7/14/2009

Rectificaciones perredistas



Utopía

 

Rectificaciones perredistas

 

Eduardo Ibarra Aguirre

 

Tras la debacle del 5 de julio, el fantasma de la escisión del Partido de la Revolución Democrática se instaló en su presente y futuro inmediato, como sucede a lo largo de sus 20 años de vida, estimulado por los intelectuales orgánicos al grupo gobernante y la mediocracia que se apoyan en los altos decibeles con que dirimen las divergencias.

            Los puntos acordados en la encerrona de los gobernadores del sol azteca en Morelia, Michoacán, acompañados de los coordinadores parlamentarios y los expresidentes del partido, con las ausencias para no variar de Andrés Manuel López Obrador y de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, amén de la no invitación al californiano del sur Leonel Cota Montaño –"porque saben que yo sí le digo a Jesús Ortega, en su cara, que tiene que renunciar"--, abrieron una vía que alejó los presuntos nubarrones de una ruptura demasiado anunciada y por ello mismo impensable, pues ninguna de las diversas partes que integran el contradictorio todo, saldría ganando.

            Primero fueron los dirigentes de Nueva Izquierda menos excluyentes los que derrotaron en un debata interno a René Arce Islas y su compañera Ruth Zavaleta Salgado, a quienes se les hace tarde para expulsar del perredismo al tabasqueño.

            Con los resultados de la jornada comicial en la mano, que apenas duplican el 5.10 por ciento de la votación global obtenida por el Partido Comunista Mexicano y la Coalición de Izquierda, reconocido oficialmente el 31 de agosto de 1979, Jesús Ortega Martínez fue el primero en dar marcha atrás en un discurso bravucón y triunfalista, apoyado en encuestas que le otorgaban 17 por ciento de la intención del voto, pero confundido también por la alta aceptación que tuvieron los anuncios de la simpática Marianita.

            Como fuere, el más común de los sentidos empieza a abrirse paso alrededor de la reunión auspiciada por Leonel Godoy Rangel y Marcelo Ebrard Casaubon --efectuada el mismo día que La Familia retó al Estado a sangre y fuego, por la exitosa captura de su capo operativo más importante--, colocó en el centro la búsqueda de la reconciliación del PRD con López Obrador, el Partido del Trabajo y Convergencia; una suerte de amnistía para los 638 militantes y dirigentes que compitieron por un cargo de elección popular a través de prácticamente todos los partidos existentes, incluido el Socialdemócrata --desaparecido "porque la sociedad mexicana es conservadora", pretextó Jorge Carlos Díaz Cuervo--, franquicia por la que Arce y Zavaleta impulsaron a los suyos.

            También contempla la elaboración inmediata de un proyecto de política a impulsar por una sola fracción legislativa --en la que todo indica Nueva Izquierda no será mayoritaria y el obradorismo tendrá un peso muchísimo mayor que el actual-- y la integración de una comisión que elabore una propuesta de línea política.

            Los acuerdos de Morelia fueron sometidos enseguida a la crítica por dirigentes y legisladores, al considerarlos cupulares e insuficientes, como es más que evidente. Se pierde de vista que es apenas el punto de partida para estimular --y no para constreñir pues sería imposible-- el debate de los líderes de las corrientes y los órganos dirigentes que sesionarán en los próximos días y semanas.

             Todo lo anterior será por completo insuficiente, como lo evidencia la historia del PRD, si no se involucra al conjunto de la militancia en la búsqueda de las causas que provocaron que aquél dejará de gobernar 63 municipios al pasar de 409 a 346, y de 25 millones 400 mil mexicanos a 17 millones 855 mil habitantes.

            El reto es complejo pero también ineludible.          

Acuse de recibo

Asegura Gustavo Cortés Campa: "Acerca de los comentarios de nuestro muy querido amigo Jorge Meléndez (tomados de Botica de El Financiero y transcritos aquí el viernes 10) y la sequía de inserciones oficiales en Forum, confieso que me tiene totalmente estupefacto el hecho de que no encuentro un solo anuncio de los gobiernos perredistas, o petistas, en la revista. Veamos: si la negativa a autorizar publicidad federal equivale a 'un atentado a la libertad de expresión' y eso es una política 'facciosa, vengativa' de parte del gobierno de Calderón, luego entonces, el método aristotélico puede aplicarse sin titubeos: las mismas acusaciones pueden enderezarse contra los gobiernos del GDF, las delegaciones políticas (ahora serán sólo 13), los estados de Guerrero, Michoacán, Zacatecas y alrededor de unos 50 ayuntamientos perredistas con fondos del erario público (sic) suficientes para inundar tus páginas de publicidad"... Sólo que Jorge no usó las frases ni los juicios que le endilga el periodista Cortés… "Con verdadera sorpresa agradable, he recibido su artículo el Ejercito en el banquillo (13-VII-09); sin embargo es necesario puntualizar que 'nuestro' glorioso Ejército jamás ha ganado ninguna guerra contra un Ejército extranjero, de no ser la batalla del Carrizal no ha sostenido ninguna que no sea contra su propio pueblo, y en la toma de protesta de Calderón (…)", dice el lector Luis Enrique Torres Prieto.

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