8/22/2018

Cambio y resistencia



Luis Linares Zapata


Sin temores, pero con salvables inconsistencias, se han lanzado al aire de la República las primeras líneas de programas del gobierno venidero. No han sido formulados con el detalle suficiente para evitar rumores y paliar oposiciones, por lo demás esperadas. Tampoco llevan aparejados motivos fundacionales para que puedan ser reconocidos y aceptados con firmeza por las múltiples audiencias.


Por el contrario, se prestan a una multitud interpretativa que los hace, con frecuencia inesperada, sujetos de juicios veleidosos contrarios a sus propósitos iniciales. Es, bien puede decirse, consecuente fenómeno de oposición de un sistema que lleva décadas de consolidar sus posturas neoliberales, autoritarias, clasistas, convenencieras y plagadas de cómplices componendas.

Las andanadas comunicativas del entorno establecido no se hacen esperar ni tantito. A cada avanzada del futuro gobierno, el oficialismo, todavía encaramado en las trastabillantes instituciones, responde con un alud de intensidad efectiva en sentido contrario. A toda propuesta de cambio, le opone un paralelo alarde de voces, entre las cuales destacan algunas embozadas en la sociedad civil. Inyecta así a la discusión en curso, confusiones varias con el ánimo de acentuar improvisaciones de iniciados. Parece, por sus insistentes recomendaciones preventivas de problemas por llegar, que todo deberá inclinarse por la quietud y el reformismo con cuidados precautorios. No han podido contrariar la legitimidad que ampara a los proponentes, pero sí solicitar, disfrazadas con educadas frases modernizantes, que se actúe, paso a paso, con parsimonia civilizada.

Abundan recuentos presupuestales pormenorizados para introducir dudas por las calificadas de alegres cuan espontáneas propuestas del gobierno por venir. Un alud de inquisidores aparece de pronto por cualquier lado o bocina del aparato comunicativo. Todos se sienten autorizados para colgar sus inquietudes de expertos en la desprevenida conciencia colectiva. Opinócratas reconocidos y demás oleada repetidora, han cincelado su prestigio en pasados alegatos para inducir sospechas con dedicatoria precisa. Se da consistencia y forma a un bien conocido caballo de batalla, útil al intocado poder. Lo secunda, de manera combinada, enorme porra de analistas, locutores, columnistas y conductores de programas, con continuas y constantes salidas a medios establecidos.

Ante el anuncio de cortar el abundante, cuan oscuro y hoy arbitrario, río de recursos a los medios de comunicación, se ha seguido una serie preventiva de alegatos para inocularse a sí mismos. Es, para muchos, clara y seria amenaza de que el cambio también los afectará.

Será un ambiente desconocido que los obligará a buscar la sobrevivencia por rumbos distintos a los usuales. Mientras este temido panorama toma forma y sustancia normativa, hay urgencia de lanzarse al combate con la clara idea de que la mejor defensa es el ataque. Y en esa tesitura se encuentra la actualidad comunicativa de hoy. Hay que tambalear la solidez conceptual y presupuestal de las propuestas del morenismo.

Llevarlo a confrontarse con la tosca rigidez imperante de la realidad. Bajarle el tono y las pretensiones a sus optimistas avanzadas. Se trata de poner al descubierto sus alegres e infundadas promesas de campaña hasta exponerlas, si es posible, al escarnio popular. Explorar la formación de sus grupos internos para alentar pugnas venideras que toda entidad política acarrea. Multiplicar los ángulos oscuros o contrapuestos, de las calificadas como voluntariosas pretensiones de cancelar las alardeadas reformas peñistas. El Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México se inserta con especial saña para reclamar valentía decisoria del Ejecutivo venidero y no escudarse en consultas tontas.

Las avanzadas edades de ciertos integrantes del difundido gabinete futuro se muestran con alegatos peyorativos y memes. Sacan a relucir los injertados prejuicios sobre la endeble sabiduría popular. La pelea no parará hasta lograr que se les atiendan sus pretensiones de continuidad a la conocida usanza.

Más vale a los morenos ir tomando acciones conducentes para neutralizar este golpeteo, inclemente, ponzoñoso, de mala leche y oneroso, que intenta cercenarles autoridad, capacidad y eficacia. El entorno comunicacional del país no puede quedar intocado. Es demasiado peligroso para el cabal cumplimiento de la transformación prometida.

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