeverría!”. Le dije: “¡Oiga, yo no me quiero parecer a él ni en lo blanco del ojo, por favor!”. Nosotros no le deseamos a nadie, ni a ellos, que les desaparezcan un hijo. Pobres de sus hijos, qué culpa tienen. Y además, no se vale, yo no puedo ser así.

JPBA: Todavía arriba del 20 por ciento de los hombres dice que la mujer desempeña un puesto de gobierno peor que los hombres…

RI: Jajajajaja… ¡Que nos vengan a contar! Yo les puedo hacer una reseña de todos los que han hecho tonterías en este país. ¡No, qué barbaridad! Han violado la ley, han hecho horrores. Horrores. Acordémonos del dos de octubre (de 1968), del 10 de junio (de 1971)… ¡Oiga, por favor! Si hay muchísimas cosas tremendas que han hecho.

JPBA: Dicen que una candidata presidencial tiene que ser como un tiburón para poder actuar en la campaña política…

RI: (Se carcajea antes de responder). No creo. No creo. Los peces más sencillos, chiquitos, se mueven con más facilidad. A veces se los comen los tiburones, pero si somos muchos peces pequeños nos podemos defender del tiburón.

JPBA: ¿En un país medio misógino una candidata está condenada a perder?

RI: Pues depende de la comprensión que pueda haber habido con el tiempo, la comprensión de lo que significa que un varón o una mujer estén en lo que llaman el poder. Llegar a un puesto de esos da oportunidad de tener el poder, pero ojalá que la mujer lo ejerza con la ternura con la que lo ejerce una madre en su hogar. Sería maravilloso, ¿no? Que sienta por los hijos del pueblo de México lo que siente por sus hijos.

Integrante del grupo parapoliciaco <i>Los Halcones</i> dispara en el Metro Normal de la Ciudad de México en 1971.
Integrante del grupo parapoliciaco Los Halcones dispara en el Metro Normal de la Ciudad de México en 1971. Foto: Archivo
JPBA: Dicen que lo progresista y lo políticamente correcto hoy es votar por una mujer candidata presidencial…

RI: Los que han tenido a la mujer en el atraso perenne serán los que piensen así, que eso es progresista; pero si la mujer ha vivido en un hogar como en el que yo viví, que tuve la fortuna de tenerlo, o si la gente fue como mi abuela Adelaida, que quedó viuda a los 38 años con ocho hijos, que luego perdió cuatro hijos más, que para mantenerse puso una panadería a la que llamó “La Voz del Pueblo”, y que era una mujer que se carteaba con el magonismo, a pesar de ser una mujer que sólo había estudiado hasta sexto año, pensarán diferente.

Yo creo que tenemos derecho las mujeres y los varones a estar en una candidatura, y que no se constriña al macho por que así piensan los machos que debe ser. Y hay de hombres a hombres y de mujeres a mujeres.

JPBA: Tenemos ahora una candidata presidencial: independientemente del partido que sea y de lo que piense cada quien políticamente, ¿usted la ve presidencial, le ve porte a Josefina Vázquez Mota para ser Presidenta? ¿Cómo la ve usted?

RI: Pues yo la veo bien, como una mujer que aspira y que la nombraron candidata. Tiene todo el derecho del mundo. Yo creo que el perfil, la estatura, se da cuando se lleva a cabo un mandato y cuando sale. Ya cuando sale, sale consagrado, o sale (palmea las manos)… mal.

JPBA: ¿La ve como Presidenta?

RI: No, no me la imagino, hasta que la vea cómo es allá. Ahí es donde yo decido: es buena o no es buena. Yo nunca veo a ningún candidato desde antes. Nomás dígame uno de muchos de los que han estado, o el actual, vamos a poner: que lo pruebe ahí donde está, no desde antes. Pueden andar muy “fifís” o muy mal portados, pero no, ahí es donde lo van a probar.

JPBA: A lo mejor nos hace falta una mujer Presidenta…

RI: Ojalá… Le deseo lo mejor a la candidata, sea de donde sea.




