2/19/2009

Periodistas pal cafe..........



Columnas
Julio Hernández López: Astillero

El secretario de Economía del gobierno federal no encontró mejor manera de hacer que se supiera de su existencia que haciendo unas extrañas declaraciones en París con las que prácticamente ha dado por extinguido el sistema político no confesamente criminal de México o, cuando menos, ha extendido una certificación oficial de que los procesos electorales y partidistas en este país han estado controlados por el poder del narcotráfico.
El alto funcionario, cuyo nombre intencionalmente no será reproducido aquí, para respetar su largo anonimato virtual, creyó disparar hacia adelante al decir que el siguiente presidente de México seguramente habría sido un narcotraficante si Calderón no hubiera emprendido la guerra contra esos delincuentes, sin darse cuenta ese agitado secretario de Economía de que las presunciones para dentro de casi cuatro años también son aplicables al pasado. Es decir: conforme a esos ejercicios de imaginación se deduce que el andamiaje de poder del narco fue permitido por el anterior panista ocupante de Los Pinos, Chente Fucks, y que el sucesor designado habría también recibido beneficios o influencia de esa fuerza política narcótica. El inexperto y desconocido secretario, por lo demás, ha mandado al diablo a todas las instituciones de representación política al señalar que, si no hubieran entrado las armas, esos partidos, líderes y candidatos habrían llevado al máximo poder formal a un jefe de jefes.
En descargo del cuasi clandestino secretario de Economía, que ha estado lanzando declaraciones en estos días desde París, ha de citarse que conforme a la entrega de este martes de Marcela Gómez Salce, en Milenio, al miembro del equipo íntimo de Calderón lo suele descomponer el consumo de sustancias tóxicas. Relata la columnista que el domingo en que en la Plaza de Toros México brindaron un toro y aplaudieron a Margarita Zavala, se organizó una cena para el matador español Enrique Ponce en el restaurante Los Guajolotes, adonde llegaron poderosos apellidos como Slim, Azcárraga, Alemán, Espinosa Yglesias y Arango, a quienes el distinguido secretario de nombre antes no mencionado (pero de iniciales Gerardo Ruiz Mateos) insultó, ebrio, acusándolos de ser unos catastrofistas que han traicionado al gobierno de Calderón.
El mérito de las confesiones de este secretario viajero es, en todo caso, el de poner sobre la mesa el tema del dominio del narco sobre la política mexicana. En realidad, ni siquiera es necesario esperar a 2012 para saber si los capos podrán colocar abiertamente a uno de los suyos en los fumables Pinos, pues ya hoy se viven revueltas norteñas citadinas que confirman que el narcotráfico tiene bases sociales e intencionalidad política y que el gobierno constituido no atina ni a entender el proceso de sustitución del Estado por los capos regionales tutelares que ejercen más presupuesto y realizan más obra social que las autoridades formales. Embebidos en el consumo de las copas del poder, los gobernantes formales no se quieren dar cuenta de que en el país hay millones de personas que saben que no tienen presente ni futuro en el esquema de convivencia social que defienden los actualmente poderosos, y que el narcotráfico proporciona el trabajo y el ingreso que el sistema oficial les niega, y que se han instituido mecanismos que llevan a muchos a enrolarse en los ejércitos de los cárteles para obtener por plazos ínfimos los satisfactores que durante una vida común no alcanzarían.
Por otra parte, vergüenza les debería dar a los gobiernos federal y estatales denunciar los llamados narcobloqueos de calles como obra de los capos, pues al reconocer la primacía de ese poder diluyen el propio. Pero aun suponiendo que esas movilizaciones fueran maquinación de los empresarios del ramo de los estupefacientes, se está dejando de lado el alegato central, que sí tiene validez comprobada incluso por órganos de simulación institucional como la comisión soberana de mercadeo de los derechos humanos: que el Ejército está cometiendo múltiples y graves violaciones a los derechos humanos y el orden constitucional en aras de lo que en realidad es una guerra perdida contra el comercio de drogas. El punto rojo está en esas acciones bélicas cometidas contra poblaciones civiles, en torbellinos de plomo y violencia que afectan sin distingo incluso a gente ajena al narco a la que le toca la mala suerte de quedar en el radio verde olivo de afectación.
Sin embargo, como una muestra de la extrema e irritante polarización social, mientras unos usan las narcomantas para alcanzar comunicación social, y otros se enfrentan, encapuchados y no, a policías y militares en las calles de Monterrey y otras ciudades, las noticias del corazón siguen fluyendo en las revistas de alta sociedad y de chismes de la farándula que en estos momentos de terrible aberración nacional dan más información de los poderosos que las secciones de política y economía. Según esas fuentes, dosificando fechas y momentos, para crear una telenovela rosa que tenga consecuencias electorales, Quique Gaviotón ha ofrecido anillo de compromiso en Acapulco, en pleno 14 de febrero, al rostro que durante largo tiempo fue públicamente asociado a la entrega de obras y servicios del gobierno del estado de México ¡Ah, el amor, que tuvo episodios dorados con Martita y el señor de bigotito que a lo loco hizo como que gobernó a la nación, y con el antecesor de Copete Peña, el enamoradísimo Arturo Montiel y su inmobiliaria francesa amada! Y, para cerrar el cuadro, quienes deseen enterarse de los momentos que pasó la esposa de Juan Camilo en el contexto de la caída del jet y en los días posteriores, habrán de recurrir a los servicios profesionales de la revista Quién, que en su edición reciente lleva una entrevista exclusiva con Marigeli Escalante, ahora viuda de Mouriño, a la que, por cierto, según sus propias declaraciones, le mantendrán a lo largo del sexenio la escolta militar, por orden del Presidente. ¡Hasta mañana, mientras sale en libertad el autor (sólo) material de la muerte de Manuel Buendía!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx


Enrique Galván Ochoa: Dinero

Jonathan Davis Arzac fue nombrado presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores por Vicente Fox en diciembre de 2000 y permaneció en el cargo hasta diciembre de 2006, cuando lo sustituyó Guillermo Babatz. En mayo de 2005 –todavía con Davis– la CNBV autorizó a la empresa Stanford Fondos SA de CV para que operara la distribución de acciones de sociedades de inversión mexicanas exclusivamente y quedó bajo la supervisión de la misma comisión, de acuerdo a un reporte que emitió el martes la oficina de prensa de Babatz. Aparentemente se salió de los límites y falló la vigilancia. Ayer se formó un tumulto de clientes afuera de sus oficinas en Polanco para reclamar que les entregaran de inmediato sus inversiones, al conocerse que las autoridades federales de Estados Unidos investigan al propietario del negocio, Robert Allen Stanford, por un probable fraude de 8 mil millones de dólares. No abrieron, apareció un letrero con esta leyenda: Las cuentas de los clientes de Stanford se encuentran temporalmente congeladas con la excepción de la ejecución de instrucciones de clientes para cerrar y/o liquidar posiciones abiertas, señala el comunicado. Algunos clientes llamaron a Condusef en busca de orientación y recibieron por respuesta que no puede hacerse nada porque se trata de un banco extranjero. Argumento bizarro, por decir lo menos: por un lado la CNBV autorizó que operara en México, ahora dice Condusef que como es un banco extranjero está fuera de su jurisdicción. El caso Stanford –que se suma a la pirámide Madoff– pone de relieve la alcahuetería y corrupción de los llamados órganos reguladores o de vigilancia. En el sexenio pasado la función de la CNBV sobresalió por encubrir, con el pretexto del secreto bancario, los fraudes en que se vieron involucrados algunos personajes de la política.
e@Vox Populi
Asunto: sueño imposible
Hace casi tres meses los padres de familia de la primaria Niños Héroes de Chapultepec, en Ciudad Neza, le llevamos una solicitud al presidente Felipe Calderón, con copia al góber Peña Nieto, a la Secretaría de Educación del estado de México, al presidente municipal de Neza, pidiéndoles dos pequeños favores: línea telefónica y un maestro de educación física, pero ni siquiera nos han dado respuesta. ¿Qué nuestros impuestos no alcanzan para esos lujos? ¿Será que el señor Slim podrá ayudarnos con lo del teléfono, o está en crisis?
María Esther Tapia Álvarez/Cd. Nezahualcóyotl
R: Descarten al señor Slim, es ligeramente marrísimo, dicen que a la reina de Jordania le llama por cobrar. Descarten al Presidente del Optimismo, su entusiasmo lo lleva a suponer que todas las aulas tienen Internet y computadoras, los profesores un iPhone y una BlackBerry cada alumno. Descarten al que nunca será abuelo, sino eternamente Nieto, porque anda muy gastalón poniendo lucecitas navideñas a Teotihuacán, luego lo rebautizará como Gaviotitán. En resumen: junten sus quintitos y ustedes, padres de familia, paguen el teléfono y al profe de educación física.
Asunto: sacada de onda
Quisiera por tu conducto informar a la secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, que la violencia no se concentra sólo en los tres estados fronterizos que ella comentó. La semana pasada hubo ataques con granadas y fusiles de asalto contra uniformados y civiles en Uruapan y Lázaro Cárdenas, Michoacán. El viernes 13 (no soy catastrofista) hubo amenaza de bomba en el mercado Independencia, uno de los más concurridos de Morelia, ubicado a escasas cinco cuadras de la casa de la señora Hinojosa, madre del presidente optimista, situación que motivó el sobrevuelo de aviones militares por el centro de la ciudad. Al día siguiente, durante el informe de gobierno de Leonel Godoy, el primer cuadro de la ciudad se convirtió en un búnker, debido (según se rumoraba) a amenazas. Yo, como la mayoría, tengo miedo y más a estar cerca de elementos de la policía. Te pido reserves mis datos, en el caso de publicar este mensaje.
Buzón reservado
Morelia, Michoacán
R: Tal vez quiso decir que sólo en tres estados no hay violencia: Arizona, Nuevo México y California. Sólo que desde hace bastante tiempo ya no forman parte del territorio nacional y no se ha enterado.
Asunto: ahorros devaluados
Llamé a Banamex a reclamar que desde que ingresé a su afore (a mediados del año pasado) solamente me ha llegado un estado de cuenta, el cual señalaba un rendimiento negativo (o sea, se robaron mi ahorro). Su explicación fue la siguiente: La Consar ordenó a los bancos no emitir estados de cuenta porque el formato va a cambiar. Por supuesto que ese cuento no me lo creí, lo que yo le mencioné fue que pienso que los bancos están ocultando información para que no nos demos cuenta de las burradas que comenten con nuestros ahorros. Es la primera vez que ingreso al IMSS (tengo 22 años), creo que a mí no me ha afectado tanto, pero estoy consciente de que a mucha gente la han dejado sin los ahorros suficientes para retirarse dignamente.
R: ¿No te ha afectado? Cualquiera que sea la suma de tu ahorro se depreció casi 50% con la devaluación. No esperes a ver qué te dicen cuando llegues a los 60.
Charla con nuestros amigos
Invitado por el Club de Periodistas, que dirige Celeste Sáenz de Miera, estaré mañana viernes a partir de las 6 de la tarde conversando con nuestros amigos sobre temas relacionados con la economía y las finanzas personales. Ocupará nuestra atención el asunto del aumento del IVA, que comienza a cocinarse para aplicarlo después de las elecciones de julio. El club está en la calle Filomeno Mata 6, Centro Histórico.
Regístrate para participar en la encuesta semanal:
www.elforomexico.com/index.php
galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/


