1/26/2017

Los periodistas pal café. . . .



Primer acto: en horas vespertinas, funcionarios de Los Pinos hacían saber a algunos medios y agencias internacionales de noticias que Enrique Peña Nieto estaría considerando la posibilidad de cancelar su viaje a Washington, donde Donald Trump lo esperará el próximo martes 31. Segundo acto: después de las ocho de la noche corrió la versión de que Peña Nieto daría ooootro mensaje nacional para confirmar que estará en la Casa Blanca, conforme a la cita que le dieron. ¿Cómo se llama la obra, a la que faltan tantos actos? Hago fintas, pero cumplo.
Las versiones de una posible cancelación de cita fueron hechas llegar a ciertos periodistas extranjeros, a título extraoficial, por representantes del peñismo que fueron plenamente identificados por los reporteros, pero pidieron que no se publicaran sus nombres y cargos. El manejo especulativo de lo que debería ser una postura categórica da cuenta del sentido oportunista que en la casa presidencial se dio a la hipótesis de ese gesto de presunta dignidad mexicana ante el recibimiento a trumpadas que se ofreció a Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo, secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía, que ayer se reunieron con el equipo de Trump comisionado para encargarse de asuntos mexicanos.
Antes del inicio de esas pláticas, de por sí tan desiguales, la parte gringa había dado el primer paso formal hacia la construcción del muro fronterizo que nos quiere cobrar, había avanzado en el proceso de botar a la basura el Tratado de Libre Comercio y había amenazado con no suministrar fondos a las ciudades santuarios (las más notables, Chicago, Los Ángeles y Nueva York), que se niegan a cumplir políticas federales contra migrantes.
El propio Trump reiteró su convicción de que México pagará de una u otra forma la edificación de la barda entre las dos naciones: Todo se rembolsará en una fecha posterior con cualquier transacción que hagamos con México (...) Sucederá de alguna forma, quizás complicada. Y, en respuesta a una pregunta que reproducía la negativa del mexicano a pagar ese muro, el implacable Donald menospreció tal postura: Él tiene que decir eso; tiene que decir eso.
Además, en un plano de ironía que pretende pasar por solemnidad, Trump ha dicho que el multimencionado muro será para el bien de México, pues nos permitirá frenar el flujo de migrantes centroamericanos (aunque, al no lograr el paso a Estados Unidos, esos viajeros se quedarán en México, como ya está sucediendo) y controlar las actividades de los cárteles del narcotráfico. Caray, muchas gracias, generoso señor Trump.
Frente a una cascada de acciones absolutamente agresivas de Trump contra los intereses mexicanos, resultaría muy cómodo y políticamente barato para el flanco peñista no ir a Washington la semana próxima y hacer pasar ese acto como algo de gran dignidad, que lo enalteciera y ¿rehabilitara? No presentarse a la oficina de Trump, ante hechos consumados, crecientes y multiplicables, no afectaría en absoluto la marcha de esos procesos, sino lo contrario. Una negociación a tiempo, entre el yerno de Trump y el virrey Videgaray, incluso podría haber dado por aprobado ese lance decoroso, para que Peña salvara algo de figura, siempre y cuando no haga nada fuerte ni trascendente contra lo importante, lo de fondo de esas acometidas del nuevo presidente estadunidense.
Por el contrario, lo exigible es que Peña Nieto vaya a entrevistarse con Trump y que sostenga una postura de rechazo proporcionalmente enérgico a las medidas que ya ha tomado el empresario que ahora despacha en la Casa Blanca. Desaprobar en las pláticas privadas y, luego, ante los medios de comunicación. Nada de escurrir el bulto, que en los hechos equivale a convalidar. Los mexicanos necesitan ver la postura política exacta del ocupante de Los Pinos ante Trump y la prensa del país vecino, no una huida graciosa de la escena controversial.
Si le fuera posible (aunque este tecleador está convencido de que el grupo peñista-videgarayista lo que busca son beneficios grupales, facciosos), Peña Nieto debería hacer algo más que declaraciones demagógicas ante medios nacionales de comunicación, predispuestos a destacar esos dichos, y pasar al planteamiento de acciones concretas, firmes e inteligentes para enfrentar a un Trump que hasta ahora ha mantenido una avasalladora iniciativa y que no ha tenido de parte del mexicano ni un solo parpadeo en contra.
Peña ha recibido en estas horas un cuestionable apoyo político nacional en forma de bumerán (en especial de Andrés Manuel López Obrador, quien, además, anunció que emprenderá acciones en tribunales internacionales contra la construcción del muro), que se le revertirá si pretende mantener posturas tibias, engañosas, sometidas. Al enojo social acumulado por otras causas, sobre todo por el gasolinazo, Peña Nieto podría añadir motivos si sigue confirmando ante los ojos de los mexicanos que no es el funcionario público adecuado para defender los intereses nacionales en horas tan aciagas.
También es imprescindible que sean difundidos de inmediato los términos y el curso cotidiano de las negociaciones (la de ayer duró 10 horas) que a nombre del pueblo mexicano entero realizan algunos personajes con historiales que no dan pie a dudas, sino a certitudes fundadas: Videgaray representó los intereses del grupo de Trump en la pasada visita ignominiosa del entonces candidato republicano a Los Pinos, y ahora sigue a cargo de esa relación entreguista, como canciller nombrado específicamente para conducir esos arreglos privados, que desembocarán en una especie de Tratados Videgaray-Kushner (éste, el apellido del esposo de Ivanka Trump).
Selecciones de la Tuiteca: “@abasave Dice gob q el viaje fue exitoso porque el peso subió 2%. A ver: ¿necesitamos 32 humillaciones más para revertir la devaluación de @LVidegaray?”; “@gabrielguerrac Hay muchas razones sólidas para q @EPN cancele o mantenga la visita. Pero me mata de risa escuchar a Fox y Castañeda hablar del tema”. ¡Hasta mañana! Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero




FotoA pesar de los muchos problemas que tiene en Estados Unidos –la oposición de la mitad de sus conciudadanos– y en el mundo (sus fricciones con China por Taiwán), SuperTrump le ha dedicado a México buena parte de su primera semana en la Casa Blanca. Con una obsesión casi patológica, le ha tirado golpes desde todos los ángulos que se le han ocurrido: Tratado de Libre Comercio para América del Norte, industria automotriz, aranceles, inversiones, empleo, narcotráfico y el muro. Concederá audiencia al presidente Peña Nieto el día 31 de este mes (¿o irá a poner la otra mejilla?) y eventualmente podría generar más controversias, por ejemplo, ¿cómo y con qué pagará el muro? Las acciones que ha emprendido o ejecutado hasta el momento han creado bastantes problemas a nuestro país –devaluación, salida de capitales, aplazamiento de inversiones– y Trump lo tiene claro. Ya es todo, ¿o falta? Probablemente su agenda, aunque no lo ha mencionado, incluye influir en las elecciones de 2018. Por lo demás, siempre ha influido el gobierno de Estados Unidos, aun con el tortuoso método de educar en sus universidades a políticos del perfil de Salinas de Gortari. Trump ha venido actuando como si quisiera primero crear una crisis económica en México, que desembocará en crisis política, y aprovechar las condiciones para meter la mano en un cambio político radical. La fragilidad con que termina su sexenio Peña Nieto, el descrédito de la partidocracia y el ansia de cambio de la sociedad, podrían contribuir a ello. Tras firmar el decreto del muro dijo: entendemos que una economía mexicana sana y fuerte es muy buena para Estados Unidos y que trabajará de la mano con el gobierno mexicano para mejorar la seguridad fronteriza y crear oportunidades económicas de ambos lados de la frontera. Lo que no aclaró es si refería a la mano del actual gobierno o a otro.
Reprobado
Transparencia Internacional dio a conocer las calificaciones de México en materia de corrupción para el año que acaba de terminar. Dio un bajón tremendo, cayó a la posición 123 entre 176 países. Es una paradoja, porque el año pasado se implementó el Sistema Nacional Anticorrupción. Transparencia le está diciendo al gobierno mexicano: no quieras chamaquearnos, lo que legislaste no es lo que se necesita, ahora eres más corrupto que antes. En estos días será designado el fiscal anticorrupción. Debería ser electo por los ciudadanos, pero surgirá de un acuerdo de la partidocracia. Quieren a uno que les cubra las espaldas.
Se apaga El Sol
Si continúan acumulándose las demandas contra Luis Miguel su fortuna no alcanzará para asegurarle una vejez con el nivel de vida que ha llevado hasta hoy. El año que acaba de terminar perdió un litigio de 5 millones de dólares en una corte de Nueva York. La demanda, interpuesta por William Brockhaus, su ex mánager, fue por la falta de pago de 10 por ciento de las ganancias del cantante, según lo habían acordado verbalmente. Ahora, la empresa que representa al intérprete Alejandro Fernández informó que tras año y medio de esfuerzos y fracaso para dar cumplimiento al contrato con Luis Miguel para realizar una gira, se vio en la necesidad de proceder legalmente. Me hubiera gustado mucho complacer con este proyecto a todo mi público que siempre me ha apoyado, expresó Fernández. Según las revistas de espectáculos, Luis Miguel tiene problemas de salud relacionados con el sobrepeso.



