2/05/2015

Los periodistas pal café. . .


Es como si la normalidad fuera la barbarie. En Tamaulipas no hay gobernador desde hace mucho tiempo (no se habla sólo del periodo de vacuidad que ha tenido a Egidio Torre como titular), sino un administrador de la burocracia estatal que se arregla con las vertientes del poder real, el del crimen organizado, mientras el gobierno federal sobrelleva la realidad imperiosa. Así es como día con día, más unas temporadas que otras, las ciudades y regiones de esa entidad norteña viven la historia del desamparo y la vulnerabilidad, entre enfrentamientos, masacres y ajustes de cuentas que no sólo se dan entre los bandos del narcotráfico y otras formas de delincuencia, sino que afectan a la población civil entera.
La narrativa oficial escamotea datos y cifras en busca de que los medios de comunicación silencien la tragedia que se vive en Tamaulipas como en buena parte del país. El envío de tropas y policías federales se ha constituido ya en una caravana insuficiente, que parcha en una zona lo que se le rompe en otra, además de que en muchos casos los presuntos salvadores se convierten abiertamente en protectores de determinados bandos y en partícipes con credencial oficial de los mismos actos ilícitos que supuestamente deben disminuir o evitar.
El arribo del PRI a la conducción del país no ha significado cambios en la operación del crimen organizado que reporten alivio a los ciudadanos ajenos a esos negocios. Al contrario, y aunque ya no se publiquen tantos casos como en los tiempos funerarios de Felipe Calderón, cada vez es más extendido y salvaje el dominio de los grupos criminales que ya influyeron en la política a todos sus niveles y que ahora están prestos para avanzar en los próximos comicios. No es solamente política e institucional la crisis en sí tan profunda. También es social, entre tantos mexicanos que no ven autoridades respetables, ni gobiernos confiables, ni Estado que otorgue seguridad pública.
Formalmente es Héctor Astudillo Flores el beneficiado por el dedo elector en el PRI para buscar la gubernatura de Guerrero. Así fue anunciado ayer por César Camacho en una ronda más de precandidatos convocados en Insurgentes Norte para hacerles saber la decisión adoptada en Constituyentes. Astudillo ya fue aspirante a la gubernatura, pero perdió en 2005 frente a Zeferino Torreblanca, el peculiar empresario postulado por el sol azteca. También fue senador, presidente municipal de Chilpancingo en dos ocasiones y diputado local en tres, cargo éste que ocupaba hasta el pasado 29, cuando solicitó licencia al Congreso guerrerense para quedar en posición de ser designado candidato a la gubernatura (todo un consumado chapulín, pues no terminó ninguno de los periodos para los que fue electo, pues saltó a otras postulaciones).
A Astudillo le ha ayudado hoy la necesidad de los partidos de no presentar candidatos que polaricen. La candente situación de la entidad impidió un aterrizaje electoral más o menos pacífico de Claudia Ruiz Massieu, la secretaria federal de Turismo, hija de José Francisco Ruiz Massieu y sobrina de Carlos Salinas de Gortari, la cual siempre vislumbró con reservas su eventual postulación a gobernadora. El PRD tampoco lleva a su única carta más o menos presentable, la de Armando Ríos Piter, autodenominado el Jaguar, quien cumplirá 42 años el próximo 21. De manera extraña, favoreciendo en los hechos al PRI y a Los Pinos, el senador perredista se retiró de la contienda, dejando a sus correligionarios con una baraja menor, de cartas muy marcadas y, por si fuera poco, plenas de enconos grupales.
El partido Morena logró remontar su indudable corresponsabilidad en el caso Abarca, haciendo a un lado a Lázaro Mazón, el amigo, promotor y aliado del ex presidente municipal ahora en prisión. En su lugar ha presentado a un joven intachable, Pablo Amílcar Sandoval Ballesteros, un economista cuya historia tanto familiar (nieto de don Pablo Sandoval Cruz, hijo de Pablo Sandoval Ramírez e Irma Ballesteros Corona) como personal ha sido de nítida lucha política desde la izquierda, pero a quien las circunstancias partidistas y estatales no le ofrecen la mejor expectativa de triunfo.
Entre las circunstancias que afectan al conjunto de partidos y candidatos está la creciente oposición de un segmento radicalizado de los guerrerenses a la realización de comicios, lo que se ha traducido en una activa campaña de desarticulación del proceso electoral. Pero no sólo eso. La política guerrerense ha sido cuidadosamente descompuesta por supuestos estrategas nacionales, que han tratado de aprovechar el caso Iguala para recuperar para el PRI la gubernatura (aunque con Ángel Aguirre los intereses del PRI y del peñismo estaban tan bien servidos como si en lugar del sol azteca se tuviera en palacio de gobierno el emblema de los tres colores).
En ese esquema de maquiavelismos generados en la capital del país todo es precario, prescindible y, por tanto, sustituible. Si la oposición a las elecciones lleva a escenarios de rupturas institucionales o si la inconformidad social se expresa mediante violencia política organizada, los manejadores de los hilos perversos podrán hacer arreglos de última hora. Por ello está a nombre del PRI un candidato dócil, perdedor y remplazable, Héctor Astudillo. Por ello le ordenaron al Jaguar devenido en minino, Ríos Piter, que se hiciera a un lado y dejara en paños menores al PRD guerrerense. Y el negocio de Dante Delgado, el Movimiento Ciudadano, antes Convergencia, sostiene una candidatura de presuntos guiños unitarios, la de Luis Walton, el presidente municipal con licencia de Acapulco.
Y, mientras Ramiro Hernández, presidente municipal de Guadalajara, consideró como una canina señal de confianza el que un asistente en cuatro patas a un acto público orinara en el pedestal del micrófono oratorio, ¡hasta mañana, con Forbes México dando a conocer una discutible lista de los periodistas más influyentes en Twitter en 2015 (http://bit.ly/1zfpz2G), con un tecleador astilloso colándose en un tercer lugar!
Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx




¿Estamos en una crisis económica? El director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP), Luis Foncerrada Pascal, opina que no. Crisis, la de 2008. Entonces la economía se redujo a números negativos. Para hablar de la situación actual de la economía hay que hilar fino. Hubo una reducción en ingresos del gobierno por la caída de los precios del petróleo, pero no una crisis. Para Foncerrada, lo que verdaderamente hubiera sido preocupante es que ante la disminución de los ingresos el gobierno hubiera decidido endeudarse. Por fortuna actuaron con responsabilidad y redujeron el gasto. Y es una buena señal que el 65 por ciento del recorte haya sido en gasto corriente, porque es el tipo de gasto que no genera crecimiento, no crea empleos y no reactiva la economía. Este recorte no tendrá un efecto negativo en la economía. En el peor de los casos, dejaremos de crecer medio punto, pero tendremos, aun así, un crecimiento de entre 2.5 y 3.5 por ciento, asegura.
El CEESP recibió con beneplácito la noticia de la cancelación del tren de alta velocidad México-Querétaro, pues ya había advertido que se trataba de un gasto innecesario. Un proyecto de tren normal, que se detuviera en Cuautitlán, Tula o San Juan del Río, sí integraría a las regiones. Algo fundamental es dar pasos muy sólidos en los marcos regulatorios estatales y municipales, en donde el gobierno federal puede influir de manera determinante sobre la asignación de recursos públicos discrecionales que originan la corrupción a esos niveles. Opina que el anuncio de Enrique Peña Nieto, que revivió a la Secretaría de la Función Pública, fue un paso importante en ese sentido, pero se necesitan muchos más. No sólo hace falta una ley anticorrupción, sino un sistema completo, amplio, contundente, que ofrezca eliminar la corrupción y la impunidad. Todavía podemos ver a ex gobernadores millonarios que se pasean por el mundo con impunidad absoluta.
Recientemente, el Consejo Coordinador Empresarial anunció la creación de un código de ética para combatir la corrupción en el sector privado, que va en el mismo sentido del gobierno federal, dice Foncerrada. Es un compromiso del sector para no participar como cómplices de la corrupción en procesos como la asignación de proyectos. Foncerrada conoce desde hace tiempo al nuevo secretario de la Función Pública, Virgilio Andrade Martínez. Es un hombre que ha trabajado en la mejora regulatoria del sector público, muy consciente de los problemas que existen y que provocan corrupción. Es el hombre ideal para este puesto. No me parece que sea independiente, pero es un cargo que debe ser nombrado por el Presidente, y me parece acertado.
Adultos mayores
Hay otro punto de vista sobre el recorte: el de los pensionados. Incluye una disminución al presupuesto asignado al Programa Pensión para Adultos Mayores, aunque el monto todavía no se conoce. Si bien éste no afecta a las personas que actualmente son beneficiarias, su número no aumentará este año y es probable que eventualmente se extinga, pues los recursos ya ni siquiera constituyen un rubro en el presupuesto de 2015. Es la apreciación de Alejandra Macías, investigadora del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria. En 2014, el gobierno federal impulsó el programa de pensión universal para adultos mayores, cuyo objetivo era otorgar 580 pesos mensuales a personas de 60 años o más que no contaran con alguna otra pensión. Se beneficiaron 9.5 millones de adultos mayores de un universo de 11.6 millones. En el presupuesto 2015 ya no existe el Programa Pensión para Adultos Mayores. No conocemos de cuánto será el monto del recorte, pero sabemos que este año no va a crecer el número de beneficiados. Agrega que la tendencia de crecimiento de la población de 60 años o más está calculada en 14 por ciento entre 2010 y 2020, por lo cual dentro de sólo cinco años habrá 7 millones de personas más en este rango de edad, potencialmente desprotegidas.