Carlos Fernández-Vega: México SA

En este año de crisis, por muy externa que sea (Calderón dixit), y en el que el dinero escasea, según la versión oficial, resulta alentador conocer que el aparato político-electoral (que incluye al IFE, Trife, FEPADE y los partidos políticos con registro) cuesta a los mexicanos cerca de 50 millones de pesos por día, sin que a cambio reciban prácticamente nada. A lo largo de este agitado 2009, pues, estas agrupaciones se comerán una nada despreciable canasta de recursos públicos cercana a 18 mil millones de pesos, sin considerar lo que esos mismos partidos se engullen en el Congreso.
El costo del financiamiento público de ese aparato político-electoral sería más que justificable, si a cambio ofreciera a los mexicanos, cada integrante en su ámbito de responsabilidad, resultados tangibles, garantías en el cumplimiento de la ley, acciones concretas en contra de quienes la violan, avance económico y social, mejoría en el nivel de vida, candidatos que en los hechos respondan a las necesidades y urgencias de la ciudadanía y no a los intereses de grupo, y, en fin, que sirviera al país.
Obvio es que no ha sido así, y la confianza ciudadana en esa estructura, en la que sobresalen los partidos políticos, sus representantes y las instancias de gobierno, desciende constantemente. La supuesta reconstrucción del IFE tras la catástrofe de 2006, no ha servido para mayor cosa, y en el caso de los partidos políticos la encuesta Latinobarómetro 2008 nos ilustra: tan sólo 33 de cada 100 mexicanos consideran que el trabajo de dichos partidos es muy bueno o bueno, ubicando a México en el octavo escalón a nivel regional. Sin embargo, la situación empeora cuando se habla de confianza ciudadana en ellos: apenas 17 de cada 100 mexicanos confía en los partidos políticos (contra 22 de cada 100 en 2006), lo que lleva al país al escalón número 12, de 19 posibles.
En 2009, casi 40 de los 50 millones de pesos que cotidianamente le cuesta a los mexicanos el aparato político-electoral se los engullen IFE, Trife y, en menor medida, FEPADE. Los partidos políticos los 10 millones restantes: 2.77 millones diarios correspondes al PAN; 1.94 millones al PRI; 1.66 millones al PRD; 833 mil pesos al niño muerde y al PVEM; 789 mil pesos al PT; 746 mil pesos a Convergencia; 699 mil pesos a Elba Esther y el PNA, y 520 mil pesos a la banda que se quedó con el PASC. Se supone que con esos dineros públicos nuestros gloriosos partidos políticos y las vigilantes instituciones electorales podrán hacer frente a los gastos de operación y a los de la elección intermedia, con candidatos surgidos por obra y gracia de las cúpulas.
Las cifras citadas no provienen de fuentes catastrofistas ni de los muy avinagrados medios de comunicación. Por el contrario, son de la propia Cámara de Diputados y su Centro de Documentación, Información y Análisis, el cual nos ilustra con la siguiente numeralia. En 2009, el financiamiento público federal para los partidos políticos con representación en el Congreso de la Unión suma 3 mil 633.07 millones de pesos, repartidos de la siguiente forma: PAN, mil 10.57 millones; PRI, 705.9 millones; PRD, 607.23 millones; PVEM, 304.1 millones; PT, 288.1 millones; CD, 272.3 millones; PNA, 255 millones, y PASC, 189.9 millones. Con todo y crisis, y ante la escasez de recursos que se presume en el ámbito oficial, ni uno sólo de los partidos políticos ha hecho el mínimo esfuerzo para reducir el voluminoso presupuesto con el que cuentan, en el entendido, dicen, que se abarató el costo electoral, “producto de la reforma electoral en materia de financiamiento aprobado por el Congreso de la Unión en 2007.
En los últimos 10 años (2000-2009), el presupuesto público para el IFE arroja un acumulado de 81 mil 690.53 millones de pesos; en igual lapso se canalizaron 10 mil 900 millones al Trife y cerca de 950 millones a la FEPADE, para sumar alrededor de 93 mil 500 millones. Sin considerar los dineros públicos destinados a estas instancias, en el mismo lapso de las arcas nacionales salieron alrededor de 30 mil millones de pesos para financiar las actividades de 16 partidos políticos que permanente y eventualmente obtuvieron registro. De ese monto, casi 96 por ciento (28 mil 350.38 millones) se canalizaron a las ocho agrupaciones que han mantenido dicho registro, las cuales, en el periodo citado, a los mexicanos han costado 7.77 millones de pesos por día, en promedio.
En esa década los ocho partidos que no alcanzaron o perdieron su representación en el Congreso de la Unión fueron: del Centro Democrático (PCD), de la Sociedad Nacionalista (PSN), Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), Alianza Social (PAS), Democracia Social (DS), Liberal Mexicano (PLM), México Posible (MP) y Fuerza Ciudadana (FC), lo que no evitó, sin mayor contribución a la patria, que entre ellos se engulleran mil 327.83 millones de pesos de financiamiento público, o lo que es lo mismo, dineros propiedad de los mexicanos.
Y ante lo que muchos pronostican para las elecciones intermedias del próximo 5 de julio, el Centro de Documentación, Información y Análisis de la Cámara de Diputados presenta sus estadísticas. Así, al conjugar el gasto público federal para las actividades electorales y el número de integrantes que conforman el padrón electoral, es posible acercarse al costo promedio por voto: si en dichos comicios vota el 10 por ciento del padrón electoral, el costo promedio por sufragio será de mil 836.44 pesos; si lo hace el 30 por ciento, el costo baja a 612.15 pesos y si milagrosamente participa el 50 por ciento, entonces se reduce a 367.29 pesos.
Entonces, ante esta espectacular danza de los millones, lo menos que la ciudadanía debe exigir es respeto a quienes pagan la fiesta y resultados concretos, no de discurso.
Las rebanadas del pastel
Con cambio, continuidad y plena impunidad para los responsables (Germán Larrea a la cabeza), se cumple el tercer aniversario de la evitable tragedia en Pasta de Conchos. Y en el exceso, el PAN a punto está de otorgar la candidatura a la presidencia municipal de San Luis Potosí a uno de esos responsables: Francisco X. Salazar, ex secretario yunquista del Trabajo en tiempos de Fox. Vergüenza debería darles a los blanquiazules.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx

