1/27/2017

Los periodistas pal café. . . . .



Enrique Peña Nieto (EPN) no aprovechó, la noche del miércoles, la insólita oportunidad de aparentar un arranque de dignidad política y cancelar por iniciativa propia la cita que Donald Trump le había asignado para el próximo martes en la Casa Blanca. Eso no resolvía el problema de fondo, y serviría solamente como gesto efectista patriotero (el autor de esta columna sostiene su punto de vista de que EPN debía haber ido a Washington, no a convalidar, sino a confrontar), pero le habría dado al apabullado mexiquense cierto respiro escénico que mucha falta le hace.
A lo más que llegó el estresado Enrique fue a pronunciar algunas frases más o menos de cajón (México no cree en los muros. Lo he dicho una y otra vez: México no pagará ningún muro) y a anunciar que otro día anunciaría las medidas a tomar, pues esperaría los reportes de su predominante neuronal, Luis Videgaray, y realizaría consultas con el Senado y con la Conferencia Nacional de Gobernadores (las tomas de su mensaje nocturno a la nación lo mostraron tenso, sobreactuado a la hora en que el libreto decía enojo, incluso más acentuado el tic delator que achica su ojo izquierdo).
Pero no se subió Peña al camión que muy probablemente no volverá a cruzar por su camino. No representó el enojo generalizado ante las ofensas de Trump, que ese mismo día había anunciado el inicio de la construcción del mentado muro fronterizo, ni se convirtió en el líder de la nación al que diversas fuerzas políticas, incluso opositoras, excitaban a ponerse al frente y defender con entereza a la nación, haiga sido como haiga sido el pasado de ese mismo Peña, con el propio Andrés Manuel López Obrador invitando a apoyar al priísta y exhortándolo a que anunciara (a tiempo) su decisión de no ir a la cita ignominiosa.
Y resulta que Trump leyó políticamente los titubeos de Peña y, a las 7:55 de la mañana del jueves (hora de México), ya estaba manteniendo la iniciativa: si México no iba a pagar la construcción del muro, sería mejor que se cancelara la reunión del martes. Era una virtual cancelación de dicha cita. Un grosero cierre de opciones: vienes y te comprometes a pagar, y te vas. O mejor ni vengas. Una vez más, Trump le ganaba la delantera a Peña. Una vez más, la iniciativa, las propuestas, las decisiones, estaban de un solo lado.
¡Casi tres horas después, a las 10:48, Peña Nieto apenas estaba reaccionando para tuitear que no iría adonde ya no lo estaban invitando más que de inaceptable forma condicionada! Así escribió EPN: “Esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS”. Más tarde, el mencionado POTUS (la prosodia a la mexicana rápidamente hizo enroques vocálicos que reflejan mejor su opinión sobre dicho Presidente of the United States y sus coequiperos) aseguró ante miembros del Partido Republicano que la cancelación se había decidido de mutuo acuerdo. Y pronunció una frase con pretensiones de justificar la declaración de guerra (no sólo comercial) contra el país vecino: A menos de que México trate a Estados Unidos de forma justa y con respeto, ese encuentro habría sido inútil o infructuoso. Y yo quiero ir por otro camino. No tuve opción. Poeshito güero, los vecinos no lo trataron con justicia y respeto porque no aceptaron pagar el muro que él, el güero POTUS, decidió levantar cargándole el costo al otro.
En esas horas de tensión, el vocero de la Casa Blanca (Sean Spicer, no Virgilio Andrade) hizo saber a periodistas algo que confirmaba el inicio de hostilidades en serio contra México: a las exportaciones de este país hacia Estados Unidos se les cargaría un 20 por ciento de impuesto, que serviría para pagar el muy mentado muro. Al estupor inicial siguió una reflexión elemental, más de simple consumidor que de gran economista: un impuesto así acabaría siendo pagado por la clientela estadunidense (claro que un golpe fiscal de ese tamaño dañaría profundamente la economía mexicana, pero, a fin de cuentas, los gringos acabarían pagando más por ciertos productos, así que no serían los mexicanos los que pagaran el muro). Al estilo de Rubén Aguilar, cuando era vocero de Vicente Fox y tenía que salir a escena a explicar lo que el presidente quiso decir, el vocero Spicer tuvo que recular: esa idea no era sino una de las opciones a considerar. No era definitiva, sólo una posibilidad (por cierto, Fox sigue en la ruta grotesca de ataques patrióticos contra Trump, como si el propio Vicente no fuera corresponsable del saqueo y el hundimiento del país, y de elogios convenencieros a Peña Nieto).
Luego, en una conferencia de prensa en Washington, Luis Videgaray Caso, el maltrecho canciller que dos veces ha protagonizado episodios de vergüenza nacional, hizo declaraciones retóricas, sin sustancia real, elusivas, asegurando que el diálogo no se ha roto, que continúa. Uno, como tendedor de alfombras electorales en Los Pinos para el entonces candidato Trump; otro, en estos días aciagos, en que no sirvió de nada su presunta amistad con el yerno de Donald (que habría sido el único motivo por el cual fue llevado a Relaciones Exteriores). Videgaray ya quemó dos veces su capital burocrático. Sólo le queda la puerta de salida.
Mientras el país sufría la metralla de Trump, Peña Nieto se daba tiempo para recibir en Los Pinos a su primo Alfredo del Mazo Maza, quien pidió licencia a una curul federal para buscar la candidatura del PRI al gobierno del estado de México. Es una imposición de Peña, pues la corriente del actual gobernador, Eruviel Ávila, prefería otra carta. Y llevará, ese PRImer PRImo, el sello de Peña Nieto que, según se deduce de las encuestas de opinión que lo ponen por los suelos, contamina electoralmente todo lo que toca. Pero, bueno, si bien ante Trump no se aplica aquella frase de que La patria es primero; en la política mexiquense sí se mantiene otra: La familia es primero.
Y, mientras se ve cuánto durará la estancia del ex gobernador de Nuevo León Rodrigo Medina en la cárcel, ¡hasta el próximo lunes!, Twitter: @julioastillero, Facebook: Julio Astillero, Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx




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Finalmente, el presidente Peña Nieto se fajó los pantalones y canceló la reunión con SuperTrump, agendada para el día 31 de este mes. Tal vez no lo hizo con gusto, tampoco a tiempo, pero no le quedaba de otra. Su anfitrión le había dado madruguete con un tuit: ‘‘Si México no quiere pagar el muro, es mejor cancelar la reunión con el presidente Enrique Peña Nieto programada para la próxima semana’’. Como quien dice: ‘‘si no traes la chequera, mejor ni vengas, ‘pa’’. Más tarde, durante una reunión con miembros del Partido Republicano, en Filadelfia, Trump afirmó que la cancelación había sido acuerdo mutuo y que ‘‘a menos de que México trate a Estados Unidos de forma justa y con respeto, ese encuentro habría sido inútil o infructuoso’’. Por otro lado, la Casa Blanca afirmó que buscará programar una nueva reunión entre Donald Trump y Peña Nieto. ‘‘Buscaremos una fecha para concertar algo en el futuro. Mantendremos las líneas de comunicación abiertas’’, comentó el portavoz Sean Spicer. Más hábil en la comunicación y en las redes sociales, SuperTrump ha hecho bailar a Peña Nieto el vals que ha querido. Y su objetivo, aparentemente, va más allá del terreno puramente comercial y migratorio; pareciera que quiere crearle una crisis económica que desemboque en una política.
Este golpe va a doler
El desafortunado desencuentro entre los presidentes va a repercutir duramente sobre las empresas y los consumidores en ambos países. La Casa Blanca afirmó que ya ha decidido la forma en que hará que México pague el tramo que falta del muro que quiere levantar a lo largo de los 3 mil 234 kilómetros de frontera: con un impuesto de 20 por ciento a productos de exportación. Sería un castigo doble: por un filo, a las empresas importadoras y consumidores estadunidenses, que tendrían que pagar más, y por el otro a los exportadores mexicanos, que tendrían que bajar sus ganancias y perder mercado. Sean Spicer, el vocero, dijo que la idea de ese impuesto era ‘‘una opción más’’ entre otras posibles. En el terreno práctico, la finalidad sería abatir la diferencia entre lo que le vendemos y le compramos a Estados Unidos. Trump habla de un déficit en contra de su país de 60 mil millones de dólares.
¿Servirá de escarmiento?
Ya son varios los ex gobernadores que están en la cárcel: Guillermo Padrés (padre e hijo), de Sonora, PAN; Andrés Granier, Tabasco, PRI; Mario Villanueva, Quintana Roo, PRI (purgó seis años en una cárcel mexicana, luego seis en prisión estadunidense y ahora está de nuevo preso en México), y Luis Armando Reynoso, Aguascalientes, PAN (enfrenta en libertad un proceso abierto en su contra). Cayó otro: Rodrigo Medina, de Nuevo León, PRI. Fue vinculado a los delitos de peculado y de daño al patrimonio del estado por 3 mil millones de pesos, en conexión con los estímulos otorgados a la empresa sudcoreana fabricante de automóviles Kia Motors. De acuerdo con un comunicado del gobierno de la entidad, se ordenó prisión preventiva por 30 días como medida cautelar en el penal de Topo Chico. Faltan otros. La cuestión es si servirá de escarmiento a algunos de los gobernadores en funciones y harán el sacrificio de atarse las manos. ¿Qué piensan ustedes?
Con el fuero de fuera
Los diputados de la Asamblea Constituyente aprobaron por unanimidad que la constitución capitalina excluya el fuero para los servidores públicos. ‘‘Las personas servidoras públicas son responsables por los delitos que cometan durante el tiempo de su encargo. Ninguna goza de fuero’’, quedó establecido en el artículo 72, numeral 2 de la carta magna de la Ciudad de México. ¿Y si un senador o un diputado federal fuera pillado delinquiendo con el fuero de fuera, sería detenido y sujeto a juicio? Nop. Porque el fuero sigue existiendo en la legislación federal.
Ombudsman Social



Desde Los Pinos se intenta hacer creíble la versión (oficial, desde luego) de que fue Enrique Peña Nieto quien decidió cancelar la programada visita a Washington, en una suerte de (extemporáneo) arranque de patriotismo, inteligencia y dignidad. Pero no, ni de lejos fue así.
En realidad fue el propio Donald Trump quien le resolvió el entuerto al inquilino de Los Pinos (el mismo que horas antes apareció en cadena nacional para no decir absolutamente nada ni fijar posición alguna), porque de nueva cuenta se le adelantó y el otro no tuvo más remedio.
Tras cinco días de paliza, el empresario neoyorquino arrinconó a Peña Nieto, lo llevó a un callejón sin salida, una vez más lo chamaqueó y lo obligó a lo demás. Jaque mate.
De acuerdo con el registro oficial, a las 7:55 horas de ayer el energúmeno de la Casa Blanca escribió en Twitter: si México no está dispuesto a pagar por el muro, sería mejor cancelar la próxima reunión (la del 31 de enero, en Washington).
Sólo casi tres horas después, a las 10:48, y por el mismo medio, Peña Nieto anunció que “esta mañana hemos informado a la Casa Blanca que no asistiré a la reunión de trabajo programada para el próximo martes con el @POTUS”.
Divulgado el mensaje de EPN, Trump no lo dejó respirar: le metió otro gancho al hígado, pues durante una gira por Filadelfia el energúmeno declaró que la reunión (del 31 de enero) hubiera sido infructuosa y decidimos cancelarla de mutuo acuerdo. A menos de que México trate a Estados Unidos de forma justa y con respeto, ese encuentro habría sido inútil o infructuoso. Y yo quiero ir por otro camino. No tuve opción.
Entonces, ni lejanamente sucedió como dicen en Los Pinos; fue al revés. Y no fue producto de un arrebato de patriotismo ni de dignidad, sino que Trump simplemente le tendió la cama y EPN se acostó, porque de no cancelar su visita a Washington estaría avalando la construcción del muro, el método de su financiamiento y las demás órdenes ejecutivas concernientes a México. Se dio, pues, como en el caso del TLCAN: México no se retira; lo corren.
Y mientras a Peña Nieto lo pulverizaban, su aprendiz de canciller lo volvió a hacer, pues con su (supuesto) jefe sangrante y tendido en la lona Videgaray presumía que sigue en pie el encuentro del 31 de enero en Washington, porque se veían señales sumamente positivas en su reunión de trabajo con el equipo de Trump, las cuales, dijo, me atrevo de calificar de alentadoras.
Si Peña Nieto tuviera un mínimo de sensibilidad política y de preocupación real por lo que pasa en México, entonces reconocería el profundo daño que Videgaray le ha hecho al país, que es lo importante, y a su administración, que es lo de menos.
El inquilino de Los Pinos le permitió absolutamente todo a Videgaray cuando éste despachaba como ministro del (d) año en Hacienda, donde una y otra vez metió la pata hasta el fondo. Y allí están los resultados.
Pero EPN se aferró, no escuchó a nadie y optó por su amigo, no por el país. Lo designó titular de Relaciones Exteriores y en apenas tres semanas lo volvió a hacer. Si ello no convence al inquilino de Los Pinos para que de inmediato cambie de canciller y mande a Videgaray a aprender a otra parte, entonces sorpresas como las de Trump estarán en el orden del día.



El discurso inaugural de Donald Trump (DT) refleja un narcicismo maligno (“los ciudadanos de [Estados Unidos] de América [de aquí en adelante EU] …decidiremos juntos el curso de EU y del mundo), una demagogia para ingenuos (hoy estamos devolviendo el poder de Washington, DC a ustedes, el pueblo), un diagnóstico intencionalmente equivocado (Was- hington florecía, pero el pueblo no compartía su riqueza. Los políticos prosperaban, pero los empleos se iban y las fábricas cerraban. Todos, en EU, saben que quienes prosperaron fueron los integrantes del 1%, del que forma parte DT). Pero también expresa por qué recibió suficientes votos para obtener el triunfo en el peculiar sistema electoral de EU (“Los hombres y mujeres olvidados de nuestro país ya nunca más serán olvidados”). [Mi traducción de las citas se basa en la excelente traducción de Adolfo Gilly en La Jornada del 22 de enero, aunque he introducido algunos cambios. Uno ha sido EU en lugar de América]. Elemento central del discurso es la desindustrialización de EU y la industrialización de la periferia; al respecto, añadió verdades a medias muy dramatizadas:
“Madres e hijos atrapados en la pobreza en los barrios de nuestras ciudades: fábricas herrumbrosas desparramadas como lápidas mortuorias por todo el paisaje de nuestra nación… Aquí mismo termina y ahora mismo se detiene esta masacre americana… Durante muchas décadas hemos enriquecido la industria extranjera a costa de la industria americana…Una por una las fábricas cerraban y se iban de nuestra tierra, sin siquiera un solo pensamiento acerca de los millones y millones de trabajadores americanos que quedaban atrás. Los bienes de nuestra clase media fueron arrebatados de sus hogares y luego redistribuidos por todo el mundo”.
Imitando a Hitler, cuyo lema central era Deutschland über ales (Alemania por encima de todo), DT dijo: “De hoy en adelante una nueva visión gobernará a nuestro país. De hoy en adelante, sólo será EU primero. EU primero”. Anuncia el proteccionismo económico (en vez del libre comercio) para que EU deje de ser un loser (perdedor) y se convierta en un winner (ganador). Aunque señala que respetará el proteccionismo de otros países, empieza calificándolos de ladrones y destructores. Confirma (tácitamente) que no habrá empleos para migrantes y, por si hiciera falta, muestra su ignorancia:



No parecen estar tan errados los espiritualistas que sugieren que ante determinada situación que uno no puede o no quiere resolver, la mejor opción es no hacer nada. Aguantar. Quedarse quieto. La vida da tantas vueltas que no tardarán en presentarse otras condiciones que sepulten a las presentes.
La vida, sostienen, está en constante movimiento, de tal manera que lo que hoy suceda probablemente mañana ya no aparezca. Lo único seguro es que todo cambia.
Mucha razón parece haber tenido el filósofo Heráclito al afirmar que nadie se baña dos veces en el mismo río, en alusión precisamente a que todo cambia constantemente.
La tesis es válida en la vida cotidiana: cuando el gobierno federal aplicó el aumento a los combustibles y se vino el alud de protestas, la Federación sostuvo que no daría marcha atrás, considerando la decisión dolorosa, pero necesaria. Y resistió. Aguantó.
Repentinamente vino el cambio: las embestidas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sobre todo en cuanto a construir el muro fronterizo y que lo pague México, y las críticas al presidente Enrique Peña Nieto por el anuncio de que iría a platicar con Trump el 31 de enero.
Cuando Peña definió su postura de que México no pagaría el muro y defenderá con todo a los migrantes del país, se encendió el patriotismo y creció la popularidad del mandatario, que se elevó aún más al dar a conocer la cancelación de su visita al país del norte.



El 26 de mayo de 2003 perdieron la vida en un accidente de aviación 62 militares españoles al regresar de Afganistán, donde cumplían una misión de paz. Casi 14 años después de esa catástrofe, oficialmente se reconocieron las graves irregularidades que originaron la tragedia. También cómo el gobierno, entonces presidido por José María Aznar, ocultó datos fundamentales a los familiares de las víctimas y a la ciudadanía.
En la muerte de los militares, todo huele a corrupción. Comenzando porque el Ministerio de Defensa pagó 149 mil euros por el vuelo, a cargo de una empresa de Ucrania que apenas recibió 36 mil 500. La diferencia se la quedaron intermediarios hasta hoy desconocidos. Además, se contrató un seguro con una agencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por 70 mil euros por cada pasajero. Tal seguro no existía, por lo que a los deudos de las víctimas se les tuvo que pagar con fondos públicos.
A lo anterior se suma la identificación precipitada y errónea de los cadáveres por los servicios médicos del ejército. Igual de precipitada fue la ceremonia para rendirles los honores correspondientes. A los deudos se les impidió abrir los féretros, pero les aseguraron que los cadáveres estaban plenamente identificados, lo cual no era verdad.
Durante 14 años las familias de los 62 militares muertos fueron tratadas de mala manera por el gobierno de Aznar y por el actual de Rajoy. En busca de justicia y la verdad acudieron al Consejo de Estado, que finalmente falló en favor de ellas hace dos semanas.



Por primera vez en este espacio, un recuento anual de música extraordinaria a la que no se puede definir como rock ni electrónica ni R&B ni hip hop, pero es difícil dejar pasar por alto su belleza o erudición, sin por ello ser inaudible. No es un repaso exhaustivo, académico ni homogéneo, sino un acercamiento a autores y agrupaciones factibles de ser empáticos con quien escucha los géneros populares antes citados. Expresiones que pasan de la música contemporánea a la experimental, el jazz, la música tradicional, el minimalismo acústico, el noise, el ambient, el clásico (y muchas veces se cruzan entre sí), y merecen no sólo ser citadas sino volverse vehículo para en ellas perderse, en aras de abrir los oídos y la mente. Todo lo aquí reunido es tan bueno, que ha sido difícil numerarlo, así que va agrupado por vertiente. Hoy, la primera parte de las mejores grabaciones internacionales de avant-garde y fusión de 2016, más que vigentes.
Contemporáneo
1. Mica Levi & Oliver Coates. Remain Calm (Estados Unidos). Extraordinarias composiciones minimalistas con cuerdas (violines, cellos) procesadas digitalmente, que generan surrealistas y oníricos paisajes, lo mismo orgánicos que tecnológicos, las de esta brillante autora que entre otras cosas dirigió a Jonny Greenwood (Radiohead) para dar forma a los fantásticos ambientes del laureado A Moon Shaped Pool.
2. Kepler Quartet. Ben Johnston: String quartets 6, 7 & 8 (EU). Abocado a sólo interpretar a este autor estadunidense nacido en 1926, aún vivo, en tercer disco este cuarteto de cuerdas interpreta piezas escritas en los años 80, nunca antes grabadas, con su cubista pero cálido perfil microtonal influido por Harry Partch y John Cage.





La intención de la nueva presidencia de Estados Unidos de fijar un impuesto de 20 por ciento a las exportaciones mexicanas a ese país a fin de obtener fondos para construir el muro fronterizo pormetido por Donald Trump representa, en los hechos, en caso de que el Capitolio apruebe esa medida, una suspensión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y, más allá, el fin del modelo de desarrollo adoptado por el gobierno de nuestro país hace tres décadas, cuyo eje rector era la supeditación de la economía nacional a la estadunidense. Implica también una gravísima sacudida a las finanzas del país, en la medida en que 80 por ciento de sus exportaciones tienen como destino el norte del río Bravo; el impuesto referido conllevará un brusco acotamiento de ese mercado y, por consiguiente, una merma aún no cuantificada, pero seguramente elevadísima, de las divisas que México recibe del extranjero, que se agudizará con la previsible disminución de las remesas y de la inversión. Ello se traducirá, de manera inevitable, en pérdida de empleos en el sector exportador y en la necesidad de crear plazas de trabajo en el país ante el previsible incremento de deportaciones de connacionales.

