6/11/2010

¡Nos vamos al Mundial!

Jorge Camil

Nos vamos al Mundial: ¡todos! La Presidencia de México no había dicho esta boca es mía, cuando el presidente de Su-dáfrica, Jacob Zuma, dejó caer la noticia: declaró a los medios que Felipe Calderón había aceptado amablemente su invitación a asistir al partido inaugural. ¿Y cómo no habría de aceptarla, si le encanta el futbol?, como a la inmensa mayoría de los mexicanos. Así que olvídese de todo, menos de ver los partidos. ¿La crisis? ¿El desempleo? ¿La inseguridad? Ya vendrán tiempos mejores. Ahora hay que apoyar a la selección y al vinagrillo de Javier Aguirre (recuerde que acabando el Mundial se nos va a vivir fuera de México: a Inglaterra, a España; a seguir ganando en dólares y gastando los millones que ganó preparando a la verde, y haciendo comerciales de altos vuelos para la televisión). La decisión de Calderón de asistir, me imagino que únicamente al partido inicial, convierte este viernes en día de fiesta nacional.

Para usted, sin embargo, que no tiene responsabilidades políticas, y probablemente ni empleo ni perspectiva de conseguirlo, la fiesta podría prolongarse un mes: las penas con pan son menos. Es cierto que hemos ocupado lugares más altos en el ranking mundial. Pero ahora tenemos a un grupo de jóvenes aguerridos con buena preparación, muchas ganas, y muchos de ellos con experiencia en Europa. Así que sí se puede.

Hay que apoyar a Sudáfrica (me refiero al país, por supuesto, porque a su selección hay que hacerla polvo: golearla como a Gambia, si se dejan). El país anfitrión merece el apoyo. Por Mandela, por el gobierno que le dio la vuelta al repugnante sistema de apartheid, que trataba a la mayoría negra como si no fuesen seres humanos; el país que decretaba cárcel al blanco que tocara a una negra; el país que siendo un ominoso polvorín supo hacer la transición: sin genocidio, sin revolución, sin venganzas; respetando los derechos de todos y estableciendo una democracia que sin ser perfecta lo parece (recuerde que la nuestra tampoco está para presumirla). En fin, a cada quien la democracia que se merece.

A propósito de Sudáfrica, Henning Mankell, el novelista sueco que escribió entre muchos otros títulos La leona blanca, terminó esa magnífica novela con un extraordinario resumen de la repugnante cultura del apartheid. Sí, Mankell, el mismo libertario que abordó en días pasados uno de los barcos interceptados brutalmente por comandos israelíes con saldo de 19 muertos y decenas de heridos. (Mankell publica ahora en El País una bitácora de esa experiencia en la Flotilla de la Libertad.) Recuerde los días en que los deportistas de Sudáfrica no podían participar en ninguna competencia internacional. ¡Vaya, a México no podían entrar con ningún tipo de visa! Y ahora serán nuestros anfitriones. Aunque estemos obligados a ganarles…

Tampoco hay que rasgarnos las vestiduras. En una encuesta entre amigos y familiares el consenso fue que Calderón tiene que ir a apoyar a la selección (lo siento, Magú, aunque sea a cargo del erario nacional). Todos los monarcas y jefes de Estado lo hacen, especialmente tratándose de futbol; hasta el limítrofe de George W. Bush, que sabía de soccer lo que yo de japonés. Seguro irá el petulante de Sarkozy (a apoyar al tramposo de Henry, sin cuya mano y rodilla de Dios no hubiera llegado Francia: así es la vida…). La diferencia es que ninguno de los políticos y monarcas europeos tiene una guerra civil a sus puertas; ni el desempleo y la inseguridad que tenemos nosotros.

El consenso es que tenemos que apoyar a los muchachos elegidos por el malencarado Aguirre; mostrarle al mundo que apoyamos el deporte y estamos con los nuestros; que en el momento de la inauguración, cuando los muchachos estén cantando orgullosos el Himno nacional serán la representación viva del pueblo de México (Márquez, Vela, Chicharín, Guardado, Venado, Torrado, Giovanni, Ochoa, Conejo, el imprescindible Cuau y todos los demás.)

Sí se puede. Y tal vez para el momento en que lea estas líneas, como decía Cantinflas, ya estaremos pudiendo con la selección de Sudáfrica. ¡Ojalá! Miles de millones estarán presenciando el juego inicial (… y los gringos le dicen Serie Mundial a partidos de beisbol con unos cuantos miles de espectadores; y Superbowl a los de futbol americano –que con el nombre lo dicen todo: americano).

Necesitamos que gane la verde, porque tenemos tres años de malas noticias: la guerra civil con el narco, los 23 mil muertos del sexenio, las 4 mil quejas de violaciones a los derechos humanos, los supuestos sicarios de 15 y 17 años que el Ejército continúa ejecutando por doquier; la emergencia médica, la crisis financiera de 2009 (que continúa hasta hoy), el de-sempleo (el peor de la historia). Una noticia mala tras otra. Necesitamos una buena para compensar las notas malas. Y estos muchachos de la verde nos pueden hacer el milagro.

Y si no pueden no hay problema. Es suficiente que en un escenario internacional con miles de millones de espectadores pongan en alto el nombre de un país sobre el que únicamente se escuchan tragedias. ¡Viva la selección!

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