Pedro Miguel: Navegaciones

Hace muchos años, en el reino lejano de Casampolde, vivió una mujer llamada Felicidad. Sus padres la habían bautizado así porque llegó al mundo un 7 de marzo, fecha en que se conmemora la muerte de una esclava de ese nombre, martirizada junto con su patrona, en el año de 203 de esta era, en Cartago, siglos después de que esa urbe fuera depurada de sus habitantes originales, arrasada y repoblada y vuelta a construir por los imperialistas romanos. Otro día les platicaré la tremenda historia de la esclava Felicidad, de Perpetua, su ama, de los esclavos Revocato, Saturnino y Segundo, y del diácono Sáturo, todos los cuales tuvieron muertes espantosísimas en el circo de Cartago, pero hoy vamos con otra cosa.
La Felicidad de esta historia era una mujer humilde, al igual que su protectora, pero no se crió en un entorno cristiano sino en el seno de la Iglesia Rododendra, implantada hacia el siglo XII en Casampolde por el heresiarca Rememuke, un soberano que se volvió loco cuando descubrió, o creyó descubrir, o dijo haber descubierto, unos manuscritos antiquísimos de Eutiques, quien fue, a su vez, higúmeno casi legendario del monasterio de Cora en la cuarta centuria, y acérrimo monofisita bizantino. Muchas habrán sido las diferencias de fondo y dogma entre la ortodoxia cristiana y la mezcolanza rododendrita urdida por el rey a raíz de sus lecturas reales o falsas del improbable Eutiques. De bulto, la nueva confesión negaba a María y a la Trinidad y era iconoclasta, aunque no le hacía ascos al fetichismo ni a la dulía, que es la veneración de los protagonistas del Santoral. Vaya todo esto para explicar por qué Felicidad fue bautizada con ese nombre.
Vivía en las montañas del norte, no lejos de Vuayoré. Era huérfana de padre y madre desde la pubertad, heredó tierras de ladera y unos rebaños de cabras y decidió vivir sola. Los habitantes de la región eran apacibles y Felicidad pudo establecer acuerdos informales con pastores vecinos para que explotaran a sus animales a cambio de modestas rentas, casi siempre en especie. Alcanzó la edad adulta sin que se le conociera varón ni hembra ni animal de sexo alguno pero su estatuto excepcional no alarmó a los pobladores ni alimentó consejas. La muchacha, más que fea o guapa, era insignificante y avara de conversación, aunque no huraña. Por eso no resulta extraño que no suscitara la curiosidad, el deseo, la animadversión ni la simpatía de nadie y que no haya sido víctima de murmuraciones, particularmente prontas y acerbas en las tierras en las que el tiempo pasa despacio.
Así llegó a la veintena y luego a la treintena: sola, autosuficiente y secundaria; no simpática pero tampoco desagradable; discreta, sin llegar a lo invisible. Así habría podido empezar a marchitarse y así habría podido vivir hasta una edad avanzada, y habría podido cifrar en la piedad de sus vecinos las esperanzas de un funeral desabrido. Pero las cosas ocurrieron de manera diferente.
La contención y la prudencia de los vecinos de Felicidad se hicieron añicos cuando una carcamala murmuradora se cruzó con ella en el mercado, la saludó al paso y a continuación, en voz queda, hizo notar a su acompañante el abultado vientre de la mujer. Nunca pensé que lo vería con estos ojos que se han de comer los gusanos --dijo--: Felicidad está embarazada.
Los rumores reventaron y se dispersaron con la energía acumulada de treinta años de encierro y en cuestión de horas todos los habitantes de los alrededores de Vuayoré habían abandonado sus actividades para consagrarse a la búsqueda del fecundador de Felicidad, aunque algunos se decantaban por invocar el milagro. Pudo ser el Espíritu Santo, apuntaba algún audaz, pero era aplacado de inmediato por las voces hegemónicas: Límpiese la boca tras pronunciar palabras profanas; el Espíritu Santo no existe y aquí no aceptamos habladurías trinitarias.
Aunque nadie le comunicó los chismes que se tejían a su alrededor, la mujer pareció darse cuenta de que había causado un hervidero de ellos, porque a partir de ese día se le vio poco por el pueblo e incluso empezó a hacerse difícil divisarla en las veredas cercanas a su vivienda. Pero los reportes de quienes lograban divisarla confirmaban un crecimiento sostenido de la barriga de Felicidad.
La mirada colectiva escudriñó a todos y cada uno de los varones en edad fértil para descubrir al responsable, pero no se halló ningún dato que permitiese fundar una sospecha sólida y menos una prueba concluyente. Se conjeturó, entonces, con la posibilidad de que el padre de la criatura que Felicidad llevaba en sus entrañas fuese un forastero, pero por aquellos tiempos prácticamente ninguno llegaba hasta las montañas del norte; el último del que se tenía noticia había merodeado al sur de Vuayoré diez meses atrás, y además era un anciano tullido de fecundidad harto dudosa.
Pasaron seis o siete semanas desde que una vieja chismosa notara el vientre crecido de nuestra protagonista hasta que un joven pastor, cuyo nombre no registra la historia, halló su cadáver al lado de una cacota. El muchacho bajó corriendo el sendero hasta el centro del pueblo, congregó a los gritos a todo el vecindario y de inmediato se organizó una partida multitudinaria que remontó el camino de vuelta hasta llegar al sitio en el que se encontraba la difunta.
Las trazas en la escena no dejaban lugar a dudas: la infortunada mujer había fallecido en el curso de una deposición masiva y monumental; había muerto, por así decirlo... uhhh... de parto. Si los habitantes de aquel remoto rincón de la provincia de Vuayoré hubiesen poseído los conocimientos de la ciencia moderna, acaso habrían sospechado que el organismo de Felicidad formó un fecaloma (consulten el diccionario de gastroenterología o, en su defecto, léanse La vida exagerada de Martín Romaña, del cuestionado Bryce Echenique) que le taponeó el desagüe, acaso como resultado de una dieta sobrada en lácteos y menguada en fibras.
Si la mujer hubiese sobrevivido, nadie más que ella se habría enterado de su padecimiento, y acaso un incauto, al cruzarse en el campo con una caquísima descomunal, habría especulado sobre la existencia de criaturas sobrenaturales.
Pero los habitantes de Casampolde, de suyo confundidos por el entonces reciente tránsito del cristianismo a la Rodondedria, enterraron el cadáver de Felicidad entre muestras de gran veneración y colocaron el fruto de sus entrañas a una capilla construida ex profeso, al lado del río Aquila, y allí le rindieron culto durante muchos años.
Si la reliquia hubiese perdurado, es posible que se hubiese convertido en un coprolito. Pero a mediados del siglo antepasado, en el curso de las revueltas positivistas, una cuadrilla de liberales se llegó hasta el pueblo natal de Felicidad; algunos sublevados penetraron en la Dendria local y uno de ellos, ignorante de la tradición vernácula, vio el objeto de culto, ya reseco por el paso del tiempo, lo tomó en sus manos y lo examinó con curiosidad. Esto es caca, concluyó, con un gesto de asco, y acto seguido lo arrojó a las aguas del río.
navegaciones@yahoo.com • http://navegaciones.blogspot.com