Foto: Arturo Bermúdez

Cecilia Soto

“Todo político, y en especial la mujer, tiene que ser un tiburón”

Cecilia Soto fue la segunda candidata presidencial en México, junto con Marcela Lombardo, en 1994. La sonorense, quien estudió Física en la UNAM, fue postulada por el PT. Antes había sido diputada en el Congreso de Sonora en 1988 y diputada federal en 1991 por el extinto Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). La hoy colaboradora de la Fundación Carlos Slim tuvo porcentualmente el mejor resultado entre las mujeres que han sido candidatas presidenciales: logró 2.75 por ciento de los sufragios: 970 mil 121 votos, para quedar en cuarto lugar. En aquella ocasión ganó el candidato del PRI, Ernesto Zedillo, con 17.1 millones de votos, 48.7 por ciento de la votación; el segundo sitio fue para el panista Diego Fernández de Cevallos, con 9.1 millones de votos, 25.9 por ciento de la votación. Cuauhtémoc Cárdenas cayó hasta el tercer sitio al alcanzar, con 5.8 millones de votos, sólo 16.6 por ciento de los sufragios.

JPBA: ¿Por qué quiso ser candidata presidencial, Cecilia Soto?

CS: No fui una niña que quisiera ser Presidenta de grande, no. Quería ser historiadora, quería ser científica… Me tomó unas tres semanas dar el “sí”, o casi un mes. Creo que era una oportunidad para decir cosas que otros no podían decir porque los partidos grandes se someten a la autocensura y están muy acotados. Era la oportunidad de plantear soluciones e ideas que yo pensaba que tenía para una serie de problemas nacionales.

JPBA: ¿Qué es lo primero que pensó cuando decidió ser candidata a la Presidencia?

CS: Me sentía perfectamente superior a todos, a los tres juntos. Claro… (se ríe mucho, y luego agrega, ya seria) Los tres para mí eran personas a las que yo respetaba y respeto mucho.

JPBA: Pero usted era mejor que ellos…

CS: No sé si mejor (vuelve a reír), pero en ningún momento me sentí intimidada. Esa es la verdad. Es arrogante decir que me sentía superior, pero simplemente de ninguna manera me intimidaban. Cuando uno tiene la arrogancia de ser candidato a la Presidencia de la República —porque es arrogancia—, uno cree que sabe algunas cosas básicas.

JPBA: ¿Qué pretendía lograr?, ¿cuál era su aspiración máxima? Porque era muy difícil ganar, ¿no? ¿O usted pensaba que iba a ganar?

CS: No, era muy difícil ganar. La idea fundamental que yo quería plantear era inspirar a las mujeres. Yo quería que las jóvenes —y creo que ésa es la importancia de la candidatura de Josefina (Vázquez Mota)—, que las niñas crecieran con la idea de que no hay límites. Que no dijeran: “No, esto no lo puedo hacer porque soy mujer”. Quería inspirar, abrir camino a las mujeres en los partidos políticos, en la política mexicana, cambiar muchas de las condiciones de trabajo de las mujeres. Eso era muy importante. Y profundizar la vida democrática del país, porque era un país completamente diferente al de hoy el de hace 18 años.

JPBA: ¿Lo de ser mujer fue duro?

CS: No, no fue duro, fue una ventaja. No fue un asunto que me pusiera límites, y cuando me los ponía, yo los usaba a favor, hacía llave de judo. Había la sorpresa de ser una mujer propositiva. Entonces, en general, la sorpresa o los estereotipos por ser mujer yo los usaba a mi favor. Aunque, en general las feministas no fueron amables conmigo, porque yo no venía del feminismo.

JPBA: ¿Una candidata presidencial en un país de machos?

CS: Eso es un estereotipo, ¿no? ¿Tú te consideras macho?

JPBA: No.

CS: Ah, bueno, ¿entonces? (se carcajea).

JPBA: No, pero siete de cada 10 mujeres sufren violencia de diferente índole en este país. Son cifras oficiales: violencia física (tres de cada 10), emocional, sexual, económica, etcétera. Por eso la pregunta: ¿una candidata en un país de machos?

