LA VOZ DE LA COALICIÓN
“Tam
Unem” en tzotzil; “Ñaa diti in” en tun saavi; “K´áan paal” en maya
yucateco; “Unk conëïp” en mixe; “Nsaan.na mandoho nan.luii shijoo” en
ñomnda; “naä dugumin sa nurikii” en triqui.
Múltiples palabras y acepciones en lenguas indígenas de nuestro país
para referirse a un personaje absolutamente central en muchas
comunidades.
Ellas son “las que recogen bebés”; “las madrinas”; “las que soban”; “la
abuelita que cuida a la embarazada”; “mamá que ayuda a las que están
embarazadas”, o simplemente: “las parteras”.
De norte a sur del país, más de 15 mil parteras tradicionales indígenas
acompañan diariamente a cientos de mujeres en el proceso de dar vida.
En 2014, según los certificados de nacimiento de la Secretaría de Salud
(Ss), más de 30 mil recién nacidos que llegaron al mundo fueron
asistidos por parteras.
Además de atender durante el nacimiento, las parteras indígenas son las
responsables de acompañar durante el embarazo y en el puerperio
inmediato de tal manera que participan en todo el proceso de gestación
sobando, revisando, acomodando bebés, detectando embarazos de riesgos y
remitiendo al sector salud cuando ello ocurre.
Al mismo tiempo orientan en la gestión, ofrecen consejería en salud
sexual y reproductiva, en uso de métodos anticonceptivos, en problemas
de fecundidad, e incluso en ocasiones intervienen en casos de violencia
detectando y aconsejando a la mujer y su pareja.
Aunque en México se ha logrado un porcentaje de atención institucional
de parto que supera el 94 por ciento, hay un número importante de
mujeres, especialmente en entidades como Chiapas, Veracruz, Puebla,
Tabasco, Estado de México y Guerrero, cuyos partos son atendidos por
parteras.
En algunos casos porque son el único recurso disponible en sus
comunidades o bien por preferencia de las mujeres al considerar que hay
un mayor nivel de confianza y cercanía cultural.
En 2014 ocurrieron en el país 2 millones 177 mil 319 nacimientos. De
estos, las parteras atendieron 30 mil 133, equivalente a 1.51 por
ciento, pero en estados como Chiapas representa la cuarta parte de los
nacimientos, y en Veracruz el 16 por ciento del total (SINAC 2014, Ss).
Si bien los servicios de salud en muchas regiones indígenas son
insuficientes para responder a la demanda de atención obstétrica y más
aún para hacerlo con pertinencia cultural; han primado las indicaciones
de alcanzar una cobertura total de parto institucional, lo cual en la
práctica significa una apuesta por la desaparición de los recursos
locales de atención como las parteras tradicionales y por modificar el
lugar social de estas terapeutas propias de los pueblos indígenas,
quienes en muchos lugares han sido relegadas a cumplir funciones de
promotoras o detectoras de riesgos, pero no a ser responsables de la
atención del parto.
Está comprobado que una partera con las competencias requeridas puede
atender partos de bajo riesgo, y de este modo ofrecer un servicio más
cercano que brinde mayor posibilidad a las mujeres de ser protagonistas
de sus partos.
El pasado 5 de mayo se conmemoró el Día Internacional de la Partera; del
18 al 22 de este mes fue la Semana Mundial del Parto Respetado, y el
próximo 28 de mayo es el Día Internacional de Acción por la Salud de las
Mujeres.
Tres conmemoraciones que nos invitan a reflexionar sobre el tipo de
servicios de salud sexual y reproductiva que tenemos, y los retos que
enfrenta el sistema de salud para garantizar una atención universal, de
calidad, con perspectiva de derechos y pertinencia cultural.
A nivel mundial hay una fuerte tendencia a reconocer el lugar de la
partería y a darle un lugar de mayor protagonismo en las acciones de
promoción de la salud sexual y reproductiva desde una perspectiva
integral y no sólo en el parto.
El informe del Fondo de Población de las Naciones Unidas, “El estado de
las parteras en el mundo, 2014”, afirma la necesidad de promover nuevos
modelos de atención centrados en la mujer y dirigidos por parteras, los
cuales han demostrado generar mayores beneficios y ahorros que otros
modelos altamente medicalizados.
Esta visión de la partería al año 2030 promueve la ampliación del número
actual de parteras, lo cual implica la apertura de nuevas escuelas de
partería profesional; su incorporación al sistema de salud garantizando
entornos habilitantes para su práctica, es decir que puedan atender
según sus protocolos, invertir en el fortalecimiento de la partería
incluyendo las asociaciones y colegios de parteras.
En definitiva, colocar al centro de la atención a las mujeres y sus necesidades.
Desde 2010, la Ss puso en marcha una estrategia de incorporación de la
partería profesional en varias entidades federativas, la cual ha
permitido el ingreso de varias egresadas de la escuela de partería
técnica –CASA– a los servicios de salud, pero su incorporación es aún
incipiente.
El número de escuelas de partería profesional se ha ampliado y en 2012
fue inaugurada la primera escuela pública de partería en la Montaña de
Guerrero.
Sin embargo, para las parteras tradicionales no es tan claro el
panorama. El nuevo Programa de Salud Materna y Perinatal (2013-2018) las
menciona de modo general, pero no aparecen acciones específicas para su
fortalecimiento.
No son pocas las evidencias y experiencias sobre el papel de la
partería. Recientemente la Asociación Mexicana de Parteras, en conjunto
con ECOSUR, presentaron un libro que recupera 11 artículos sobre
experiencias concretas de partería en México, especialmente en Chiapas,
aunque también se incluyen textos referidos a Guerrero y Finlandia, los
cuales van mostrando las diferentes intervenciones realizadas por las
parteras y sus aportes al ámbito de la salud sexual y reproductiva.
Por otra parte, hay experiencias concretas de parteras organizadas, como
las de las Casas de las Mujeres Indígenas, varias de las cuales
realizan atención de partos y servicios amplios de salud sexual y
reproductiva en zonas indígenas de Chiapas, Guerrero y Oaxaca, entre
otras.
En todas estas regiones las parteras tradicionales son un recurso
fundamental para la atención de las mujeres durante el parto, pero sus
posibilidades de acción se van reduciendo de manera sustantiva frente a
un modelo que prioriza las intervenciones médicas y el segundo nivel de
atención, incluso cuando se trata de partos eutócicos o de bajo riesgo.
Es una tarea urgente modificar el modelo de atención que actualmente
tenemos e incorporar en un lugar protagónico a todas estas mujeres que
desarrollan el oficio de la partería, garantizando la vida y la salud
para las mujeres y sus recién nacidos.
Lo cierto es que el sistema de salud necesita de manera urgente nutrirse
de este recurso humano. Parteras tradicionales indígenas, parteras
profesionales, parteras técnicas, parteras en la tradición, enfermeras
obstetras; todas ellas son fundamentales para contribuir a mejorar las
condiciones de atención y garantizar a todas las mujeres el efectivo
derecho a la salud, incluyendo la posibilidad de decidir cómo queremos
dar a luz.
En el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres vale la
pena recordar estos enormes retos y deudas pendientes con las mujeres,
pero también con los pueblos indígenas.
*Integrante de Kinal Antzetik Distrito Federal.
**Kinal Antzetik es parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres,
una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos
sexuales y reproductivos de las mujeres.
Por: Lina Rosa Berrio Palomo*
Cimacnoticias | México, DF.-
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