12/20/2014

Milagros corruptos

Carmen Boullosa

Tengo una idea — dijo el magnífico político magnate—. Cambiémosle la plana a la parábola. Está fácil. Llamamos a nuestros discípulos y nada de que ‘Tengo compasión de la gente porque ya hace cuánto que andan conmigo, y muchos no tiene qué comer, y a otros ya no les alcanza ni para la gasolina’. Punto final a esa cháchara que no nos lleva a nada. De ahora en adelante, otra.
“Por ejemplo: ‘Tengo compasión de mí mismo. Desde que nací estoy pegado a mis talones, ¿y qué he ganado a cambio? Esperar, por años a que se hagan a un lado los del otro partido. Ya me toca a mí. Me voy repartiendo desde antes y de ahora en adelante. Para algo he dado mi vida al bienestar del pueblo, según decía mi slogan de campaña’.
“Sólo quedémonos con un pedacito de la parábola original: digamos que sólo hay siete panes y un par de peces y que son muchos los que tienen hambre. Llamamos a nuestros discípulos y les instruímos: ‘Dénle de comer a la gente, atiendan a sus necesidades’. Entonces ellos nos dirán: ‘De dónde, señor, vamos a sacar panes del desierto? Sólo tenemos siete y unos pocos pescaditos’. Entonces nosotros daremos al pueblo esta orden: ‘Mexicanos, agáchense que ahí vamos. Y la gente se agachará porque creerá que va a recibir un milagro’. 
“Eso diremos y así haremos. ¿Y qué hacemos de las necesidades incumplidas? ¡Ningún problema! Para eso tenemos a mano las parábolas. ¿Que hay demasiados jóvenes para los que no hay ningún prospecto, ni se les da la menor preparación para que siquiera contesten los teléfonos de las grandes trasnacionales y arreglen a la distancia problemas técnicos o cualquier tipo de asunto que requiera un pelín de entrenamiento? ¡Ningún problema! Bajita la mano, eliminémoslos. En ocho años nos echamos unos cien mil, los sacamos del juego mientras diremos que andamos limpiando del Mal el territorio —porque nadie dirá que buenas son las drogas, ¿no?—.
“Siete panes, predicaremos, y un par de peces, pero ¡amilagrémoslos! Donde decimos siete, serán para nosotros siete millones. Y no compartimos con nadie. Nos repartimos, nos enriquecemos, y que se rasquen con sus propias uñas antes de que se les caigan por inanición. El botín es inmenso. Nomás será para nosotros, la fina clase política. Briznas o pasteles para nuestros amigos.
“¿Que el pueblo se va a quejar? ¡Que se quejen! Pero lo harán poquito porque en este país nos gusta el diminutivo y somos muy educados y la resignación abunda y cuando no es resignación es silencio. ¿Que dicen que ya no? ¡Que digan misa! ¡Para eso son las misas, para contar parábolas!
“¿Que nos va a pasar lo que a Sansón? ¡Qué te pasa calabaza! Cuando se puso heroico ya le habían sacado los ojos, y eso no nos pasará a nosotros, ojos afuera y su piel canela desollada ocurrirá sólo a los perseguidos de nuestro Nuevo Orden, los jóvenes del país (y más los que se quejen). Nosotros tenemos los ojos en las órbitas. Ellos son los desorbitados. Y nosotros no vamos a tirar las paredes de nuestro Templo para acabar con los enemigos y llevarnos a nosotros de paso. No.
“Que el país no resistirá nuestro saqueo? ¡Pero con decirles que tenemos sólo siete panes y que estamos haciendo milagros y reformas maravillosas y que aquí hay más ingenieros que en Alemania (¿te acuerdas que lo dijimos en Davos, hará unos tres años, en voz de otro presidente?)!
“Somos magníficos. Somos imbatibles. Somos La Fórmula del Milagro Corrupto. Somos de todos los partidos, de todos los géneros, de todas las ideologías, siempre fieles a nuestro propio bolsillo. Cartera llena, corazón de político contento. No es cosa nueva, mira, recuerda aquellos que inventaron una flotilla de buques petroleros, se embolsaron la plata y no hubo ni un barquito de papel, en gloriosos tiempos lopezportillistas, gente muy honorable, bien acomodada y de respeto hasta la fecha. Recuerda recuerda, pero que no se acuerde nadie más que nosotros: la memoria es parte de nuestro saqueo. Saqueo es un verbo que sólo se puede conjugar en primera persona.
“Un pan, dos panes, tres panes. En realidad nosotros tenemos millares de millares de hogazas, anunciamos sólo siete, las repartimos, y el resto para nuestro propio provecho.”

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