CS: Una mujer que dé una imagen de fortaleza, de solidez, puede presidir perfectamente este país. Yo no veo problema.

JPBA: ¿Cree usted que no vivimos en un país que es machista?

CS: No. Sí vivimos en un país con una cultura machista, pero yo creo que eso ha cambiado muchísimo. La mayoría somos jóvenes (se ríe), la mayoría ha vivido una cultura de tolerancia diferente a la que en otro tiempo viví yo.

JPBA: Por ahí dicen que machismo mata candidata presidencial.

CS: Ya no… Yo creo que no. Lo diferente de esta candidatura de Josefina es que es en un partido político fuerte, entonces ahí es donde viene realmente la prueba: ¿Esa candidatura va a ser derrotada por lo masculino? No lo creo…

JPBA: Todavía arriba de un 20 por ciento de los hombres dice que un hombre desempeña mejor un puesto público que una mujer.

CS: Pobres, ¿no? Pobrecitos (se ríe).

JPBA: ¿Eso afectará a una candidata?

CS: No, yo creo que las estadísticas podemos voltearlas perfectamente: ¿qué nos han entregado los gobiernos de hombres? ¡Por favor, veamos el país que tenemos! Hay un plus en el hecho de que no ha habido una mujer con una responsabilidad como la Presidencia de la República.

JPBA: ¿La candidata presidencial tiene que ser una especie de tiburón para poder nadar entre tanto tiburón?

CS: Todo político, ¿no? Todo político. Y en especial las mujeres. Las estructuras en general son dominadas por los hombres, entonces todo político tiene que desarrollar un sentido de defensa y de ofensa.

JPBA: Oigan, dicen por ahí que unos machitos, uno amoroso y uno con copete, van a someter al viejerío, ¿qué piensa?

CS: Mire, somos 52 por ciento de votantes. Y además el IFE acaba de publicar el dato de que votamos más las mujeres que los hombres. Aunque eso no quiere decir que es indiscutible que las mujeres voten por las mujeres.

JPBA: No, porque pueden votar por el guapete, ¿no?

CS: Guapito (sonríe con geste sarcástico al aludir a Enrique Peña Nieto)… Pero el asunto fundamental es que socialmente ha cambiado la cultura: el referente cultural de las mujeres ha venido cambiando. Acabo de leer este artículo de The New York Times donde dice que Josefina va a reforzar los estereotipos sobre las mujeres: ¿Josefina va a decir vuelvan a sus casas cuando ella ha trabajado toda su vida? Imposible parar la presencia de las mujeres en el mundo del trabajo. ¿Va a decir: “Déjate pegar como antes era”? ¡Imposible! Hay una cultura que ha venido cambiando y eso lo hemos construido las mujeres.

JPBA: Dicen que lo políticamente correcto y progresista es votar por la candidata a la Presidencia.

CS: Yo creo que es una oportunidad muy importante. Pero igual tiene que ser una candidatura solida, rigurosa, acompañada de un buen programa y acompañada de un gabinete interesante.

JPBA: Tienen ese término en Estados Unidos que es “presidencial”. ¿Usted ve a Josefina presidencial?

CS: Sí, tiene un porte presidencial.

JPBA: ¿Nos merecemos ya una mujer presidente en México, o no tenemos madre?

CS: Más o menos… Nos merecemos una Presidenta desde hace 18 años, aproximadamente. O sea, desde el 94… (se carcajea por su alusión a ella misma).

JPBA: Oiga, ¿cree que puede ganar Josefina?

CS: Josefina tiene una batalla montaña arriba, tiene una montaña difícil, pero es posible.

JPBA: ¿Le gusta?

CS: Me gusta.

JPBA: ¿Por qué?

CS: Porque creo que Josefina aprende rápido. Cuando entró ella a Sedesol no sabía nada de este país. Sus primeras declaraciones fueron un desastre. En seis meses tenía un gran equipo: había despedido a su responsable de comunicación y reunido un equipo grandísimo de especialistas en política social. Eso para mí es una muestra muy importante de la capacidad de aprender, e insisto, de una seguridad en sí misma: “No temo tener a alguien que sepa más que yo”.