Con la cara más dura que el concreto, como inquilino de Los Pinos Felipe Calderón afirmaba que el gravísimo problema de inseguridad y la creciente violencia en el país sólo eran percepciones de los desinformados ciudadanos, quienes además pagaban las sangrientas consecuencias. A lo largo de su estadía en la residencia oficial, su dicho fue avalado por más de 80 mil muertos y alrededor de 22 mil desaparecidos (cifras oficiales).
Parece que nadie aprendió de tan nefasto personaje, porque ahora, con la misma cara, Enrique Peña Nieto asegura que la corrupción en México simplemente es un asunto de percepción, la cual, a pesar de los esfuerzos emprendidos en las últimas décadas, no ha mejorado en nuestro país. Y para documentar su dicho se remitió a los resultados del Índice de Percepción de la Corrupción de 2014, que publicó Transparencia Internacional (en el que) México obtuvo una calificación de apenas 35 en una escala de 0 a 100. Es prácticamente la misma calificación que ha tenido durante las últimas dos décadas.
Allí están el propio Peña Nieto y su Robin autóctono, Luis Videgaray, en medio del huracán por presuntas prácticas corruptas y conflictos de interés (que ahora investigará uno de sus empleados al frente de una institución desahuciada), y al inquilino de Los Pinos no se le ocurre nada mejor que afirmar aquello de la percepción. Pero ya que se animó a citar algunos datos de Transparencia Internacional, bien vale recordar lo que de tiempo atrás denunció su presidente, Peter Eigen: las élites políticas corruptas del mundo en desarrollo, en connivencia con empresarios codiciosos e inversionistas inescrupulosos, colocan el lucro privado por encima del bienestar de los ciudadanos y del desarrollo de sus países.
Y de acuerdo con ese organismo internacional, México registra una desastrosa cuan sostenida caída en eso de la percepción, pues de ubicarse en el escalón número 57 entre los 102 países con mayor corrupción en el año 2002, pasó a colocarse en el peldaño número 103 (entre 174 naciones) en el año 2014. Así, lo que en el discurso se presume como grandes esfuerzos en las últimas décadas, en los hechos equivale a que en México la corrupción tiene vía libre y avanza a paso veloz.
Con Vicente Fox en Los Pinos, en la escalera internacional de la corrupción México cayó del escalón número 57 al número 70, Felipe Calderón lo hundió aún más hasta ubicarlo en la posición número 105 de 174 posibles. En el primer año de Enrique Peña Nieto bajó un peldaño, al 106, y en el segundo subió tres, al 103. Y, sí, la calificación que Transparencia Internacional concede a nuestro país no ha variado mayormente (entre 31 y 36 en una escala de 100). Sin embargo, en igual periodo Estados Unidos se ha movido entre los escalones 16 y 22; México del 57 al 103, de tal suerte que la percepción oficial ha sido masacrada por la realidad.
He allí el resultado concreto de lo que en el discurso se presume como esfuerzos emprendidos en las últimas décadas. Y todavía se sorprenden de que no ha mejorado la percepción y, además, que no les aplaudan.
Tiempo atrás el Inegi divulgó (Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental) que durante 2013 la corrupción fue mencionada como uno de los cinco problemas sociales que más afectaba a los mexicanos, al ser señalada por 48.5 por ciento de ellos, y detallaba que la percepción sobre la frecuencia de corrupción fue mayor para policías, partidos políticos y el Ministerio Público, al ser considerados frecuente o muy frecuente por 89.7, 84.4 y 78.4 por ciento de la población, respectivamente. El porcentaje de víctimas de corrupción en la realización de trámites, solicitudes de servicios públicos y otros contactos con servidores públicos fue de 12.1 por ciento; dicho porcentaje fue de 17.3 por ciento para hombres y 7.7 por ciento para mujeres.
La misma encuesta reveló que 88.3 por ciento de los mexicanos considera que en su entidad las prácticas de corrupción donde un servidor público abusa de sus funciones para obtener algún beneficio personal son entre muy frecuentes y frecuentes, de manera que la población considera a la corrupción como uno de los tres principales problemas que más le afectan y además percibe que la frecuencia de estas prácticas es alta. La corrupción se ubica en el tercer lugar de los problemas que preocupan más a los mexicanos, con 48.5 por ciento, sólo detrás de la inseguridad y la delincuencia que alcanzó 70.4 por ciento, y el desempleo que registró 51 por ciento.
En su análisis, el Inegi detalla que, en 2013 y en el día a día de la población que se ve en la necesidad de buscar la atención de la burocracia, la entidad con el porcentaje más alto en prácticas de corrupción fue el Distrito Federal con 95.3 por ciento, seguido por Jalisco (94.7) y Michoacán (92.2). Por otra parte, los estados con los menores porcentajes fueron Querétaro (65), Yucatán (72.2) y Aguascalientes (78.3).
También en su Encuesta Nacional de Victimización de Empresas 2014, el Inegi revela que en 44.9 por ciento de los casos los empleados de gobierno involucrados en actos de corrupción fueron funcionarios de permisos o licencias; en 19.2 por ciento se trató de policías, ministerios públicos o jueces; en el 19 por ciento se trató de funcionarios vinculados al sistema de salud, protección civil, Hacienda, seguridad social; en 7.7 por ciento se trató de funcionarios vinculados a contratos de obra, bienes o servicios.