Carlos Martínez Rentería: Salón Palacio

Opinión
Carlos Montemayor: Atenco y la Suprema CorteE
ra previsible que el debate del caso Atenco en el seno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) arribara a un exiguo resultado. Las autoridades políticas que autorizaron la planeación y aplicación de la represión de masas en ese 3 de mayo de 2006 aparecían desde el inicio del debate como posibles exonerados. Este objetivo se presentaba como esencial en el contexto de la investigación de la Corte.
Las audiencias de la SCJN deben ser públicas, lo sabemos. Pero en las sesiones de este debate se llenó el salón de plenos con policías disfrazados de civiles, burócratas y personal del gobierno del estado de México. Ese lleno de la sala impidió el paso a Bárbara Zamora, Santos García y Humberto Oseguera, por ejemplo, que desde agosto de 2006 fueron los abogados promoventes de la facultad de investigación a que se refiere el artículo 97 constitucional; tampoco se dejó entrar a la mayoría de los comuneros de San Salvador Atenco, sólo a cinco representantes.
Fue notorio que el edificio de la Corte estuvo rodeado de soldados y policías que portaban armas de alto poder y que se emplazaron francotiradores enmascarados en azoteas de los alrededores. Quizás este despliegue de fuerzas militares y policiacas no era una autodefensa de la SCJN ante los machetes emblemáticos de los campesinos de Atenco, sino una réplica y un recuerdo intencional del operativo infamante del 3 de mayo de 2006. O podríamos considerarlo un aviso simbólico de que las manifestaciones de inconformidad social comenzarán a ser criminalizadas. O incluso deberíamos entenderlo como una forma de sugerir que los campesinos de Atenco, después de dos años ininterrumpidos de lucha social, legal y popular, se atreverían a tomar por asalto el edificio del alto tribunal judicial del país en una acción terrorista que confirmara y justificara la violencia de Estado que se ha ejercido contra ellos: que sus dirigentes merezcan sentencias de más de cien años y sus verdugos sean recompensados con la exoneración. Estos hechos fueron tanto o más elocuentes que los votos de la mayoría; las posiciones correctas y dignas de tres ministros no fueron suficientes para enaltecer la resolución final de la Corte.
Explicó el ministro Genaro Góngora Pimentel que no podían valorarse las pruebas como proponía el dictamen, en el sentido de que las víctimas demostraran que les fueron vulnerados sus derechos, sino que, por el contrario, el Estado debía demostrar que no hubo violaciones a los derechos humanos. La Corte Interamericana de Derechos Humanos había asentado este principio desde su primera sentencia en el caso Velásquez Rodríguez contra Honduras, del 29 de julio de 1988:
135. A diferencia del Derecho penal interno, en los procesos sobre violaciones de derechos humanos, la defensa del Estado no puede descansar sobre la imposibilidad del demandante de allegar pruebas que, en muchos casos, no pueden obtenerse sin la cooperación del Estado.
El ministro Góngora explicó que en ciertas circunstancias, como las que vivieron las víctimas de Atenco, se presumen ciertos los dichos de las víctimas, salvo que el Estado pruebe lo opuesto, pues es quien tiene posibilidad de hacerlo. Si las víctimas dicen que los policías accionaron armas de fuego debe tenerse por cierta su afirmación, sobre todo si los jefes policiacos se niegan a realizarles el examen de plomo a sus subordinados. De no ser así, las víctimas se ven imposibilitadas de probar sus hechos. Esto ocurrió en el asesinato del menor Javier Cortés Santiago: “de las 14 personas detenidas durante el operativo del 3 de mayo, ninguna obtuvo resultado positivo en las pruebas que les fueron aplicadas para identificar la presencia de plomo o bario. En cambio, el Ministerio Público omitió ordenar la realización de peritajes para identificar vestigios de plomo o bario en los elementos policiacos que participaron en el operativo, lo cual hubiera permitido detectar a los policías que dispararon armas de fuego, para después realizar los estudios sobre la ralladura que producen las armas que éstos portaban, a fin de compararlas con la bala que mató al menor”.
En el mismo mes de la agresión expliqué en la prensa que esa represión era propia de la guerra sucia. De su naturaleza táctica, por ejemplo, se deriva la imposibilidad de que sea una acción improvisada. Se trata de un operativo que no puede surgir por azar, sino que requiere de una planificación anticipada. Además, es resultado de una coordinación de varios sectores administrativos y políticos: precisan de la anuencia, coordinación o disposición de poderes municipales, estatales y federales; de agentes del Ministerio Público Federal, de jueces, de servicios médicos, de fuerzas complementarias y de autoridades carcelarias. Esta coordinación multisectorial tampoco puede ser improvisada inopinadamente.
Por otro lado, no son operativos de alto riesgo militar ni policiaco, pues la sorpresa y la superioridad de armamento, más los estudios previos para su aplicación en las zonas ya vigiladas y analizadas, no suponen una resistencia peligrosa ni real. Lo notable de estos operativos es su alto riesgo político. El mensaje social que operativos así encarnan es de tal magnitud que no pueden aplicarse sin un mandato de las autoridades políticas. Es recurrente en la historia de este tipo de acciones el mecanismo retórico para deslindar a la autoridad política de la autoridad policiaca o militar. Esto explica y torna necesaria una coordinación más: la de los medios informativos. La autorización de la jerarquía política es inherente a este tipo de acciones llamados técnicamente de control de masas. No hay un divorcio entre la decisión policiaca y militar y la decisión política desde el entrenamiento de cuadros hasta la planeación de los operativos y su ejecución.
A esta larga cadena de operación multisectorial se añadió ahora la Suprema Corte de Justicia, plegándose a la impunidad que ha asolado al país. Era previsible, decíamos, que el papel de la SCJN fuera exiguo en el caso de Atenco. Lo que no era previsible es que fuera oprobioso.