JPBA: ¿La ve como comandante suprema de las Fuerzas Armadas?

CS: Espero que lo pueda demostrar en la campaña.




Foto: Mónica González

Marcela Lombardo

“Una candidata presidencial mujer ya no está condenada a perder por el machismo”

En 1994 Marcela Lombardo Otero compartió con Cecilia Soto el honor de ser la segunda candidata presidencial mexicana. Es hija del abogado y líder sindical Vicente Lombardo Toledano, fundador del Partido Popular a finales de los años cuarenta y quien fue candidato presidencial por el Partido Popular Socialista (PPS) en 1952. Los restos de este personaje histórico yacen en la Rotonda de las Personas Ilustres.

Marcela, quien actualmente dirige el Centro de Estudios Filosóficos, Políticos y Sociales Vicente Lombardo Toledano (auspiciado por la Secretaría de Educación Pública), ya tenía carrera política antes de ser candidata presidencial: fue diputada en 1976 por el PPS y luego por el izquierdista Frente Democrático Nacional de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988.

En 1994 Marcela quedó en un remoto octavo lugar, con apenas 166 mil votos, que le dieron un 0.47 por ciento de la votación. Además de Ernesto Zedillo, Diego Fernández de Cevallos, Cárdenas y Soto, la superaron en votos Jorge González Torres, candidato del Partido Verde (PV); Rafael Aguilar Talamantes, del Partido del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFCRN), y Álvaro Pérez Treviño, del PARM. Peor que a Lombardo sólo le fue a Pablo Emilio Madero, del Partido Demócrata Mexicano, quien tuvo 87 mil votos: el 0.28 por ciento.

JPBA: ¿Estaba consciente de que era muy difícil enfrentarse a esos hombres en 1994?

MLO: Bueno, sabía que no era una situación fácil, era evidente, pero también era una enorme responsabilidad que yo tenía con mi partido y con lo que éste pensaba. Era una campaña en la cual había que denunciar las cosas que pasaban en el país, había que proponer un programa que se llevase a cabo para cambiar esas cosas. Y eso me entusiasmaba, porque yo tuve un maestro maravilloso y fantástico que fue Lombardo Toledano, mi padre; en su campaña electoral aprendí mucho de lo que pasaba en el país.

JPBA: Todavía en esta época dicen que es casi una utopía ser una candidata presidencial en un país de machos.

MLO: Yo creo que hemos avanzado mucho desde que mi padre luchó para que se le diera el voto a las mujeres, porque él decía que sin las mujeres no podía haber democracia en México; hemos avanzado muchísimo. Eran pocas las candidatas a diputadas, pocas las senadoras, y candidatas a la Presidencia de la República, menos.

JPBA: Dicen por ahí que en México machismo mata candidata presidencial.

MLO: No creo eso, aunque no dudo que haya algunas actitudes machistas, y no solamente por ser machista, sino también por creer que se tiene mayor conocimiento o experiencia que las mujeres.

Campaña electoral de Vicente Lombardo Toledano, padre de Marcela, en la campaña presidencial de 1952.
Campaña electoral de Vicente Lombardo Toledano, padre de Marcela, en la campaña presidencial de 1952. Foto: Archivo
JPBA: ¿Una candidata presidencial está condenada a perder por el machismo, por la misoginia que hay en este país?

MLO: No, porque si presenta un programa de gobierno y lo hace del conocimiento del pueblo, todos los que estén pendientes del programa que desarrolle la candidata van a conocer más de ella; no solamente “frases” que no dicen nada, las que pueden entusiasmar, sí, pero que no dicen nada porque no tienen ningún compromiso.

JPBA: Dicen por ahí también que las propias mujeres son las enemigas de una candidata presidencial.

MLO: Podría ser, pero no todas somos así. Yo no viví el agobio de otras mujeres.

JPBA: En este país dicen que la candidata presidencial tiene que ser una especie de tiburón para poder nadar en medio de tantos hombres tiburones.

