9/12/2013

México: Strike abanicando




Gerardo Fernández Casanova 
(especial para ARGENPRESS.info)

La bola venía como para pegar un home run; de repente un cambio de velocidad sacado de la bolsa de triquiñuelas del pitcher hizo que el poderoso bat se abanicara en vano: tremendo strike. La cuenta quedó en capilla en tres y dos. El primer strike fue cantado: todo estaba para pegar de cuatro esquinas, se acumuló una gran potencia tras el bat, pero a la hora de pegar sucedió algo que dejó el toletazo para otra oportunidad. La fanaticada quedó desconcertada.

El primer strike: Con un enorme esfuerzo de organización y con escasos recursos materiales, Andrés Manuel confirmó su capacidad de convocar y reunió a un nutrido contingente de seguidores para dar inicio a la lucha en defensa del patrimonio nacional energético. La asamblea no pudo realizarse en el Zócalo ocupado por el magisterio disidente, tuvo que desplazarse al Hemiciclo a Juárez a última hora (todavía la noche anterior se especulaba que se realizaría sobre la avenida 20 de Noviembre) con merma en el contingente que no pudo trasladarse a la nueva sede. Si era previsible que tal cosa sucediera debió de haberse avisado con anticipación y optar por un sitio más ad hoc para la concentración. Pero el strike se cantó cuando el discurso de convocatoria a la lucha cayó en el vacío de un programa de asambleas a realizarse en todas las cabeceras municipales del país, el día 15, y otra marcha nacional al Zócalo de la Ciudad de México el día 22. De medidas de fuerza: nada. De paro nacional: nada. De conjunción de fuerzas y solidaridad activa con otros movimientos: menos. La sensación al salir del acto fue que cada quien se rasque el propio escozor, a ver quién la pega. Confieso mi frustración.

El segundo strike: La iniciativa de reforma fiscal se veía venir cargada de dinamita contra la gente, particularmente con aumento del IVA y su extensión a alimentos y medicinas, hoy exentas. Ya se velaban las armas para combatirla junto con la del petróleo, cuando llega la tal reforma fiscal en términos de gran similitud a lo propuesto en el Proyecto Alternativo de Nación en la materia: no se aumenta el IVA (salvo en la frontera norte) ni se gravan las medicinas ni los alimentos; se aumenta la tasa a los causantes con ingresos superiores a los $500,000 anuales; se elimina el régimen de consolidación de los grandes corporativos y las deducciones; se gravan las utilidades bursátiles; se elimina el IETU y se incluye una simplificación en los procedimientos. Por lo pronto esta causa de protesta quedó en el vacío, aunque me reservo las dudas respecto de su verdadera estrategia acostumbrado, como estoy, a no dar crédito al discurso de Peña Nieto, más aún cuando en este caso contradice todas las tendencias del régimen. Bien puede resultar ser una simple estratagema para desactivar la protesta popular, trasladarla al poder fáctico del empresariado para, finalmente, restituir concesiones y levantar los hombros para decir: “Ni modo, perdimos”; no sería extraña esta fórmula para quien gobierna con el engaño y las fintas, como la que le jugaron al magisterio disidente la semana pasada. Es preciso anotar que la reforma energética, de darse, sería irreversible: una vez adentro las empresas ya nadie las podrá sacar y, en todo caso, tendrían trampolín para ir por más: en tanto que lo fiscal puede esperar al próximo año y modificarse al gusto del patrón.

La situación es en extremo peligrosa en la medida de que no se logra consolidar un gran frente de lucha contra la enajenación de los recursos energéticos. Andrés Manuel es sin duda el mayor convocante, razón suficiente que obliga a actuar con modestia para sentarse como par entre pares e incorporarse a todas las otras vertientes de lucha, incluida la propia, y conformar el gran frente para forzar la recuperación y el fortalecimiento de las empresas estatales de la energía. No se trata sólo de parar la entrega a los particulares y a los extranjeros, sino de garantizar una operación energética eficaz, eficiente y trascendente, que impulse el progreso del país y el bienestar de la población. Son razones que no dan lugar a actitudes parciales, tendremos que luchar codo con codo, aunque no simpaticemos.

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