Con el boato que ameritaba la ocasión, semanas antes el aprendiz de canciller anunció que asistiría –junto con Ildefonso Guajardo– a reuniones de alto nivel con integrantes de la nueva administración de Estados Unidos, los próximos días 25 y 26 de enero en la ciudad de Washington, con el objetivo –según dijo– de comentar el estado actual y futuro de la relación bilateral en todos sus aspectos, destacando seguridad, migración y comercio. Además, que el 31 del mismo mes el inquilino de Los Pinos visitará a Donald Trump.
Cayeron las hojas del calendario y el dúo dinámico ya está en la capital estadunidense, aunque nadie sabe para qué, porque a estas alturas el mágico equipo peñanietista se quedó sin materia de trabajo, pues el estado actual y futuro de la relación bilateral en todos sus aspectos, destacando seguridad, migración y comercio, ya fue más que decidido por el inquilino de la Casa Blanca, y de qué forma.
Orden ejecutiva tras orden ejecutiva, en cuestión de días Trump hizo realidad lo que prometió en su campaña electoral para el caso mexicano, y nunca se vio en la necesidad de decir (como Peña Nieto) te lo firmo y te lo cumplo ni recurrir a un notario para que el electorado pensara que iba en serio.
Que los guerreros Luis Videgaray e Ildefonso Guajardo (en nombre de los mexicanos, bromean) atenderían asuntos de seguridad, migración y comercio con un gobierno que nos odia. Bien, pero esos tres aspectos que comentarían los aprendices con su contraparte gringa han sido resueltos y determinados, de un plumazo y unilateralmente, por Donald Trump en apenas cinco días de estadía en la Casa Blanca.
Así de sencillo y así de trágico. Esa es la realidad (enemiga acérrima del gobierno peñanietista): si el energúmeno de la Casa Blanca ya firmó la orden ejecutiva para la construcción del muro fronterizo (seguridad); ya firmó la expulsión de millones de mexicanos que sobreviven en Estados Unidos y el aumento del aparato represivo en la zona (migración) y ya firmó el desmantelamiento del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y borró del mapa el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (comercio), entonces ¿a qué fueron Videgaray y Guajardo y a qué irá el inquilino de Los Pinos?
Por si el gobierno mexicano no había entendido que el empresario neoyorquino iba en serio (cuando menos en el caso mexicano), ayer Trump no sólo firmó la correspondiente orden ejecutiva, sino reiteró que el muro fronterizo comenzará a construirse en meses y que (¡sorpresa!) México lo pagará al 100 por ciento, o como subrayó el vocero de la Casa Blanca, Sean Spicer, de una forma u otra México pagará por el muro.
La Jornada lo reportó así: “el muro fronterizo empezará a construirse en meses y México lo pagará en ciento por ciento, dijo hoy Donald Trump en una entrevista con ABC News. En su primera entrevista individual desde que tomó posesión como el presidente 45 de Estados Unidos, dijo que la negociación para el pago del muro empezaría relativamente pronto.
La construcción se iniciará con recursos de Estados Unidos, pero México rembolsará el costo, como siempre lo he dicho. El rembolso será quizás en una forma complicada. Lo que estoy haciendo es por el bien de Estados Unidos. También será bueno para México. Queremos tener un México muy estable y muy sólido. El muro se empezará a construir tan pronto como podamos físicamente hacerlo; yo diría en meses, pero en realidad la planeación empieza de inmediato. Y posteriormente, en otro foro, advirtió: “vamos a deshacernos de los malos… Los vamos a expulsar rápido”. ¿Dudas?
Entonces, ¿a qué fueron Videgaray y Guajardo? ¿A pegar ladrillos, a vender cemento o a pedir más mezcla, maistro? ¿Qué negociarán y con qué lo harán? Pueden pretextar que la visita del dúo dinámico ya estaba agendada (de cualquier suerte la pudieron cancelar), que ya no daba tiempo de echarla para atrás y que no sería políticamente correcto. Bien, pero sí se está a tiempo de anular la de Peña Nieto, digo si algo de dignidad les queda. ¿Y los canadienses? No más milando, en espera de cosechar.



