2/19/2013

Un ex priista al PAN



Serpientes y escaleras
Salvador García Soto


Cómo estará la crisis interna en el PAN que, en la disputa por el control del partido, los calderonistas -algunos ya les llaman “corderistas”- perfilan una ficha que será más que polémica para enfrentar un eventual intento de relección por parte de Gustavo Madero: el senador Javier Lozano Alarcón, un neopanista de reciente afiliación y que fue considerado un operador político de Felipe Calderón, aunque también el sexenio pasado le llamaron “el golpeador del presidente”.

Lozano sería, dicen panistas, la carta de Ernesto Cordero para enfrentar a Madero y al Yunque, que aglutinan a los anticalderonistas, y que buscarían relegir al actual dirigente nacional en la Asamblea Nacional del 16 de marzo en la que, según acuerdo de la cúpula blanquiazul, será restructurado el partido y, en los hechos, se definirá el grupo que mantiene el control del panismo nacional.

La candidatura de Javier Lozano sería polémica en muchos sentidos. No sólo por su estilo bronco y directo de decir las cosas sino por su pasado político. Aunque ya lo eliminó de sus currículum y biografías que circulan en internet, Javier Lozano carga con el hecho de haber sido militante activo del PRI. Funcionario importante en los gobiernos de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo lo mismo en Hacienda, que en Pemex o la SCT, y en el año 2000, al lado de Dulce María Sauri, vocero del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, desde donde predicó y defendió fervientemente la doctrina priista que entonces profesaba.

Así explicaba Lozano, el 26 de julio de 2000, desde el CEN priista, la derrota histórica de su partido en aquellas elecciones presidenciales: “Lo que pasó con el nuevo PRI fue que nos sirvió mucho en la contienda interna, pero luego en la campaña no fue algo que pudiéramos reivindicar o demostrar con hechos, incluso fue contraproducente hablar del nuevo PRI cuando no hubo una renovación al interior del partido para poderlo demostrar ante la sociedad”.

También por aquellas fechas, agosto de 2000, cuando algunos priistas tras el dolor de su primera derrota presidencial coqueteaban por puestos con el nuevo gobierno de Vicente Fox, el entonces vocero del PRI nacional, les advertía: “El CEN del PRI les hace un respetuoso llamado a que, en conciencia, valoren desde un punto de vista ético y político la pertinencia de aceptar dicha encomienda”, diría quien unos años más tarde botaría la camiseta priista para ser parte de la campaña de Felipe Calderón y luego funcionario de su gobierno y hasta militante del PAN.

Cuando aspiró a ser candidato presidencial del PAN en 2012, en aquella larga lista que Calderón fue depurando, la mayor crítica que recibió dentro del PAN fue su muy reciente afiliación -cinco años- al partido, lo que hacía que muchos panistas no lo tomaran en serio. Veremos si esa condición persiste o se desvanece si fuera candidato a la dirigencia blanquiazul. Sus habilidades políticas no se discuten, aunque tampoco ha tenido suerte en el terreno electoral, pues con el PAN perdió la senaduría de Puebla y apenas logró llegar al Senado por primera minoría, y antes, en 2000, con el PRI perdió como candidato a diputado federal también en su estado natal.

Por lo pronto está claro que su cercanía total con el coordinador senatorial Ernesto Cordero, para muchos el actual líder de los antiguos calderonistas, lo vuelve un prospecto serio para enfrentar a Madero. Veremos qué tanto pesa su pasado o si, por primera vez, habría un ex priista encabezando al PAN.

NOTAS INDISCRETAS… Más de una semana tardaron en el Sindicato Petrolero para “cuadrar” sus cuentas sobre el préstamo de los 500 millones que les hizo la actual dirección general de la paraestatal en diciembre pasado. Según un comunicado del sindicato, porque el líder Carlos Romero sigue sin dignarse a aparecer, ese préstamo fue parte de los acuerdos con el Consejo de Administración de Pemex para promover la construcción de vivienda y afirman haber comprado con ese dinero un inmueble en Villahermosa que les costó 448 millones 797 mil pesos, y otro terreno en Hidalgo que les costó 28.5 millones de pesos, es decir, que sumados serían poco más 477 millones de pesos. Y seguro los 23 millones fueron para los chicles de algún dirigente sindical. Igualito a las cuentas que hacían cuando el Pemexgate. Así de creíbles… Se baten los dados. Sigue la Escalera.

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