Octavio Rodríguez Araujo: El sí en Venezuela

Soledad Loaeza: Familias

En ocasión del sexto Encuentro Mundial de las Familias el presidente Felipe Calderón pronunció un discurso en el que dio fe de su pertenencia a la Iglesia católica, con un fervor y una solicitud propios de un buen feligrés, pero impropios de un jefe de Estado.
El saludo de inicio fue particularmente largo, porque se dirigió a cardenales, arzobispos, líderes religiosos, a los maristas, a las misioneras del Espíritu Santo, a las hermanas del Verbo Encarnado, a las Hermanas Guadalupanas y a las Hermanas de la Asunción, a los creyentes ahí reunidos, y a los de Michoacán, a los de México y a los de todo el mundo. Hasta recordó que este año eucarístico celebra a San Pablo. Una alocución papal no habría sido tan inclusiva. No es grave que en el corazón de Felipe Calderón estén presentes todos sus correligionarios, su santo patrono, San Felipe de Jesús, la Virgen María de Guadalupe –a la que llamó por su nombre oficial—, San Juan Diego, los Mártires de la Persecución y toda la corte celestial. Lo que es grave es que en un acto de esta naturaleza el presidente constitucional, ciudadano Felipe Calderón, haya hablado en nombre del pueblo de México y de su gobierno, pues efectivamente, como han señalado muchos críticos, violó el carácter laico del Estado al comprometer la institución presidencial con la Iglesia, sus héroes, sus valores y sus símbolos.
Este desacierto no es de ninguna manera menor; sin embargo, no hay que subestimar el valor político del discurso, pues en él el presidente hizo mucho más que convocar al pueblo de Dios, porque es una exposición de los fundamentos conservadores de su pensamiento, en particular, la desconfianza que le inspira el liberalismo.
El tema central del discurso presidencial es el fortalecimiento de la familia, en la que el presidente reconoce la célula básica de la sociedad. Esta fórmula nos refiere al pensamiento corporativista católico que entiende la sociedad como un conjunto de sociedades jerarquizadas: la familia, el municipio, el gremio, el Estado, la nación, más o menos en ese orden de abajo hacia arriba.
Esta forma de organización social no ve las personas como individuos libres –de ahí su antiliberalismo esencial–, sino como parte de un todo orgánico, cuyo destino está irremediablemente vinculado a esa unidad familiar. Es decir, a diferencia de los liberales que entienden las posibilidades de redención social como un asunto de voluntad y de mérito individual, el presidente Calderón sostiene que sin familia no hay salvación. De ahí que considere que es responsabilidad del Estado reconocer y tutelar la familia.
El propósito tiene implicaciones en las que más vale no pensar; por ejemplo, ¿supone dar marcha atrás en pautas culturales modernas según las cuales los hijos no son propiedad de los padres? Habría que destacar que la formulación nos remite a esa organización social jerarquizada que no incorpora al individuo como tal y lo mira como un caso atípico, cuando no como un bicho raro o un anormal. Pensemos en las escuelas privadas que rechazan a hijos de divorciados, en las familias decentes que miran con desconfianza al vecino que vive solo, en el jefe de oficina que se aprovecha de la secretaria soltera que no tiene un hombre que la defienda. En estos y muchos otros casos carecer de vínculos familiares es un estigma, aunque pueda ser también una elección personal.
Mal momento escogió el presidente Calderón para hablar de la familia conforme a las enseñanzas de la Iglesia católica. A los dos días de la inauguración del encuentro la prensa anunció que el Vaticano había anulado el matrimonio religioso de Vicente Fox y su primera esposa, Lilián de la Concha. Es decir, la familia Fox-De la Concha nunca existió, o dejó de existir porque la mismísima Iglesia así lo dispuso. Mientras Fox vivía en público su romance con su vocera Marta Sahagún, cardenales, obispos, arzobispos, párrocos, las hermanas guadalupanas, los maristas y todos los demás permanecieron callados, a pesar de que la pareja estaba destruyendo dos familias. Los jueces que dictaron las respectivas sentencias de divorcio disolvieron esos matrimonios porque reconocieron que eran el origen de familias disfuncionales, era preferible que se desarmaran, pero jamás dijeron que esas sociedades conyugales no habían existido jamás. ¿En calidad de qué quedan los hijos de unos y de otros? ¿Producto no deseado de uno o de varios deslices?
Unos cuantos días después el superior de los Legionarios de Cristo hizo saber a la opinión pública que el fundador de la orden, padre Marcial Maciel, tenía una familia, pero ¿lo era? ¿El padre Maciel llevaba vida familiar en la que predicaba con el ejemplo? Qué miedo.


Adolfo Sánchez Rebolledo: Imágenes catastrofistas
Orlando Delgado Selley: Pronósticos
Ángel Guerra Cabrera: Venezuela: alcance universal del 15-F Q
uince de febrero de 2009, día luminoso en que la victoria del pueblo bolivariano en el referendo constitucional consolidó el rumbo de una nueva época de rebeliones anticapitalistas y por la soberanía popular a escala planetaria. Iniciada con el levantamiento indígena de Chiapas el primero de enero de 1994, alcanzó un plano superior el 4 de febrero de 1999, al llegar los excluidos y explotados de Venezuela a la presidencia en la persona de Hugo Chávez. Cuando parecía inconmovible el dogma neoliberal, esos dos acontecimientos impulsaron un giro radical hacia la construcción por los pueblos de poder y cultura alternativos, que ha cambiado a su favor la correlación de fuerzas en América Latina. Después estallaron rebeliones del Bravo a la Patagonia, el poder constituyente se abrió paso en Bolivia y Ecuador y creció como nunca la unidad e integración latinoamericanas. Hacia acá miran hoy otras resistencias, como la palestina y la libanesa.
En el referendo no sólo estaba en juego el destino de la revolución bolivariana, sino la continuación de aquel rumbo –o su eventual retroceso– en el momento en que es imperiosa una ofensiva contra el intento capitalista de hacer que paguen los pobres su crisis multifacética más profunda. Por eso es tan meritoria la victoria de Chávez y el pueblo venezolano, alcanzada gracias a su audacia política, tenacidad, fe en la victoria, flexibilidad táctica, capacidad de persuadir y a una estrategia impecable.
Los chavistas tienen en su haber las enormes conquistas de 10 años de revolución, la alta conciencia y fogueo políticos alcanzados por grandes sectores del pueblo, la construcción de poder e ideología revolucionarios en los consejos comunales y otras organizaciones populares de base y en el Partido Socialista Unido de Venezuela. Y algo fundamental: el talento y prestigio de su líder. Pero se enfrentaban a las principales fuerzas reaccionarias del planeta, empeñadas en derrotarlos en el referendo o en crear un escenario desestabilizador si su victoria no era contundente.
Debe considerarse la grave amenaza a las revoluciones bolivariana y cubana de un departamento de la CIA creado expresamente para subvertirlas. Semanas antes del referendo, oficiales de esa agencia y del Comando Sur de Estados Unidos habrían instruido en Puerto Rico a cabecillas de la contrarrevolución sobre el curso subversivo a seguir. No es casual la descomunal y articulada campaña de mentiras contra Venezuela en los medios de difusión corporativos de Estados Unidos, América Latina y Europa desde que Chávez llegó a la presidencia, centrada, una vez que se anunció la consulta popular, en descalificarla alegando la presunta intención del líder venezolano de perpetuarse eternamente en el poder.
La revolución bolivariana se bate en condiciones muy desventajosas contra los prejuicios y estereotipos individualistas, anticomunistas y consumistas que la cultura dominante machaca cotidianamente en el consciente y el inconsciente colectivo. Setenta por ciento del espacio radioeléctrico y la abrumadora mayoría de la prensa escrita, controlados por la oligarquía, ofician como partidos de oposición cuando no abiertamente contrarrevolucionarios; en centenares de centros de educación privada, e incluso en muchos públicos, predomina la visión neoliberal en el cuerpo docente; la jerarquía católica junto a varias sectas religiosas reproduce la campaña mediática; el Estado, en esencia, sigue siendo burgués, por lo que en el discurso de la victoria Chávez enfatizó en la necesidad de dar una batida contra la ineficiencia, la corrupción y el burocratismo; las misiones sociales son hostigadas y saboteadas por los gobernadores y alcaldes opositores. Aunque se han nacionalizado sectores estratégicos de la economía, subsiste la propiedad privada de muchas grandes empresas, cuyos dueños no comparten la política democrática, soberana e internacionalista de Chávez y mucho menos el socialismo. La oposición culpa al gobierno de la inseguridad pública, un rezago neoliberal, para avanzar su agenda en la clase media y sectores despolitizados.
El derecho a la postulación continua de todos los cargos electivos era necesario en Venezuela como complemento del de revocación, que no existe en las democracias elitistas, y en el caso de Chávez viene a consagrar lo que es un clamor del pueblo y una garantía de la continuidad de la revolución.
Olga Harmony: Otelo
Javier Aranda Luna: El mundo es un escenario
Margo Glantz: Miscelánea


Un maridaje intacto
Mucha es la carga simbólica, pero también mucha la sustancia, de la ceremonia de conformación de la dirigencia del Congreso del Trabajo (CT), ahora presidida por Joaquín Gamboa Pascoe, secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), realizada ayer con la asistencia del titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, quien tomó la protesta correspondiente.
Éste, fiel a los rituales del viejo régimen político, pidió obediencia a los líderes del charrismo, advirtió de nuevos sacrificios para los trabajadores y formuló promesas tan inciertas como una rápida superación de la debacle económica. Gamboa, por su parte, ofrendó a su interlocutor la obsecuencia tradicional que los cetemistas brindaban a los presidentes tricolores, con un estilo arcaico en los conceptos y hasta en los elogios (valiente y viril) desplegados.
En contraste con las prebendas para quienes aceptan compartir complicidades con el poder, así sea al margen de la legalidad, el gobierno federal ha hostigado y perseguido a los gremios que no se han plegado a sus designios: baste mencionar, como botón de muestra, la campaña emprendida en contra de la dirigencia del sindicato minero que encabeza Napoleón Gómez Urrutia, en el marco de la cual el calderonismo ha empleado recursos legales y hasta meros trámites administrativos como instrumentos de golpeteo político en contra del líder minero, y ha desmentido, con ello, el supuesto compromiso con la autonomía sindical manifestado ayer.
Se asiste, pues, al refrendo de un pacto antediluviano entre las corporaciones sindicales priístas y Los Pinos, pacto que por muchas décadas se ha traducido, para las primeras, en prebendas, impunidades y tajadas de poder (como las que la actual administración ofrece a la cúpula sindical que controla a la mayor parte del magisterio), y para el Ejecutivo, en un respaldo electoral corporativo e indebido –más eficiente y oportuno el gordillista que el cetemista– y en un dique frente a los descontentos laborales.
Los colores pueden haber cambiado, pero las esencias se mantienen intactas. El gobierno federal sabe que esas estructuras a las que da legitimidad en forma periódica son uno de los más deplorables remanentes de la antidemocracia y de eso que dio en llamarse subcultura política, pero las prefiere de aliadas que de enemigas. El charrismo, por su parte, sabe que el compromiso oficial con los asalariados es meramente discursivo, y que los intereses del grupo gobernante no están del lado de los trabajadores, sino del de los capitales trasnacionales. Sin embargo, y a pesar de la alternancia de partidos ocurrida hace ocho años, la alianza se preserva en razón del mutuo beneficio de sus participantes.
Lo que ha cambiado de los primeros años 60 –tiempo en que nació Calderón Hinojosa y en que Gamboa Pascoe accedió por primera vez a un escaño legislativo– a la fecha no ocurre en las esferas del poder, sino afuera de ellas, y es el desarrollo de la cultura cívica entre la ciudadanía en general, y entre los trabajadores en particular, así como la imposición de un modelo económico depredador, y aún vigente, que ha empujado a millones de mexicanos al sector informal y que ha reducido brutalmente la demografía de la afiliación sindical. Uno y otro fenómenos han provocado, en la CTM y el CT, una severa erosión de las bases, han mermado el poder de estas cúpulas en forma significativa y las han reducido a la condición básica de referentes jurásicos de la vida política. En efecto, hoy en día, tales organismos ya no obtienen su fuerza principal del control verticalista y mafioso de los obreros organizados, sino de respaldos como el que Calderón les expresó ayer.
Ante esta circunstancia, los llamados de alerta de quienes temen un retorno del viejo régimen político parecen ser producto paradójico de un exceso de optimismo pues, a lo que puede verse –y en política, forma es fondo–, el viejo régimen nunca se ha ido.