MLO: Fíjese que yo viví con un político extraordinario y conocí la política desde muy chica, siendo todavía una niña; eran los años treinta, cuando iba a la primaria. Había una situación muy difícil para mi padre: en varias ocasiones en la casa echaron bombas. En ocasiones fueron los cristeros, que se dedicaron a eso, a atacarlo con bombazos en la casa. Ya después vinieron compañeros trabajadores y se turnaban para vigilar la casa y cuidarla de día y de noche, porque cuando sucedía algo le hablaban a mi padre: “Compañero, cuidado con tu casa y con tu familia, porque nos van a asaltar”… Y nos fuimos acostumbrando a los peligros que había. Seguramente eso nos dio fortaleza. Conocimos el proceso político de México desde esos años: a mi padre en muchos lugares, en varios sitios, trataron de matarlo. Mi madre lo salvó dos veces. En fin, cosas de esas viví.

JPBA: ¿Nos merecemos una mujer Presidenta en México, o México no tiene madre?

MLO: Yo creo que sí podría haber una Presidenta. Yo creo que han avanzado las cosas, e insisto: según el partido en el que sea. Eso es muy importante: cuáles son los intereses de su partido, porque lo que no podemos aceptar ya es seguir en la situación en la que estamos. Una mujer puede estar en cualquier partido y tener cualquier ideología, pero lo importante es que no permita a intereses extranjeros que afecten al país, como estamos ahora: hay una influencia tremenda del Vaticano y otra influencia tremenda del imperialismo. Son nuestros dos enemigos de toda la vida, los que han querido siempre gobernar a México. Entonces, eso tenemos que cuidarlo mucho.

JPBA: Independientemente de asuntos partidistas, ¿usted le ve aspecto presidencial a Josefina Vázquez Mota? ¿Cómo la percibe?

MLO: No sé cómo puedan tener la cara los presidentes o presidentas (dice con ironía). Ya le digo: yo no veo el físico, sino cómo se comporta, qué es lo que dice y qué es lo que hace. Lo que ha hecho es importante, cuál es su procedencia: de dónde proviene, porque ya no podríamos aceptar un hombre o una mujer que estén ligados a esas dos potencias que son las que nos están dominando en la actualidad, y a las cuales se está entregando el gobierno. O también al crimen organizado, que tiene relaciones con los poderes económicos muy fuertes de ambas instituciones, diría yo.

JPBA: Dicen por ahí que lo políticamente correcto y lo progresista hoy es votar por una candidata presidencial.

MLO: No, no nada más porque sea mujer u hombre. Hay que saber de ese hombre o de esa mujer, qué es lo que piensa, y que nos diga cuál va a ser su plataforma, porque de otra manera no sabemos qué va a pasar.

JPBA: Se me hace que a usted no le gusta Josefina.

MLO: Pues…

JPBA: ¿Es cuestión ideológica?

MLO: Sí, porque no veo lo de que sea mujer; como quiera, que sea mujer o que sea hombre es lo mismo, pero el pensamiento es lo que hace a la gente: a quiénes obedece, a quiénes se está dirigiendo. Eso es lo que me preocupa, y es el peligro que tenemos los mexicanos en nuestro país, porque en lugar de avanzar hemos perdido muchos de los logros producto de la Revolución Mexicana. Los hemos perdido completamente, hemos retrocedido, y no solamente eso, sino que tenemos el peligro de que si llegan gentes de la misma corriente vamos a quedarnos con un país que no tenga independencia ni pueda desarrollarse desde el punto de vista de lo que necesita política y económicamente para poder satisfacer las necesidades de todos los mexicanos. Podemos decir: “México es de todos los mexicanos”, pero eso ya lo sabemos; todos somos mexicanos, pero lo que queremos es que haya un programa que realmente pueda ayudar a cambiar la situación en que vive la mayoría de los mexicanos, económicamente hablando, y, desde luego, políticamente también.




