Para ningún panista doctrinario es un secreto la animadversión que Castillo Peraza le tenía a Vicente Fox por su incontinencia verbal, por su origen gerencial y su ausencia de compromiso con la línea tradicional del panismo. Curiosamente, los dos dirigentes –Castillo Peraza y Fox- desde sus trincheras operaron una especie de “concerta-cesión” con el priismo y, especialmente, con el salinismo, la camarilla más poderosa que sobrevivió a la debacle electoral de 2000.
Ahora, la lengua vivaracha e incontinente de Vicente Fox les volvió a aventar agua helada a los panistas y, en especial, a su sucesor, Felipe Calderón, al admitir que el partido que lo llevó al poder presidencial en el 2000 puede perder la presidencia de la República en el 2012.
Eso no fue lo peor. No pocos panistas tienen el mismo diagnóstico que Fox. Lo que resultó un escándalo fue el descarado y abierto apoyo del ex presidente de las botas vaqueras y de las frases impertinentes a Enrique Peña Nieto, el producto mercadológico más acabado del PRI (como Fox lo fue del PAN en el 2000).
“Hay una nueva generación de priistas cuyos miembros crecieron en un ambiente democrático. Enrique Peña Nieto pertenece a esa generación”, le declaró Vicente Fox al Nuevo Diario de Puerto Rico, el pasado 26 de julio.
No sólo eso. Fox se fue hasta la cocina para desacreditar a su sucesor. Al mismo que le recordó en 2008 que llegó a Los Pinos gracias a propio Fox.
-¿Por qué el PAN no tiene aún un candidato capaz de enfrentar a Peña Nieto? –le preguntó el reportero puertorriqueño.
-No es un problema de candidatos, sino de partido. Mi juicio es que el PAN no ha hecho su tarea.
“Que se calle ese pinche Fox”
Y hablando de sí mismo en tercera persona, Fox adelantó la andanada de reacciones que desataron sus recientes foxeadas:
“Es verdad que hay muchos panistas que dicen ‘que se calle ese pinche Fox, que todo el día dice pendejadas’, pero para mí es fundamental el tema de la libertad y si no empiezo conmigo mismo, a decir las tonterías que se me ocurren, a decir lo que pienso, si dejo que me callen desde la presidencia o desde mi partido, estoy perdiendo libertad”, afirmó.
Su predicción no fue errada. Entre el 27 y el 28 de julio las reacciones en su contra han sido intensas. El ex gobernador de Jalisco y ex secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña de plano le dijo que se calle.
“Soy de los que opinan que el que se va se calla”, afirmó Ramírez Acuña.
Y uno de los principales afectados por sus declaraciones, su ex secretario de Gobernación y ahora precandidato presidencial del PAN, Santiago Creel, exhortó a Fox a rectificar sobre sus simpatías hacia Enrique Peña Nieto y a reconciliarse con Felipe Calderón.
“Ahora lo necesitamos como él nos necesitó a nosotros en el 2000. Ahora que regrese a dar lo mucho que le dio al Partido Acción Nacional”, declaró el senador con licencia.
Infaltable, Javier Lozano, secretario del Trabajo, afirmó que Fox ex imprudente y consideró que “es un porrista de quien encabeza las encuestas. Decir que Peña Nieto es un nuevo demócrata, es no saber de quién habla. Es lo más rancio de las políticas que han sido superadas”.
Lo paradójico de esta situación es que los dos principales precandidatos del PAN a la presidencia de la República fueron colaboradores suyos y están más identificados con el foxismo que con el calderonismo: Santiago Creel y Josefina Vázquez Mota.
Del otro lado, los priistas están felices, en especial, los del Estado de México. El ex procurador y actual diputado federal Antonio Navarrete Prida ya le ve dotes de “estadista” a Fox y una habilidad electoral.
El ex jefe de Gobierno capitalino y precandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador, confirmó su tesis sobre la mafia política que domina el poder en México, por encima de las siglas partidistas.
“Fox ha militado y ha sido dirigente de la mafia del poder, porque ese es el partido de los 30 potentados, de la clase dominante”, afirmó López Obrador.
Los Cismas Calderonistas-Foxistas
Las incursiones recientes de Fox en el debate sobre la sucesión no son casuales. Se dan en el contexto de dos pleitos fundamentales con Felipe Calderón: el de la dirigente sindical Elba Esther Gordillo, ampliamente apoyada por Fox y recompensada por Calderón en sus respectivos gobiernos; y las investigaciones sobre los fondos públicos destinados al Centro Fox, en Guanajuato.
¿Existe alguna investigación sólida de la Secretaría de la Función Pública sobre el destino de los fondos públicos al Centro Fox, el enorme complejo del ex presidente en su Rancho San Cristóbal, financiado con dinero del erario?
El otro punto clave es la añeja relación que mantiene Fox con Elba Esther Gordillo, desde los tiempos en que éste fue gobernador de Guanajuato. ¿Existe una reacción concertaada entre ambos personajes frente a Calderón?
Y, por último, no podemos sacar de contexto que Calderón se ha lavado las manos de su responsabilidad frente al crimen organizado acusando velada o abiertamente al gobierno de Fox de no haber hecho nada para evitarlo.
Quizá estamos asistiendo al inicio de una guerra abierta en el seno de la cúpula panista que tiene como trasfondo el riesgo del retorno del PRI a la presidencia y el fin del dodecanato blanquiazul con números rojos y un alto grado de desesperanza.
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