Aunque el argumento central respecto de las complejas condiciones para el ejercicio del derecho a la información y del pensamiento crítico es un elemento irrebatible e incuestionable dada la acumulación de 11 reporteros asesinados y cinco desaparecidos en lo que va de la presente administración gubernamental, habría que analizar con detenimiento la petición de escritores, periodistas, activistas e intelectuales para que los organizadores del Hay Festival Xalapa retiren su sede del estado de Veracruz.
Según la solicitud dirigida esta semana al director general del evento, Peter Florence, poco se hace en la entidad para cumplir los principios del Hay Festival: promover la palabra y el debate y reunir a personalidades mundiales de la cultura, el periodismo y el pensamiento para pensar el mundo como es y como debía ser.
Además consideran que a la reunión anual se le da un uso político porque ha sido utilizada como campaña gubernamental a fin de aparentar la prevalencia de un clima de libertad intelectual y crecimiento cultural, cosa que, argumentan, tampoco se sostiene.



 El califato quemó vivo a un piloto jordano y la marabunta mediática de Occidente atiza el fuego proclamando que ese acto, dirigido primordialmente a ellos, sobrepasa todos los límites. Líbrenme el Profeta, Tezca­tlipoca y Jesús, entre otros celestiales, de justificar los actos espantosos y crudelísimos del Estado Islámico, pero convengamos en que el asesinato bárbaro del soldado jordano es mucho menos excepcional de como lo presentan y que no se trata de una mera exhibición de sadismo colectivo y primario sino de algo incluso más atroz: la deliberada redacción de un mensaje de disuasión y de poder con destinatarios precisos y ortografía impecable.
El problema es que dar a la hoguera el cuerpo vivo de un adversario real o supuesto, e incluso de un sospechoso de algo, es una vieja práctica de gobiernos, pueblos y autoridades religiosas. El influjo civilizatorio de la Ilustración llevó al mundo occidental a abjurar de ella como método de ejecución formal y legal, pero hasta hace menos de un siglo algunas autoridades municipales de Estados Unidos siguieron echando mano de la hoguera para liquidar a negros, culpables de algo o inocentes de todo, como ocurrió el 15 de mayo de 1916 en Waco, localidad que por entonces se daba a sí misma el título de la Atenas de Texas: el joven negro Jesse Washington fue acusado de asesinar a la esposa de su patrón (ambos blancos), capturado, juzgado en una hora y sentenciado a muerte. Con la complacencia del alcalde y del cuerpo de policía local, el condenado fue arrastrado fuera del juzgado por una turba. Frente al edificio del ayuntamiento el hombre fue golpeado, castrado y amputado de los dedos. Luego fue colgado de un árbol y subido y bajado sobre una hoguera por espacio de dos horas. Unos 15 mil espectadores, “incluyendo funcionarios municipales y policías, se reunieron para observar la agresión. Había un ambiente festivo durante los hechos y muchos niños los presenciaron, al ser su hora del almuerzo (...) Luego de haberse extinguido el fuego, su torso calcinado fue arrastrado por toda la ciudad y algunas partes de su cuerpo se vendieron como souvenirs. Un fotógrafo profesional tomó fotos (y) las imágenes se imprimieron y vendieron como postales en Waco” (http://is.gd/RQRli2).