Las intensas y masivas manifestaciones realizadas en Estados Unidos y en México en días recientes dan cuenta de la profunda inconformidad de los dos pueblos: en el vecino del norte, por el arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, y aquí, por el gasolinazo y otros agravios acumulados, señaladamente por la agudización de la corrupción, la impunidad y la inseguridad, con violencia que no cesa.
Llaman la atención las amenazas proferidas por Trump a los medios de comunicación que compararon la asistencia a su acto inaugural con la registrada en el de Barack Obama hace ocho años. Parece que no entiende que una causa de la inconformidad manifestada durante los tres días recientes, aparte de la ignorancia que ha mostrado en distintos temas, es su muy defectuosa comunicación con distintos sectores de la sociedad y con el mundo. Sus expresiones altisonantes han causado una incertidumbre muy parecida a la generada por Adolfo Hitler en los años previos a la Segunda Guerra Mundial. El nuevo presidente del país vecino tendrá que hacer esfuerzos importantes para dialogar y escuchar a los inconformes y, de esa manera, modular su programa y la narrativa gubernamental.





En la forma y en el fondo, la agresividad hacia México del presidente estadunidense, Donald Trump, se acentúa día tras día. La orden ejecutiva de iniciar la construcción de un muro a lo largo de toda la frontera común, y la insistencia en que será nuestro país el que pague el costo de semejante obra, no sólo ratifican el grotesco chovinismo y la hostilidad del magnate neoyorquino, sino que refrendan sus modales groseros y la prepotencia que, por desgracia, habrá de caracterizar a la Casa Blanca en los próximos cuatro años.

Donald Trump: amenazas y hechos consumados
Donald Trump, presidente de los Estados Unidos de América, continúa agrediendo, amenazando, ironizando e insultando a México y a las mexicanas y los mexicanos en vísperas de la visita oficial del presidente de México, Enrique Peña Nieto, a Washington DC.

En los próximos días, el presidente de México y algunos de sus secretarios de Estado serán los primeros en cruzar de manera oficial el muro, virtual hasta ahora, de la ignominia. Según anunciaron al pueblo, van decididos a defender la soberanía nacional, la independencia económica y política de México, así como toda su estrategia para mantener la apertura comercial y la globalización a cualquier costo si es necesario.

En 1989, Francis Fukuyama, que era entonces un funcionario de nivel medio del Departamento de Estado, publicó un ensayo titulado ¿El fin de la historia?, en el que planteaba que el colapso del socialismo era una discontinuidad histórica. Según él, el paradigma socialdemócrata de la posguerra había sido sustituido por el paradigma de la democracia liberal. El pasado 20 de enero, Donald Trump se dirigió a los reunidos en la plaza frente al Capitolio para pronunciar su primer discurso como presidente de Estados Unidos, el cual pudo haber titulado El principio de la historia, porque su intención era –y es– convencernos a todos de que con él se inicia una era de prosperidad y grandeza, un nuevo siglo dominado por la determinación de Trump de que su país sea el centro del universo y no mire más que por sus intereses, como si la historia de Estados Unidos hubiera sido otra cosa.

Este jueves 26 de enero, el primer tribunal colegiado en materia civil de la Ciudad de México tendrá en sus manos una resolución crucial e histórica para la salud de los mexicanos, y también para el futuro de la agricultura campesina y la alimentación mundial: se trata de mantener o no la suspensión al otorgamiento de permisos para la siembra de maíz transgénico en nuestro país. Esta suspensión se estableció el 17 de septiembre de 2013 gracias a una acción colectiva (53 científicos, campesinos, artistas y consumidores, y 20 organizaciones) que demandó a las principales empresas comercializadoras del maíz transgénico y las instancias correspondientes del gobierno federal por incurrir en faltas contra la biodiversidad y el interés público.

Melitón Ortega, padre de uno de los normalistas de Ayotzinapa, declaró que la Procuraduría General de la República (PGR) ha ocultado información clave sobre el caso de Iguala, que no entregó datos a los padres de las víctimas ni al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre el uso de camiones de pasajeros para el tráfico de drogas, pese a que ya había antecedentes de ello. Subrayó que las omisiones y los engaños por parte de las autoridades han sido la constante, (La Jornada, 24/1/17). En entrevista por separado, Alfredo Higuera Bernal, titular de la oficina de investigación del caso Iguala, dijo a La Jornada ese mismo día que no tendría elementos para afirmar si hubo algún ocultamiento (de información al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes o a los padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa).

Al comenzar el año –en medio de tan deplorables augurios y acontecimientos de este lado del Atlántico–, cabría examinar el potencial de contagio en Europa con una breve y esquemática revista a tres coyunturas políticas nacionales, cuya evolución, en los próximos meses, puede ensombrecer más lo que ya apunta como otro annus horribilis. El electorado francés, que tantas lecciones de sabiduría política ha dado, parece inclinarse –como algunas voces advierten– a cometer error similar al de Estados Unidos: dar por supuesto que la opción de ultraderecha es no sólo repulsiva sino, en realidad, inelegible. Se piensa que, aun en el extremo de alcanzar la pluralidad en la primera ronda electoral, en la segunda sería derrotada de manera contundente. Ya ocurrió –suele decirse. La complacencia, como demostró el fenómeno Trump, es la peor consejera. Del otro lado del Rin, cabe presumir que Merkel no habría optado por presentar una vez más su candidatura si el resultado electoral en aquel país hubiese sido diferente. Sabe bien que el desgaste por el ejercicio del poder toca incluso a los gobiernos en general bien valorados, en especial cuando la demagogia irresponsable de sus oponentes de extrema derecha echa mano de lemas que apelan, como la AfD, al chovinismo más extremo e irracional. Además, hasta la aparición anteayer de Martin Schulz, no había en la Gran Coalición un líder de recambio con estatura suficiente. Países Bajos y su Partido por la Libertad (el misnomer perfecto) ilustra un caso diferente, en más de un sentido. Podría, por la fecha temprana en que adoptará su decisión –la más inmediata de las que aquí se evocan– ser el desprendimiento que provoque el alud. Al día siguiente de la asunción de Trump, con espíritu festivo se reunieron en Coblenza los líderes de esos tres partidos, a los que se sumaron otros de semejante calaña, entre ellos la italiana Liga del Norte y el austriaco FPÖ. Reiteraron su convicción de que para Europa ha sonado la hora de los reclamos más retrógrados, envueltos en la retórica de un nacionalismo cochambroso. Así, tras la del Reino Unido el año pasado, en marzo, abril y septiembre podrán escribirse otras tres páginas quizá también deplorables para el destino europeo y global.

Los planteos que ha hecho Trump a su llegada a la presidencia estadunidense confirman que su gobierno afectará negativamente el funcionamiento de la economía mexicana. Declarar que con esa administración no habrá confrontación, como lo ha hecho Peña Nieto, significa no entender que no depende de nuestro país la existencia de conflictos entre México y Estados Unidos. El nuevo gobierno de este país está decidido a cambiar las reglas del juego comercial. Los discursos con empresarios automotrices y de otras industrias ratifican que Trump castigará cualquier nueva inversión en nuestro país que sustituya procesos industriales que se llevaban a cabo en Estados Unidos. Además se ha propuesto revisar el TLCAN para que beneficie a su país, en detrimento obvio de la economía mexicana.
Viendo en Telesur los discursos de los jefes de Estado y gobierno en la quinta Cumbre de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), en República Dominicana, era inevitable pensar en Bolívar, San Martín, Martí, Fidel y Chávez, que soñaron y lucharon por ver unida nuestra región en una comunidad de naciones. Para decirlo con palabras de Martí en Nuestra América: andando en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes. Nada de unidad en el orden institucional se alcanzó en el siglo XX, como no fuera la OEA dirigida por los Almagros de entonces, como señaló en sus enjundiosas palabras el presidente Nicolás Maduro. La OEA sólo sirvió para validar injerencias, intervenciones armadas y golpes de Estado fraguados y orquestados desde Washington.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario