11/06/2012

Las noticias de CIMAC......



Organizaciones defensoras de la libertad de expresión manifestaron su desconfianza ante la resolución de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz, que el pasado 30 de octubre dio por resuelto el asesinato de Regina Martínez Pérez, reportera y corresponsal de la revista Proceso. 
Por separado, Artículo 19, el Centro Nacional de Comunicación Social (Cencos), la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género, y Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), dijeron ser escépticos ante el supuesto esclarecimiento del crimen cometido hace seis meses.
El pasado 30 de octubre, el procurador estatal Amadeo Flores Espinosa dio a conocer los nombres de los presuntos responsables del homicidio: José Adrián Hernández Domínguez, “El Jarocho”, supuesto autor material y quien está prófugo, y Jorge Antonio Hernández Silva, “El Silva”, quien confesó ser cómplice del asesinato perpetrado el pasado 28 de abril. 

El Comité de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), solicitó al Estado mexicano medidas eficaces para luchar contra la impunidad que prevalece en los ataques y otras formas de abuso contra mujeres periodistas.
Ante la alarmante situación de violencia contra las periodistas y las defensoras de Derechos Humanos (DH), el Comité de la CEDAW en sus “Observaciones finales sobre México” solicita medidas concretas, adecuadas y efectivas para prevenir e investigar la violencia contra ellas y para enjuiciar y castigar a sus autores.
Según el informe “Violencia contra mujeres periodistas 2010-2011”, elaborado por Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), de 2002 a 2011 han sido asesinadas 10 trabajadoras de los medios de comunicación, casos que siguen impunes.

En comunidades de la región de La Montaña las mujeres a los 16 años de edad pierden valor ante los hombres para casarse, por lo que se ven obligadas o las obligan a migrar, como es el caso de Francisca Alvarado Calleja.
Las madres y padres de familia ven como una carga a las adolescentes cuando cumplen 16 años, por lo que ellas tienen que trabajar para ganarse la comida y el alojo en su propia casa.
A Francisca no le consultaron si quería o no salir de su natal Potuichán, una comunidad del municipio guerrerense de Copanatoyac, considerada por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) como una de las cinco poblaciones del estado con muy alta marginación.

El pasado martes la Procuraduría General de Justicia del Estado de Veracruz y el gobierno de la entidad dieron por resuelto el feminicidio de la periodista Regina Martínez.
Lejos de dar certeza de la justicia veracruzana, la sospecha, por decir lo menos, está sembrada. Se duda de los supuestos asesinos y que los motivos por los cuales le quitaron la vida a la periodista sean los reales.
Seis meses tardó la autoridad estatal para concluir que el asesinato de la periodista Regina Martínez se debió a una mala decisión de la reportera de investigación, quien, según la autoridad, dejó entrar en su domicilio particular a unos “mal vivientes”.
La supuesta falta de precaución de la periodista no coincide con la actitud de reserva y cuidado que guardaba Regina en vida. Quienes la conocieron reconocen como una cualidad de la reportera el hermetismo sobre su vida personal, quien difícilmente permitía a sus amigas y amigos más cercanos acudir a su domicilio particular, máxime a alguien distante.

La expulsión de las jóvenes embarazadas que cursan el Bachillerato Integral Comunitario (BIC) fue establecido en el reglamento “interno” del sistema que opera el Colegio Superior para la Educación Integral Intercultural de Oaxaca (CSEIIO).
Justificados en los usos y costumbres de las comunidades, los directivos prohíben que cualquier estudiante, bajo cualquier circunstancia, continúe sus estudios con el argumento de que se protege a la joven.
Así lo dio a conocer Bárbara García Chávez, responsable de Capacitación y Derechos Ciudadanos y Coordinación de Género de la Asociación Civil Consejo Ciudadano de Cultura Autogestiva, quien desarrolla el diagnóstico “Jóvenes, género y violencia” en el 30 por ciento de los 31 BIC que hay en la entidad.

Al buscar a sus seres queridos y realizar trámites judiciales, madres de mujeres desaparecidas empeñan hasta sus vidas con tal de lograr justicia. Además de la negligencia del personal judicial en México para resolver las desapariciones y asesinatos de mujeres, las familias de las víctimas –en su mayoría de escasos recursos– tienen que lidiar con los fuertes gastos que implica el acceso a la justicia. Al pago de abogadas o abogados que coadyuven en las investigaciones, se suman los costos de peritajes externos, amparos y copias de expedientes, así como los viáticos de las familias al buscar a sus hijas desaparecidas, o por los traslados a los juzgados o agencias del Ministerio Público (MP).   

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