Luego de 20 años de un proceso que ha enfrentado la resistencia de diversos sectores de la Iglesia católica, el Vaticano informó ayer que el obispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 por paramilitares, será beatificado en el curso de 2015 en San Salvador. La víspera, el papa Francisco había reconocido el martirio del religioso centroamericano –lo que abre la puerta a su beatificación sin necesidad de tener que demostrar la realización de algún milagro–, quien en vida se caracterizó por denunciar las violaciones de derechos humanos y se pronunció contra la represión que sacudió a su país a inicios de la guerra civil (1980-1992).

Solicita a la dirección del IPN cambiar interlocutores
Los estudiantes politécnicos, a través de la Asamblea General Politécnica (AGP), han solicitado una vez y otra más, establecer una mesa de diálogo para tratar temas de la mayor importancia, en las escuelas respectivas. No ha habido respuesta y uno de los motivos de la negativa es que “el señor director tiene muchos asuntos que atender “. Pero, ¿hay algo más importante que atender a las demandas de nuestros estudiantes? Se ofrecen al diálogo los secretarios general, el académico y el administrativo o bien, que los acuerdos de diciembre los pueden resolver con cada director de escuela. ¡Pero, ellos, en su gran mayoría, son el problema! Además, acuerdos como la no pensión a los ex directores generales o el acuerdo sobre el Congreso Nacional Politécnico no están al alcance de ningún secretario y menos aún de los directores de ECU, son sólo competencia de la dirección general.

En teoría, la democracia es la forma de gobierno del Estado donde el poder se ejerce por el pueblo. La democracia se interpreta como una doctrina y un sistema de vida en la sociedad, y cuando es verdadera, implica el respeto a los derechos humanos y el ejercicio de las libertades civiles para proteger las garantías individuales y luchar por la igualdad de oportunidades.

Los jefes de Estado o de gobierno no suelen salir a la calle para encabezar manifestaciones multitudinarias. Asisten a concentraciones políticas durante las campañas electorales, pero rara vez salen a defender una causa o una idea como la libertad de expresión. Pero eso es precisamente lo que hizo el pasado 11 de enero el presidente François Hollande cuando se dieron cita en París un millón y medio de franceses y unos 50 jefes de Estado y de gobierno, en su mayoría europeos.

Era muy grande nuestra esperanza de encontrarnos, al comienzo de este año 2015, con los signos que nos anunciaran el nuevo amanecer de una vida mejor para todos. Pero no fue así. La noche del año que terminó continuó implacable sobre nosotros. Nada logra desvanecer todavía el humo negro de la incineración misteriosa e inexplicable, que describen con horror, de los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero. Continúa nublándonos el camino, la densa niebla causada por las ejecuciones que se repiten, el grito de las fosas clandestinas que continúan impunes, los enfrentamientos entre grupos de poder que pelean su respectivo territorio del que se han apropiado, quién sabe con qué derecho, cubriendo de violencia e inseguridad la vida del país, el creciente descontento de la población que ha llevado a enfrentamientos entre civiles y las fuerzas armadas, las marchas masivas y bloqueos que se repiten a lo largo de nuestra geografía. Y muchas cosas más. Todo esto nos ha impedido mover a México y hacerlo avanzar por donde quisiéramos, rectificando ciertamente el rumbo.