Foto: Sara Escobar

Patricia Mercado

“Faldas o pantalones no definirán quién va a ganar”

Patricia Mercado fue la candidata presidencial más reciente: en el 2006 compitió por el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina contra Felipe Calderón (del PAN, quien obtuvo 35.89 por ciento de la votación), Andrés Manuel López Obrador (de la Coalición por el Bien de Todos, que alcanzó 35.33 por ciento) y Roberto Madrazo (PRI, con 22.23 por ciento de los sufragios). Aunque porcentualmente quedó un poco por debajo del desempeño de Cecilia Soto en 1994 (2.75 por ciento), ha sido la candidata presidencial más votada en la historia: consiguió un millón 128 mil 850 votos (2.71 por ciento). Atrás de ella quedó el partido elbista Nueva Alianza, con Roberto Campa Cifrián como candidato, quien sólo tuvo el 0.96 por ciento de los votos (401 mil).

Patricia formó parte de Democracia Social Partido Político Nacional, organización encabezada por Gilberto Rincón Gallardo (con quien perdió la candidatura presidencial en el 2000), y fue presidenta del partido México Posible, que perdió su registro en 2003. Es sonorense y ha sido muy activa en los movimientos feministas. Preside el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, y también conduce Iniciativa Suma, la cual agrupa a varias organizaciones de mujeres.

JPBA: ¿Una candidata presidencial en un país de machos?

PM: En México los hombres y las mujeres no son ni más machos ni más machas que en Argentina o Chile, países que ya tienen presidentas. Incluso hay una encuesta que hace la Organización de Estados Americanos que se llama Latinobarómetro, y la última la hizo en 2010; en ella hubo una pregunta que se hizo en todos los países: “¿Usted cree que es mejor un líder político hombre que una líder política mujer?”. En Honduras, 65 por ciento contestó que sí, y en México sólo 17 por ciento. Creo que la mayoría de la población piensa que un líder político puede ser hombre o mujer. Como que ese no es el tema que está en juego. Creo que en México hay una búsqueda. En estas elecciones hay un candidato viejo (Andrés Manuel López Obrador), uno joven (Enrique Peña Nieto) y hay una mujer. Una diversidad de liderazgos interesante. No se va a jugar joven-viejo-mujer, lo que ve la gente en esa diversidad son las plataformas.

JPBA: ¿Machismo mata candidata presidencial?

PM: Fíjate que no, porque es una minoría. Tenemos muchos símbolos ya: aparte de las presidentas en América Latina, la procuradora es una mujer, la directora de la policía es una mujer en Estados Unidos. Ya no es un asunto de “cómo serán las mujeres”, sino que ya hay un ejemplo de las mejores y las peores mujeres. Si Josefina gana o pierde, no necesariamente va a ser por el machismo en este país, sino por la capacidad que haya tenido de convencer.

JPBA: Pero siete de cada 10 mujeres han sufrido algún tipo de violencia en este país.

PM: Sí, es verdad. Hay mujeres víctimas que están absolutamente sin voluntad; pero, independientemente de esa violencia, estamos viviendo en otra época distinta al tiempo de Rosario Ibarra, cuando la mujer pensaba: “No voto por mujer porque yo no puedo ni con mi propia vida, ¿cómo va a poder ella con el país?”. En este momento la mayoría de las mujeres están ubicadas en otro lugar.

JPBA: ¿La candidata presidencial tiene que ser una mujer-delfín que picotea a los voraces hombres-tiburones? ¿O tiene que ser un tiburón?

PM: Yo creo que puede ser un tiburón, o puede ser un delfín, depende de la estrategia que plantee.

JPBA: ¿Las mujeres son las peores enemigas de una candidata presidencial?

PM: Ya no. Eso fue una realidad que tenía que ver con el gen. Las mujeres estábamos educadas para no trabajar en equipo sino para luchar para conseguir lo que cada una quiere. No estamos acostumbradas a trabajar en equipo. Pero creo que eso ya sucedió. Tenemos muchos años estableciendo pactos, pasando del amor a la necesidad, como decimos. No nos queremos, pero a veces nos juntamos para lograr algo que tenga que ver con un cambio a favor de las mujeres o de alguna causa. Eso ya no es una realidad, aunque no significa que ya hayamos superado esta manera de relacionarnos que no es de mucho apoyo sino de separación. Por eso hay muchas mujeres que han ganado la Presidencia: porque ya hay mujeres que votan por ellas.

