4/10/2022

La muestra: C’mon, c’mon: Siempre adelante

Carlos Bonfil

Foto
▲ Fotograma de la cinta C’mon, c’mon: siempre adelante, del cineasta estadunidense Mike Mills.
Un aprendizaje inusitado. Johnny (Joaquin Phoenix), un locutor de radio de ánimo alicaído, abandonado por su novia, entregado al análisis, con base en entrevistas, de las incertidumbres y expectativas que tienen los adolescentes cuando piensan en el futuro, acepta el encargo de su hermana Viv (Gaby Hoffmann) de ocuparse por un tiempo de Jesse (un Woody Norman sobresaliente), su sobrino de nueve años. Mientras tanto, la madre se encargará de sacar a flote a su ex pareja sentimental aquejada de un trastorno bipolar. Con esta dramática premisa, la trama de C’mon, c’mon: siempre adelante ( C’mon, c’mon, 2021), se podría esperar y temer una banal cinta hollywoodense cargada de mensajes aleccionadores de superación personal. Por fortuna, la destreza narrativa del director estadunidense Mike Mills y las excelentes actuaciones de sus protagonistas, hacen de la cinta una elegante y discreta parábola sobre las posibilidades de una amistad madura entre un niño de inteligencia precoz y su guardián adulto, un hombre en la cuarentena avanzada, particularmente falto de firmes asideros emocionales en la vida.

El tema de la familia ha sido central en el trabajo del realizador, desde Así siente el amor ( Beginners, 2010), cinta inspirada en una experiencia personal sobre la tardía salida del clóset de un gay septuagenario (Christopher Plummer) y el impulso que ese hecho confiere a la relación afectiva con su hijo heterosexual (Ewan Mc Gregor), hasta 20th Century Women (2016), tributo a su propia madre y al universo femenino que marcó la formación adolescente del cineasta. En esta ocasión, el detonador narrativo declarado ha sido su relación con su pequeño hijo, circunstancia nada fortuita que acentúa el toque autobiográfico de C’mon, C’mon: siempre adelante.

En esta sobria realización de Mike Mills, un drama cargado continuamente de destellos humorísticos, destaca la fotografía en blanco y negro de Robbie Ryan, la cual transforma el road movie de la pareja protagónica (desplazamientos de Detroit a Nueva York y de Nueva Orleans a Los Ángeles) en una cartografía muy vintage de Estados Unidos y en una experiencia iniciática muy a tono con los relatos de aventuras que el tío lee al sobrino y las extravagantes fantasías que ese niño le devuelve al inventarse, como un doble fantasmal, la figura de un niño abandonado en un orfelinato. En este relato híbrido, donde la ficción tiene un toque de documental por medio de las entrevistas juveniles, el director y guio-nista oponen el mundo fantasioso en que se mueve con desenfado e imaginación desbordada el niño Jesse a la rutinaria realidad de un Johnny enfrascado en su labor itinerante de periodista radiofónico. La espontaneidad y humor de los interlocutores juveniles que entrevista Johnny contrastan de modo singular con sus propias vivencias de solterón mal amado, ensimismado en sus desencantos existenciales. Joaquín Phoenix encarna con aplomo a este personaje particularmente desvalido, a ratos incluso conmovedor, que en el niño Jesse al que pretende proteger y orientar, descubre a un amigo muy precoz de cuya cercanía y afecto puede extraer las enseñanzas más inesperadas.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 15:00 y 20:00 horas.

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