12/27/2015

Jazz Semblanzas II




Antonio Malacara
He aquí fragmentos de los testimonios que llegaron a lo largo del año de cada estado del país, para formar el Atlas del Jazz en México. Y la nave va.
Luis Felipe Martínez (Comitán): La mayor fuente de información para mi papá y sus amigos que gustaban del jazz eran los discos, que tardaban en llegar, pero cuando lo hacían, su arribo era motivo de fiesta. Me tocó ver cuando llegaba un disco y cómo se ponían felices y se reunían y eso era una fiesta. Era un concepto muy bohemio. Ya desde antes ellos mismos hacían su propia bebida, su alcohol. Eran fiestas de dos o tres días, y no se emborrachaban, sólo se mantenían en un ánimo muy bohemio: entablados en el jazz...
Israel Moreno, Miguel Pavía y Rudy Maza (Tuxtla Gutiérrez): En 2005, Paty Reyes, Ciro Liberato e Israel Moreno comienzan talleres de jazz en Tuxtla Gutiérrez y marcan la pauta de lo que será la primera licenciatura en jazz y música popular creada en una universidad pública en México. El jazz en Chiapas, a pesar de sus antecedentes de muchos años en la música de la marimba, es un movimiento nuevo. El reto de hoy es cómo cerrar esa brecha del movimiento contemporáneo que vive el jazz en el mundo con este jazz joven y fresco que emerge en Chiapas.
Armando Núñez Mandis (Chihuahua): “Me enteré de un libro que salió hace uno o dos años, editado por la Universidad Autónoma de Chihuahua, en el que vienen unas fotografías y algunas evidencias breves de bandas de jazz en Chihuahua ya desde los años 30. En uno de los capítulos se puede leer una nota de periódico –a mí me daba risa– donde dice que el gobierno municipal estaba prohibiendo tocar el jazz en fiestas y otros lugares, porque era una música que enajenaba y que iba a liquidar la cultura local”.
Karlo Mireles (Ciudad Juárez): La violencia detona a todo lo que da en Juárez, no había ni un solo lugar donde tocar. Antes de eso era una ciudad de 24 horas, donde todo el día había gente; pero después en las noches se convirtió en una ciudad fantasma, si veías 15 carros en la carretera era mucho. A las 10 de la noche toda la gente estaba adentro de su casa. Eso fue desde 2010 hasta mediados de 2013, cuando todo empezó a mejorar. Pero en Juárez nos quedamos solos, y los pocos músicos que nos quedamos estábamos con una mano enfrente y otra atrás.
Héctor Zárate (Saltillo): “La respuesta del público es buena. ¿Sabes qué sucede? Creo que aquí a la gente le gusta el jazz, pero no se ha dado cuenta, porque confunde el jazz con la música instrumental que te ponen en Soriana o en cualquier centro comercial. De todos modos tenemos un programa de radio, Jazz de noche, dura media hora y es una vez a la semana, los miércoles”.
Carlos Maldonado (Torreón): Queríamos hacer música original y jazz, siempre estuvo esa espina. Aunque estuviéramos en México o en Torreón, sí, podíamos tocar jazz con los grandes jazzistas mexicanos, pero hacer nuestra propia música era una necesidad. Creo que tiene mucho que ver el nivel de contemplación que desarrollamos en nuestro pueblo, las visitas al desierto; recuerdo que cuando era niño hasta pasaban las bolas éstas de matorrales secos; en la noche les prendíamos fuego y se veían increíbles al flotar y girar en el aire.
Diana Peña (Colima): “En 1985 llegaron a Colima el saxofonista estadunidense Bindu Gross y la maestra Beatriz Torres, pianista del DF y gran amante de la música de Keith Jarrett y Scott Joplin. Ellos, como pareja, llegaron a picar piedra, a tocar e impartir clases en la Escuela de Música; pero después pusieron un lugar que se llamaba Café uno, dos, tres, que y creo que fue el parteaguas, porque… como venían de Estados Unidos a México, traían un montón de libros, de vinilos, de videos VHS y beta, de revistas Down Beat, porque tenían la suscripción”.
Bindu Gross (Colima): “Un día llegué y los albañiles estaban trabajando así en bola; los saludé, entré a la casa, abrí las ventanas y empezamos a estudiar a Charlie Parker, y cuando terminamos, todos los trabajadores estaban aplaudiendo en la ventana y decían: ‘¿Qué clase de música es esa?’ Yo les contesté: ‘Algunas gentes le llaman jazz, pero nosotros la consideramos la música clásica del siglo XX’. Me dijeron que uno de ellos había tocado en una banda y que quería oír algo de Los Tigres del Norte, pero les dije que yo no los había escuchado y les pedí que me llevaran un caset del grupo y me lo llevaron; entonces puse unas canciones de Los Tigres y nos hicimos amigos”.
Continuaremos en la siguiente entrega. Abrazo.

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