2/19/2009

EU: con Obama, cambio... pero no tanto


Estimado Eduardo: Te hago llegan un nuevo análisis del CLAEI, acerca de lo que realmente pueden esperar América Latina y el mundo del gobierno de Obama. Saludos cordiales.
Lic. Luis Gutiérrez Esparza
Presidente
Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales
(CLAEI) / Latin American Circle for International Studies
LACIS
México, DF

El gobierno de Barack Obama está decidido a rectificar en algunos rubros la política exterior estadunidense, particularmente hacia América Latina y el Caribe, con el objetivo principal de restablecer la influencia de Washington en la región, que se redujo a niveles mínimos durante el largo mandato de George W. Bush. Las consecuencias de este golpe de timón pueden ser favorables para los países latinoamericanos en cierta medida, pero también son previsibles algunos resultados negativos.

Desde luego, prevén los expertos del Círculo Latinoamericano de Estudios Internacionales (CLAEI) --entidad académica de la sociedad civil dedicada a la investigación, el análisis y la reflexión, con sede en la ciudad de México--, los cambios previsibles tendrán en su mayor parte un carácter cosmético.

Inevitablemente, los poderes fácticos estadunidenses presionarán al gobierno de Obama para que interfiera en los procesos latinoamericanos de integración, mediante la una estrategia que provoque la agudización de las diferencias entre las naciones de la región y el debilitamiento de los vínculos regionales con sus socios y aliados en otras regiones del mundo. Estados Unidos resiente principalmente la creciente presencia de Rusia y China en América Latina y el Caribe.

No obstante las declaraciones de Obama durante su campaña electoral, respecto a sus planes para normalizar y ampliar los actuales vínculos político-económicos de Estados Unidos con la región, e incluso con países involucrados en algún grado de confrontación, advierten los analistas del CLAEI, los gobernantes latinoamericanos y caribeños no deben esperar una actitud de generosidad altruista, sino la promoción de la agenda estadunidense, aunque con civilidad y respeto.

A corto y mediano plazos, América Latina y el Caribe estarán, en los hechos, fuera de las prioridades de Obama. Esto, desde luego, de ninguna manera excluye que la secretaria de Estado, Hillary Clinton, cuya visión global es mucho más amplia, incluyente y plural que la de su predecesora Condoleeza Rice, lleve a cabo una exitosa tarea de eliminación de fricciones y establecimiento de un trato respetuoso e incluso cordial. El Departamento de Estado será nuevamente el que marque las pautas, conforme a los lineamientos presidenciales, en vez del Comando Sur del Pentágono.

Hasta el día de hoy, consideran los expertos del CLAEI, no hay indicio alguno de que Obama piense dar marcha atrás en la estrategia de establecer bases militares o “puntos de apoyo” de seguridad en el hemisferio occidental, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo y el crimen organizado, particularmente el narcotráfico. Consecuentemente, es previsible que se amplíe –o al menos se intente ampliar—el campo de acción de la recién restablecida IV Flota, que al incluir armas nucleares en sus arsenales, viola el espíritu y la letra del Tratado de Tlatelolco.

Cabe destacar que desde los altos círculos del complejo industrial-militar estadunidense, se ha filtrado en fechas recientes información privilegiada acerca de su interés por promover con mayor amplitud la colaboración con los países latinoamericanos y caribeños. Esto de ninguna manera es casual, dado que existe hoy en día en Estados Unidos una sobreproducción de armas convencionales que, dadas sus características, no pueden encontrar mercado salvo en América Latina.

El objetivo de Washington es claro: en estos tiempos de crisis económica aguda, que aun cuando afecta a todo el mundo, se inició y es particularmente onerosa en Estados Unidos, señalan los expertos del CLAEI, los países de América Latina y el Caribe tendrán que hacer aportaciones considerables para salvar del naufragio a la economía estadunidense.

La propuesta del Pentágono podría ser acogida favorablemente en Perú, por ejemplo, cuyo gobierno, según información confidencial en poder del CLAEI, ha solicitado ya a la OTAN armamento y el establecimiento de un programa de adiestramiento militar dentro de las estructuras de cooperación internacional de la alianza atlántica.

En el futuro inmediato, el gobierno de Obama deberá dedicar enormes recursos económicos para paliar los efectos de la crisis, al tiempo que necesitará financiamiento suficiente para las operaciones militares en Afganistán yen Irak, que, pese a las promesas y a las buenas intenciones del nuevo presidente, no cesarán en el corto ni –posiblemente-- en el mediano plazo.

Esta realidad inescapable reducirá drásticamente la capacidad de Washington para concretar programas de ayuda económica en América Latina, incluso aquellos destinados a quienes se han mantenido como sus aliados incondicionales en la región. Es un hecho que desde hace algunos años, los estadunidenses no han podido proponer proyectos viables y atractivos, ni apoyarlos con el financiamiento adecuado, a las naciones de la región.

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