7/29/2010

La columna de Rosario Ibarra



¿Por qué?

Las seis letras enmarcadas en signos de interrogación que dan nombre a estas modestas líneas son de un tiempo a estos días, la pregunta cotidiana de la mayoría del pueblo de México. Sí, este noble, abnegado y generoso pueblo de México, está preocupado por todo lo que ha venido sucediendo a lo largo y ancho del país.

Con esa bondad que le caracteriza y a veces, con una dosis inmensa de resignación, recuerda hechos graves del pasado y con frecuencia sueña y ha pedido en sus humildes plegarias, que hechos como los de 1968, 1971 y otros más antiguos, no se repitan, al mismo tiempo que sale a las calles en la fecha precisa de aquellos infames sucesos, ( 2 de octubre, 10 de junio ), a volcar su reclamo de justicia y a exigir con potente grito colectivo ¡Nunca mas! ¡Nunca más!

Hoy, el miedo, como sombrío y amenazante vendaval, azota los hogares en todo el territorio nacional. En todos los estados han sucedido cosas terribles que tienen aterrorizados a los habitantes de este país y que no tienen punto de comparación con sucesos pretéritos, porque la sevicia mostrada en ellos es escalofriante y porque la forma gramatical de bautizarlos lastima. Vaya un ejemplo: hoy, por no sé qué artes o qué reglas del idioma, han modificado el significado de secuestro y lo llaman “levantón” y los medios de comunicación han adoptado la palabreja y no hay día que no se escriba en plural, porque abundan los secuestros... y porque el colofón en ellos, suele ser la muerte... brutal, despiadada, cruel.

No hace mucho se acercó a mí una pobre mujer llena de dolor, de un dolor que tan bien conocemos y entendemos las madres de los desaparecidos políticos en este país en donde la llamada justicia es una farsa y en ocasiones, escarnio. La pobre mujer, madre a la que le arrebataron un hijo, entre sollozos me dijo que a su hijo lo “levantaron”. La pregunta obligada fue: ¿Quién? Y me respondió: “lo levantó el Ejército”. Señora —le dije— por favor diga usted que lo secuestraron, y si está segura de que fue el Ejército, haga usted la denuncia ante la autoridad y exija justicia... espero que la escuchen y le devuelvan a su hijo.

Mi pensamiento entonces recorrió con la celeridad de la memoria, como en una película triste, los años que he estado exigiendo justicia y la burla perenne que junto a mis compañeras he sufrido... ¡Pobre pueblo de México!... y ahora, en los últimos años, temeroso de la amenaza constante y crecida de los hechos violentos que se dan a diario...

Sumergido en el miedo, paralizado de terror, silencioso ante la amenaza brutal de sentirse posible víctima sin saber de quienes y por qué... sobre todo ¿por qué? Sí, mucha gente atrapada en esa ignorancia del no saber qué es lo que está pasando, vive llena de zozobra y de angustia, atada por el miedo paralizante “tan útil a ciertos gobiernos”, como escuché decir por allí a alguien, no hace mucho. Sí, porque el miedo paraliza, porque el miedo hace callar descontentos y reclamos de justicia, porque el miedo hace que el pueblo guarde sus reclamos y se conforme con lo poco o nada que posee... y que si acaso tiene un empleo, se siente rey (a la propaganda alusiva me atengo con esta aseveración.)

“¿Por qué matan a policías pobres? ¿Porqué entran a una “fiesta lésbico-gay” y asesinan a todos? ¿Por qué en las llamadas “narcofosas” encontradas en Nuevo León, todos los 52 cadáveres tenían tatuajes? ¿“No se antoja esto como un nuevo Auschwitz”, escuché expresar a una persona? Mueren cientos, miles ya de “prescindibles”, de gente “de poca monta” cuyas vidas y necesidades no importan a las altas esferas de quienes se sienten dueños de este país. Mientras en sus fábricas tengan técnicos sumisos a sus designios; mientras sus capataces obedezcan fielmente sus instrucciones de dominio sobre los trabajadores; mientras “sus obreros” no aspiren a tener un sindicato que defienda sus derechos, mientras en las oficinas llamadas de “conciliación y arbitraje”, puedan tener injerencia a su favor, “los de arriba” los que se dan la mano con el gobernante en turno y le “aconsejan” cómo llevar adelante su proyecto de gobierno; mientras se sientan intocables y libres de peligro... estarán felices y contentos, aunque a los pobres los arrastren y los maten las inundaciones, aunque se queden sin los humildes techos que les dan cobijo... ¿“qué importancia tiene para el progreso del país?”. Y nada les importa ser también responsables de la muerte de 49 niños pequeños... “Ya se resignarán”... dicen que han dicho.... Pero... siempre hay y habrá un pero... sí este noble, abnegado y bondadoso pueblo de México se pregunta y un día no muy lejano, airado y poderoso preguntará... ¿por qué? y sabrá cómo tratar a los culpables...

Dirigente del Comité ¡Eureka!

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