8/13/2015

Al PRD por asalto


Luego de 26 años, el PRD está a punto de ‘ser, o no ser’.


lasillarota.com


Una forma de huir o dejarse huir de la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), es decir que pone, a disposición de todos, su renuncia, para generar el cambio. Es un poco melodramático: A la manera de las películas de Marga López o de Libertad Lamarque, el que se sacrifica es el mártir, ya de los maloras, ya de los villanos, ya de las circunstancias, por sus propios errores… o todo junto…


Así, el señor Carlos Navarrete que apenas tendrá un año de dirigir al PRD, decidió dejar al partido: “no por la puerta de atrás”. No es para menos. De un tiempo a esta parte este organismo ha acumulado pérdidas electorales cuantiosas, ha cedido ante la incapacidad de retener a su militancia que huye ahora hacia instancias y que ha asestado errores de ideología y de política sólo comparables con quien quiere cometer suicidio.

La arrogancia de don Carlos, su sentido de inteligencia y fortaleza individual no se trasladó a lo colectivo. Errores como el Pacto por México en donde el presidente Enrique Peña Nieto los dejó muy mal parados; lo reciente de Iguala o como cuando hace unos días  el señor Navarrete aseguró que se estaba en pláticas con el Partido del Trabajo (PT) para ser contradicho luego… Y más.

Pero no hay que olvidar que el PRD es al mismo tiempo una ‘hoguera de vanidades’ como un ‘espejo de discordias’.

Y un territorio minado por sus pleitos tribales, los de unos contra otros, el predominio de unos por territorios acotados y ambiciones sin fin: por  todo, se olvidaron de su ideología –que presume ser de centro izquierda- de los militantes de a pie a los que llevan de evento en evento para enarbolar banderitas de papel, pero a los que no les han hecho justicia en sus requerimientos sociales en un país de millones con problemas sociales graves que requieren solución con políticas sociales.  

Sus dirigentes en pugna olvidaron su responsabilidad política y social.

Así que los famosos Chuchos –Jesús Ortega y Jesús Zambrano: Nueva Izquierda- se apropiaron del instituto político. No estaría mal si estos señores hubieran levado anclas para navegar por aguas turbulentas y con sabia conducción llegar a puerto seguro: el de todo cumplido para todos. No ha sido así.

Otras corrientes internas contribuyeron a “la crisis más grave en la historia del PRD” según la calificara Carlos Navarrete:

Principalmente la que encabezan René Bejarano y su señora Dolores Padierna (IDN) y muchas más en un jarrito en el que no se han sabido acomodar:

Alternativa Democrática Nacional (ADN); Democracia Social; Foro Nuevo Sol; Frente Patria Digna (que no es una corriente, sino una unión de distintas expresiones dentro del PRD); Fuerza Democrática; Izquierda Social (IS).- Escisión de IDN; Movimiento Cívico;    Movimiento por la Democracia; Vanguardia Progresista; Movimiento Progresista; Red de Izquierda Revolucionaria; Red por la Unidad Nacional de las Izquierdas (RUNI);Unidad y Renovación (UNyR); Unión de Colonias Populares (UCP).- Grupo perteneciente a RUNI…

Existentes o preexistentes: Todos ahí. En pugna.

Y dice Carlos Navarrete en su despedida mediática: “…Ha llegado el momento de otra etapa más fresca, donde se cambie la dinámica de las expresiones que han controlado el partido, es decir, el bloque NI, Alternativa Democrática Nacional, Foro Nuevo Sol y Vanguardia Progresista: es hora de cambiar la dinámica de las corrientes…”.

Así que ya todo está rumbo al Congreso Nacional del PRD del 17 al 20 de septiembre, que es cuando se sabrá quién presidirá, coordinará y dirigirá a ese mundo de opiniones, de puntos de vista, de confrontaciones, de ambiciones, de enojos, berrinches y de luchas dramáticas por el predominio del partido: Que significa poder político, posiciones burocráticas, nóminas, predominio en instituciones electorales y recursos.

Luego de 26 años, el PRD está a punto de ‘ser, o no ser’. Está ahora en el dilema de mantenerse en su burocratización interna y externa como gobierno y seguir, también, en la ambición enloquecida de muchos de sus representantes en gobierno o, por otro lado, ser un partido político, y de ahí un partido político que represente a ese ‘centro izquierda’.

Debido a mucho de esto y a corrupción interna y externa es que el PRD está en su casi extrema unción. Pero no ha muerto. La salida de Carlos Navarrete, por grado o por fuerza, debe darles la oportunidad:

Recuperar el terreno perdido en el país; identificarse en sí mismo como partido político y dejar, ya, de ser ese ‘espejo de discordias’ y esa ‘hoguera de vanidades’, de ambiciones y de odios personales.

Hace falta en el país un partido de izquierda. No es el PRD en este momento. No es Morena en este momento. No son ellos los que recogen el gran problema social nacional para encontrarle solución. Falta ese partido político. ¿Con quién? ¿Cómo?...

En el país hay mucha tela de donde cortar.





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