1/31/2018

Los periodistas pal cafe. . . .


La primera impresión puede llevar a risa (o a una molestia relativamente pasajera): una orquestación de llamadas telefónicas pretendió alertar a poblanos acerca de las presuntas intenciones de Andrés Manuel López Obrador de entregar el petróleo mexicano a los rusos. Pero los mensajes de advertencia, que llegaron a celulares y a aparatos fijos desde números identificables, que a su vez no contestan llamadas, constituyen una temprana acometida de guerra propagandística que da una idea de las dimensiones de distorsión y ensuciamiento a que se llegará en el minado camino rumbo a la sucesión presidencial de este año. La utilización telefónica del argumento del presunto apoyo de Rusia y Vladimir Putin a la campaña de quien hoy va a la cabeza de las preferencias populares confirma que la siembra de esos datos falsos no fue accidental ni circunstancial, y que ahora se le da la continuidad programada. En las llamadas anónimas a teléfonos poblanos, invocando a la FBI y The Washington Post, se asegura que Rusia impulsa a López Obrador, lo que estaría confirmado por mensajes en redes sociales y a través del canal de televisión Russian State, que por cierto lo conduce el esposo de Irma Sandoval, presunta secretaria de Estado de López Obrador. Conforme a ese libreto, la “evidencia la publicó León Krauze en El Universal y recibió amenazas violentas por decir la verdad”. La voz de la guerra sucia añade en esas llamadas: Rusia controla el petróleo de Venezuela. López Obrador promete echar para atrás la reforma energética. ¿Por qué? Para hacer su voluntad con el petróleo de los mexicanos. ¡Que no se lo entregue a los rusos! No permitas que López Obrador traiga al enemigo ruso a profanar con sus plantas nuestro suelo, piénsalo y pasa la voz. ¡Los rusos!. 
La mayoría de los elementos de esa argumentación es falsa: John Ackerman no dirige ningún canal de televisión, ni nacional ni extranjero, y es, junto con Irma Eréndira Sandoval, cada uno con carreras políticas propias, lo cual no significa que sean divergentes, parte del segmento más congruente de la izquierda aglutinada en torno al abanico de múltiples tonalidades del lopezobradorismo. En estricto sentido, ni siquiera es cierto que el virtual candidato de Morena pretenda dar marcha atrás a la reforma energética: el pragmatismo dominante en el mencionado abanico lopezobradorista (incentivado por los flancos más derechistas, encabezados por Alfonso Romo, el hombre que hace relaciones y compromisos con los grandes capitales, nacionales y extranjeros) ha dejado ese rechazo a la reforma energética en mera retórica decorativa. No deja de ser significativo que Rocío Nahle, propuesta como probable secretaria de Energía en el gabinete del tabasqueño, si le respetan el triunfo electoral, vaya a pelear primero por una senaduría segura, para luego esperar la designación prometida. Pareciera que la propia Nahle no tiene gran confianza en el triunfo del tres veces candidato o, visto desde otro ángulo, que su aguerrida oposición a la reforma energética pudiera provocar que a la hora de las designaciones no sea requerida para encabezar la citada secretaría. Tampoco resiste un análisis serio esta convocatoria a inflamar el espíritu patrio ante invasiones extranjeras, así sean económicas y, en el caso, en el ámbito de los energéticos. Más que hipotéticas cesiones a los rusos, en México se ha vivido una sistemática entrega de la riqueza petrolera a empresas privadas extranjeras, en una traición histórica muy aplaudida en centros de poder económico, no sólo con sede en Estados Unidos, pero sí especialmente en este país que, a lo largo de la administración peñista, se ha convertido en un ventajoso y malvado tutor de los políticos mexicanos rapaces. Aun así, o justamente por ello, por descabellada que sea la argumentación de esas llamadas que han iniciado en Puebla, todo esto sirve a los propósitos de crear confusión, de instalar noticias falsas como verdaderas y enturbiar de tal manera el ambiente político que, a la hora de la verdad, muchos ciudadanos se sientan asqueados o hartos de tanta metralla de origen incierto y de veracidad por comprobar. En ese terreno son especialistas algunos personajes como el venezolano J.J. Rendón, quien se ha declarado como un cruzado propagandístico en busca de impedir la llegada de López Obrador a Palacio Nacional, y firmas como Cambridge Analytica, empresa dedicada a la ciencia de datos para armar campañas, sobre todo en redes sociales, dirigidas específicamente a públicos de rasgos y preferencias previamente detectados, para explotar la proclividad de los destinatarios a creer o a percibir cierta propaganda como cierta o cercana. Sucios tiempos por venir. 
Astillas 
Este martes 30 puede quedar registrado como el día de la confesión gubernamental expresa de que en México el Estado es fallido, pues Enrique Peña Nieto debía haber visitado Reynosa, Tamaulipas, como se había anunciado aunque, pocos días atrás, se canceló tal viaje a una zona de auténtica guerra entre cárteles del narcotráfico y fuerzas federales, tan incontrolable la situación que ni el ocupante de la Presidencia de la República pudo poner pie en esa tierra en la fecha prometida… En Veracruz, el general Salvador Cienfuegos, secretario de la Defensa Nacional, tampoco tuvo un buen día, pues aparecieron mantas de narcotraficantes con amenazas contra funcionarios de los tres niveles de gobierno, mientras el alto mando militar supervisaba la operación del Ejército en tareas de seguridad pública… Y, mientras el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, sigue empeñado en meterse en el terreno electoral, ahora al exhortar, ante bancadas legislativas del PRI y el Verde Ecologista, a que no dejemos, más en esta trinchera, que alguien trate de confundirlos, de pretender ganar votos negociando la justicia o hacer justicia en aras de obtener votos, ¡hasta mañana, con Luis Videgaray asegurando que México no aceptará alguaciles armados a bordo de vuelos entre nuestro país y Estados Unidos! Twitter: @julioastillero Facebook: Julio Astillero Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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En octubre de 2017 la sección instructora de la Cámara de Diputados no logró los votos necesarios para iniciar el proceso de desafuero del priísta veracruzano Antonio Tarek Abdalá. Fue defendido por el presidente de la sección, el también priísta Ricardo Ramírez Nieto. Se acordó turnar el expediente a la mesa directiva para que resolviera lo conducente. Quedó congelado. Sin embargo, el Servicio de Administración Tributaria acaba de embargarle bienes por 500 millones de pesos. ¿Dónde está el diputado? No se ha dejado notificar personalmente. La semana anterior, el SAT lo notificó en estrados. El embargo –confirmado por el SAT– es consecuencia de las sanciones que le impuso la Auditoría Superior de la Federación por la utilización de recursos federales en otros gastos para los que no estaban etiquetados durante su paso por la Secretaría de Finanzas y Planeación de Veracruz, de 2012 a 2015, en el sexenio del hoy prisionero ex gobernador Javier Duarte. Es un caso muy espinoso. En julio de 2017 circuló un audio de una supuesta conversación entre Duarte y Tarek Abdalá, en la que Duarte le dice que no llegó el dinero que había ofrecido enviar al PRI en cajas de huevo. En respuesta, Abdalá Saad respondió que habría que checar y se comprometió a resolver el asunto a la brevedad. ¿Pero dónde está el diputado? Urge que aparezca, aun por su propia seguridad. No olvidar el caso de Muñoz Rocha de los tiempos del salinismo.
Se llevaron al baile a Los Pinos
La Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) multó con más de 7 millones de pesos a un grupo de empresas que se dedican al negocio de investigaciones de mercado y síntesis informativas. Sus principales clientes son dependencias de gobierno. Las sancionadas Especialistas en Medios; Delfos Comunicación; Mercado y Prospectiva, y SVS Internacional de México, así como a Emilio Otero Cruz –persona física que opera con el nombre comercial de Antena Informativa. De acuerdo con la Cofece, actuaban como monopolio, manipulaban los precios de las propuestas económicas y cotizaciones. Sus clientes eran dependencias de gobierno, como la Presidencia de la República, Conaculta, Ifai, SEP, Conapred, CNBV, Secretaría de Economía, Auditoría Superior de la Federación y Profeco, entre otras. La trama –ejecutada entre 2012 y 2016– tenía como propósito que la empresa Especialistas en Medios resultara favorecida con la adjudicación de contratos. Las subcontrataba, era su pago. Se estima que causaron daños por 3 millones 144 mil 865 pesos a las dependencias que utilizaron sus servicios. Les va a salir caro: la sanción en conjunto asciende a 7 millones 255 mil. Sin embargo, queda un cabo suelto. ¿Cómo que se llevaron al baile hasta a la Presidencia de la República? ¿Y los funcionarios que contrataron? ¿Llevaban un moche? Es una investigación que nos debe la secretaria de la Función Pública, Arely Gómez.
Infinitum y las irritantes redes
Hace unos días, Peña Nieto dijo que las redes sociales irritan. ¿Tenía esto relación con la caída de Infinitum, el principal proveedor de Internet del país? Se congelaron ayer en la tarde Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp. Sin embargo, las redes de Telefónica y AT@T siguieron funcionando. El problema sólo era en Infinitum, pero con 8.4 millones de usuarios en la República –63.8 por ciento del mercado– sus efectos fueron considerables. La empresa del Grupo Slim anunció que fue un problema de software y quedó resuelto ayer mismo.

