9/02/2009

éxico: Demagogia con derecho de admisión




Laura M. López Murillo
(especial para ARGENPRESS.info)

En algún lugar del protocolo, cuando el fondo se disuelve en las formas, el impacto del mensaje varía en función de la cobertura mediática; y entonces, por obra y gracia de la repetición incesante, las ambigüedades y las imprecisiones adquieren el matiz de las verdades…

De acuerdo al nuevo formato, la glosa del informe presidencial será entregada por un al Congreso de la Unión el 1 de septiembre. El protocolo, ahora vigente, elimina el discurso que el mandatario dirigía a la nación, y de esta forma, se evitan los groseros exabruptos de la Legislatura recién instalada, se extingue la posibilidad de tomar la tribuna por asalto y se anulan las estrategias beligerantes para impedir el cumplimiento de los ordenamientos constitucionales.

Las razones que se argumentaron para modificar la ceremonia oficial y protocolaria del informe presidencial se concentraron en las objeciones, protestas y reclamos que la oposición profería durante el discurso del mandatario.

La eliminación del discurso en la ceremonia oficial será debidamente compensada con la transmisión de pequeños mensajes en los medios masivos, antes y después de la entrega del informe.

En la producción de esos pequeños mensajes se aplicaron las técnicas y las estrategias de la propaganda política, de tal manera que el contenido del mensaje se disuelve entre los movimientos de las cámaras, debajo de un guión debidamente ensayado, detrás de una imagen cuyo impacto dice más que mil mentiras.

Pero la modificación en el formato de la ceremonia del informe presidencial es tan sólo la manifestación del control que se ejerce sobre el discurso oficial, de los procedimientos de exclusión que impiden la intervención de los opositores. Y en esta lógica, el discurso oficial se erige como una prerrogativa exclusiva del poder.

Por eso, el nuevo formato no impide la realización de los rituales del Presidencialismo. Hoy por hoy, la ostentación del poder se lleva a cabo en una ceremonia alterna, en un contexto estrictamente controlado y con derecho de admisión.

En el escenario alternativo del informe, el presidente pronuncia un discurso a la élite política, económica y social.

Me queda claro que la información de la administración pública siempre se ha disuelto entre formatos y protocolos, que la simple exposición de cifras no implica la transparencia en la determinación de las cuentas, y que ni las peroratas insufribles de antaño ni los mensajes mediáticos de ahora, logran infundir confianza en la ciudadanía.

Porque las líneas de un discurso, de todos los discursos, tarde o temprano inciden en la conducta del auditorio, pero las vacuidades de la demagogia jamás se reflejan en las condiciones de vida de la ciudadanía.

Cuando el discurso se diluye en el filtro de la realidad, inmediatamente deberán implementarse los dictados elementales de la propaganda… y entonces, por obra y gracia de la repetición incesante, las ambigüedades y las imprecisiones adquieren el matiz de las verdades…

Laura M. López Murillo es Lic. en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.

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