JPBA: ¿En país medio misógino la candidata presidencial está condenada a perder?

PM: No, para nada. Hemos avanzado. Creo que en México la gente buscará mejores liderazgos. No me parece que faldas o pantalones vayan a ser lo que va a medir el tema de quién va a ganar. No va a ser por ahí.

JPBA: Y dicen por ahí que hay machitos amorosos o con copete que van a someter al “viejerío”, por citar a aquél (Diego Fernández de Cevallos).

PM: La mayoría de las mujeres no va a votar ni por el macho ni por la hembra: creo que realmente va a ser por las posiciones. Y ahí es donde hay que tener mucho cuidado en esta campaña: tanto Josefina Vázquez Mota como ellos dos (Peña Nieto y López Obrador) no deben sobreexponer este tema, porque pueden salir raspados ellos, y puede salir raspada ella.

Benazir Bhutto, candidata presidencial de Paquistán, asesinada en 2007.
Benazir Bhutto, candidata presidencial de Paquistán, asesinada en 2007. Foto: Archivo
JPBA: ¿A una candidata presidencial le puede estorbar un esposo tanto como Martha Sahagún a Vicente Fox?

PM: Ah, bueno, por supuesto. Está Benazir Bhutto, la de Paquistán, ¿no? Se enamoró de un playboy y fue una cosa terrible: tuvo que salir del país, después regresó y la mataron; pero en ese momento esa gran líder fue muy vulnerable frente a alguien que empezó a intervenir en el gobierno, y empezó a corromperse y a muchas otras cosas. Como esas historias incluso hay aquí en México, presidentas municipales han tenido esas experiencias. Los hombres y las mujeres pueden tener situaciones complicadas con sus parejas que hay que saber detener y negociar.

JPBA: ¿Lo progresista y lo políticamente correcto hoy es votar por una mujer?

PM: No. Lo progresista y políticamente correcto es no desechar a una mujer por el hecho de serlo, por tener una mala percepción de lo que puede o no puede hacer una mujer. Hemos demostrado que podemos hacer lo peor y que podemos hacer lo mejor. Lo políticamente correcto es discutir con una candidata o con un candidato sus propuestas, independientemente de sus personas.

JPBA: En Estados Unidos tienen un término sobre el comportamiento y el aspecto de los candidatos: “presidencial”. ¿Usted ve a Josefina presidencial?

PM: Sí, claro. Y creo que su partido también la vio: la mayoría votó por ella. La veo presidencial a ella, a López Obrador y a Peña Nieto, sin problema.

JPBA: ¿Percibe que puede ganar Josefina?

PM: (Largo silencio) Creo que una de las cosas más interesantes que están pasando en México es que hay incertidumbre electoral. Ese es un rasgo de la democracia. Cualquier puede equivocarse en campaña, ella misma. Los que están abajo pueden empezar a convencer de alguna manera a más ciudadanos que no saben muy bien por quién votar. Así que, de Josefina, yo creo que sí. La moneda está en el aire. Hasta julio sabremos.

Patricia platica luego con mi compañera reportera Melissa del Pozo. Dice que las mujeres tienen que tener un decálogo para desenvolverse. Y cita un par de puntos:

1) Las mujeres —dice— crecieron con la cultura política que si se mueven no salen en la foto. Es al revés: si no se mueven, no salen en la foto. Tienen que moverse, tienen que pedir. Tienen que decir: “Yo quiero”.

2) Si no te toca, apoya a la otra —apunta—, ya no se vale el “no me toca a mí y haré todo porque no le toque a otra mujer’” Romper eso de “juntas, ni difuntas’” Hacer un acuerdo: “Yo te apoyo, espero que tú después me apoyes a mí”.

Juan Pablo Becerra-Acosta M.

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