China publicó un documento blanco sobre su Política en el Ártico, donde elabora su visión de la ruta de seda polar, adicional a sus dos otras rutas de la seda –la continental euroasiática (que la conecta con Europa) y la marítima (que la vincula con el sudeste asiático y el este de África)–, que redefinen la geoeconomía por el restante del siglo XXI y conceden una gran delantera conceptual y operativa a los estrategas de Pekín (https://goo.gl/wLhGrJ).
China desearía entender (sic), proteger, desarrollar y participar en la gobernabilidad del Ártico.
En la fase del egoísta trumpismosolipsista, China no niega que proseguirá sus propios intereses, pero tomará en cuenta los intereses de los otros países.
Según el documento blanco, los territorios del Ártico cubren un área de 8 millones de kilómetros cuadrados (nota: cuatro veces el tamaño de México), cuya soberanía pertenece a Canadá, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Rusia, Suecia y EU, mientras que el océano (sic) Ártico tiene un área de más de 12 millones de kilómetros cuadrados (nota: seis veces México), en el que las costas y otros (sic) países comparten derechos marítimos e intereses de acuerdo a las leyes internacionales.
Las empresas chinas son estimuladas a participar en el desarrollo de infraestructura de las rutas de transporte del Ártico, con énfasis en la navegación segura.

Como es costumbre, insuficientes resultaron los discursos, sonrisas y promesas oficiales en materia de crecimiento, pues en 2017 la estancada economía nacional mantuvo el comportamiento inercial que ha registrado a lo largo de las pasadas tres décadas y media, con las consecuencias sociales por todos conocidas y padecidas.
Ayer, el Inegi informó que en 2017 el producto interno bruto del país habría crecido 2.3 por ciento; también, que con series ajustadas por estacionalidad observó un incremento real de 1.7 por ciento en el periodo octubre-diciembre de ese mismo año, con relación a igual trimestre de 2016, y que en dicho lapso el avance registrado fue de uno por ciento en relación con el trimestre inmediato anterior.
En castellano simple lo anterior quiere decir que la economía mexicana mantuvo el enclenque ritmo de crecimiento de años y sexenios anteriores, con todo y las millones de palabras y las toneladas de saliva que los integrantes del gabinetazo peñanietista pronunciaron y consumieron a lo largo del año recién concluido, con el fin de dar esperanza a los mexicanos de que todo marchaba bien.
Así, del México prometido (ese que se movería a la velocidad de la luz, gracias a las reformas estructurales) al México real (el cotidianamente padecido por los habitantes de esta república de discursos) existe una cada día más amplia brecha, porque gobierno tras gobierno se repite el numerito en detrimento del nivel de bienestar de los mexicanos.
Todavía se escucha la promesa del chile de todos los moles del sexenio, Luis Videgaray, cuando en los albores de 2014 (en funciones de secretario de Hacienda y en un discurso que repitió a lo largo del año en foros nacionales internacionales) celebraba que se ha empezado a ver una recuperación gradual de la economía mexicana, por lo cual se espera que en la segunda mitad de la actual administración pueda alcanzarse una tasa cercana a 5 por ciento de crecimiento anual.
¿Por qué? En ese entonces decía el ahora aprendiz de canciller que el efecto de las reformas estructurales le permitirá a México alcanzar tasas de crecimiento de 5 por ciento anual en la segunda mitad de la actual administración, y a lo largo de los próximos años veremos el efecto que tendrán las reformas en nuestra tasa de crecimiento. Y machaconamente repetía aquello de que en la segunda parte de la administración podrá alcanzarse una tasa sostenida de alrededor de 5 por ciento de crecimiento anual.
Videgaray se sentía pleno. Después del sonado fracaso de 2013 (cuando el PIB a duras penas creció 1.1 por ciento), en 2014 el susodicho presumía que la economía nacional ya ha comenzado a tener una recuperación gradual y sostenida en lo que va de este año; tenemos que cambiar para crecer, porque si bien es cierto que la economía se ha vuelto estable, en los últimos 30 años la tasa de crecimiento en México ha sido muy baja, hemos crecido apenas en promedio 2.3 por ciento y en (los últimos) 14 años la tasa de crecimiento en el país ha sido de poco más de dos por ciento. Si queremos transformar a México, convertirnos en una economía desarrollada, donde superemos los niveles endémicos de pobreza, tenemos que crecer más.
Ese mismo año repitió el discurso en un foro realizado en la capital española: “Al final de este gobierno, México tiene la oportunidad de elevar estructuralmente su tasa de crecimiento, que debería estar en 5 por ciento anual, que es el doble del crecimiento que hemos tenido en promedio en años recientes… La democracia mexicana tiene impaciencia y exige resultados, por eso al tiempo que implementa las reformas toma acciones decididas para acelerar la economía”. Y como siempre, Videgaray no dio una.
A estas alturas, consumido 84 por ciento del mandato constitucional de EPN, aquello de 5 por ciento resultó ser un chiste de pésimo gusto, pues la actual administración sólo reprodujo los vicios y errores de cálculo de las cinco precedentes, y la muestra más contundente es que México sigue creciendo 2 por ciento.

El comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales, informó ayer que el gobierno mexicano recibió una petición del estadunidense para permitir la presencia de agentes armados con pistolas eléctricas en vuelos comerciales entre ambos países y en aerolíneas de la nación vecina. El asunto ameritó poco después una ampliación por parte del secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, quien confirmó la existencia de la solicitud, que ha sido formulada varias veces; negó que las pláticas correspondientes formen parte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y dijo que “no vamos a negociar ese tratado a cambio de los ‘air marshals’”, como se ha denominado a esos policías aéreos.

A Marco Antonio, sano se lo llevaron, sano lo queremos
Miguel Ángel Mancera Espinosa, jefe de Gobierno de Ciudad de México, y Alfredo del Mazo Maza, gobernador del estado de México: La violencia en nuestro país y particularmente en el área metropolitana que incluye a Ciudad de México y el estado de México, es de tales dimensiones que no alcanzan ya las palabras para nombrar su gravedad.

Su caso no es aislado. Los tortuosos días vividos por el estudiante Marco Antonio Sánchez Flores y su familia revelan los laberintos que han debido sufrir otros jóvenes, hombres y mujeres, en Ciudad de México que para su desgracia han sido víctimas de algunas redes policiacas.
En la conspicua y reciente fotografía de ex secretarios de la hacienda pública destacan dos personajes. Uno, formado fuera de los circuitos internos de esa burocracia y llegado ahí con la ambición de asaltar el poder. Otro, que transitó por varios de sus conductos y niveles para, después, emprender una que ha resultado azarosa y singular aventura. El primero, Luis Videgaray C., llegó sin pasar lista entre los rangos inferiores y, por tanto, sin los pergaminos de rigor que le sustentaran su tentativa de tan alto vuelo. No era, sin embargo, extraño a esa grey de iniciados financieros. Exhibió, como muchos de ellos, título de doctor en economía por universidad estadunidense de prestigio. Siendo diputado se ocupó de los trasiegos presupuestales que lo familiarizaron con el oficio hacendario. Habría que añadir sus anteriores funciones como secretario de Finanzas del Edomex. Fungió, durante cierto tiempo, como asesor externo a ese gobierno estatal en similares asuntos. Siempre alejado del bullicio popular ganó la entera confianza del, en ese entonces, aspirante priísta que lo llamó a su campaña. La palanca empleada por Videgaray en su intento de escalar hacia la cúspide fue la indispensable designación presidencial. Era ya para entonces el capitán de un equipo en imponer sus designios y primacías de mando.
Fin del ciclo progresista, restauración conservadora, guerra jurídica en América Latina. Me temo que las polémicas que suscitan tales premisas, empiezan a desbordar sus marcos teóricos.
El martes pasado fui por unos días a Matamoros, Tamaulipas. No conocía.
Durante los siglos VIII y XV predominó en Europa un sistema político y económico que ha recibido el nombre de feudalismo. Era un sistema organizado alrededor de la propiedad de la tierra, a cambio de esquemas de vasallaje, protección, trabajo y distribución de la producción agrícola. En la clásica descripción de Marc Bloch, el esquema jerárquico giraba alrededor de los tres estamentos de la sociedad: nobleza, clero y productores del campo. Típicamente los señores feudales, firmemente aposentados en sus castillos, prestaban protección a los productores agrícolas a cambio de trabajo directo o de un tributo que era pagado en especie.

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