Rosario Ibarra¡

Pobre pueblo!

Sí, me atrevo a afirmar con énfasis, y con el dolor y la angustia aposentados en mi pecho, que el pueblo mexicano, del que soy parte, sufre mucho a causa de los desmanes de los malos gobiernos.
Este noble y generoso pueblo ha sido testigo del deterioro de su patria sin poder impedirlo. Otros tres jinetes, como aquellos llamados del Apocalipsis, han devastado el territorio. A galope tendido van dejando por doquier sus sucias huellas... Corrupción, impunidad y simulación, quizá la más perversa de las tres, llenan todos los ámbitos de gobierno del país.
La injusticia crece como mala yerba y, como trepadora insaciable, ha ido afianzándose en todos los lugares en los que debería impartirse justicia y ha llegado a cubrir por completo hasta a la llamada Suprema Corte de Justicia de la Nación...
¿En quién creer, en quiénes confiar, si esos ministros, en vez de cumplir con el deber de defender a los ayunos de justicia, se decidieron por proteger a los malos gobernantes?
El pueblo mexicano, sí, este pobre pueblo, no está formado por retrasados mentales y sabe distinguir a quienes actúan como sus enemigos y es solidario con todos los que sufren.
Sintió como una afrenta el fallo de la Corte en el caso de Atenco y siente como una burla la poca o nula atención a lo que ha sucedido en Oaxaca. Se entera día a día de todos los abusos de policías y soldados en todos los estados de la República y le hierve la sangre de furia mal contenida cuando lee o escucha que todo es culpa del “crimen organizado”... como si no tuviéramos, todos, testimonios de años de la sevicia de las Fuerzas Armadas y de las mal llamadas fuerzas del orden.
De todos los rincones de la patria salen gritos airados contra el mal comportamiento del Ejército y hoy, que es el día dedicado a él, tal vez deberían pensar los “altos mandos” en el daño que le hacen a esa parte del pueblo, el “pueblo uniformado”, como muchos llamamos a los soldados, que se ven precisados a obedecer órdenes injustas de actos contra sus hermanos de raza y de clase, y no pocas contrarias a lo establecido en el Código de Justicia Militar...
Y que se atrevan a decir que mentimos, cuando tenemos documentados los casos de desapariciones forzadas y de tortura desde muchos años.
Contra tamaña injusticia, nuestro pueblo a veces sólo se sirve de la ironía y es común escuchar:
“Sí, delincuencia organizada y gobierno desorganizado”... ¡Pobre pueblo!
Dirigente del comité ¡Eureka!


Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia

El gobierno está siendo el peor de los ciegos al no querer ver el desempleo, la deuda, las movilizaciones
El presidente de Estados Unidos, el mero mero del Banco Mundial, el rector de nuestra UNAM, nuestro gran escritor, el principal empresario mexicano y el más significativo líder social de nuestro país coinciden: hay que revisar el modelo económico. Y los señores Obama, Zoellick, Narro, Fuentes, Slim y López Obrador lo plantean como una tarea urgente e impostergable.
Por el contrario, el gobierno calderonista se opone autista y sistemáticamente a la necesidad de un replanteamiento de fondo. En su lugar, ha optado por puros ungüentos de superficie. Por ahí andan sueltas las 25 medidas unilaterales de principio de año que se anunciaron como un Acuerdo Nacional, que en realidad nunca lo fue porque no le preguntaron nada a nadie. Luego por ahí y por allá algunas otras aspirinitas para una gripe que ya se reconoce oficialmente como neumonía y que en la realidad ya requeriría de terapia intensiva ante la gravedad de los síntomas en todo el cuerpo social del país.
El gobierno está siendo el peor de los ciegos al no querer ver: el aumento incesante y doloroso del desempleo, aun con sus propias cifras; la explosividad de la cartera vencida; las movilizaciones de transportistas en todo el país; las protestas callejeras por la presencia del Ejército; la debacle del peso; el abandono del campo y el deterioro sistemático en los niveles de ingreso y poder adquisitivo.
Eso sin contar con la despiadada espiral de violencia e inseguridad que se manifiesta en las calles de numerosas ciudades, que son ya verdaderos campos de batalla entre el Ejército y un crimen organizado que cuenta con 4 millones de jóvenes desempleados como un potencial inacabable para su reclutamiento. No se necesita ser muy listo para suponer que hay dos razones de la enfermiza ceguera gubernamental: la cercanía de las elecciones de julio y la negativa a reconocer la magnitud de la crisis como justificación para no discutir el modelo económico. Seguramente operan también las presiones de quienes quieren seguir manteniendo sus privilegios aun a riesgo de reventar una liga de contingencia social que ya no puede seguir estirándose más.
Así que en lugar de entrarle a la búsqueda de soluciones verdaderamente estructurales, el gobierno ha optado por dos vías igual de peligrosas: una, la de la línea dura de mantenerse inflexible, por ejemplo, en lo del precio del diesel mientras se beneficia a unos cuantos con la colocación de dólares que sirven para pagar deudas internacionales privadas y para las arcas de las matrices extranjeras de los bancos que operan en México; la otra es un discurso ya muy añejo “en beneficio del país”, “por la unidad de los mexicanos”, “hacia un futuro mejor”, que no tiene efecto alguno en la búsqueda de soluciones.
En cambio, la intolerancia absoluta a toda crítica que atente contra la verdad oficial. Lo que desprende un cada más intenso tufo autoritario, que sería lo único que nos faltaba para acabar de ensombrecer lo que ya es, de por sí, un oscuro panorama.
Sin embargo, el mayor de los riesgos es desperdiciar una oportunidad histórica para replantearnos el país que podemos y debemos ser. Para abatir la pobreza como el más pesado lastre del pasado, la más infame realidad del presente y el más grave impedimento para el futuro.
Es urgente, pues, una gran convocatoria, de verdad, a la que concurran los más importantes y representativos dirigentes empresariales, sociales, partidistas y del gobierno para reconstruir el México que todavía es posible.
Mañana ya será muy tarde.



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