La lógica y las probabilidades, si aplicáramos el teorema de Bayes, nos indican que si entre los restos encontrados de un conjunto hay una identificación, es probable que los demás restos semejantes pertenezcan al mismo conjunto aunque no sean identificados, ya que hay una gran vinculación de relaciones causales dados los efectos observados, en este caso restos humanos sometidos a muy altas temperaturas. Sí, pero…

Desde antes de que la crisis financiera estallara a escala global, ya era evidente que en México se vivía una situación que no autorizaba a dar por definitivamente ganada la democracia, que tantos sacrificios había significado para varias generaciones. La alternancia, supremo logro de la transición, logró redistribuir el poder y canceló en la cúspide el monopolio de un solo partido, pero al mismo tiempo debilitó al Estado, al ponerlo al servicio de los grandes intereses particulares, como pedía la élite. El pluralismo, es cierto, se asentó en el Congreso, en las instancias estatales y municipales de gobierno, e incluso se abrieron las compuertas para reconocer los usos y costumbres en las elecciones comunitarias indígenas. Especial contribución a esos cambios hicieron las instituciones electorales autónomas, no sujetas a la lógica de la competencia partidista o las directivas del gobierno de turno.

Desde la perspectiva del derecho penal internacional formalizado en el estatuto de Roma, fundamento de la Corte Penal Internacional (CPI) –vigente en México desde enero de 2006– y en las normas emanadas de los juicios de Nuremberg, fue devastadora la evaluación de la epidemia de ejecuciones sumarias y tortura por parte de militares y policías de México, contenida en el Informe Mundial 2015 de Human Rights Watch, que lamentó que el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) no ha hecho incursiones significativas para acotar la corrupción y la impunidad bajo las cuales han florecido estas atrocidades.

La imagen de un musulmán siendo quemado vivo es más terrible para millones de musulmanes que la de un infiel quemado vivo. ¿Quiénes son los musulmanes que apoyan la inmolación de un joven jordano? Y, lo que es más importante, ¿quiénes son sus jefes? Los jordanos, de los cuales más de la mitad son palestinos, ahora tendrán que debatir la dicotomía entre la lealtad tribal y la religión, y hacerse la pregunta de quiénes son sus verdaderos aliados –y sus verdaderos enemigos nacionales– en Medio Oriente. Ahora la luz buscadora de su atención volverá a pasar por alto la región del golfo Pérsico y a la más wahabita de las naciones, el reino de Arabia Saudita. Dicho crudamente: ¿debe el mundo debe culpar a los saudita por ese monstruo inflamable que es el Isis?

La crisis de hegemonía que atraviesa Estados Unidos ha creado en la escena internacional una situación inestable, peligrosa y de desenlace impredecible pues Washington no se resigna a aceptar la pérdida de la primacía casi absoluta que disfrutaba en el planeta. Parecería no quererse dar cuenta de que el mundo transita hacia la multipolaridad, en la que está obligado a tomar en consideración los intereses y concepciones de otros actores –entre ellos China y Rusia– a menos que desee correr el riego de empujar a la humanidad al holocausto de una guerra nuclear.

Una propuesta importante del partido victorioso en las elecciones de Grecia, Syriza, es revertir los costos en salud de la imposición del ajuste estructural neoliberal. Estos costos se refieren tanto a las condiciones de salud como a las transformaciones del sistema de ese sector con recortes del gasto público, la introducción de cuotas en los servicios públicos y las tendencias privatizadoras.
¡Cómo se pasa la vida, tan callando! Pues sí, señores y señoras, la vida pasa y uno o una también. Yo acabo de estar unos días en Cartagena, participé en el Hay Festival, junto con muchos escritores, músicos, periodistas, dramaturgos, teatreros, comunicadores –you name it– que tuvieron más de dos minutos de gloria, cada uno, incluyéndome. ¿Una gloria imperecedera?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario