Jorge Melendez Preciado
La batalla en Michoacán resultó como se esperaba: cerrada a tres partes, lo que impedirá tener la ventaja a una sola fuerza: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvo el 30 por ciento; el Partido Acción Nacional (PAN), 28 por ciento, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), 25. Pero lo grotesco fue el día de los comicios: Fausto Vallejo Figueroa, Luisa María Calderón la Cocoa, y Silvano Aureoles salieron a proclamarse ganadores (sin tener cifras oficiales a la mano). La clase política, lejos de avanzar, involuciona.
La batalla en Michoacán resultó como se esperaba: cerrada a tres partes, lo que impedirá tener la ventaja a una sola fuerza: el Partido Revolucionario Institucional (PRI) obtuvo el 30 por ciento; el Partido Acción Nacional (PAN), 28 por ciento, y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), 25. Pero lo grotesco fue el día de los comicios: Fausto Vallejo Figueroa, Luisa María Calderón la Cocoa, y Silvano Aureoles salieron a proclamarse ganadores (sin tener cifras oficiales a la mano). La clase política, lejos de avanzar, involuciona.
La organización ciudadana plural y no partidista Alianza Cívica, de acuerdo con el académico Sergio Aguayo Quezada, analizó la forma de coacción al voto en dichas elecciones, y la muestra es vergonzosa. En poco más de una década quienes aseguran que su voto fue comprado o que le ofrecieron algo para apoyar a determinado candidato, es del 7 al 20 por ciento; es decir, se triplicó. Por lo tanto, no sólo la seducción televisiva es importante para ganar: también se requieren ejércitos bien entrenados para llevar por las buenas o las malas a los ciudadanos a las urnas.
Como era previsible, Vallejo llama a la reconciliación y a aceptar los resultados. Mientras que la Cocoa y Aureoles insisten en que todo fue un cochinero y los malosos indujeron los resultados.
¿A qué se debió un cambio tan inesperado en tan poco tiempo? Ambos, el PAN y el PRD fueron de la euforia total a ni siquiera la duda razonada sino el rechazo abierto. En horas lo que se consideraba una gran elección y el apoyo popular, se tornó en un acto donde los mafiosos fueron quienes manejaron todos los hilos.
Y si bien el triunfo a la gubernatura fue del sexagenario Vallejo (a quien dejó solo Enrique Peña Nieto por aquello de que no tenía segura la victoria el tres veces presidente municipal de Morelia), en el caso de los diputados locales la conformación fue así: 11 para el PRI, ocho a favor del PRD y cinco en la bolsa del PAN. Es decir, no hay nada que muestre, a las claras, algo sucio e irrazonable.
¿Pedirán los derrotados que también se anulen las votaciones de los legisladores y las de los presidentes municipales? Lo dudamos. Generalmente las cabezas piensan en su interés y no en lo ocurrido para el conjunto.
Hay un caso singular a tomar en cuenta. En el municipio de La Piedad, donde se asesinó al edil Ricardo Guzmán Romero y se publicó un desplegado en contra del PAN, el triunfo rotundo y contundente fue de éste: 53 por ciento de la votación, mientras el PRI sólo logró el 32 por ciento y el PRD tuvo un ridículo 10 por ciento.
Vemos, nítidamente, que no hubo temor a decir mataron a nuestro presidente y estamos por la continuidad. Por ello hizo bien el candidato panista Hugo Anaya en afirmar que no tiene miedo y seguirá con los programas que había diseñado su antecesor.
Lo terrible fue que en las encuestas, especialmente las del diario Milenio (que daban cuatro puntos arriba a la Cocoa) resultaron un fiasco. Amén que el dispendio entre el PRI y el PAN fue excesivo. El PRD no pudo, ya que a Leonel Godoy Rangel le recortaron las partidas de la Federación, jugada que muestra lo sucio que será 2012: ahorcar a como dé lugar a los rivales del panismo.
Fausto Vallejo podría espetarle a Luisa María Calderón que ganó “haiga sido como haiga sido”, como dijo su hermano Felipe cuando se le inquirió acerca de su triunfo cuestionado ante Andrés Manuel López Obrador. Y ella ahora quisiera proclamar “voto por voto, casilla por casilla”. Pero sabe que la acusarían de pejista.
Y en el otro frente, la izquierda que fue dividida en Michoacán –en algunos lugares el Partido del Trabajo fue solo y, en otros grupos, progresistas se aliaron al PAN– ahora, por fortuna, irá unida en torno a López Obrador, que venció en las encuestas a Marcelo Ebrard.
De cinco preguntas, en las últimas tres el tabasqueño superó al jefe del gobierno capitalino. Y lo insólito es que éste dio un ejemplo de civilidad, valor y congruencia al aceptar sin chistar los resultados y llamar no únicamente a que no se fracture la izquierda sino a marchar unidos desde ahora hasta julio de 2012.
Eso es una buena noticia, ya que en los últimos meses pareciera que la lucha entre los grupos o tribus era imparable. Es más, en Michoacán en tanto Jesús Zambrano y Aureoles, que no silba buenas tonadas, quieren impugnar todo, el encargado del frente Diálogo para la Reconstrucción de México (aglutinador de las fuerzas de avanzada), Manuel Camacho Solís, llamó a dejar enconos y revisiones y lograr un programa que sea atractivo para la población.
Es cierto, cuatro son los asuntos importantes: seguridad, empleo, educación y salud, cuestiones fundamentales que van en retroceso en naciones europeas. En España el paro es escandaloso, los centros de atención a la salud están dejando de prestar servicios e incluso cerrando, y la educación y la cultura ya no reciben el financiamiento requerido.
Lo único que no es un problema en la llamada “madre patria” es la seguridad: la rendición de ETA (Euskadi Ta Askatasuna; País Vasco y Libertad) solucionó un problema ancestral.
Ebrard dijo que se quedará hasta el fin de 2012 en su actual cargo y hace bien. Puede impulsar tanto el apoyo de las clases medias y los empresarios al famoso Peje, igual que acercar a los sectores que estaban inconformes con los pocos avances sociales en el pasado sexenio capitalino: mujeres, homosexuales, parejas diferentes y un largo etcétera.
También puede atender el cambio en el Distrito Federal. Importante, ya que es el último bastión del perredismo en la república.
López Obrador, que ha llevado a cabo recorridos por todo el país, necesita un operador político para que acerque a quienes lo consideran un radical y falto de atención en problemas sociales más complejos, desde la ciencia y la cultura hasta las transformaciones en los medios de difusión.
Ambos políticos, de complementarse, pueden darle un serio dolor de cabeza a Peña Nieto, quien luego de lo ocurrido en Michoacán tendrá que poner su copete a remojar ya que su presencia no posibilita, mágicamente, que todo se resuelva.
Michoacán y la definición en el PRD cambian las expectativas de los comicios presidenciales. Ya no hay alfombra roja y viaje placentero de don Mandón. Y eso que en Los Pinos no abren todas sus cartas.
*Periodista
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