El muro de Ulbrich Trump
El estalinista Ulbricht construyó en agosto de 1961 un muro en la ciudad de Berlín para acabar con la amenaza occidental. Gastó mucho dinero y no logró ninguno de sus objetivos. Por el contrario, se hundió en el basurero de la historia: el muro fue derribado en medio de una gran fiesta multitudinaria y nadie se acuerda de él, ni de su heredero político Honecker, quien murió en el exilio. Pero la necedad es más fuerte que la pedagogía y hoy surge un nuevo Ulbricht, Ulbricht Trump, estadunidense. El atenuante del alemán estalinista –si lo hubo– fue que no pretendió que el Muro de Berlín lo pagara Alemania Federal.

A los reporteros nos encantan las cifras. Entre más grande es la multitud, mejor es la nota. A los políticos también les gustan. Entre más grandes son las masas, mayor es su popularidad. Ni pregunten quién dijo: Estaba ahí y dije mi discurso. Me asomé a la explanada y era como un millón; millón y medio de personas. Ah… esos millones.

Resulta innegable que el objetivo de la iniciativa de ley de seguridad interior es legalizar las tareas represivas de las fuerzas armadas (Ejército, Marina y Fuerza Área) que requiere el grupo gobernante para garantizar la continuidad del sistema de explotación y dominación capitalista, en el contexto de la más grave crisis de legitimidad de las instituciones públicas de que se tenga memoria desde los cruentos años del movimiento armado de 1910 a 1917, y en el marco del creciente descontento e indignación de amplios sectores de la sociedad mexicana que han llegado al límite de lo soportable, ante tanto agravio y agresión en todos los espacios de la existencia económica, política, social y cotidiana.

Porque mi cabeza es un lío / Porque no hago nada / Porque no voy a ningún lado / Porque odio la vida / Porque realmente la odio / Porque no la puedo soportar / Porque no tengo amor / Porque no quiero amor / Porque los ruidos están en mí / Porque soy un good ol’ estúpido / Sepan pues que moriré / Adiós adiós a todos / Y sigan mi ejemplo.
El personaje adolescente de La Tumba ha crecido recibiendo cheques en lugar de afecto y atención. Cuando leí por primera vez la novela de José Agustín, magnífico narrador entonces también adolescente, me sorprendió; ahora que la releo me vuelve a sorprender. El personaje ficticio sigue en su monólogo:

De las cosas que han salido a flote con el arribo de Trump a la presidencia de EU, resalta la fragilidad de México. Nos fue revelada la fragilidad de las instituciones, empezando por la presidencial, y el fin del repertorio discursivo de décadas: soberanía, independencia, nacionalismo, prestigio, autosuficiencia, futuro y hasta liderazgo internacional. Fue un golpe contundente para nuestro orgullo. Nos vimos penosamente desnudados en nuestra fragilidad institucional por el muro trumpista y su financiamiento, la reinmigración forzada de connacionales y el libre comercio amenazado y la deslealtad de Trudeau.

Todos sabemos que el amor es ciego. Y yo sé que él –siempre reticente a hablar de diferentes episodios de su larga y turbulenta vida (véase: La Jornada 13/1/17, goo.gl/pQx8de)– no lo hizo para llamar la atención ni para demostrar nada.

La cocina francesa es famosa en el mundo y parte esencial de su cultura, pero los gastrónomos parecen preferir la cocina política y dedican a ella las charlas de sobremesa. Gourmets, degustan, saborean y juzgan. Conocedores, no se les puede mentir en cocina ni en política: la confianza es esencial.

Qué bien captó nuestro espléndido historiador Silvio Zavala (1909-2014) los sucesos que vivimos los mexicanos en esta semana, en relación con la hostilidad y denigración que realiza día con día el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Dijo don Silvio:

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